Mientras armenios y azerbaiyanos se enfrentan en todo el mundo, activistas piden diálogo pacífico

Casa en el distrito de Tovuz, Azerbaiyán, afectada por ataque de artillería de las Fuerzas Armadas Armenias el 14 de julio, según el bando azerbaiyano. Foto: Voice of America / dominio público / Wikimedia Commons. Algunos derechos reservados.

Con la pandemia como telón de fondo, vuelve a estallar el conflicto armado en el sur del Cáucaso. A diferencia de escaramuzas previas en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán, lo que empezó como enfrentamientos fronterizos violentos el 12 de julio pasaron a ser las luchas más mortales en años, con la muerte de 17 personas. La tensión ha pasado a quienes viven en el extranjero: migrantes armenios y azerbaiyanos se enfrentaron en diversas ciudades en todo el mundo. En Rusia, comerciantes de ambos países han llegado a boicotearse mutuamente los albaricoques.

Lo que está claro es que las recientes escaladas representan un enorme retroceso a cualquier perspectiva de paz.

La paz parece más elusiva en años recientes. El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabakh, territorio montañoso que fue una región autónoma en la era soviética, abarca tres décadas. Sigue siendo fuente de inestabilidad, azuzada por constantes acusaciones hechas por políticos de ambos lados. Ha causado enormes pérdidas financieras y dificultades a armenios y azerbaiyanos comunes y corrientes por igual, que han sido desplazados de sus hogares en masa.

Según datos del Grupo Internacional de Crisis (ICG), 239 personas han muerto o quedado heridas (civiles y personal militar) como resultado del conflicto desde 2015. Estas cifras no incluyen los enfrentamientos de abril de 2016 cuando murieron cerca de 200 personas. La lucha que empezó en julio fue la más mortal desde el enfrentamiento de abril de 2016. Pero una diferencia clave es que, mientras los enfrentamientos anteriores han ocurrido en la «Línea de Contacto» en Nagorno-Karabakh, El más reciente ocurrió en la frontera internacionalmente reconocida entre Armenia y Azerbaiyán, hacia el norte. También era la primera vez en años que murieron dos oficiales de alto rango: el mayor general Polad Hashimov y el coronel Ilgar Mirzayev de las Fuerzas Armadas Azerbaiyanas.

El 14 de julio, dos días antes de que la lucha se calmara, la noticia de la muerte de Hashimov y Mirzayev llegó al público general. Ese día, cerca de 30 000 habitantes de Bakú, capital de Azerbaiyán, tomaron las calles de la ciudad para marchar en apoyo de las fuerzas armadas del país y pidió al presidente Ilham Aliyev que tomara un enfoque más duro en el conflicto con Armenia. Un grupo de manifestantes irrumpieron en el Parlamento.

Los funcionarios en Bakú han sido críticos de los mediatores internacionales. En julio, el presidente Aliyev dijo que no se estaban llevando a cabo negociaciones y que las videoconferencias entre los Ministerios del Exterior de Armenia y Azerbaiyán no eran importantes. La dirigencia del país está frustrada con la falta de avances hacia la resolución del conflicto, particularmente en torno al regreso de siete territorios azerbaiyanos adyacentes alrededor de la región autónoma de Nagorno-Karabakh, que actualmente están bajo control armenio.

Un resumen del Grupo Internacional de Crisis en la reciente guerra explica bien la situación:

What’s new? Deadly July 2020 clashes between Armenian and Azerbaijani forces left dozens dead, civilians among them, and forced villagers to flee their homes on the Armenia-Azerbaijan state border. Shooting across the trenches along the border is more frequent today than anywhere else on the Nagorno-Karabakh conflict’s front lines.

Why does it matter? Efforts by Baku and Yerevan, including through limited diplomacy, a communication channel set up in 2018 and an agreement between the two sides to safeguard farmers, have largely failed to create conditions that would deter people from leaving border areas. Violence there also risks permanently damaging wider peace efforts.

