Opresión de Irán sobre su población cristiana separa a una niña de sus padres conversos

Viñeta de Sharok Heidari sobre la resistencia de los cristianos iraníes ante el control estatal de su estatus. Utilizada con autorización.

Lydia tenía tres meses en 2019 cuando fue adoptada por Sam Khosravi y su esposa Maryam Falahi en Irán. En julio de 2020, a sus casi dos años de edad y serios problemas de salud, una sentencia judicial la arrancó de sus padres. La razón fue que Khosravi y su esposa, antes musulmanes, se habían convertido al cristianismo, y por tanto, no podían adoptar a una niña nacida originalmente en una familia musulmana.

Este caso legal es un testimonio de lo que los grupos de derechos humanos describen como una política de represión continuada por parte de la República Islámica contra su población cristiana, sobre todo los conversos.

Según el artículo 13 de la Constitución de Irán, zoroastristas, judíos y cristianos —como armenios y asirios— no conversos del islam son las únicas minorías religiosas reconocidas por el Estado, y dentro de los límites de la ley, son libres de practicar sus ritos religiosos.

El número de cristianos de Irán se estima entre 500 000 y 800 000, algunos de etnia asiria y armenia, pero la mayoría son conversos. Este número es inferior al 1 % de la población de Irán (83,5 millones de personas).

Aunque las minorías religiosas reconocidas siguen enfrentándose a una discriminación estructural, la República Islámica tiene en su punto de mira a las minorías religiosas no reconocidas, entre las que se encuentran los cristianos conversos.

El juez del tribunal de apelaciones que emitió el dictamen en septiembre señaló que Lydia y sus padres adoptivos tenían «un intenso vínculo emocional» y que la pareja había proporcionado a la niña todo el amor y los cuidados que necesita para desarrollarse. En su veredicto, añadió que la pequeña, actualmente de casi dos años, no tendría la oportunidad de encontrar otra familia adoptiva a causa de sus problemas de salud. Aun así, el tribunal resolvió la separación de la familia.

Los padres adoptivos de Lydia ya han estado antes en el centro de atención de las autoridades iraníes. Khosravi y Falahi estaban entre los miembros de familias cristianas arrestados en sus casas en las operaciones coordinadas que se llevaron a cabo en Bushehr durante julio de 2019. En junio de 2020, los detenidos recibieron sentencias de prisión, multas, restricciones de trabajo y exilios internos.

El abogado Hossein Ahmadiniyaz, radicado en Países Bajos, uno de los defensores de Lydia, dijo a Global Voices que la petición de la familia para continuar el proceso en el Tribunal Supremo no ha recibido respuesta hasta ahora, y aunque de momento la niña sigue con sus padres, se ha emitido la orden para separarla de su familia. Añadió que en noviembre escribió una carta sobre el caso de Lydia a Javid Rahman, relator especial de Naciones Unidas sobre derechos humanos en Irán, para pedirle su intervención. Esta carta tampoco ha recibido respuesta.

Ahmadiniyaz, que ha defendido a numerosos activistas de derechos civiles y miembros de comunidades minoritarias, explicó que las autoridades ejecutivas y judiciales de Bushehr están sujetas a los caprichos de las agencias políticas y de seguridad. Según dijo a Global Voices:

In the cases of Christian converts in Iran, the judicial system itself — i.e. the court and the court of law,– become the main tools of repression and oppression, because the security agents in their report on the case urged such a decision. When there are no basic principles of fair trial and judicial independence, the law and the court become a decoration and a show, and even the recommendations of two Shiite religious authorities do not work. Even that does not spare the child.

En casos de cristianos conversos de Irán, el propio sistema judicial se convierte en la principal herramienta de represión y opresión, porque en su informe sobre el caso, los agentes de seguridad fuerzan una decisión de este tipo. Cuando no existen los principios básicos de independencia judicial y juicio justo, la ley y el tribunal se convierten en un decorado y un espectáculo, y ni siquiera funcionan las recomendaciones de las dos autoridades religiosas chiítas. Ni eso ha librado a la niña.

Décadas de persecución

Desde 1979, decenas de personas de religiones minoritarias, como bahaíes, kurdos y cristianos, han acabado en cárceles iraníes por «atentado contra la seguridad nacional» o «propaganda contra el Estado». Esto ha colocado a Irán como el octavo peor país para los cristianos según Open Doors, organización británica que vigila las persecuciones a cristianos.

El 12 de enero, un grupo de expertos en derechos humanos de Naciones Unidas, en el que se encuentra Ahmed Shaheed, relator especial sobre libertad religiosa, escribió una carta al Gobierno iraní, en la que expresaba su «gran preocupación» por la amplia y sistemática represión y «control» de la minoría cristiana de Irán, sobre todo en el caso de los antiguos musulmanes convertidos al cristianismo.

