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Según encuesta, georgianos aprueban respuesta gubernamental al COVID-19 pero temen recesión económica

Categorías: Asia Central y Cáucaso, Georgia, Desastres, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Política, Salud, Últimas noticias, COVID-19

Calle Kostava, Tiflis, capital de Georgia. Foto (c): Mariam Nikuradze / OC Media. Usada con autorización.

Una nueva encuesta a la opinión pública en Georgia durante la pandemia de COVID-19 reveló un amplio apoyo a la respuesta de las autoridades a la crisis.

Cuando el COVID-19 llegó a Georgia, al principio hubo dudas sobre la capacidad del país del sur del Cáucaso para contener el letal virus. El país registró su primer caso el 26 de febrero. Se trataba de un hombre que regresaba Irán, país muy golpeado por la pandemia. Poco después, el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente la pandemia. En las semanas siguientes, las autoridades georgianas impusieron un toque de queda, cerraron las cuatro mayores ciudades del país e instituyeron estrictas restricciones de entrada.

Esta estricta respuesta fue ampliamente elogiada por su eficacia, al igual que los tres médicos que la plantearon [1]. Georgia fue la única exrepública soviética de 15 países [2] a los que la Unión Europea abrió sus fronteras el 1 de julio. Según StopCov.ge [3], portal oficial del Gobierno georgiano para el COVID-19, el país registró 1085 casos de COVID-19, incluidas 16 muertes. A sus vecinos Armenia y Azerbaiyán les ha ido mucho peor, con 36 162 y 28 980 casos respectivamente, según el mapa de la Universidad Johns Hopkins [4].

La respuesta de Tiflis parece haber ganado también los aplausos de los georgianos comunes y corrientes. La nueva encuesta, publicada el 23 de julio [5], fue realizada por los Centros de Recursos de Investigación del Cáucaso (CRRC) con apoyo de la Embajada de Países Bajos en Tiflis. Sus conclusiones se basan en seis períodos de recopilación de datos, entre el 29 de abril y el 6 de junio, en el peor momento de la epidemia de Georgia. Incluyen entrevistas con más de 6200 personas de todas las regiones del país bajo el control del Gobierno.

Es importante señalar que la encuesta indica que la gran mayoría del público georgiano aprueba las medidas aplicadas por el Gobierno durante la crisis. Algunas medidas, como el uso de máscaras en zonas cerradas o la imposición de toques de queda nocturnos, tuvieron el apoyo del 94 % y el 83 % de los encuestados respectivamente.

A pesar de su apoyo a esas medidas, la mayoría de los encuestados se mostraron a favor de la reapertura de la economía en lugar de esperar más tiempo a que la crisis amaine antes de hacerlo. En un país en el que el salario mensual medio es de unos 300 dólares estadounidenses y en el que hay poca o ninguna asistencia social, tal vez no sea sorprendente que muchos georgianos parezcan temer una mayor pobreza, al menos tanto como la pandemia. Las políticas menos apoyadas, aunque respaldadas por la mayoría, parecen ser las que suponen una pérdida económica inmediata y directa, como la restricción de la venta de algunos productos en línea y el aumento de las multas por violar las normas de emergencia. Una excepción a esta tendencia fue la actitud negativa hacia la reapertura del país a los turistas internacionales, posibilidad que apoya solamente el 37 % de los encuestados.

El riesgo de empobrecimiento es palpable: la proporción de hogares que no declaran ningún tipo de ingresos aumentó de alrededor del 1 % antes de la crisis a alrededor del 13 % durante la pandemia. Aproximadamente la mitad de la población empleada perdió el trabajo, la mitad de la cual finalmente volvió a trabajar a principios de junio. Mientras tanto, el sentir de los consumidores sigue siendo bajo y pocos georgianos sugieren que volverían a hacer compras y a socializar en bares y cafés incluso después de que se hayan levantado las restricciones, con repercusiones potencialmente importantes para el sector de servicios y la recuperación económica.

Los autores de la encuesta señalan que la sociedad georgiana parece haberse «congregado en torno a la bandera» durante la pandemia, con opiniones marcadamente positivas sobre las acciones de las instituciones y figuras públicas.

Se produjo un acalorado debate sobre la Iglesia ortodoxa georgiana, a la que se acusó de desafiar las medidas de distanciamiento social del Gobierno cuando continuó celebrando culto comunitario. Sólo el 4 % de los cristianos ortodoxos de Georgia declararon que asistieron a la liturgia de la Pascua de este año, en comparación con el 44 % del año anterior. Solamente un tercio de los encuestados declaró que aprobaba que la Iglesia siguiera sirviendo el vino de la comunión de una cuchara compartida durante la pandemia, antigua tradición que los clérigos defendían firmemente. Si bien los georgianos pueden haber escuchado el consejo del Gobierno sobre sus sacerdotes, estos incidentes no tuvieron ningún impacto estadísticamente significativo en la aprobación pública de la Iglesia, que sigue siendo una de las instituciones de mayor confianza en este país de mayoría cristiana ortodoxa.

