En enero, cuando estudiantes de la prestigiosa Universidad del Bósforo de Turquía iniciaron protestas contra un rector nombrado por el presidente, Clubhouse fue uno de los foros donde se desarrolló gran parte de la conversación sobre el movimiento.
En entrevista concedida a Middle East Eye, Furkan Dabaniyasti, moderador de una de las salas del Clubhouse del Bósforo, dijo que el grupo «reunía a todos los componentes de la universidad, desde estudiantes y exalumnos hasta académicos, en un foro abierto donde se discutía todo abierta y públicamente».
Merve Tahiroglu, coordinadora del programa para Turquía del Proyecto para la Democracia en Oriente Medio (POMED), afirma que la plataforma se convirtió en un «espacio de solidaridad y divulgación». «Clubhouse estaba todavía en fase beta, solo disponible en iPhones y por invitación cuando los estudiantes turcos que protestaban la descubrieron«, añadió.
Además de los acontecimientos en la Universidad del Bósforo, la base de usuarios turcos de la aplicación incluye a músicos populares y personas influyentes, que se unen a los debates sobre política, criptodivisas y muchos otros temas.
En un país tan polarizado como Turquía, en el que gran parte de los medios están controlados por el gobierno, el aumento de la popularidad de Clubhouse no es sorprendente. Según Yalcin Ari, experto en medios digitales, «[la aplicación] ayudó a personas que no se hablaban por la polarización producida por los acontecimientos políticos de los últimos siete años. Se escuchan entre sí y ven que hay un terreno común que podría salvar la diferencia».
Del mismo modo, la periodista Pinar Tremblay destaca cómo la aplicación reunió a muchos grupos y personas, desde turcos en el extranjero hasta kurdos y personas LGBTQ+. «Los kurdos que viven en Europa moderan las salas sobre la causa kurda […] Del mismo modo, los miembros de la comunidad LGBTQ+ turca en Europa explican las oportunidades y los derechos que deben buscar sus compañeros en su país». Un oyente comentó al final de una sesión: ‘Ahora tengo que volver a soñar todos mis sueños'».
Pero tan rápido como su auge y popularidad entre los críticos del presidente Erdogan fue su precipitada caída. A diferencia de las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter, YouTube e Instagram, Clubhouse era un lugar que el Gobierno no había alcanzado todavía, por lo que estaba libre de espionaje policial.
Esto cambió a principios de febrero, cuando tres estudiantes que organizaron chats en Clubhouse para hablar de las protestas sobre la Universidad del Bósforo fueron detenidos para ser interrogados. La Policía dijo que fueron las publicaciones de los estudiantes en Twitter e Instagram las que condujeron al interrogatorio, pero los estudiantes dijeron que Clubhouse era la única conexión que había entre ellos.
Reports in Turkey that moderators in a Boğaziçi room on Clubhouse have been detained for questioning.
If confirmed, is that the earliest arrest on a new social media platform ever? I mean, it’s still in Beta with no Android app yet. pic.twitter.com/nidkcKBVNL
— Can Okar (@canokar) February 3, 2021
En Turquía se informa que los moderadores de una sala sobre el Bósforo en Clubhouse han sido detenidos para ser interrogados.
Si se confirma, ¿es la primera detención en una nueva plataforma de medios sociales? Es decir, aún está en beta y no tiene aplicación para Android.
«A partir de ahí, todo fue cuesta abajo. A medida que los usuarios cuestionaban la seguridad de Clubhouse frente a la vigilancia del Gobierno, los periodistas y expertos a favor de Erdoğan inundaron la aplicación», escribió Tahiroglu.
A partir de entonces, Clubhouse se convirtió en otro campo de batalla digital de las guerras de información. «Al principio solo se unían y hablaban figuras opositoras, ahora los miembros actuales o antiguos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se han unido a salas llenas de gente que discuten temas políticos candentes del día», escribió Tremblay.
Con el aumento de la popularidad y de los usuarios, la plataforma también tuvo que cumplir con la draconiana normativa de la ley de medios sociales que el Parlamento turco aprobó en 2020.
Según la ley, las empresas de medios sociales con más de un millón de usuarios diarios deben nombrar un representante legal en Turquía y abrir una oficina en el país que rinda cuentas en asuntos legales. Si las empresas no cumplen, el Gobierno limitará su ancho de banda hasta el 90 %.
Además, las empresas de redes sociales están obligadas a almacenar los datos de los usuarios en Turquía, y a enviar un informe sobre sus actividades a la Autoridad de Tecnologías de la Información y la Comunicación (BTK) cada seis meses. El incumplimiento de esta obligación conlleva una multa de hasta 10 millones de liras (1,3 millones de dólares).
En noviembre de 2020, Turquía multó a Facebook, Twitter y YouTube con un total de 1,18 millones de dólares por no cumplir la ley. Al mes siguiente, el regulador golpeó a las plataformas con una nueva sanción de 30 millones de liras turcas (3,8 millones de dólares) cada una, por no haber contratado a representantes locales.
Poco después de las multas, YouTube, Instagram y TikTok nombraron representantes locales, y Facebook se les unió en enero de este año.
Mientras tanto, el regulador prohibió a las empresas turcas anunciar en Twitter y Pinterest, que hasta ahora no han cumplido con la normativa.
En marzo, Twitter anunció que abriría una oficina de representación en los próximos meses, medida que fue criticada por grupos de derechos digitales.
En lugar de bloquear Clubhouse por completo, como ha hecho recientemente China, parece que el Gobierno turco permitirá que la aplicación opere en el país, y en cambio optó por regularla a través de la nueva ley como ha hecho con otras plataformas.
Para Tahiroglu, las empresas de redes sociales deben «luchar» contra la nueva ley de Erdoğan. «Deben destinar los recursos necesarios para evaluar las solicitudes de retiro de acuerdo con sus propios principios de libertad de expresión y hacer frente a cualquier orden del Gobierno turco y sus tribunales que no cumpla con esas normas».
Según la Asociación para la Libertad de Expresión, hasta octubre de 2020, Turquía ha bloqueado el acceso a más de 450 000 dominios, más de 140 000 URL y más de 42 000 tuits.
En entornos llenos de censura y control, aplicaciones como Clubhouse sirven como plataformas para la libertad de expresión y el intercambio abierto de ideas. En Turquía, parece que se necesitan estos espacios. Si no echan raíces en Clubhouse, probablemente se encuentren alternativas en otro lugar.