Relaciones checo-rusas en punto bajo después de que Praga acusó a Moscú de «terrorismo auspiciado por el Estado»

Embajad de la Federación Rusa en Praga, República Checa. Foto del usuario de I, Krokodyl/Hynek Moravec (CC BY-SA 3.0).

El 17 de abril, el Gobierno checo anunció en conferencia de prensa improvisada que expulsaría a 18 diplomáticos rusos signados en Praga, luego de revelaciones de la agencia de inteligencia checa (BIS en checo) de que los agentes rusos intervinieron en las explosiones en un depósito de armas en 2014 en el que murieron dos ciudadanos checos.

Los medios sociales checos se encendieron tras el anuncio del primer ministro, Andrej Babiš (que había aparecido en la conferencia de prensa con el ministro del Interior y ministro interino del Exterior, Jan Hamáček), mientras el país y su escena política reaccionaron a las graves acusaciones, dado el significado de las relaciones checo-rusas. Moscú también reaccionó rápidamente, negó la acusación y pidió medidas de represalia.

Las explosiones de Vrbětice, como se les conoce en República Checa, se llaman así por una aldea cerca de un grupo de depósitos que contienen municiones, ubicados al este del país en la frontera con Eslovaquia. La empresa checa Imex Group tiene alquilado el lugar, que es del Instituto Militar Técnico.

La primera explosión ocurrió el 16 de octubre de 2014, y causó la muerte de dos hombres que trabajaban en el lugar. Sus cadáveres se recuperaron recién un mes después. La segunda explosión ocurrió el 3 de diciembre del mismo año. El daño causado generó costos estimados de más de 40 millones de dólares, y hubo que evacuar a la población. Una investigación tras los incidentes concluyó que la explosión se debió a un riesgo de seguridad.

Siete años después, la agencia de inteligencia checa ahora sostiene que tiene evidencia creíble de que la explosión fue causada por las acciones de agentes rusos. La Policía checa emitió una orden para dos ciudadanos rusos que estaban cerca de Vrbětice al momento de las explosiones. Los hombres son conocidos por sus supuestos nombres, Alexander Petrov y Ruslan Boshirov.

La Policía del Reino Unido los ha mencionado en relación con el envenenamiento de Sergey Skripal y su hija en Salisbury en 2018, con lo que se cree que son sus nombres reales: Alexander Mishkin y Anatoly Chepiga.

Para el Gobierno checo, esta revelación justifica la decisión de expulsar a 18 diplomáticos rusos, que se cree realizaron o coordinaron operaciones de inteligencia en República Checa, y les dio 48 horas para que dejen el país. Más de 140 diplomáticos trabajan en la Embajada Rusa en Praga, cantidad inusualmente alta de representantes extranjeros en un país con una población de 10 millones. En comparación, Estados Unidos tiene 70 diplomáticos en Praga, y China tiene 22.

En una de las reacciones más fuertes a las revelaciones, el presidente del Senado checo, Miloš Vystrčil, las llamó “terrorismo de Estado«. Moscú reaccionó igualmente firme y rápido a las acusaciones, como informa RIA Novosti, con una declaración de la portavoz, Maria Zakharova, que dijo:

Праге хорошо известны последствия «подобных фокусов».

Praga tiene pleno conocimiento de las consecuencias de “esos trucos”.

Ivana Milenkovičová, reportera checa que vive en Moscú, tuiteó el 17 de abril que algunas voces en el Ministerio del Exterior ruso había insinuado que República Checa sabía que su decisión de expulsar a diplomáticos rusos llevaría al cierre de su embajada en Moscú:

La agencia de noticias Interfax cita que fuentes diplomáticas rusas dicen que en el contexto de la expulsión de 18 diplomáticos rusos y la explosión en Vrbětice: evidentemente, República Checa ha decidido cerrar su embajada en Moscú.