Sin embargo, la actuación de la iglesia no experimentó el aumento de los índices de aprobación que experimentaron las demás instituciones públicas de Georgia. Esto es potencialmente significativo, dado que incluso las instituciones públicas menos confiables experimentaron un aumento de la aclamación pública: la aprobación del desempeño del Parlamento georgiano y del presidente Salome Zurabishvili aumentó en un 21 y un 16 % respectivamente.

El cambio más notable se observó en la aprobación de la actuación del primer Ministro de georgia, Georgi Gakharia, que pasó del 21 % en noviembre y diciembre de 2019 al 65 % durante el período de la encuesta.

Antes de que llegara el COVID-19, la escena política en Tiflis era turbulenta incluso para los estándares georgianos. En 2019, miles de jóvenes de partidos de la oposición y movimientos de protesta de base tomaron las calles para expresar una serie de quejas. Reprendieron al Gobierno por los fracasos de su política de drogas y exigieron que se pusiera fin a las reformas del sistema electoral, pues temían que beneficiaran desproporcionadamente al partido gobernante, Sueño Georgiano. Cuando el diputado ruso Sergey Gavrilov se dirigió al Parlamento georgiano el 20 de junio, estalló una ola de protestas [7] a la que la Policía respondió con balas de goma. Como resultado, Mako Gomuri, de 18 años de edad, perdió un ojo; los parches oculares se convirtieron en un símbolo del movimiento de protesta.

Una de las figuras que ha despertado la ira de los manifestantes ha sido el multimillonario Bidzina Ivanishvili, expresidente de Sueño Georgiano, considerado el hombre más poderoso de Georgia actualmente. Sin embargo, la mayoría (53 %) de los encuestados declaró que era aceptable que los líderes fuertes controlaran el Gobierno en tiempos de crisis, siempre que fueran eficaces. Esto parece formar parte de una postura pública incoherente hacia la democracia como ideal abstracto: el porcentaje de encuestados que afirmaron que la democracia era la forma ideal de gobierno aumentó de 49 % en noviembre-diciembre de 2019 a 60 % durante el período de la pandemia.

Aunque la mayoría de los georgianos aprobaron y acataron las medidas de salvaguardia de salud pública, la encuesta también revela una importante presencia de información equivocada y desinformación en la vida pública georgiana. Por ejemplo, el 9 % de los encuestados cree que COVID-19 está relacionado con la infraestructura móvil 5G y más del 40 % cree que el virus se creó deliberadamente en un laboratorio. Estas posturas posiblemente influyan en las actitudes hacia la vacunación, informó [9] OpenDemocracy basándose en la misma encuesta.

Los georgianos pueden dar crédito a sus líderes, instituciones, y en particular a su sistema de salud, por haberlos salvado de los peores resultados de la pandemia de COVID-19. Pero es difícil decir si seguirán estando tan bien dispuestos hacia sus gobernantes una vez que la normalidad –por así decirlo– regrese. Estas opiniones no son triviales a la luz del hecho de que Georgia celebra elecciones parlamentarias en octubre.

Dustin Gilbreath, director de investigación del CRRC, dijo a Global Voices que la buena voluntad ganada durante la crisis del COVID-19 podría dar un impulso al afectado partido de Sueño Georgiano en las elecciones de octubre:

The level of trust and performance assessments, both specifically about COVID-19 and generally, surged during the crisis. The data shows that even what had been largely unpopular institutions like Parliament experienced large gains. The electoral implications are clear — Georgian Dream, as a party, will benefit from the government’s COVID-19 response. While there is still a race for the elections and no one knows what the new parliament will look like, the response likely changed the opinions of many who had been upset with the government about the many scandals of 2019.

El nivel de confianza y las evaluaciones de desempeño, tanto específicamente sobre COVID-19 como en general, aumentaron durante la crisis. Los datos muestran que incluso lo que habían sido en gran medida instituciones impopulares, como el Parlamento, experimentaron grandes ganancias. Las consecuencias electorales son claras: Sueño Georgiano, como partido, se beneficiará de la respuesta del Gobierno al COVID-19. Aunque todavía falñta para las elecciones y nadie sabe cómo será el nuevo Parlamento, la respuesta probablemente cambió las opiniones de muchos que estaban molestos con el Gobierno sobre los muchos escándalos de 2019.

Sin embargo, eso dependerá de la aparición de una segunda ola del virus, que solo el 27 % del público georgiano prevé. En cualquier caso, mucho puede cambiar en tres meses, desde las tasas de infección hasta el estado de ánimo del público.