Cuando la periodista Svetlana Prokopyeva salió de un tribunal de Pskov el 6 de julio, sus simpatizantes que la esperaban en el exterior se sintieron aliviados. Habían previsto despedirse de ella antes de una sentencia de seis años de prisión, que solicitó el fiscal. Pero Prokopyeva salió, aunque tuvo que pagar una multa de 500 000 rublos (cerca de 7000 dólares) y entregar su computadora y su celular. La sentencia de «justificar el terrorismo» siguió vigente contra la periodista independiente, que trabaja en gran parte con la rama local de Radio Svoboda.
Esas agradables sorpresas son contadas. En Rusia, los fiscales suelen salirse con la suya, sobre todo cuando se trata de casos políticamente delicados, y el caso de Prokopyeva fue uno de los más delicados y controvertidos de los últimos años. En 2018, el anarquista Mikhail Zhlobitsky, de 17 años, cometió un ataque suicida en el vestíbulo de la oficina de Archangelsk del Servicio Federal de Seguridad, el servicio de seguridad nacional de Rusia. Tres soldados resultaron heridos. En respuesta, Prokopyeva escribió un artículo que expresaba la rabia de Zhlobitsky ante los casos de represión y tortura en Rusia y ubicó el ataque en un contexto de libertades políticas cada vez más reducidas. Las autoridades rusas lo tomaron como evidencia del supuesto apoyo de Prokopyeva por las acciones de Zhlobitsky, y la acusaron según el artículo 205.5 del Código Penal del país.
Los investigadores allanaron la casa de Prokopyeva y la agregaron a la lista oficial de «terroristas y extremistas». El artículo ofensivo quedó bloqueado a solicitud de Roskomnadzor, supervisor de las comunicaciones estatales de Rusia. Prokopyeva sostuvo, y sigue sosteniendo, que los fiscales nunca ofrecieron suficiente evidencia de lo que constituye exactamente la «justificación de terrorismo» en su trabajo.
En los meses siguientes, periodistas rusos y organizaciones internacionales de derechos humanos apoyaron la causa de Prokopyeva. Poco después de la sentencia final, editores de docenas de publicaciones independientes rusas advirtieron que su caso podría sentar un precedente negativo para su trabajo. Los periodistas que protestaron para apoyarla el 4 de julio fueron detenidos:
А long night. At least a dozen of journalists in Moscow who protested against the prosecutor's request for a six-year prison sentence for Svetlana #Prokopyeva are still in detention. Those who have been released risk of a fine up to €4,000. pic.twitter.com/8pSWsZIb0q
— Andrei Jvirblis (@jvirb) July 3, 2020
Una larga noche. Al menos 12 periodistas en Moscú que protestaron por el pedido del fiscal de una sentencia de seis años de prisión para Svetlana Prokopyeva siguen detenidos. Quienes han sido liberados se arriesgan a que les impongan una multa de hasta 4000 euros (cerca de 4500 dólares).
En una entrevista del 7 de julio, Prokopyeva atribuyó este aumento del interés público en su caso con el resultado en la corte:
Ну, в головы судьям не залезешь, что на самом деле они думали и почему решили не сажать. На самом деле, именно запрошенный реальный срок и привел в Псков десятки федеральных СМИ. Я, когда вышла из суда, просто оторопела, увидев, сколько людей собралось перед входом – ну и представьте, если бы пришла новость о лишении свободы. Понятно, что судьям волна возмущения не нужна. Но возможно что суд и сразу не настраивался на удовлетворение прокурорской жажды крови – потому что вообще-то, по здравому размышлению, это нонсенс: взять обычного человека, журналиста, который никому никакого зла не сделал, и бросить за решетку. Да, в приговоре написано, что вина моя доказана, но при этом же судьи видели диаметрально противоположные выводы экспертов, слышали специалистов, которые уверенно доказывали мою невиновность. Плюс видели реакцию общества и журналистского цеха – она тоже говорит о том, что никто, кроме обвинения, никакого оправдания терроризма в моем тексте не видит. Это уже повод разжать челюсти и хотя бы, если не оправдать, то отказаться от нарочитой жестокости.
Es imposible estar dentro de la cabeza del juez y saber por qué decidieron no meterme en prisión. Es verdad, fue precisamente [la amenaza] de una sentencia de prisión lo que llevó a periodistas de docenas de medios a Pskov. Los vi reunirse ante las puertas delanteras. Es claro que los jueces no necesitaban una nueva ola de indignación pública. Puede resultar que hay algo mal, algo que no está nada bien, sobre no tener duda alguna sobre todo esto: tomar a una persona común y corriente, una periodista que no se ha portado mal con nadie y meterla en la cárcel. Sí, la sentencia dice que mi culpa se ha demostrado, pero al mismo tiempo, los jueces vieron conclusiones diametralmente opuestas de los expertos y las opiniones de expertos que probaron mi inocencia convincentemente. Además, presenciaron la reacción de periodistas y la sociedad en general: eso muestra que nadie además de la fiscalía ve ninguna «justificación del terrorismo» en mi texto. Esta es una oportunidad para que aflojen las tuercas y al menos, si no ofrecen justicia, entonces que abandonen esa desvergonzada crueldad.
