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En Bielorrusia, trabajadores en tecnología temen por el futuro de su sector

Categorías: Europa Central y del Este, Bielorrusia, Activismo digital, Economía y negocios, Elecciones, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Política, Protesta, Tecnología, RuNet Echo, Bielorrusia en agitación

Imagen editada por Edin Pašović para GlobalVoices

Este artículo se hizo posible a través de una asociación con Transitions [1], organización de publicación y entrenamiento de medios con sede en Praga.

La atención de los medios internacionales puede haberse movido a otro lugar, pero la crisis política de Bielorrusia continúa. Después de meses de protestas en las calles por una elección presidencial dudosa, Aleksandr Lukashenko, que gobierna el país desde hace años, realizó una ceremonia sorpresa de inauguración [2] el 23 de septiembre. Está determinado a prolongar su gobierno de 26 años en Bielorrusia a cualquier costo, y los costos podrían ser sustanciales.

Ahora se teme que la situación política en Bielorrusia podría ahogar uno de los negocios más exitosos del país. A mediados de agosto, más de 500 representantes del creciente sector tecnológico del país firmaron una carta abierta [3] en la que plantean dudas sobre los resultados oficiales de las elecciones, piden la liberación de prisioneros políticos y el fin a la violencia y al arresto de los protestantes. Se irritaron por los cortes de internet de las autoridades, dirigidas a evitar la organización de los manifestantes a través de medios sociales. Algunos amenazaron con trasladarse a los vecinos Polonia, Ucrania, Letonia y Lituania. Según los observadores, los resultados podría ser muy preocupante, pues la tecnología de la información es un sector creciente de la economía bielorrusa.

Se podría llamar a la comunidad de tecnologías de la información una nueva «nobleza» en la realidad bielorrusa. Pero eso sería impreciso: aún cuando los nobles se rebelaban contra el monarca para defender sus privilegios, seguían siendo sus vasallos. Una comparación más precisa es con las revoluciones burguesas democráticas, con la clase media al frente. En Bielorrusia hoy, los especialistas en tecnologías de la información son representantes clásicos de la clase media.

Hay ingenieros de software en casi todos los países del mundo, pero para los países desarrollados, la ingeniería de software es una profesión ordinaria con remuneraciones apenas sobre el promedio. No todos los jóvenes sueñan con escribir código o buscar fallos, sino que podrían querer hacerse abogados, médicos o comenzar algún negocio.

Pero en Bielorrusia, muchos ven el sector de tecnologías de la información como el principal, si no el único, medio de progreso social. Contribuye con alrededor de 5 % [5] del PIB nacional. Hay compañías de tecnologías de la información en las que el salario promedio es entre cinco y diez veces más que en otros sectores de la economía. Aún si un bielorruso llega a ser ministro o director de una gran compañía estatal, luego de 20 años de servicio, probablemente ganaría menos en promedio que un ejecutivo en una compañía tecnológica, un logro que podrían alcanzar más rápidamente. Por ejemplo, el salario neto de un ingeniero de alto rango [6] en Bielorrusia es alrededor de 3000 dólares estadounidenses, comparado con el salario mensual promedio en Bielorrusia [7] de 500 dólares estadounidenses (el promedio es alrededor de 350 dólares estadounidenses).

Este estado de cosas no surgió de inmediato. Cuando la Unión Soviética colapsó, Bielorrusia heredó un sistema de educación con un fuerte sector de ingeniería, pero a diferencia de otros estados posoviéticos y posocialistas, no hubo privatización masiva en Bielorrusia. Las grandes empresas continuaron administradas por el Estado, con el fin de evitar reformas económicas impopulares. Este modelo fue posible en parte gracias a generosos subsidios provistos por Rusia, como reconocimiento a Bielorrusia por preservar estrechos vínculos con Moscú. Gracias a un buen precio de los hidrocarburos en los mercados internacionales [8] economía bielorrusa pudo crecer a una tasa de 7 a 8 % anual, pero cuando la moneda bielorrusa colapsó en 2011 [9], las relaciones con Rusia comenzaron a deteriorarse. La economía del país ha crecido a una tasa más lenta que el promedio internacional desde entonces.