Y ciertamente el 18 de abril, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció que expulsaría a 20 diplomáticos checos, incluido el embajador adjunto, y les dio 24 horas para salir de Rusia. Esa acción dejaría apenas cinco diplomáticos checos en Moscú. Los políticos checos han estado pidiendo una medida reciproca de mantener solo cinco diplomáticos rusos en Praga como el siguiente paso.

Serie de escándalos agita relaciones checo-rusas

El anuncio llega en un momento delicado en las relaciones checo-rusas, que se han visto sacudidas por una serie de escándalos en los últimos cinco años, que más recientemente giran en torno a la posible participación de Rusia en una licitación para construir una planta de energía nuclear en República Checa.

La única planta nuclear del país, ubicada en la aldea de Dukovany y construida en 1970 en cooperación con la Unión Soviética, convocó a una licitación internacional para la construcción de una nueva unidad, y sus unidades más antiguas deberán cerrar después de 2035. La agencia estatal rusa Rosatom es uno de los postores, pero la agencia de inteligencia checa a recomendado que Rusia se excluya de la licitación por presuntas razones de seguridad.

Aunque República Checa se unió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999 y a la Unión Europea en 2004, con lo que se distanció de Moscú, Rusia sigue teniendo un rol importante en el país. Esta influencia es más política que económica, pues Rusia representa solamente el 2 % del comercio total de República Checa. La Unión Soviética invadió la entonces Checoslovaquia en 1968 y recién retiró su presencia militar en 1991, acontecimientos que aún dividen a la sociedad checa.

En los tres últimos años, varios escándalos diplomáticos han surgido de percepciones de este pasado, y la ambición política de Rusia en la República Checa. En marzo de 2018, Praga extraditó al hacker ruso Yevgeny Nikulin a Estados Unido acusado de ataques informáticos a empresas de tecnología estadounidenses y de poner en peligro información personal de ciudadanos estadounidenses.

Luego, en agosto de 2019, el diplomático ruso Alexander Tyerentyev tuvo que abandonar República Checa después de que se reveló que alquilaba con fines comerciales apartamentos pertenecientes a República Checa, pero cedidos como residencia gratuita a diplomáticos rusos.

En mayo de 2020, las autoridades de Praga decidieron retirar la estatua del mariscal soviético Ivan Konev, considerado en Rusia como “liberador de Checoslovaquia de los nazis”. Para partes del sistema político checo, es una figura más controversial, que tuvo un papel limitado en la liberación pese a ser directamente responsable por las muertes de húngaros durante la invasión soviética de Hungría en 1956. Luego del retiro de la estatua, políticos checos críticos de Moscú recibieron amenazas de Rusia y les dieron protección policial.

El factor Rusia en la política checa

En este clima cargado, los políticos checos están divididos entre quienes piden vínculos más cercanos con Rusia, y quienes advierten que no se puede confiar en Moscú.

Los partidarios del Kremlin incluyen al presidente checo Miloš Zeman, que tiene vínculos cercanos con el presidente ruso, Vladimir Putin. En abril, solicitó la renuncia del ministro del Exterior, Tomáš Petříček, por presuntamente tener una política contra Rusia y no estar “calificado para ser ministro del Exterior».

Petříček fue destituido el 11 de abril, y lo sustituyó el ministro del Interior Hamáček, que había informado que visitaría Moscú para negociar un trato para la compra de la vacuna rusa para Sputnik V, pero el 15 de abril canceló la visita, programada para el 19 de abril. La vacuna aún no tiene aprobación de la Unión Europea ni de las autoridades de salud checas. República Checa (a mediados de abril) tiene la tasa de muertes relacionados por COVID más alta del mundo, y ha tenido cuatro ministros de Salud en siete meses.

Por su parte, mientras el país atraviesa lo que se puede describir como una de las mayores crisis políticas y diplomáticas en décadas, el presidente Zeman anunció el 18 de abril que no hablaría del tema por una semana.

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