What should be done? The two sides should use the communication channel to warn each other about planned engineering works or other activities that might be misconstrued and lead to escalation. They should begin talks on limited cooperation to allow farmers to harvest crops, repair water networks and clear mines.

¿Qué hay de nuevo? Los letales enfrentamientos de julio de 2020 entre fuerzas armenias y azerbaiyanas dejaron docenas de muertos, incluidos civiles, y obligó a los aldeanos a huir de sus hogares en la frontera Armenia-Azerbaiyán. Los disparos entre trincheras a lo largo de la frontera son hoy más frecuentes hoy que en otros lugares de las línea del frente de los conflictos de Nagorno-Karabakh.

¿Por qué importa? Los esfuerzos de Bakú y Ereván, incluso a través de diplomacia limitada, canal de comunicación establecido en 2018 y un acuerdo entre los dos lados para salvaguardar a los agricultores no logró crear las condiciones que impedirían que las personas se fueran de las zonas fronterizas. La violencia ahí también corre el riesgo de perjudicar permanentemente las iniciativas de paz.

¿Qué se debe hacer? Los dos lados deben usar el canal de comunicación para advertirse mutuamente sobre trabajos planeados de ingeniería u otras actividades que se pueden malinterpretar y llevar a una escalada. Deben empezar las conversaciones sobre cooperación limitada para permitir a los agricultores cultivar sus cosechas, reparar redes de agua y limpiar minas.

También cabe destacar la escala de enfrentamientos entre armenios y azerbaiyanos en todo el mundo. Tras los primeros disparos, noticias de enfrentamientos entre ciudadanos de ambos países que viven en el extranjero. En Rusia, donde armenios y azerbaiyanos tienen significativa presencia, el arma elegida fueron albaricoques. En sus informes sobre la «guerra de los albaricoques», la periodista Liana Aghajanian escribe:

The fruit fight began when Azerbaijanis bought pallets of perfectly luscious apricots – Armenia’s largest fruit export and treasured national symbol – and filmed themselves destroying the crops by stomping on them – videos of which were shared across social media networks including TikTok and Twitter.

La lucha de la fruta empezó cuando los azerbaiyanos compraron carretillas de albaricoques perfectamente exquisitos –la mayor exportación de fruta de Armenia y atesorado símbolo nacional, y se grabaron mientras pisoteaban los cultivos. Esos videos se difundieron por redes de medios sociales, como TikTok y Twitter.

Luego, un mercado en Moscú negó la entrada a unos 50 conductores que llegaron de Armenia y que normalmente comercian en el mercado, escribió Aghajanian. Las posteriores escenas de violencia física entre las dos comunidades dejaron a muchos (incluida la autora) deseando que la pelea hubiera seguido solamente con albaricoques.

EurasiaNet informó que pandillas de hombres con palos empezaron a atacar restaurantes armenios y azerbaiyanos en Moscú y varias otras ciudades en Rusia. También se informó de enfrentamientos en Londres, Bruselas y Los Ángeles (donde vive una de las mayores comunidades armenias en Norteamérica).

Cuando terceros mediadores y organizaciones internacional hicieron un llamado a la paz y la calma, estrellas como Kim Kardashian hicieron lo contrario. En algún punto entre noticias de desnudos y sus rutinas de ejercicios, Kardashian hizo una publicación en su cuenta de Instagram sobre la reciente guerra. Inmediatamente, en las plataformas de medios sociales se difundieron llamados a denunciar la cuenta por difundir información equivocada y contenido de odio. Eso alentó a los usuarios azerbaiyano a responder a la celebridad estadounidenses de ascendencia armenia y denunciar su cuenta. La historia no fue eliminada pero expiró, así que Kardashian difundió el mismo texto en una publicación.

Pero faltaba uno de los puntos muertos más agresivos. El 21 de julio, un grupo de migrantes azerbaiyanos fue atacado por varios armenio-estadounidenses. Imágenes de la escena generaron indignación en Azerbaiyán y entre los azerbaiyanos que viven fuera del país, y dividió a los miembros de la comunidad entre quienes condenaron toda violencia quienes apoyan los ataques del otro lado.