No obstante, muchas figuras públicas rusas han sugerido que una celebración es prematura hasta que, y a menos que, la sentencia quede anulada. Esta es una distinción clave entre el caso de Prokopyeva y la destacada campaña para liberar a Ivan Golunov, reportero de Meduza, cuyo caso penal fue desestimado por las autoridades rusas en junio.
Lev Shlosberg, destacado periodista y jefe de la rama regional del partido opositor Yabloko en la región de Pskov, señaló:
Для гражданского общества это не победа, но реальное достижение. Важно не успокоиться и не признать ненормальное нормой жизни.
— Лев Шлосберг (@LevShlosberg) July 6, 2020
La decisión judicial en el caso de Svetlana Prokopieva significa un compromiso forzado del estado policial, que no puede justificar a una persona inocente, ya que derribará los cimientos del sistema, pero se ve obligado a responder a la opinión pública.
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Para la sociedad civil, esto no es una victoria, sino un logro real. Es importante no calmarse y no admitir una norma anormal de la vida.
Hasta algunas figuras gubernamentales comparten este escepticismo sobre la sentencia. El defensor del pueblo de derechos humanos del Estado ruso, Alexander Shishlov, publicó en Facebook:
Значение дела Светланы Прокопьевой выходит далеко за географические границы Псковской области. Солидарен с комиссией СПЧ по свободе информации и правам журналистов: попытки разобраться в причинах зарождения терроризма не делают людей соучастниками преступления. По абсурдному обвинению в «оправдании терроризма» Светлане Прокопьевой грозили лишение свободы и запрет на журналистскую деятельность. Приговор в виде штрафа не отменяет абсурдности обвинения и должен быть пересмотрен.
Alexander Shishlov, Facebook, July 6
El caso de Svetlana Prokopyeva tiene significado más allá de las fronteras de la región de Pskov. Expreso mi solidaridad con el Comité de Libertad de Información y Derechos de los Periodistas del Consejo de Derechos Humanos: los intentos de entender las causas del terrorismo no convierten a las personas en cómplices del delito. Svetlana enfrenta acusaciones absurdas de «justificar el terrorismo», a Svetlana Prokopyeva la amenazaron con prisión y con prohibirle actividades periodísticas. La multa que le impusieron no elimina lo absurdo de la acusación, se debe revisar.
Por estas razones, Prokopyeva, a quien no le han prohibido que siga su trabajo de periodista como preveía la fiscalía, dijo a Global Voices que planea apelar la sentencia por cuestión de principios. Su historia aún no termina.
Pero otros acaban de empezar.
Los defensores de derechos humanos de Rusia advierten ahora de una nueva ola de arrestos y casos penales contra los activistas y periodistas independientes del país. Esto llega justo después de que las autoridades ganaron un referéndum sobre reformas constitucionales del 1 de julio que le permitirá a Vladimir Putin gobernar como presidente hasta 2036. El referéndum se vio empañado por acusaciones creíbles de fraude electoral a gran escala.
El 7 de julio, la activista feminista Yulia Tsvetkova informó que se había iniciado un tercer caso penal en su contra (a Tsvetkova se le acusa de difundir «pornografía» y «propaganda LGBT» por publicar una serie de dibujos de desnudos femeninos). El 8 de julio, Pyotr Verzilov, integrante de Pussy Riot y editor del sitio web de noticias independiente MediaZona, fue arrestado en Moscú.
МОЛНИЯ. Меня задержали после выхода с эфира Эха Москвы и везут на ШЕСТОЙ обыск. Работает СК.
— Пётр Верзилов (@gruppa_voina) July 8, 2020
Como el rayo. Me detuvieron cuando salí de las oficinas de Ekho Moskvy y están haciendo el SEXTO allanamiento. El Comité de Investigación trabaja mucho.
Por su parte, la Policía registró el apartamento de Taisa Bekbulatova, editora de la plataforma de medios independiente Holod.Media. Se presume que la incursión en el apartamento de Bekbulatova se vincula con su amistad con Ivan Safronov, arrestado ese mismo día y que ahora está en el centro del más reciente escándalo de libertad de prensa de Rusia.
Ivan Safronov, asesor del jefe de Roskosmos, ahora enfrenta acusaciones de alta traición y de pasar secreto de Estado a un representante de un Estado miembro de OTAN. Safronov, que empezó a trabajar en la agencia espacial rusa en mayo, fue reportero de asuntos militares para Vedomosti y Kommersant, dos influyentes diarios de negocios. En junio de 2019, se realizaron procedimientos judiciales por un artículo, que luego eliminaron del sitio web de Kommersant, que había publicado sobre un trato militar entre Egipto y Rusia. Cuando Safronov fue despedido por negarse a revelar sus fuentes de una historia delicada, muchos de sus colegas renunciaron en señal de protesta.
