Tras nuevo feminicidio en Trinidad y Tobago, piden legislación para autos de alquiler privado y que se deje de culpar a las víctimas

No más violencia contra la mujer. Foto de Roel Wijnants en Flickr (CC BY-NC 2.0).

Otra vez la violencia contra la mujer se convierte en el tema del día en Trinidad y Tobago, después de que Ashanti Riley de 18 años, desapareció el 29 de noviembre. A la adolescente se la vio por última vez cuando se subió a un auto de alquiler privado. Llamó a su novio para avisarle que estaba de camino, pero nunca llegó a su destino. Su cuerpo fue encontrado el 4 de diciembre.

Dos hombres, incluido el conductor del auto, han sido detenidos por el asesinato y la Policía está buscando a un tercer sospechoso.

La indignación en las redes sociales fue inmediata y la manera en que tomaron a la víctima tocó muy profundamente a muchos, incluso a la madre de Shannon Banfield, joven empleada bancaria que fue encontrada muerta el 8 de diciembre de 2016.

Después del asesinato de Banfield, los usuarios de redes sociales también estallaron diciendo: «¡Basta ya!». Cuatro años después, a pesar de las peticiones y protestas, la violencia de género y el feminicidio siguen siendo una amenaza real.

La muerte de Riley se produce durante los 16 días de activismo contra la violencia de género de ONU Mujeres, que pretende llamar la atención mundial sobre lo que llaman la «ya existente pandemia de violencia contra la mujer».

En Facebook, la usuaria Jenelle Arlene Bedeau contó su propia experiencia de cuando tenía 18 años:

One morning I took a taxi […] and the taxi driver passed my stop and apologized said, “It’s ok I’ll turn around and drop you.” He then proceeded to a back street and said he’s just making the rounds and started taking the windows up. Immediately I started shouting and asking what he was doing. He started caressing my leg and saying, “It’s ok I’m just putting on the AC.” I started opening the lock and tried opening the door and fumbled with it while trying to fight him off and had to throw myself out of the moving car.

I keep asking myself had I not done that what would have happened! I can imagine the fear she felt because I was so panicked that it took me quite sometime before I could even breathe.

It’s so depressing that as women a routine trip to work or visiting a relative can result in sexual assault whether verbally or physically or in many instances death. I pray for her mother…now being a mother myself it’s heart wrenching and I do pray that we stop telling women to be vigilant but instead ensure that men do better.

Una mañana tomé un taxi […] y el taxista pasó mi parada y como disculpa dijo: «Está bien, daré la vuelta y te llevaré a tu destino». Luego continuó por una calle secundaria. Dijo que solo estaba dando la vuelta y comenzó a cerrar las ventanas. En ese momento empecé a gritar y a preguntar qué estaba haciendo. Empezó a acariciarme la pierna y dijo: «No pasa nada, solo estoy poniendo el aire acondicionado». Empecé a abrir la cerradura de la puerta forcejeando, mientras intentaba pelear con él, y al final tuve que tirarme del auto en movimiento.

¡No paro de preguntarme que hubiera pasado si no lo hubiera hecho! Puedo imaginar el miedo que sintió Riley porque yo misma estaba tan asustada que al principio no pude ni respirar.

Es tan deprimente que, por el hecho de ser mujer, incluso un viaje rutinario al trabajo o una visita a un familiar pueda llevarte a una situación de abuso sexual, ya sea verbal o físico, o en muchos casos a la muerte. Rezo por su madre… Yo también tengo hijos y es desgarrador, y rezo para que se deje de decir a las mujeres que estén atentas en vez de ocuparse de cambiar el comportamiento de los hombres.

En su declaración sobre el reciente asesinato, el doctor Keith Rowley, primer ministro del país, señaló que había una discrepancia en la ley entre los requisitos para los taxistas registrados (que necesitan un certificado de buena conducta para poder ejercer su profesión) y los del sistema de taxi privado, que dice que contribuye “al peligro de que cada Tom, Dick y Harry se les permita manejar un vehículo y terminas con este resultado».

Admitió también que ahora la pregunta es: «¿Qué vamos a hacer al respecto?». La ley sobre la Circulación de vehículos motorizados y tráfico vigente dice que «nadie debe utilizar un vehículo a motor para un propósito distinto al que está registrado». Actualmente no existe ninguna designación para los vehículos de alquiler privado, pero es una práctica muy común en el país y no está vigilada.

El acuerdo sobre alquiler de autos privados es informal, por lo que muchos pasajeros alquilan el mismo auto al mismo tiempo. Es diferente a las aplicaciones de transporte compartido, como Uber pues a los autos de alquiler privado no se los llama a través de la tecnología, así que no son rastreables. No hay cómo saber si el conductor está haciendo o no un negocio legítimo, lo que se convierte en una opción más arriesgada todavía.

La respuesta de Rowley a la pregunta de qué opciones tienen las mujeres cuando necesitan viajar en horario o lugares en que solamente operan autos de alquiler privado fue: «Dados los aspectos prácticos de la situación, tenemos que estar siempre pendientes por nuestra seguridad personal […] Hay que tener cuidado».

En 2017, después de que a Jamilia Derevenax la asesinó un conocido suyo en el aparcamiento de un popular multicine, el primer ministro Rowley aconsejó a las mujeres ser más prudentes al elegir pareja. Es una declaración que enfoca la culpa en la víctima, y así la interpreta la mayoría de los cibernautas, que critican esta postura continuamente cuando ocurre un feminicidio. Incluso cuando intentan redirigir la culpa al agresor.

