Tras protestas de Black Lives Matter, muerte de niño negro se vuelve símbolo de racismo y desigualdad en Brasil

«¿Y si hubiese sido el hijo de la patrona? Justicia para Miguel». Manifestante muestra cartel en la protesta. Imagen: Mídia NINJA (CC BY-NC 2.0).

El 2 de junio, Mirtes de Souza, trabajadora doméstica en casa de una familia acomodada en Recife, al noreste de Brasil, llevó a su hijo Miguel de cinco años a su lugar de trabajo. Aunque guarderías y escuelas están cerradas en Recife desde el inicio de la pandemia de COVID-19, los empleadores de Mirtes no le concedieron tiempo libre.

Ese día, Mirtes le pidió a su jefa blanca que cuidara a Miguel mientras ella sacaba a pasear al perro de la familia. Cuando regresó, encontró a su hijo caído en la primera planta del edificio. A Miguel lo llevaron vivo al hospital, pero no sobrevivió.

Las imágenes de circuito cerrado que tuvo la Policía muestran que Sari Côrte Real, jefa de Mirtes, pone a Miguel solo en un elevador, presiona el botón a uno de los pisos más altos del edificio. Las imágenes luego muestran a Miguel salir del elevador en el noveno piso donde, según dedujeron las autoridades, trepó a una galería no protegida con aparatos para aire acondicionados y cayó.

Côrte Real fue arrestada y acusada de homicidio, pero luego quedó en libertad tras pagar una fianza 20 000 reales brasileños (cerca de 4000 dólares). La Policía dice que está investigando la posibilidad de que a Miguel lo hayan empujado del noveno piso.

Tras las protestas por la muerte de George Floyd en Brasil, el caso generó indignación en medios sociales; muchos consideran la muerte de Miguel como otro ejemplo del racismo que deben soportar los ciudadanos negros de  Brasil.

Cuando los medios locales evitaron dar a conocer el nombre y fotos de Sari, los usuarios de medios sociales sí los publicaron. Luego Mirtes dio una entrevista a TV Globo que se volvió viral:

Se fosse eu, meu rosto estaria estampado, como já vi vários casos na TV. Meu nome estaria estampado e meu rosto estaria em todas as mídias. Mas o dela não pode estar na mídia, não pode ser divulgado. (…) Espero que a Justiça seja feita, porque se fosse o contrário, eu acredito que nem teria direito a fiança. Foi uma vida que se foi, por falta de paciência para tirar dali de dentro. Deixar uma criança sozinha dentro de um elevador, isso não se faz. Uma criança que foi confiada a ela.

Si hubiera sido yo, mi cara estaría en las portadas, como ya vi en varios casos de televisión. Mi nombre estaría en portadas y mi cara estaría en todos los medios. Pero el de ella no puede estar en los medios, no se puede divulgar. (…) Espero que se haga justicia, porque si fuera al contrario, creo que no tendría derecho alguno a fianza. Se fue una vida por falta de paciencia. Dejar a un niño solo en un elevador, no se puede hacer eso. A ella le confiaron [el cuidado de] un niño.

Racismo en Brasil

La historia de Miguel se volvió pronto noticia nacional. Muchos la ven como un símbolo de los peor en Brasil, sobre todo de sus racismo sistémico contra los ciudadanos negros.

Cinco millones de africanos fueron llevados a Brasil para trabajar como esclavos en un periodo de 400 años, eso es diez veces más que en Estados Unidos. Además, Brasil fue el último país del continente americano en abolir la esclavitud, en 1888.

Pero la muerte de Miguel también fue un recordatorio de la corrupción y desingualdad que existen en Brasil, y cómo se han exacerbado durante la pandemia de COVID-19.

A Mirtes no le quedó más opción que seguir trabajando durante la pandemia para seguir manteniendo a su familia. No es excepción, pues la primera muerte que se registró por COVID-19 en Río de Janeiro en marzo fue de una trabajadora doméstica cuya empleadora no le permitió hacer cuarentena.

En una entrevista, Mirtes dijo que ella, su madre y Miguel dieron positivo a la prueba de SARS-CoV-2 (el virus de COVID-19), pero con síntomas leves.

Brasil había registrado más de un millón de casos del nuevo coronavirus al 22 de junio, y más de 50 000 muertes. Es el segundo país en cantidad de muertes, por detrás de Estados Unidos.

Por su parte, Sari, la empleadora de Mirtes, es una mujer blanca de una de las zonas más acomodadas de Recife, y pertenece a una tradicional familia política del estado de Pernambuco. El esposo de Sari, Sérgio Hacker, es alcalde de Tamandaré, pequeña ciudad a unos cien kilómetros de Recife, a donde dice Mirtes que la familia la llevaba frecuentemente.

Tras la muerte de Miguel, se reveló que Mirtes que había sido contratada como trabajadora pública de Tamandaré. Según el registro, Mirtes tenía un puesto de gestión en la municipalidad, con un sueldo de 1517 reales brasileños —la remuneración mínima de Brasil es de 1045 reales brasileños (282 y 194 dólares respectivamente). Mirtes dijo que nunca trabajó en la municipalidad y negó saber que la hubieran contratado. El caso está bajo investigación.

Protestas

¡QUEREMOS JUSTICIA PARA MIGUEL!

En Recife, los manifestantes realizan una intervención frente al lugar donde murió Miguel, el condominio de lujo conocido como Torres Gemelas.

20 000 es la vida de un niño negro pobre y el dolor de una madre.

Fotos de Carvalho.

La muerte de Miguel generó protestas en las calles de Recife en medios sociales. El edificio donde ocurrieron los hechos se volvió más simbólico para los activistas: su construcción se vio envuelta en controversia pues está ubicado en una zona histórica protegida.

El 5 de junio, docenas de manifestantes marcharon junto a la familia de Miguel hacia el edificio donde viven Corte Real y su familia. Las personas se tendieron en la calle para recordar cómo murió el niño.

«Quiero a mi madre», manifestantes hoy en Recife, en memoria y por justicia del pequeño Miguel, de 5 años.

La muerte de Miguel también fue recordada con las protestas de Brasil contra el racismo tras la muerte de George Floyd en Estados Unidos y el movimiento Black Lives Matter [Las vidas negras importan].

Otro caso que se recordó en las protestas fue el de João Pedro, adolescente negro de 14 años a quien mató la Policía dentro de su casa en Río de Janeiro el 18 de mayo.

Un colectivo de hijos de trabajadoras domésticas para pedir derechos de aislamiento social para sus padres creado en marzo, publicó una nota para recordar que lo ocurrido con Miguel podría haberle ocurrido a cualquiera de ellos:

O que aconteceu com Miguel, 5 anos, escancara mais uma vez a DESIGUALDADE, o RACISMO, o CLASSISMO.
O direito negado ao isolamento que nossa mães vivem.
Quantos de nós morreram na casa grande?
Quanto terão que morrer nos prédios para algo ser feito?

Lo que ocurrió con Miguel, de 5 años, mostró una vez más la DESIGUALDAD, el RACISMO, el CLASISMO.
El derecho negado de aislamiento que enfrentan nuestras madres.
¿Cuántos más moriremos en la casa grande?
¿Cuántos más deberemos morir en los edificios hasta que se haga algo?

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