Mientras las protestas continuaban en las capitales de ambos países, un grupo de representantes de ambos países en el extranjero decidieron referirse a la violencia en curso y un llamado a ambas comunidades a respetar los principios universales de asamblea pacífica. Bajo la etiqueta #WordsNotSwords [palabras, no espadas], la campaña tuvo originalmente la firma de seis miembros de la comunidad en el extranjero el 23 de julio.

Toma la forma de una declaración publicada en Twitter y medios sociales:

As members of the Armenian and Azerbaijani emigrant communities across the world, we condemn the ongoing acts of violence and bigotry perpetrated by individuals within our communities towards one another, in the name of patriotism.

While our societies have fundamental disagreements regarding the Armenian-Azerbaijani conflict, fistfights in streets across the world do nothing to advance the cause of either side. Instead, they are an affront to basic safety and human dignity.

As fellow immigrants, we call upon all members in our Diaspora communities to engage in peaceful activism, to respect the rights of others to do the same, and to reject violence, dehumanisation, and discrimination.

Como miembros de las comunidades de migrantes armenio y azerbaiyano en todo el mundo, condenamos los actuales actos de violencia e intolerancia perpetrados por personas dentro de nuestras comunidades, en nombre del patriotismo.

Mientras nuestras sociedades tengan desacuerdos fundamentales con respecto al conflicto armenio-azerbaiyanos, las peleas en las calles en todo el mundo no hacen nada para ayudar a la causa de ningún lado. En cambio, son un afrenta a la seguridad básica y la dignidad humana.

Como compañeros inmigrantes, hacemos un llamado a nuestros ciudadanos en el extranjero a que participen en activismo pacífico, a que respeten los derechos de otros a hacer lo mismo, y a que rechacen la violencia, la deshumanización y la discriminación.

A la fecha, no ha habido respuestas a la iniciativa de funcionarios o instituciones estatales en Armenia o Azerbaiyán.

En apenas días, la cantidad de firmantes aumentó e incluyó a más de 160 representantes en las comunidades de migrantes armenios y azerbaiyanos. Global Voices recogió testimonios de los coautores originales de la declaración.

Cavid Aga, estudiante y periodista azerbaiyano, reflexiona sobre la importancia de dejar de lado los prejuicios y de iniciar diálogo cara a cara con la otra parte:

I was born during the war and grew up with children who lost their homes and found their way to Baku. Growing up with them, I took on their feeling towards Armenians too. After leaving my country to study in Turkey 10 years ago, I have met several Armenians in different countries and understood that they all had different stories […] Racists are always ready to jump into conclusions, let's not give them an excuse. On the contrary, we have many opportunities abroad which we don't have in our countries – such as meeting real people with real stories. I urge my fellow diasporans to seize this opportunity and talk to each other, a step our governments couldn't manage so far.

Nací durante la guerra y crecí con niños que perdieron sus hogares en Bakú. Así conocí su sentir sobre los armenios también. Después de salir de mi país para estudiar en Turquía hace diez años, conocí a varios a armenios en diferentes países y entendí que todos tenían historias diferentes […] Los racistas sirmpre estaban listos para sacar conclusiones, no les demos una excusa. Al contrario, tenemos muchas oportunidades en el extranjero que no tenemos en nuestros países, como conocer personas reales con historias reales. Insto a mis compatriotas que viven en el extranjero a tomar esta oportunidad y a que hablen, un paso que los Gobiernos no han podido lograr hasta ahora.

Ulvi Ismayil, historiador e investigador que vive en Washington, D.C. conoce muy bien el lenguaje de guerra y la agresiva retórica. Ismayil recordó lo que oyó cuando empezó el conflicto en 1988 y aunque solamente tenia 12 años en ese momento, recuerda cómo cada lado acusaba al otro de haber iniciado las hostilidades, y discutían cuál era más despiadado. «Como testigo de esos días, conozco los peligros de hoy y a dónde nos puede llevar todo esto», dijo Ismayil. También ha firmado otros llamados a la paz, como este de 2014, que pedía que se restableciera un cese al fuego en la frontera:

The role of a peacemaker is not easy. You have to argue and try to convince naysayers from every corner, and sometimes say the unthinkable, especially when the situation at the border escalates this far. But you never give up and must be constantly alert and sometimes sacrifice a lot of things – friendships, connections and etc. Nothing stands above peace.

