Asamblea Legislativa de El Salvador elimina control de poderes del presidente Bukele

Foto del presidente Nayib Bukele, por PresidenciaSV/Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0).

El 1 de mayo, la recién elegida legislatura salvadoreña empezó su mandato de tres años. Este día suele ser una formalidad con actividades como la ceremonia de investidura de todos los diputados recién elegidos. Pero esta vez no.

En una acción sin precedentes, la Asamblea Legislativa votó para despedir a los cinco magistrados de la Cámara Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y elegir inmediatamente nuevos magistrados de una lista predeterminada sin ningún debate. A continuación, votó por la destitución del fiscal general del país y el nombramiento de uno nuevo.

La Asamblea Legislativa de El Salvador cuenta con 56 diputados que pertenecen al partido Nuevas Ideas, partido político creado por el presidente Nayib Bukele en 2018. Con una mayoría calificada de 84 escaños totales, Nuevas Ideas tiene el control absoluto del legislativo salvadoreño.

Con esas dos acciones, la Asamblea Legislativa eliminó todos los posibles controles sobre los poderes de Bukele, y provocó un acalorado debate sobre el estado de la democracia del país, que salió de un conflicto interno de 12 años que terminó en 1992.

Desde el 1 de mayo, muchas personas, organizaciones y Gobiernos han condenado la destitución de los magistrados y del fiscal general, Raúl Melara. Desde noviembre de 2020, la Fiscalía condujo más de 20 incursiones en diferentes oficinas del Gobierno. El fiscal general tiene 17 investigaciones abiertas por adquisiciones irregulares durante la pandemia de COVID-19 por parte de la administración Bukele. El presidente y el fiscal se han enfrentado en muchas ocasiones en las redes sociales.

Si bien los nuevos magistrados cuentan con las credenciales necesarias para sus cargos nombrados, la mayoría de salvadoreños no los conoce. Los ciudadanos podrían haberlos conocido más si la Asamblea Legislativa hubiera realizado un proceso de elección abierto, como es el procedimiento habitual.

El Comité de Relaciones Exteriores de Estados Unidos emitió una declaración de condena, y el secretario de Estado, Antony J, Blinken, habló con Bukele por teléfono y le expresó su preocupación. La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, tuiteó:

Nos preocupa profundamente la democracia de El Salvador, a la luz de la votación de la Asamblea Nacional para destituir a los jueces de la corte constitucional. Un poder judicial independiente es fundamental para una democracia sana y una economía fuerte.

También, la Unión Europea condenó la medida, y José Miguel Vivanco, director ejecutivo de la División de las Américas del Observatorio de Derechos Humanos y crítico de Nayib Bukele, tuiteó:

En su primer día con una mayoría, los partidarios de Bukele en la Asamblea Nacional de El Salvador piden la destitución de todos los magistrados de la Cámara Constitucional.

Bukele ataca el estado de derecho y pretende concentrar todo el poder en sus manos.

Algunas personas y organizaciones locales calificaron la medida de «golpe de Estado técnico». Los cinco miembros de la Cámara Constitucional de la Corte Suprema, a quienes los legisladores votaron para destituir, declararon que la medida era inconstitucional poco después de la decisión. Sin embargo, los sustituyeron de todos modos.

Los manifestantes se reunieron el 2 de mayo en San Salvador para expresar su descontento con la destitución de los jueces y del fiscal general.

A pesar de que la protesta fue en la capital, solo acudieron 400 personas, según el periodista Roberto Valencia. Es una cifra muy baja si se tiene en cuenta que en la capital y sus alrededores viven más de 1.5 millones de personas. Valencia escribió en The Washington Post que la gran mayoría de los salvadoreños parecen estar dispuestos a perdonar a Bukele y aprobar lo que está haciendo.

«Todo indica que, en los próximos días o semanas, los titulares de la Procuraduría de Derechos Humanos, la Fiscalía General, el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal de Cuentas correrán una suerte similar», escribió en el artículo de opinión.

Pese a las críticas contra el autoritarismo de Bukele, la mayoría de los salvadoreños lo apoya y a su partido político, Nuevas Ideas. Prueba de ese apoyo es el alto índice de aprobación de Bukele, que ha rondado el 90 % desde 2020. Este apoyo puede explicarse por la desaprobación de la corrupción política, la voluntad de contar con un líder fuerte en un contexto de inestabilidad y violencia, y la apuesta del presidente por un fuerte dominio de los canales de comunicación del Estado y las redes sociales.

En respuesta a las críticas internacionales, Bukele reiteró que los salvadoreños votaron por él y por los nuevos diputados para cambiar el país que tiene índices muy altos de corrupción, pobreza y violencia.

Ernesto Castro, ahora presidente de la Asamblea Legislativa, coincidió con Bukele y enumeró los fracasos de los gobiernos anteriores.

Si lo que hizo la asamblea legislativa el 1 de mayo es una señal de lo que se viene, habrá muchos más cambios en el Salvador, que no serán populares entre la oposición ni el extranjero. Javier Simán, destacado empresario y crítico de Bukele y de su partido político, lo expresó así en un tuit:

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