Son Du publicó en Facebook:

Men whom I admire and respect have told me that this wanton violence against women won’t stop until men talk seriously to other men about their behaviour. So please, men, talk to each other – NOW.

Unos hombres a quienes admiro y respeto me dijeron que esta violencia gratuita contra las mujeres no acabará hasta que los hombres empiecen a hablar seriamente con otros hombres sobre este comportamiento. Así que, por favor, hombres, ¡hablen entre ustedes… YA!

Otro aspecto importante es la formación de los policías, tanto en términos forenses como en los relacionados con la interacción con las familias de las víctimas. El criminólogo Renee Cummings dijo:

[…] the question is not how many women (I will also include men) have gone missing in TT, turned up dead or not turned up at all.

The question is who cares?

After billions spent on policing and national security, TT is yet to design any sensible or scientific strategy to analyze information about homicides, about no-body homicides, missing persons, sexual assaults, and other violent crimes involving unidentified human remains.

This is as tragic as all the lives lost!

[…] la pregunta no es cuántas mujeres (voy a incluir a hombres también) han desaparecido en Trinidad y Tobago, han aparecido muertos o nunca han aparecido.

La pregunta es ¿a quién le importa?

Después de que se han gastado miles de millones en vigilancia y seguridad nacional, Trinidad y Tobago aún no ha trazado ningún plan de acción sensato ni científico de análisis de la información sobre homicidios, asesinatos sin cuerpo, personas desaparecidas, agresiones sexuales y otros delitos violentos relacionados con restos humanos no identificados.

¡Esto es una tragedia como todas las vidas perdidas!

El tío de Riley hizo una desgarradora publicación en Facebook en la que confirmó que a pesar de que los miembros de la unidad antisecuestros eran «un faro de luz», había otros policías que al tomar la declaración de la familia para el informe sobre la persona desaparecida, «hicieron comentarios sarcásticos y humillantes sobre Ashanti, demasiado desagradables para el horror que estábamos pasando». Otros informes y testimonios de redes sociales apuntaban a ejemplos de insensibilidad parecidos.

En medio de llamados por justicia para Riley y muchas otras mujeres que han sido asesinadas o han desaparecido, The Guardian informa que hasta ahora en 2020 en Trinidad y Tobago hay constancia de 47 feminicidios. Con un total de 362 asesinatos en el país, las mujeres constituyen aproximadamente el 13 % de las víctimas de homicidio.

En el mismo informe se expone que, según el Cuerpo de Policía de Trinidad y Tobago, de las 745 personas desaparecidas en 2020, 416 (más de la mitad) son mujeres y niñas.

La poetisa Shivanee Ramlochan puso dolorosamente las emociones del país en verso:

For women, for us who go barefoot out the front door to pick pommecythere from our own pregnant trees, may we not die. […] May we arrive to birthday parties with arms full of cake and ice cream and metallic discount-bag balloons. May we arrive to fetes in the very tiniest of pumpum shorts with our glittery purses packed full of pepper spray we don’t have to use. May we arrive to the churches alive, to the lover’s house alive […] may it not matter so much where we’re going, holy or profane, except that we are allowed the right to get there breathing, unmolested, our lungs not riddled with knifemarks, our vaginas untorn. […]

Maybe it may also be that if we are killed, though this is a prayer against death, the first questions will not be how many men we took between our thighs or lips, how many children we had with how many men, how many men we liked were gunmen themselves. May our eulogies not be peppered with should have known betters […]

May it be that we can outstretch our hands and catch the hands of our sisters before someone extinguishes her life. May we become more and more of what we already are – powerful, collective, brave enough to fight and brave enough to weep hard – that we make murderers fear us. That we bring love to a table where only terror is being served, and ask ourselves to eat til we are full. May we all wake up to pray again tomorrow.

Awomen. Awomen. Awomen.

Que las mujeres, nosotras, que salimos descalzas por la puerta principal para recoger los jobos de nuestros propios árboles preñados, que no muramos. […] Queremos llegar a las fiestas de cumpleaños con los brazos llenos de pastel y helado y globos metálicos de una bolsa de descuento. Queremos llegar a las ferias con un pantalón muy corto, con nuestras bolsas brillantes llenos de aerosol de pimienta que no tengamos que usar. Queremos llegar a las iglesias vivas, a la casa del amante vivas […] queremos que deje de importar tanto a dónde vamos, santas o profanas, excepto que se nos permita el derecho a llegar respirando, sin molestarnos, sin que nuestros pulmones estén plagados de cuchilladas, nuestras vaginas sin rasgaduras.  […]

Tal vez también nos gustaría que después de ser asesinadas, aunque esta es una oración contra la muerte, las primeras preguntas no sean cuántos hombres tuvimos entre nuestros muslos o labios, cuántos niños tuvimos con cuántos hombres, cuántos hombres que nos enamoraron iban armados. Queremos que no salpiquen nuestras elegías con que deberíamos haber elegido mejor […]

Ojalá pudiéramos estirar las manos y tomar las manos de nuestras hermanas antes de que alguien apague sus vidas. Que seamos cada vez más de lo que ya somos —poderosas, unidas, lo suficientemente valientes como para luchar y lo suficientemente valientes como para llorar con fuerza— para que los asesinos nos teman. Que llevemos el amor a una mesa donde hasta ahora solo se había servido terror y que nos pidamos comer hasta estar llenas. Queremos poder despertarnos todas las mañanas para rezar de nuevo.

Awomen. Awomen. Awomen [N. del E: «awomen» es una mezcla de «amén» con «women», mujeres en inglés].

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