En su respuesta a la investigación de los expertos de Naciones Unidas sobre la persecución a 24 cristianos por sus creencias, el Estado iraní se defendió con el argumento de que los acusados «atentaron contra la seguridad nacional», cargos que según la carta de los expertos de Naciones Unidas, refleja el «control de las religiones minoritarias» que ejerce la República Islámica.

Según un informe publicado por cuatro organizaciones cristianas, el Estado iraní posterior a 1979 «ha intentado imponer una identidad homogénea» a su pueblo con un sistema de creencias islámicas chiítas, que ha «resultado en la represión de grupos minoritarios, su cultura, tradiciones, creencias religiosas y cualquier otra cosa que se considere una amenaza a la República Islámica y a sus valores».

Mansour Borji, director ejecutivo de Article 18, organización en defensa del cristianismo con sede en Londres, dijo a Global Voices:

The challenges Christian face in today’s Iran is rooted in the intolerant views of the Islamic revolutionaries who want to maintain a monopoly or a total control over every aspect of people’s life, and most importantly, the rights to choose one’s own faith and practice it. The disturbing reality is that the state increasingly resorts to more violent methods to marginalize, dehumanize, and eliminate unrecognized Christians.

Las dificultades que hoy enfrentan los cristianos en Irán se enraíza en la intolerancia de los revolucionarios islámicos, que quieren mantener un monopolio y un control total sobre todos los aspectos de la vida de la gente, y ante todo, sobre el derecho a elegir y practicar la propia fe. La inquietante realidad es que el Estado recurre cada vez más a métodos violentos para marginar, deshumanizar y eliminar a los cristianos no reconocidos.

Reacciones

El caso de Lydia ha provocado una gran controversia dentro y fuera del país. Más de 120 abogados y activistas de derechos civiles firmaron una carta abierta dirigida a la judicatura iraní, en la que piden que se anule la sentencia del tribunal de Bushehr, contraria a las leyes iraníes e internacionales. Citando varios artículos de la Constitución, la carta dice:

In particular, regarding the care and protection of abused or unaccompanied children, the constitution pays attention only to human and moral aspects, meaning that any Iranian citizen, regardless of his or her religion, can apply for custody of a child. Nowhere in these laws or regulations is there any mention of the religion of the applicant, but, rather, in the first place, being an Iranian citizen and of good moral character is the criterion for eligibility.

Concretamente, sobre el cuidado y la protección de niños solos o víctimas de malos tratos, la Constitución solo presta atención a los aspectos morales y humanos, lo que significa que cualquier ciudadano iraní, sea de la religión que sea, puede solicitar la custodia de un menor. En ninguna parte de esas leyes o reglamentos se menciona la religión del solicitante, sino que los principales criterios de idoneidad son poseer la ciudadanía iraní y tener un buen carácter moral.

Algunos cristianos iraníes que viven en el extranjero se manifestaron contra esta sentencia en octubre de 2020. Los cristianos iraníes de Estocolmo (Suecia) organizaron la campaña «Yo también soy cristiano» para dar a conocer los problemas de los cristianos de Irán y otras cuestiones de derechos humanos en el país.

Cristianos iraníes que viven en Suecia se reunieron en una de las principales plazas de Estocolmo el domingo 25 de noviembre para protestar contra la política de represión de la República Islámica contra los cristianos y otros pensadores, especialmente el reciente fallo del tribunal de Bushehr sobre pareja cristiana que adoptó a una niña.
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La campaña «Yo también soy un cristiano» en Estocolmo se ha reunido para protestar contra el fallo judicial de Bushehr sobre la niña adoptada de una pareja de cristianos recién conversos. La protesta fue por la represión de cristianos y disidentes en Irán.

Mary Mohammadi, cristiana conversa y activista de derechos humanos, que contó su historia en prisión en su libro White Torture («Tortura blanca»), comentó irónicamente el veredicto sobre Lydia en este tuit:

Bushehr ha aprobado y confirmado la custodia de una niña que adoptada desde las diez semanas, ahora tiene dos años. Causa: ¡El niño nació musulmán pero la pareja es cristiana!
El tribunal dictaminó que la niña, llamada Lydia, padecía una enfermedad cardíaca y gastrointestinal
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En este caso, se separó a la niña de su familia, y no hay posibilidades de que la adopte otra familia. La actitud de la República Islámica con los cristianos es decirles educadamente: «muéranse».

Mientras el Estado iraní intenta firmemente controlar la identidad nacional, en parte con opresión a sus minorías religiosas, la actitud de los iraníes y su percepción de la religión ha cambiado. Un reciente sondeo de Gamaan, organización con sede en Países Bajos, a iraníes de cierto nivel educativo, mayores de 19 años y residentes en ese país europeo, muestra que solo el 32 % de los iraníes se consideran chiítas (religión oficial de Irán), y cerca de la mitad de la población dice haber olvidado su religión.

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