‘Este es un movimiento partidario de una nación partidaria': Reflexiones de una poeta bielorrusa sobre la agitación de su país

Poeta bielorrusa Valzhyna Mort. Fotografa(c): Tanya Kapitonova, usada con autorización.

A medida que se desarrollan los sucesos en Bielorrusia tras las elecciones presidenciales, cuyos resultados son impugnados por la oposición y una gran parte de la población, los artistas bielorrusos se pronuncian para denunciar la violencia de Estado y expresar solidaridad con los manifestantes. Valzhyna Mort, aclamada poeta bielorrusa que vive en Estados Unidos y escribe en bielorruso e inglés, habló con Global Voices acerca de su reacción, sus impresiones y lo que está realizando para informar sobre el tema.

Valzhyna Mort es autora de dos poemarios, Fábrica de Lágrimas y «Collected Body» [Cuerpo sereno]. Recibió la beca de investigación de la fundación Lannan, la beca del programa de residencia Amy Clampitt, y fue galardonada con el premio Bess Hokins de Poetry Maganize. Además, imparte clases en la Universidad Cornell. Su segundo libro escrito en bielorruso “Эпідэмія Ружаў” [La epidemia de la rosa], fue publicado en 2017. Su próximo libro, «Music for the Dead and Resurrected» [Música para los muertos y resucitados], saldrá a la venta este año.

Esta entrevista se editó por motivos de brevedad y estilo.

Bordado creado por la artista bielorrusa Rufina Bazlova que retrata a los bielorrusos apoyando a la candidata de la oposición Sviatlana Tsihanouskaya. Imagen usada con autorización.

Filip Noubel (FN): Después de ocupar el poder por 26 años sin mayor oposición, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko ahora enfrenta el mayor desafío de su régimen, entre lo que podemos mencionar las manifestaciones y las huelgas. ¿Por qué ahora?

Valzhyna Mort (VM): This was supposed to be a peaceful change in power in my country. This moment has taken so long because people didn’t want violence. We, Belarusians, who have endured many wars, would say to ourselves: “Let’s endure for a bit longer. No revolution is worth a human life.”

This year, when presidential candidates were imprisoned and declared criminals overnight, people have been moved by the clarity of just how weak and pathetic our government really is. Belarusians do not have to do anything in order to ensure their government fears them, it’s enough to just exist. Violence is being committed against defenceless people by riot police and Interior Ministry troops. It began with people being beaten and arrested for making a victory sign on their way to work. Right now, riot police are dragging people out of grocery stores and their cars at random, beating and arresting them.

When the election fraud started with the formation of polling committees and the non-accreditation of independent observers, it seemed obvious that it needed to be opposed by following the most basic legal steps. Even if the state-controlled court didn’t agree, just the fact of a hearing on the issue made the corruption visible. A strong sense of grassroots solidarity that had already formed during the COVID-19 pandemic when the government failed to offer systematic support, developed into well-informed civil engagement. When fraud started at the polling stations, I, despite being on the other side of the ocean, felt that I could see through walls and to read the sheepish minds of officials.

At the same time, the government didn’t know what to expect from its people. Perhaps it expected violence? Is that why the riot police and troops keep behaving as though somebody is attacking them? Just now, I saw a picture of a 15-year-old boy motionless on the ground with three policemen beating him. Perhaps the greatest weakness made visible in these past months has been how little the state knows its own people.

Valzhyna Mort (VM): Se suponía que esto sería un cambio de poder pacífico en mi país. Esto se demoró demasiado tiempo en manifestarse porque las personas no quisieron violencia. Los bielorrusos, que hemos soportado muchas guerras, nos dijimos: «Soportémoslo un poco más de tiempo. Ninguna revolución merece acabar con una vida humana».