A mediados de la década de 1990, ingenieros emprendedores se dieron cuenta de que era posible vender el trabajo de un ingeniero de software bielorruso por un precio sustancial en el extranjero. La industria creció sostenidamente; los bielorrusos eran personas altamente educadas que se podía contratar más barato que los trabajadores tecnológicos en Europa Occidental o Norteamérica. En 2005, el sector tecnológico era pequeño pero destacado; las autoridades en Minsk incluso crearon el Parque de Alta Tecnología de Bielorrusia [10], zona libre de impuestos para impulsar su crecimiento. Así, la relación entre el Estado y la comunidad de tecnologías de la información se construyó sobre el principio de la no interferencia.

La historia de un amigo es un buen ejemplo del atractivo de la tecnología. En 2008, Aleksey, estudiante de tercer año de ciencias de la computación, tomó un curso en una compañía privada de tecnologías de la información. El joven de 20 años estaba asombrado por su fantástica oficina y los amables empleados. Su salario era de 500 dólares estadounidenses al mes. Era más de lo que su madre ganaba como programadora de software en un instituto científico estatal. Dos años después, en su quinto año de estudios, estaba ganando 2000 dólares mensuales, más que su madre y su padre juntos, y su padre era un importante gerente en una empresa estatal.

Hay pocas líneas de trabajo más en Bielorrusia hoy, cuyos empleados puedan contar historias similares. No es solo el salario lo que atrae a los jóvenes bielorrusos a las tecnologías de la información, sino el capital social que provee y la impresión de un lugar de trabajo menos tradicional y menos jerárquico. Tomando todos estos factores en cuenta, no es sorprendente que un número significativo de jóvenes bielorrusos deseen trabajar en compañías tecnológicas, Algunos observadores alertan de las desventajas a largo plazo de esta tendencia: cuando alguien deja una empresa estatal ineficiente para trabajar probando software, muchos se alegrarían, pero que un cirujano del corazón altamente entrenado, con 10 años de experiencia, deje el hospital para trabajar como programador de Javascript, plantea preguntas más profundas sobre la sociedad bielorrusa.

Desde entonces Bielorrusia se ha convertido en una sociedad experta en tecnología, como otros países en Europa Central y Oriental. Hoy, la tasa de penetración de internet en el país [11] es de más del 80 %. El 2010, esa cifra [12] era de alrededor de 30 %.

Ciertamente, en 2020, el sector tecnológico ha destacado tanto que Valeri Tsepkalo, una de las figuras clave detrás del Parque de Alta Tecnología de Bielorrusia, postuló como candidato en las elecciones presidenciales del 9 de agosto. Sin embargo, la Comisión Electoral Central (CEC) invalidó su candidatura, el empresario y sus hijos partieron a la vecina Rusia el 24 de julio, por presiones políticas.

Las tensiones llegaron a un punto crítico cuando las autoridades, en su intento de reprimir manifestaciones contra Lukashenko, tomaron acciones por la vía de su «protesta en red»: internet, en particular en páginas de redes sociales y canales de Telegram. Para los trabajadores de tecnologías de la información, esto violó el principio mencionado de no interferencia entre el sector técnico y el Estado.

De cualquier manera, los jóvenes de clase media representantes del sector tecnológico no constituyeron la masa electoral obvia de Lukashenko [14]. A muchos, de pensamiento liberal, les molestaba el gobierno de mano dura. Pusieron sus habilidades en uso, lanzaron plataformas como Golos [15], intento de conteo de votos alternativo que coteja fotografías de las papeletas de votación. El trabajo de Golos fue importante para comprobar la falsificación de los resultados de la elección final. La plataforma fue creada por Pavel Liber, alto directivo de EPAM, la más antigua y grande compañía tecnológica del país.

