El 20 de mayo se celebró el cuarto Día Mundial de las Abejas con un evento virtual encabezado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, a partir del tema «Compromiso con las abejas—Reconstruir mejor en beneficio de las abejas».
Las abejas cumplen un papel importante en la polinización, proceso que resulta crítico para la sobrevivencia de los ecosistemas, la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la sustentabilidad, y se han encontrado bajo amenazas entre cien y mil veces mayores a lo normal a causa de la pérdida de su hábitat y de otros impactos humanos, como la crisis climática. Las prácticas agrícolas no sustentables, como la monocultura y los efectos perjudiciales de los pesticidas, han dañado ampliamente la población mundial de abejas.
El evento de este año busca generar una conciencia global sobre cómo la pandemia de COVID-19 ha incrementado la inseguridad alimentaria, y promover formas de regenerar el ambiente y proteger a estos polinizadores vitales.
En todo el Caribe, los usuarios de las redes sociales también colaboraron para crear conciencia, con videos sobre el tema en WhatsApp y otras aplicaciones, algunos de los cuales consistían en enseñarles a los niños la importancia de las abejas. Santa Lucía organizó un debate para el Día Mundial de las Abejas, en el que se analizó el progreso que logró la industria apícola de la isla.
En Jamaica, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se centró en el valor ecológico y en la biodiversidad del área de Cockpit Country, donde el trabajo de los apicultores es un ejemplo de que el respeto por la naturaleza es compatible con el desarrollo. Al fin y al cabo, es el único enfoque sostenible.
Además de su importancia ambiental, Cockpit Country también posee una inmensa importancia en la historia de Jamaica. Esta zona de piedra caliza robusta sirvió de refugio para los esclavos que se escapaban de los colonos británicos. Sin embargo, esta área sigue afectada por prácticas insostenibles. Según el PNUD, en su gran mayoría, se trata de «pequeños agricultores que cortan árboles para hacer coas o carbón vegetal». Su informe añade:
Sustainable livelihood alternatives like beekeeping deploy nature’s biodiversity warriors and pollinators to support income generating opportunities that are kind to the environment.
Los trabajos sostenibles, como la apicultura, utilizan a los guerreros de la biodiversidad y a los polinizadores para generar ingresos que respetan el ambiente.
El apicultor Leif Johnson y su hermana Monique, que dirigen la finca familiar de Carmel Valley en el noroeste de Trinidad, están de acuerdo. Afirman que, para que las poblaciones de abejas puedan sobrevivir y desarrollarse normalmente, recibir apoyo resulta crucial.
En una entrevista telefónica, Leif destacó que la «deforestación excesiva» es una de las mayores amenazas y, aunque destaca que la División Forestal del Ministerio de Agricultura, Tierra y Pesca es excelente, les falta «mucho personal». Las abejas y otros polinizadores enfrentan la pérdida de su hábitat a causa del desmonte de las tierras para la explotación agrícola o la construcción. En las colinas de la comunidad agrícola de Paramin, por ejemplo, señala que se están desmontando acres de tierra, pero que los agricultores no están replantando la misma cantidad de árboles que talan.
Leif explica que, mientras tanto, en comunidades agrícolas de la costa este del país, la intoxicación por el uso de pesticidas representa un gran reto. El insecticida «mata todo» que utilizan muchos agricultores elimina todo a su paso, incluso polinizadores autóctonos. Trinidad y Tobago tiene hasta 50 especies de abejas sin aguijón que entran en esta categoría.
La fumigación intermitente de las comunidades que lleva a cabo la División del Ministerio de la Salud dedicada al control de los vectores de insectos, en un esfuerzo por limitar la presencia de mosquitos, representa un desafío más para la población local de abejas. Los apicultores de todo el país le han pedido a la división que comunique de manera más efectiva su programa de fumigación para que puedan mover sus abejas a una zona segura. A pesar de que el sitio web del ministerio dice que su procedimiento implica una «integración segura, efectiva y económica de todas las medidas de control de vectores apropiadas y sostenibles», Leif asegura que el contacto con los productos químicos que utilizan mata a las abejas.
La pandemia de COVID-19 y sus consecuentes restricciones han hecho que la tarea de proteger a las abejas resulte todavía más difícil para los más de 300 apicultores registrados de Trinidad y Tobago y sus más de 7000 colonias de abejas. Actualmente, el país se encuentra en estado de emergencia, con un toque de queda de las 9 p.m. hasta las 5 a.m. Como las abejas solo vuelven a sus colmenas al atardecer, esta medida resulta problemática para los apicultores, a quienes se les ha dificultado mucho obtener autorizaciones para mover a sus abejas ante una fumigación programada. Además, la mayoría de las explotaciones apícolas son poco visibles. La cría de abejas suele realizarse en zonas forestales, que muchas veces lindan con tierras donde se utilizan productos químicos.
A pesar de todo, hay esperanza. El actual ministro de Agricultura, Clarence Rambharat, ha mostrado un «activo interés» hacia la comunidad de apicultores y entiende la importancia de cuidar a la población de abejas. Trinidad y Tobago tiene cuatro organizaciones de apicultores diferentes, dispersadas geográficamente, que han estado reclamando una legislación contra el uso de pesticidas. «Muchos de los productos químicos que se usan aquí y que se venden como ‘seguros'», comenta Leif, «como los neonicotinoides, son tóxicos para las abejas, y están prohibidos en los países de la Unión Europea». Sin ninguna legislación que los prohíba, la responsabilidad queda relegada a la propia educación de los consumidores que deben informarse antes de elegir qué consumir.
La finca de Carmel Valley alberga 60 colonias de abejas, que son el centro de sus operaciones. Todos los cultivos de la familia Johnson, como el de cacao, se realizan sin utilizar productos químicos tóxicos, pero los efectos de la crisis climática se siguen sintiendo. Leif comenta que Trinidad y Tobago está saliendo de una temporada de lluvias inusualmente seca, lo que ha perjudicado la producción. «La lluvia lava el néctar de las flores y las abejas no pueden volar cuando sus alas están mojadas», explica, «por eso ni siquiera alcanzamos el 25 % de lo que producimos normalmente. La temporada termina en junio y, como la mayoría de los productores de miel están sufriendo una escasez similar, el precio de la miel aumenta y hace que el producto quede fuera del alcance del consumidor promedio».
Para ayudar a incrementar la población de abejas, la Sociedad Apícola de Tobago ofreció vender 150 abejas reinas europeas a cien dólares trinitenses cada una (aproximadamente 15 dólares estadounidenses) a apicultores interesados. Si bien la organización funciona como la principal red de apicultores de la isla, cualquier persona interesada en aprender acerca de las abejas puede hacerse miembro a cambio de una pequeña tarifa anual.
Sin embargo, Leif señala que si adoptamos pequeños hábitos en el entorno de nuestra casa podemos generar grandes beneficios para las abejas. «Hay que buscar alternativas a los insecticidas», agrega, «o elegir otros más seguros, como el bioneem«. La práctica de la permacultura es un buen punto de partida. Puedes favorecer la biodiversidad plantando diferentes plantas con flores y arbustos, así como árboles frutales y verduras. «Las naranjas, los mangos, los aguacates, los melones, los pepinos, los tomates y las calabazas son maravillosos para las abejas melíferas».
Y si realmente quieres ayudar a las abejas, agrega Monique, «¡apoya a los apicultores locales! Ellos son los verdaderos protagonistas, los que dedican su tiempo y cuentan con la experiencia necesaria para aumentar las poblaciones de abejas. Contáctalos, conócelos, averigua cuáles son sus dificultades y qué puede hacer la comunidad para apoyarlos».