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En Tanzania, negación total de COVID-19 deja a ciudadanos sin acceso a información sobre salud pública

Categorías: África Subsahariana, Tanzania, Derecho, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Salud, COVID-19, GV Advox

Hombre mira su teléfono móvil en Tanzania, 9 de diciembre de 2018. Foto de Riaz Jahanpour,  [1]para USAID Tanzania / Digital Development Communications vía Flickr (CC BY 2.0 [2]).

A mediados de marzo de 2020 se informó por primera vez del nuevo coronavirus en Tanzania, pero tras registrar 509 casos y 21 muertes [3] a fines de abril, el país anunció [4] su condición de “libre de coronavirus” en junio.

También en junio, el primer ministro, Kassim Majaliwa, dijo al Parlamento que solamente había 66 [5] casos activos de coronavirus en el país, pero no dio mayores detalles.

Desde entonces el Gobierno no ha dicho nada sobre el coronavirus con una fuerte política de negación y sin datos publicados sobre contagios ni muertes.

A la fecha, la mayoría de negocios siguen desarrollándose como siempre, incluido el sector turismo de Tanzania que atrae a miles de visitantes a sus aeropuertos con pocos protocolos de salud pública in place.

El aerpuerto de Zanzíbar recibió dos estrellas, la calificación más baja sobre medida de salud y seguridad de COVID-19 [6] del Índice de Seguridad de Aeropuertos Skytrax de COVID-19, la única evaluación y certificación de aeropuertos del mundo de medidas durante la pandemia. Según su informe, «nuevos casos de la variante sudafricana del virus se confirmaron en dos viajeros que viajaron a Dinamarca desde Tanzania al 19 de enero».

El muy esperado festival anual de música africana, Sauti za Busara, se llevará a cabo a mediados de febrero en Zanzíbar, con apoyo de la Unión Europea en Tanzania [7] y varias embajadas europeas, pese al alto riesgo de contagios variantes del nuevo coronavirus que circula en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil.

El 24 de enero, la Archidiócesis Católica de Arusha envió una carta de advertencia a los congregantes de la existencia de COVID-19 en Tanzania [8], e instó a los miembros a seguir todas las medidas necesaria de salud pública [9] para evitar la propagación del virus en iglesias.

Aunque los casos registrados de Tanzania son moderados en comparación con otros países, el silencio del Gobierno sobre datos de COVID-19 preocupa a los expertos en salud pública y los activistas de derechos humanos, que están impedidos de hablar sobre el COVID-19 [10] en espacios digitales.

En julio, el país actualizó sus Regulaciones de Comunicaciones Electrónicas y Postales (contenido en línea) [11] de 2018, que prohíbe todo “contenido con información respecto al brote de una enfermedad mortal o contagiosa en el país u otro lugar sin la aprobación de las respectivas autoridades”.

A pesar de las restricciones para contener la propagación [12] del virus, escuelas, universidades, oficinas y otras actividades sociales han vuelto a la normalidad, aunque el virus sigue esparciéndose [13] en la región.

El presidente John Magufuli ha expresado dudas [14] sobre la credibilidad del equipamiento de laboratorio y técnicos después de que pruebas secretas supuestamente realizadas en una papaya y un cabra tuvieron resultados positivos. El presidente dijo [5] que publicar estos datos causaban pánico innecesario, y poco después despidió [15] a Nyambura Moremi, director del laboratorio de salud nacional, por presuntamente echar a perder los resultados de la prueba. El equipo ministerial de información de quedó disuelto.

En junio, Magufuli agradeció a Dios por erradicar el virus [4] de Tanzania, luego de tres días de oración nacional. Hizo el anuncio públicamente en una misa dominical, en medio de elogios a la congregación y de señalar que Dios había respondido a sus plegarias. También elogió a los feligreses por no usar mascarillas, pese a los llamados de la Organización Mundial de la Salud de usarlas para evitar la propagación [16] del virus.

Magufuli, apodado “el buldócer” [17] por su dura postura anticorrupción, fue reelegido en octubre de 2020 [18] en unas elecciones muy criticada por reprimir el desacuerdo y la oposición.

Justo antes de las elecciones, los tanzanos tuvieron un bloqueo de internet [10] con negación de acceso a todas las principales plataformas de medios sociales, como Instagram, WhatsApp y Twitter. A la fecha, muchos tanzanos no pueden acceder a Twitter sin usar una red virtual privada.

Desde 2015, el gobierno de Magufuli has restringido los espacios democráticos y cívicos y ha reprimido duramente la libertad de expresión [19] y acceso a la información en espacios digitales.

Con la dura postura de negación del Gobierno [20]. a los tanzanos no se les permite publicar ningún dato sobre COVID-19 que el Gobierno no haya verificado, lo que significa que los ciudadanos comunes y corrientes, los periodistas y profesionales de la Medicina no pueden comentar sobre COVID-19 en espacios digitales ni acceder a información.

El acceso a información sobre COVID-19 se ha vuelto un “privilegio de élite”, según un médico del hospital nacional que habló con Global Voices bajo la condición de anonimato, por temor a represalias.