Este año, cuando recluyeron a los candidatos presidenciales y los declararon delincuentes de la noche a la mañana, las personas tomaron acción al ver claramente cuán débil y patético es nuestro Gobierno en realidad. Los bielorrusos no tienen que realizar nada para asegurarse de que su Gobierno les tema, con solo existir es más que suficiente. La policía antimotines y las tropas del Ministerio de Gobernación infligen violencia a personas indefensas. Comenzó con golpizas propinadas a personas y arrestos por realizar una señal de victoria de camino a su trabajo. Ahora mismo, los elementos de la policía antimotines retiran a las personas a la fuerza de las tiendas de abarrotes y de sus vehículos de manera aleatoria para abatirlas y arrestarlas.

Cuando el fraude electoral se originó con la creación de los comités de votación y los observadores independientes no autorizados, pareció obvio que era necesario combatirlo siguiendo los medios legales más básicos. Aunque el tribunal controlado por el Estado no estuviera de acuerdo, el simple hecho que llevara a cabo una audiencia al respecto hizo visible la corrupción. Un fuerte sentido de solidaridad común que se formó durante la pandemia de la COVID-19 cuando el Gobierno no pudo ofrecer apoyo sistemático se transformó en una colaboración civil bien informada. Cuando el fraude comenzó en las urnas de votación, sentí que podía ver a través de las paredes y leer la mentalidad vergonzosa de los funcionarios, pese a estar al otro lado del océano.

Al mismo tiempo, el Gobierno no supo qué esperar de su población. ¿Quizá previó la violencia? ¿Es esa la razón por la que la policía antimotines y las tropas se comportan como si alguien los está agrediendo? Justo ahora, observé una fotografía de un muchacho de 15 años que permaneció inmóvil en el suelo mientras tres policías lo golpeaban. Quizá la mayor debilidad que salió a relucir en estos últimos meses fue lo poco que el Estado conoce a sus ciudadanos.

FN: A menudo describen a los bielorrusos como indeferentes desde el punto de vista político. Hemos observado que salieron a manifestar durante cuatro noches y soportar la violencia policial, los arrestos y las amenazas. ¿Qué tiene de diferente esta ocasión?

VM: What’s happening in Belarus is unique. We don’t want to sacrifice a single life: in Belarus, there’s nothing but the blood of our people under our feet. This blood is nameless, boneless, voiceless. To be born in Belarus means to inherit fear and fearlessness, shame and shamelessness, voice and voicelessness. But one thing is certain: to be born in Belarus means to inherit a great invisibility and self-reliance. Planting vegetable gardens, making preserves for the winter, sowing, fixing things, reading, showing up to educational and cultural events: these are all political activities of self-reliant people who feed themselves, clothe themselves, and educate themselves. This is why what we are witnessing in the past three days and nights is unlike protests we've seen elsewhere. This is a partisan movement of a partisan nation that has been surviving on self-reliance for centuries.

The internet in Belarus is shut down, and yet, I have just watched a brief interview with a janitor at a subway station who shows a mobile phone recording of the blood she had to clean up. With the help of Belarusian Telegram channels I’ve watched more Belarusian TV than during my years in Belarus. All these are videos of police violence recorded by private individuals onto their personal mobile phones and then shared with the world. This, along with the self-organised, non-centralised street partisan protest, is a version of polyphony, the favourite literary device of our writers Ales Adamovich and Svetlana Alexievich. This is our tradition.

VM: Lo que está sucediendo en Bielorrusia es único. No queremos sacrificar ninguna vida: en Bielorrusia, no hay nada más que la sangre de nuestro pueblo debajo de nuestros pies. Esta sangre no tiene nombre, huesos ni voz. Nacer en este país significa heredar miedo y valentía, vergüenza y osadía, voz y cautela. Pero hay una cosa que es innegable: nacer en Bielorrusia significa heredar una gran invisibilidad y autonomía. Cultivar jardines de verduras, preparar conservas para el invierno, sembrar, arreglar cosas, leer, participar en actividades educativas y culturales: todas estas son actividades políticas de personas autónomas que se alimentan, visten y educan por su propia cuenta. Es por eso que lo que presenciamos en la segunda semana de agosto es diferente a las protestas de otros lugares. Este es un movimiento parcial de una nación parcial que ha sobrevivido de manera autónoma durante siglos.

