Víctima de ciberacoso, Lindsey Kukunda combate la violencia en línea contra mujeres en Uganda

Activista ugandesa Lindsey Kukunda. Foto utilizada con autorización.

Periodistas, feministas, activistas y defensoras de los derechos humanos de todo el mundo enfrentan acoso virtual. En esta serie, la alianza mundial de la sociedad civil CIVICUS expone la naturaleza de género de este acoso a través de historias de mujeres que trabajan para defender nuestras libertades democráticas. Esos testimonios se publican aquí en virtud de un acuerdo entre CIVICUS y Global Voices.

En enero, unas elecciones inestables en Uganda hicieron que el presidente Yoweri Museveni obtuviera su sexto mandato. En el tiempo previo a la votación, los líderes opositores fueron blanco de ataques, dispersaron violentamente a manifestantes y atacaron a periodistas.

En ese contexto de violaciones de derechos humanos, los derechos de la mujeres y de las personas LGBTQI+ siguen siendo precarios. Museveni utilizó la retorica contra los homosexuales durante su campaña electoral culpó a la comunidad, y en 2020 acorralaron, golpearon y detuvieron a unos jóvenes de ese grupo con el pretexto de contener el virus del COVID-19.

Más de la mitad de las mujeres ugandesas sufren abusos físicos, mientras que una de cada cinco es objeto de violencia sexual; además muchas enfrentan abusos psicológicos, al matrimonio forzado y precoz y a la mutilación genital femenina. En 2014, Uganda promulgó una ley contra la pornografía que se ha utilizado para perseguir y enjuiciar a las mujeres, en particular a aquellas cuyas fotos desnudas se han publicado en línea sin su consentimiento.

Lindsey Kukunda es feminista, escritora y defensora de derechos humanos, además de ser la directora de Su Imperio (Her Empire), organización feminista que dirige dos programas: No es Tu Cuerpo (Not Your Body), que se centra en cuestionar el derecho de la sociedad a los cuerpos de las mujeres y, por extensión, a sus vidas, y la Red de Mentores (The Mentor's Network) que promueve la seguridad y la alfabetización digital de las mujeres.

Lindsey Kukunda cuenta su historia:

Lloro cuando nadie me mira

Soy hipócrita.

Profeso la lucha contra la violencia en línea, y muchas mujeres me ven como una inspiración. Me dicen que les doy el coraje, les doy confianza y que las inspiro a defenderse.

Sin embargo, lloro cuando nadie me mira.

Mi peor experiencia de violencia en línea fue cuando lancé una campaña social para retar a los sistemas racistas en Uganda, sistemas que apestan a colonialismo y derechos de los blancos, y a discriminación contra los ugandeses.

Pensé que era obvio que esto estaba mal. Me arriesgué a que me corrigieran. Recibí insultos y maltrato en las redes sociales, la radio y la prensa. Una vez estaba en un auto escuchando una radio que hablaba de mi campaña cuando una presentadora de la radio, con la que trabajé, se refirió a mí como «alguien con complejo de inferioridad».

Nunca perdonaré esta mujer.

Hoy, uno de esos locales ha sido cerrado y el otro tiene un cartel que dice «Prohibido el racismo» en la entrada. He pagado por esa victoria. He pagado mucho por esa victoria. Me dijeron que «dejara de intentar adorar a los blancos yendo a sus locales». Me dijeron que me metiera en mis asuntos. Alguien puso una foto mía e inició una conversación mis pechos, que eran pequeños.

Es un viaje solitario y doloroso, siento una profunda envidia cada vez que veo mensajes de personas que dicen lo orgullosa que está su familia, por ejemplo, y cómo no sobrevivirían sin su apoyo. No es raro encontrar a activistas marginados por sus amigos, su familia y la sociedad en general. A menos, por supuesto, que el activista muera y reciba hermosos elogios sobre sus esfuerzos, su duro trabajo y su perseverancia frente a las dificultades, etc…

Activista ugandesa Lindsey Kukunda. Foto utilizada con autorización.

Ser feminista me ha convertido en una «persona rabiosa» por la que ya no me disculpo. Cuando un hombre apoya la causa de otro hombre, se le aplaude. Cuando una mujer apoya la causa de otra mujer, la atacan hombres y mujeres. A cada uno lo suyo, y descubrí que para mí, no pedir disculpas y ser fiel a mí misma era la única forma de sobrevivir. Ahora estoy borrando poco a poco los «amigos» de Facebook» que no son amigos íntimos o colegas, porque me encuentro con que me maltratan en las publicaciones mientras dicen conocerme muy bien.

La dolorosa verdad es que los conozco, y ver que utilizan su aparente familiaridad con mi naturaleza para decirle al mundo que me conocen lo suficiente como para calificarme de «p*ta» me hizo ver que podía hacer algo. Abrí una página profesional a la que espero vayan a parar una vez que los hayas borrados.

Son muchas las cosas que he hecho para combatir la violencia contra las mujeres en línea, y no hay espacio suficiente para mencionarlas aquí. Lo que sí puedo decir es que. al usar mi voz, inspiro a las mujeres. Actualmente, mi organización está creando un grupo de acción de personas con ideas afines que sé que apoyará a las feministas, hombres y mujeres, ya que es más difícil intimidar a un grupo que maltratar a uno solo.

Hoy soy una activista radical que no pide disculpas y aceptarlo ha mejorado mucho mi salud mental. Ya no siento la necesidad de explicarme o defenderme. Mi nuevo lema es «Si tienes problemas con mis métodos, es tu problema. No me metas en esto».

Acuso a los medios ugandeses de promover la violencia contra la mujer por cómo informan y por las historia que socavan. Historias de «pornovenganza» no se escriben para apoyar a las víctimas, sino como entretenimiento y para culparlas. Los medios no hacen publicidad de los hombres que abusan de mujeres ni condenan abiertamente los abusos.

La ley no ayuda. Uganda ha permitido que la religión influya en la política, y bueno, ¿no es suficiente para explicar el trabajo qué tienen que hacer las feministas? La ley contra la pornografía etiqueta a las mujeres como delincuentes por atraer sexualmente a los hombres de cualquier manera, y son ellos los que deciden cómo los estamos «molestando» con nuestra sexualidad. Si un hombre filtra las fotos de una mujer desnuda, es ella quien se convierte en el centro de la discusión mientras el hombre vive su vida con la cabeza bien alta. Tenemos que hablar con nuestros opresores en un lenguaje que entiendan.

Estoy empezando un proyecto en el que me centro en los maltratadores, les hago publicidad y los avergüenzo para que pidan perdón o se queden en internet para siempre como maltratadores, porque ya basta. Por lo que a m+í respecta, esto es una guerra, y estoy reuniendo generales.

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