A diferencia de otros países con equipos de respuesta establecidos para el COVID-19 que dan actualizaciones diarias, Tanzania simplemente ofrece un sitio web [21] con información limitada y no actuliazada de COVID-19.

La negativa ha sido tan convincente que ya está ampliamente aceptada por los tanzanos, incluidos médicos, que incumplen medidas de seguridad básicas, como usar mascarillas y tener distanciamiento social.

Global Voices visitó los principales hospitales como Muhimbili, hospital estatal de referencia en Dar es Salaam, capital cultural del país, y el Hospital Benjamin Mkapa en Dodoma, capital política, y vio que se toman muy pocas medidas para detener la propagación del coronavirus.

Se permite al público entrar a las instalaciones del hospital sin mascarilla, pocas instalaciones de higiene y lavado funcionan, y las que existen no tienen agua o están averiadas. Esto se vio en la clínica de embarazadas en Muhimbili.

Aunque el gobierno de Magufuli ha mostrado poca preocupación por el impacto del virus en la vida diaria de los ciudadanos, muchos ministerios y departamentos reconocen que el COVID-19 aún existe.

El ministro de finanzas de Tanzania insta al personal del ministerio a tomar todas las precauciones contra el coronavirus, al tiempo que afirma que el COVID-19 no es un problema en Tanzania. Captura de pantalla del periódico Mwananchi.

Por ejemplo, cuando Magufuli prestó juramento por segunda vez en 2020, las autoridades cumplieron con las medidas de prevención de COVID-19, hicieron que se tomara la temperatura a todos los asistentes y que se lavaran las manos en estaciones de higiene que contaban con desinfectante para las manos.

El 25 de enero, el ministro de Finanzas de Tanzania, doctor Philip Mpango, instó a su personal [22] a tomar precauciones contra el COVID-19, y el mismo día negaba su existencia en Tanzania en una reunión en Dodoma, capital del país.

Son muchos los expertos del país temen hablar por temor a represalias [23].

Global Voices habló con un experto en Medicina que cree que Tanzania puede estar pasando por una segunda ola del brote [24], pero que esta información se ocultaba al público. El experto no quiere que se le mencione, por temor a represalias.

Otro experto en Medicina que también habló anónimamente con Global Voices dijo que la gente debe conocer la condición del COVID-19 para que puedan tomar medidas para evitar la propagación en sus comunidades. Dijo que dejar a la gente desinformada complica su trabajo y espera que todos los tanzanos traten de protegerse con precauciones de la OMS. Dijo a Global Voices:

Politicians have taken over the whole COVID[-19] issue and they are playing a dangerous game, but when people will start dying they will start sacking medical staff.

Los políticos han tomado todo el asunto del COVID[-19] y juegan un juego peligroso, pero cuando la gente empiece a morir empezarán a despedir al personal médicos.

Otro médico que también habló anónimamente con Global Voices dijo que aunque hay algo de esperanza en la vacuna, la negación de Tanzania puede dificultar el acceso, pues el Gobierno no ha tomado medidas para adquirirla en el mercado global, y ha optado por invertir en remedios herbales [25].

En diciembre de 2020, el portavoz del Ministro de Salud, Gerald Chamii, sembró dudas sobre las vacunas cuando dijo al periódico East African.

It takes not less than six months to find a vaccine or cure for a certain disease. We have fared on our own since the pandemic spread, I am not sure if it is wise to have a vaccine imported and distributed to the citizens without undertaking clinical testing to approve if it is safe for our people.

Se necesitan no menos de seis meses para encontrar una vacuna o una cura para una determinada enfermedad. Nos las hemos arreglado solos desde que se extendió la pandemia, no estoy seguro de que sea prudente importar una vacuna y distribuirla a los ciudadanos sin realizar pruebas clínicas para aprobar si es segura para nuestro pueblo.

El acceso a la información es esencial para la democracia y el desarrollo. Se ha abusado de las leyes cibernéticas de Tanzania para atacar las voces discrepantes [26] y quienes han hablado contra la gestión del COVID-19 de Tanzania.

La libertad de expresión, incluido el derecho a acceder, recibir y difundir información, está consagrada en el derecho internacional. En Tanzania, el derecho a ser informado, y a acceder y difundir información, está reconocido en los artículos 18(1) y 18(2) de la Constitución de la República Unida de Tanzania.

Sin embargo, estos derechos son más cosméticos que basados en la realidad.

Con la negación total de la COVID-19 y las leyes vigentes para impedir el intercambio abierto de información y opiniones sobre la enfermedad en línea y fuera de línea, los tanzanos tienen un acceso muy limitado a la información y muchos temen hablar.


Este artículo forma parte de una serie de publicaciones que analizan la vulneración de los derechos digitales en el contexto de cuarentena y otros ámbitos, en tiempos de la pandemia por la COVID-19 en nueve países africanos: Uganda, Zimbabue, Mozambique, Argelia, Nigeria, Namibia, Túnez, Tanzania y Etiopía. El proyecto cuenta con recursos de Africa Digital Rights Fund (Fondo de Derechos Digitales de África) de Colaboración en Políticas internacionales de TIC en África Sur y Este [27] (CIPESA).