Dada la naturaleza del caso, es difícil descubrir muchos detalles sobre las acusaciones, pues vienen del Servicio Federal de Seguridad, y será más difícil para Safronov impugnar las acusaciones en la corte. Enfrenta 20 años de prisión si lo condenan.
Hay mucha especulación sobre si las acusaciones pueden estar referidas al trabajo periodístico de Safronov. Mientras el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, desestimó esas sugerencias, la agencia espacial ha declarado oficialmente que el caso «no se refiere al trabajo actual [de Safronov] en Roskosmos».
Kommersant ha defendido a su extrabajador, lo elogiaron como «patriota» en una declaración editorial. Por su parte, hubo una protesta de periodistas en el exterior del edificio de Lubyanka, sede central del Servicio Federal de Seguridad, en Moscú. Hubo más de 20 detenidos.
Prokopyeva destacó que el caso de Safronov muestra que a los periodistas les esperan muchas luchas:
И это больной вопрос, как мы видим сейчас по задержанию Ивана Сафонова – еще одного журналиста, который делал свою работу и писал важные, общественно-значимые материалы. Я не знаю, что именно вменяет ему следствие, а на поверхности видно: журналист добыл информацию и опубликовал ее. Доступа к гостайне у него не было. Так как тогда он мог ее разгласить? И мое дело, и дело Сафонова, и история с Давидом Френкелем, которому полицейские сломали руку на избирательном участке – все это свидетельства того, что государство а) не уважает прессу как институт, б) до дрожи боится независимых мнений и неподцензурных СМИ. Мы, журналисты, должны защищать себя, потому что без свободы слова и свободы печати не будет вообще никакой свободы.
Es un punto amargo, estamos presenciando la detención de Ivan Safronov, otro periodista que hizo su trabajo y escribió importantes artículos que fueron relevantes para nuestra sociedad. No sé exactamente qué tienen los investigadores en su contra, pero por el meollo, parece que el periodista recibió información y la publicó. No tenía acceso a secretos de Estado. Entonces, ¿cómo podría haberlos divulgado? Mi caso, el de Safronov y el David Frenkel [periodista de MediaZona], a quien la Policía rompió un brazo cuando informaba desde un centro de votación, todo indica al hecho de que el Gobierno a.) no respeta a la prensa como institución, y b.) es estupidez compartida de opiniones independientes y medios no censurados, Los periodistas debemos defendernos, porque sin libertad de expresión y libertad de prensa n habrá libertad en absoluto.
El periodista e historiador ruso Andrey Soldatov está de acuerdo: en una columna para The Moscow Times del 8 de julio, advirtió que «Putin ha confiado la ‘cuestión periodística’ a las fuerzas de seguridad». Resumió los antecedentes a un mal presagio en una publicación de Facebook anterior:
Дело против Ивана Сафронова — это абсолютно новый уровень репрессий против журналистики в стране. До 2012 года было практически непредставимо обвинить журналиста в госизмене, поскольку журналисты по определению не имеют доступа к гостайне, и ФСБ приходилось очень ухищряться, чтобы привлечь журналистов по этой статье. Когда редакция статьи изменилась по просьбе ФСБ, стало понятно, что правила поменялись. Однако тогда бытовало мнение, что жертвами новой редакции статьи станут скорее эксперты, чем журналисты. Сегодня стало ясно, что это не так, и ФСБ дала нам это понять максимально публично. Я могу придумать лишь одно объяснение, почему это происходит — нам объясняют, какие еще важные для общества темы теперь закрыты для всех, кроме «тех, кому положено.»
- Andrei Soldatov, Facebook, July 7
El caso contra Ivan Safronov es un nivel de represión contra el periodismo completamente nuevo en este país. Hasta 2012, era casi inconcebible que se acusara a un periodista de alta traición pues los periodistas, por definición, no tienen acceso a secretos de Estado. Por tanto, el Servicio Federal de Seguridad debe tener mucho cuidado en tratar de sentenciar periodistas por este artículo. Pero cuando los editores cambiaron un artículo a solicitud del Servicio Federal de Seguridad. Se entendió que las reglas también habían cambiado. En el tiempo en que se creía que las víctimas del nuevo cambio serían analistas más que periodistas. Hoy se volvió claro que no era así y que el Servicio Federal de Seguridad lo señaló tan claramente como era posible. Puedo tener solamente una explicación de por qué ocurre esto: nos están explicando que otros temas, que son importantes para la sociedad, ahora están cerrados para todo menos para «quienes deben saber».
En respuesta a estos nuevos casos, el popular caricaturista ruso Sergey Elkin hizo una caricatura de un periodista parado en un círculo de tiza. Está rodeado por las palabras «espionaje», «extremismo», «ofensa a las autoridades», «justificación del terrorismo» y otros delitos que entraron al Código Penal del país en años recientes.
El dibujo de Elkin es un buen resumen de la situación incómoda en que se encuentran los periodistas independientes y críticos de Rusia. Pero en un sentido es demasiado optimista: los periodistas rusos casi nunca saben dónde está la línea hasta después de que la han cruzado.