Suspendieron internet en Bielorrusia, y pese a esto, vi una breve entrevista con una conserje en una estación del metro que muestra un video grabado con un teléfono móvil de la sangre que tuvo que limpiar. Con la ayuda de los canales de Telegram bielorrusos he visto más televisión bielorrusa que durante los años que viví en el país. Todos estos son videos de violencia policial grabados por personas particulares con sus teléfonos móviles, que luego difundieron al mundo. Esto, junto con la protesta parcial autoorganizada y autónoma, es una versión de la polifonía, el recurso literario predilecto de nuestros escritores Ales Adamovich y Svetlana Alexievich. Esta es nuestra tradición

Bordado creado por la artista bielorrusa Rufina Bazlova que representa a las fuerzas de la policía soltando sus armas y equipo de protección. Ilustración usada con autorización.

FN: Muchos bielorrusos como tú han tomado la decisión de vivir fuera de su país por razones políticas y económicas. ¿La comunidad de emigrantes bielorrusos juega un papel en esto actualmente? ¿Puede o debería involucrarse?

VM: This is a moment of a worldwide Belarusian solidarity. We are all people with little knowledge of our roots, with family trees hanging on a single chance survivor, all we have is each other. We are too alone and invisible in the world not to be united. And yes, the diaspora is doing everything to draw international attention to the Belarusian struggle for dignity. There are protests with concrete demands, petitions, and fundraising. There is keeping in touch, as simple as getting through the phone disruptions in order to check on family and friends and let them know that they are not alone.

In Belarus, people are trapped without any means of communicating with the outer world, without a clear understanding of what is seen, what is understood about their situation. Foreign journalists have been deported. Many journalists have been shot at and beaten by police. Some reporters, especially in Russia, have so little knowledge of Belarusian situation that they might be doing more damage than help with their baseless parallels with Ukraine and/or unapologetically colonial frames.

So, it is the duty of all of us outside the country to make Belarus both visible and supported. Again, this is not something that had to be declared. Rather, it was immediately felt, it went without saying. It is my belief that most people in the diaspora didn’t leave for good. We have ties to home, we return regularly, we educate our children about where they come from, we provide a support system for our people back in Belarus and for Belarusians everywhere.

VM: Este es un momento de solidaridad bielorrusa internacional. Todos tenemos poco conocimiento de nuestras raíces, con árboles genealógicos que dependen de un único sobreviviente, todo lo que tenemos es el uno al otro. Somos demasiado solitarios e invisibles en el mundo para no ser unidos. Y sí, la comunidad de emigrantes bielorrusos está haciendo de todo para atraer la atención internacional hacia la lucha por la dignidad bielorrusa. Se están organizando manifestaciones con exigencias y solicitudes concretas y recaudaciones de fondos. También se está estableciendo comunicación, tan simple como superar las interrupciones telefónicas para saber cómo está la familia y los amigos y hacerles saber que no están solos.

En Bielorrusia, las personas se encuentran atrapadas y no cuentan con ningún medio para comunicarse con el mundo exterior, ignoran lo que los demás perciben o entienden sobre su situación. Han deportado a los periodistas extranjeros. La Policía ha disparado y abatido a muchos periodistas. Algunos reporteros, particularmente en Rusia, tienen tan poco conocimiento de la situación bielorrusa que podrían estar perjudicando más que ayudando con sus paralelos infundados con Ucrania o marcos coloniales sin reservas.

