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Periodista eslovena, a quien el primer ministro llamó prostituta, cuenta su historia

Categorías: Europa Central y del Este, Eslovenia, Derecho, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Mujer y género, Política, The Bridge
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Evgenija Carl. Foto utilizada con autorización.

Mujeres periodistas, feministas, activistas y defensoras de derechos humanos de todo el mundo enfrentan acoso virtual. En este artículo, la alianza mundial de la sociedad civil CIVICUS pone de manifiesto la naturaleza de género de ese acoso a través de las historias de mujeres que trabajan para defender nuestras libertades democráticas. Esos testimonio se publican aquí gracias a un acuerdo entre CIVICUS y Global Voices.

En Eslovenia, el espacio para la sociedad civil y los medios está en declive [2] desde que el gobierno del primer ministro Janez Janša tomó el poder en marzo de 2020. El primer ministro atacó la libertad de los medios, amenazó a periodistas y a medios independientes en línea y fuera de línea.

La gravedad  de los ataques a periodistas por parte del primer ministro y del principal Partido Democrático Esloveno (SDS en esloveno), ha llevado al Consejo de Europa a lanzar una advertencia contra [3] el acoso y la intimidación hacia periodistas.

El Gobierno ha tomado medidas para reducir la independencia de los medios, con medios informativos como Nova24 TV, Nova24 en línea y Planet TV cada vez más financiados por partidos cercanos al autoritario primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, estrecho aliado de Janša. Los grupos de la sociedad civil que trabajan en el ámbito de cultura, derechos humanos, libertad de los medios y ambiente también han enfrentado repetidas restricciones.

Evgenija Carl es una periodista de investigación de Eslovenia. Tras realizar un reportaje televisivo sobre el partido de oposición SDS en 2016, Janez Janša, uno de los principales políticos de aquel entonces, la llamó «prostituta» en Twitter. El acoso en línea se intensificó luego, cuando Janša se convirtió en primer ministro esloveno.

Esta es su historia:

«Pueden insultarnos impunemente»

A mi colega y a mí, una periodista que trabaja en el campo de las políticas internacionales para la Televisión Nacional Europea (RTVSLO), nos llamó «prostitutas retiradas» que vendemos nuestros servicios por 30 o 35 euros. Esa persona llegó a ser primer ministro de Eslovenia: Janez Janša.

Su tuít [4] decía:

En alguna página de Facebook, los burdeles ofrecen servicios baratos de las prostitutas retiradas Evgenija C y Mojca PŠ. La primera por 30 euros, la segunda por 35 euros.  Milan proxeneta.

Soy periodista de investigación y trabajo en el periodismo desde hace 25 años. Siempre he sufrido ataques por parte de quienes no gustan de mis reportajes. Sin embargo, hace cinco años, en 2016, el incidente que he viví arriba me llevó a ser el blanco de un grave linchamiento público en redes sociales.

Janez Janša, líder político más conocido de el Partido Democrático Esloveno (SDS), el mayor partido opositor esloveno de ese momento, escribió ese insulto en Twitter. En la misma publicación también mencionó al expresidente de Eslovenia, Milan Kučan, como nuestro proxeneta.

¿Te preguntas por qué sufrimos ese ataque brutal y linchamiento de Janša en Twitter? Fue una represalia por nuestro inserto televisivo de hechos sobre miembros del partido SDS de Janša. Sus comentarios no fueron para nada un arrebato de ira sino, sino un acto consciente: quería humillarnos como periodistas y aún más como mujeres, porque para él somos unas simples «putas». Así es como Janša trata a las mujeres en general.

Mi colega y yo interpusimos una demanda [7] contra él y, una vez más, nos atacaron él y sus leales seguidores, como políticos y medios de extrema derecha. Es una demanda sin precedentes aquí y aún está en curso. Sabía que el camino no sería fácil, pero nunca imaginé la avalancha de ataques a la que nos enfrentaríamos: fue como una estampida.

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Janez Janša en 2018. Foto [9] del Partido Popular Europeo (CC BY 2.0).