Otro ejemplo es el proyecto ByChange [16], que ayuda a los funcionarios estatales y a la Policía a dejar sus trabajos y aprender habilidades de programación agrupados con especialistas en tecnologías de la información voluntarios.

Mikita Mikado, fundador del proyecto PandaDoc [17], ha presentado un programa de compensación monetaria para policías que renunciaron durante las protestas. Cuatro empleados de la oficina de Mikado en Minsk fueron arrestados poco después, el 5 de septiembre [18], aunque oficialmente por impuestos sin pagar.

Y están también los “ciberpartisanos [19]”. Nadie sabe con seguridad quiénes son, pero han lanzado ataques cibernéticos a varios sitios web del Gobierno y han insertado videos de la Policía golpeando manifestantes pacíficos en las transmisiones en línea de televisoras estatales. El 11 de septiembre, atacaron el sitio oficial del Ministerio de Asuntos Interiores y pusieron el perfil de Lukashenko en la sección de «los más buscados».

De acuerdo con el Centro Viasna de derechos humanos [20], más de 14 000 personas fueron detenidas desde la elección presidencial. Se puede encontrar especialistas en tecnologías de la información en todas las protestas y en las celdas de arresto. No temen perder sus trabajos, su labor tiene mucha demanda y no dependen del nombramiento del Gobierno, como en asuntos estatales. Sus compañías los apoyan, les brindan abogados, compensación y traslados, de ser necesarios.

Una broma común en Bielorrusia, ahora dice: «Puedes crear una empresa exitosa en la cárcel, porque hay programadores y empresarios en cada celda. Y tienen todo el tiempo para discutir sus ideas».

La inspiración no llega fácilmente cuando los canales de redes sociales están copados diariamente con noticias sobre protestas y arrestos. Es exactamente por eso que muchas compañías y especialistas ahora piensan seriamente en el traslado. La carta abierta de mediados de agosto no fue una amenaza vacía. Los Gobiernos de Letonia [21], Polonia [22] y Ucrania [23] han presentado programas detallados de asistencia para traslados al sector tecnológico bielorruso.

Hoy hay probablemente entre 60 000 y 80 000 trabajadores de tecnologías de la información [24] en Bielorrusia; incluidas sus familias esto significa que alrededor de 200 000 personas dependen del sector tecnológico en una población de cerca de diez millones. Es poco probable que todos emigren, pero si esta inestabilidad continúa a largo plazo, existen posibilidades de que la migración de trabajadores tecnológicos se convierta en un flujo constante.

Por ahora, el Estado no ha optado por la presión directa al sector de tecnologías de la información. Su enfoque ha sido para castigar demostrativamente a los disidentes con la esperanza de  que el resto de la sociedad se alinee. La mala publicidad no es un obstáculo para esta estrategia, está en su propio núcleo.

No obstante, Lukashenko expresó su irritación con los trabajadores tecnológicos, específicamente en un discurso el 2 de septiembre [25]: «Díganme, ¿qué quieren los especialistas en tecnologías de la información? Lo averiguaremos. De nuevo, ¿qué quieren? Ya les he creado un paraíso. Pero no, parece que les falta algo».

Sus palabras reflejan una sincera falta de comprensión acerca de las motivaciones de la comunidad de tecnologías de la información para participar en esta lucha.

Es un malentendido compartido en todos los niveles del aparato estatal, de Lukashenko a los policías comunes y corrientes. Durante los arrestos masivos en Minsk, uno de los policías antimotines preguntó [26] a los detenidos: «Ustedes tienen un buen salario, un gran trabajo y una gran vida. ¿Por qué necesitan todo esto?»

Esta pregunta cristaliza el estado de la sociedad bielorrusa en 2020. Cualquiera que pregunte existe en un sistema de valores completamente diferente y ninguna respuesta será suficiente. Y cualquiera que entienda la respuesta, en primer lugar no preguntaría.