Por lo tanto, es el deber de todos los que estamos en el exterior hacer que Bielorrusia sea visible y reciba apoyo. De nuevo, esto no es algo que se deba declarar. En cambio, fue algo que se sintió de manera inmediata, no hubo necesidad de decirlo. Creo que la mayoría de las personas que se marcharon el país no lo hicieron de manera permanente. Tenemos vínculos en casa, regresamos regularmente, educamos a nuestros hijos sobre dónde provienen, brindamos un sistema de apoyo para nuestra gente en Bielorrusia y para los compatriotas donde quiera que se encuentren.

FN: Eres una poeta que escribe en bielorruso e inglés. ¿Cómo se manifiesta Bielorrusia en tus escritos? ¿Los acontecimientos actuales en Bielorrusia influyen lo que escribes o lo que podrías escribir?

VM: My new book of poetry «Music for the Dead and Resurrected» is a deeply Belarusian work. I will publish it in Belarusian in Belarus when it becomes possible.

In these past few days I’ve been living entirely online, in a virtual Belarus. My body’s clock has shifted, I cannot tell what work I actually had to do during these few days. I might have a light version of PTSD – seeing people discuss American politics or going about their day as if nothing were happening in Belarus seems absurd and, more so, it enrages me. In my many years of living abroad, I’ve felt out of place many times, but this is a new level of that feeling. I do not want a single person who isn’t watching Belarus right now anywhere near me. Of course, this is all raw emotion. Americans didn’t go on strike when children died in cages on their own southern border. But I can say this: I’m tired of ignorant curiosity. I want to see international empathy.

Today, I’ve written a statement in solidarity with Belarusians and sent it out to a couple of editors. I wanted to publish it immediately so that everybody drops everything and sees what’s going on in my home. When I hit the “send” button and the text slipped out of my hands, a great fear overcame me. I wondered whether I had actually dreamed what I described in my statement. I imagined somebody reading it – somebody having lunch and saying “oh wow, she is too much, so angry, so emotional,” and I got scared that everything was just a trick of my own insane mind.

Then my phone buzzed. My dear friend was writing to me via Telegram from Minsk: “We hear gunshots and explosions. Does anybody outside see us?”

VM: Mi nuevo poemario «Music for the Dead and Resurrected» [Música para los muertos y resucitados] es un trabajo completamente bielorruso. Lo publicaré en bielorruso en Bielorrusia cuando sea posible.

Estos últimos días he vivido totalmente en línea, en una Bielorrusia virtual. Mi reloj interno cambió, no puedo decir qué trabajo tuve que realizar realmente durante estos días. Puede que tenga una versión ligera de estrés postraumático, ver a las personas hablar sobre la política estadounidense o vivir su día como si nada estuviera sucediendo en Bielorrusia parece absurdo, hasta me enfurece. En los muchos años que tengo de vivir en el exterior, en muchas ocasiones me he sentido fuera de lugar, pero ese sentir lo estoy experimentando a un nuevo nivel. No quiero que se me acerque nadie que no esté prestando atención a BBelarús en este momento. Por supuesto, que todo esto es emoción en estado puro. Los estadounidenses no hicieron huelgas cuando murieron niños en jaulas en la frontera con México. Pero si puedo decir esto: estoy cansada de la curiosidad ignorante. Quiero ver empatía internacional.

Escribí una declaración en solidaridad con los bielorrusos y la envié a algunos editores. Quise publicarlo inmediatamente para que todos cesaran sus actividades para ver lo que está sucediendo en mi hogar. Cuando di clic sobre «enviar» y el texto escapó de mis manos, un gran temor me agobió. Me pregunté si en realidad había soñado lo que describí en mi declaración. Imaginé a alguien leyendo, alguien almorzando y diciendo «¡guau!, ella es lo méximo, está enfurecida y es emotiva», y temí que todo fuera un jugarreta de mi propia mente delirante.

Luego, mi teléfono sonó. Mi querida amiga me escribió vía Telegram desde Minsk: «Escuchamos disparos y explosiones. ¿Alguien en el exterior nos ve?».

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