El rol de un pacificador no es fácil. Debes discutir y tratar de convencer a los escépticos de todos lados, y a veces dicen lo impensable, sobre  todo cuando la situación en la frontera llega hasta acá. Pero nunca te rindes y debes estar constantemente alerta. y a veces sacrificar muchas cosas: amistades, conexiones, etc. Nada supera a la paz.

Phil Gamaghelyan es asistente de cátedra en la Escuela de Estudios de paz Joan B. Kroc en la Universidad de San Diego y cofundador del Centro Imagina para Transformación de Conflicto que ha trabajado en varias iniciativas oficiales y no oficiales para facilitar la reconciliación y evitar mayor conflicto. Dice que ha «observado continuamente la negativa de las élites a políticas, culturales y académicas armenias y azerbaiyanas a participar significativamente con el proceso de paz o tomar medidas necesarias para preparar a sus sociedades para la paz». Por su partes, la coexistencia pacífica de armenios y azerbaiyanas en el extranjero «esparcieron las absurdas nociones de ‘incompatibilidad genética’ o ‘enemistad perpetua'», continúa.

As we argued in our petition, the spillover of violence to the communities outside the zone of the Nagorno-Karabakh conflict itself does nothing to advance the cause of either conflict side, yet it harms the image of both communities and the South Caucasus in general in the eyes of the world, needlessly endangers the already difficult lives of migrants, and further shrinks the space for dialogue. I call on all political and cultural leaders in the homelands and in the diasporas to rise to the occasion, stay away from finger-pointing, and condemn any and all acts of violence, especially those perpetrated in their name and by the representatives of their own communities.

Como decimos en nuestra petición, el aumento de violencia a las comunidades fuera de la zona del propio conflicto de Nagorno-Karabakh no hace nada para avanzar la causa de ningún lado en conflicto, perjudica la imagen de ambas comunidades y el sur del Cáucaso en general a ojos del mundo, poniendo en peligro innecesario la ya difícil vida de los migrantes, y reduce más el espacio para el diálogo. Pido a los líderes políticos y culturales en su país y el extranjero que se pongan a la altura, que se alejen del juego de las culpas y que condenen todo acto de violencia, sobre todo los cometidos en su nombre y por los representantes de sus comunidades.

Simon Maghakyan, activista e investigador armenio-estadounidense que vive en Denver, destacó el aspecto humano de los recientes enfrentamientos:

We initiated #WordsNotSwords to protect our communities across the world by asking our fellow Armenian and Azerbaijani emigrants to make individual choices that respect the safety and dignity of every human. With our own example, we show that – despite our fundamental differences regarding the Nagorno-Karabakh conflict – Armenian and Azerbaijani individuals can agree to disagree peacefully.

Empezamos #WordsNotSwords [palabras no espadas] para proteger a nuestras comunidades en todo el mundo y pedirles a nuestros emigrantes de armenios y azerbaiyanos a que tomen decisiones individuales que respeten la seguridad y la dignidad de todos los humanos. Con nuestro propio ejemplo mostramos que –a pesar de nuestras  diferencias fundamentales con respecto al conflicto de Nagorno-Karabakh– armenios y azerbaiyanos pueden estar de acuerdo en discrepar pacíficamente.

Es muy prematuro decir si con todas las firmas recogidas por medio de #WordsNotSwords [palabras no espadas] cambiarán la retórica negativa que sigue hasta ahora. Pero es alentador ver que entre ambas comunidades hay al menos 160 personas que condenan la violencia y el respeto a la protesta pacífica.

Nota editorial: La autora quiere agregar que ha firmado la declaración #WordsNotSwords [palabras, no espadas].

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