Los métodos utilizados por el círculo de populistas eslovenos de extrema derecha, como Janša, algunos dignatarios locales, sus partidarios, simpatizantes y seguidores, fueron difamarnos a través de redes sociales como Twitter y Facebook. Utilizaron medios derechistas, que apoyan la propaganda del partido, para escribir artículos degradantes en línea sobre periodistas que no comparten sus mismas opiniones políticas. Estos medios fueron fundados por miembros del partido SDS, que vendieron la mayoría de las participaciones a empresas húngaras [10] con propietarios muy cercanos al primer ministro húngaro Viktor Orbán, aliado político de Janša [11].

Desde el primer tuit de Janša, la etiqueta de «prostituta» va a menudo asociada a mi nombre. Con frecuencia, recibo insultos públicos, notas cínicas, cartas y correos anónimos que pretenden humillarme. Un tuit reciente dirigido a mí decía: «No es más que una yihadista ordinaria… el periodismo es una prostituta.. En Estados Unidos la llamarían: ¡puta de 10 dólares!».

En varias ocasiones, también recibí sobres con polvo blanco [12]; en una ocasión había una sustancia en el sobre que afectó mi sistema respiratorio. Además, esas cartas incluyen amenazas de muerte, y casi siempre llegan después de las audiencias del juicio contra Janša.

Atacan a mis hijos, los mencionan en artículos en línea sobre mí o en las redes sociales, los exponen al público. Nada, absolutamente nada es sagrado para ellos cuando se trata de saldar cuentas conmigo. Empezó con nosotros. Y ahora, en los últimos 11 meses desde que Janez Janša volvio a asumir el liderazgo del Gobierno esloveno, esos ataques fueron más brutales y han ido aumentando.

Durante la pandemia de COVID-19, el presidente esloveno declaró la guerra [13] a los medios y llamó a los periodistas sus principales oponentes políticos. La mayoría de los tuits infamantes pretenden difamar a las mujeres periodistas. Nos llaman «zorras, putas y borrachas» y pueden insultarnos impunemente y sin ningún atisbo de mala conciencia. Esto también demuestra la estructura del machismo, que cultiva la dirección política eslovena encabezada por el primer ministro.

Hace unas semanas, me llamaron organizadora de una protesta en las redes sociales, por el simple hecho de compartir una noticia sobre la protesta que estaban llevando a cabo padres y niños contra del cierre de las escuelas. Se me acusó de ser culpable de causar muerte porque sostiene que los manifestantes propagaron la infección del coronavirus. Janša manipula fotos, grabaciones, difunde mentiras y dice que estoy entre los que ayudan a difundir el virus y a sembrar muerte. Llamó a mis colegas y a mí «coalición de la muerte».

¿Cómo me siento con todo esto? A veces deprimida y desesperada. A veces siento que vivo en un universo paralelo porque para una persona normal, razonable y culta, algo así es inconcebible. Me pregunto cómo es posible que los «guerreros del teclado» estén siempre dispuestos a expresar sus pensamientos de forma agresiva, y cómo incluso un asunto tan pequeño puede desencadenar una explosión de machismo y misoginia.

Varias instituciones europeas y medios de todo el mundo están haciendo su trabajo y llamando la atención [14] sobre la intolerante situación bajo el liderazgo de Janša y su actitud hacia medios y periodistas, especialmente su actitud primitiva hacia las mujeres que, luego, es «aprobada» por sus seguidores.

Esas expresiones y acciones similares son completamente admitidas en Eslovenia, nunca se sancionan y crecen bajo la apariencia de la libertad de expresión. Las mujeres son las más afectadas, los políticos están llenos de prejuicios relacionados con las mujeres, como si el camino en este asunto nunca se hubiera cruzado, como si los obstáculos aún no se hubieran derribado, como si las batallas que ganaron quienes nos precedieron no sirvieran para nada.

Realmente deseo que haya marcos legales que puedan poner fin a este tipo de acoso en línea. Quiero que las publicaciones abusivas se borren inmediatamente, muchas publicaciones en las que me insultan siguen en línea. Quiero que los medios condenen más firmemente los ataques a periodistas. En nuestro caso, cuando Janša nos describió como «prostitutas retiradas», el director ejecutivo de la televisión nacional eslovena de entonces, actuó de forma oportunista y no condenó el gesto. La dirección del medio para el que trabajo guardó silencio durante una semana, pero por la presión pública se vio casi obligada a condenar el insulto, sin mencionar siquiera específicamente a Janša.

El miedo a la venganza, el oportunismo, el pragmatismo está penetrando en todos los poros de nuestro país y cada vez es peor.