Este texto es de Luciene Kaxinawá, publicado originalmente en febrero de 2021 y se reproduce aquí en virtud de una asociación Global Voices y la agencia Amazônia Real.
“Nuestro padre luchó mucho, fue un guerrero, y vamos a continuar su lucha”. Ese fue el mensaje de Borehá, Maitá y Mandeí a su padre, el líder indígena Aruká Juma, que murió por COVID-19 el 19 de febrero de 2021.
La familia y aliados del pueblo juma calculan que Aruká tenía entre 86 y 90 años, no se sabe su edad exacta pues no tenía certificado de nacimiento. El territorio del pueblo juma forma parte sur del estado de Amazonas, Brasil, zona forestal bajo fuerte presión de deforestación.
“La Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (Coiab) y la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) señalaron que los pueblos indígenas de contacto reciente estaban en riesgo extremo. El último sobreviviente del pueblo juma ha muerto. Nuevamente, el Gobierno brasileño se mostró criminalmente negligente e incompetente. El Gobierno mató a Aruká”, dijo en una nota firmada por organizaciones indígenas, como la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (Coiab), a Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) y el Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas Aislados y de Reciente Contacto (OPI).
Hasta fines de mayo de 2021, según el boletín de Coiab, la pandemia había afectado a 152 pueblos indígenas en la Amazonia brasileña, con 38 848 casos confirmados y 946 muertes registradas. Solo en el estado de Amazonas hhubo 9637 casos y 318 muertes.
Apib contabilizó más de 55 000 mil casos confirmados e 1.124 muertes de indígenas en todo el país, hasta el 24 de junio. Ese día, el panel de la SESAI (Secretaría Especial de Salud Indígena, ligada al Gobierno federal) registró más de 50 000 casos y 728 muertes.
Coiab supervisa los casos desde el 19 de marzo de 2020, cuando se registró la muerte de una indígena borari, en el estado de Pará. Pero SESAI, considera como la primera muerte de indígena relacionada con el COVID-19 en Brasil la de un muchacho yanomami, de 15 años, el 9 de abril de 2020, en Roraima. Ambos estados están en el norte de Brasil
La muerte de Aruká por insuficiencia respiratoria aguda a causa del nuevo coronavirus ocurrió en un hospital de campaña, en Porto Velho, capital del estado de Rondônia, que bordea el Amazonas. La transferencia a otro estado, y no a Manaus (capital de Amazonas) fjue por la distancia entre las dos zonas teniendo en cuenta la característica geográfica de la región.
Antes de ser transferido a una cama UCI, Aruká Juma recibió en enero lo que se anuncia en Brasil como “tratamiento precoz” contra el COVID-19, en un hospital de Humaitá, al sir del estado de Amazonas.
Los medicamentos, que incluyen ivermectina y azitromicina, incentivados por el gobierno del presidente Jair Bolsonaro, están considerados como ineficaces para esta enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El Hogar de Atención a la Salud Indígena (Casai) de Humaitá (AM), organismo del Ministerio de Salud, reveló a agencia Amazônia Real la medicación que se le prescribió a Aruká, que era hipertenso.
Los miembros de la familia de Aruká están considerados como los últimos sobrevivientes del pueblo juma, etnia del tronco lingüístico tupi kagwahiva, al cual también pertenecen otros pueblos, como los uru-eu-wau-wau, con quienes se casaron las hijas de Aruká para evitar la extinción de este pueblo.
De joven, Aruká presenció una gran masacre que su pueblo sufrió para defender el territorio de la invasión de los caucheros y comerciantes de castaña en la década de 1960. Los primeros relatos sobre los juma, aún en el siglo XVIII, indicaron que el pueblo tenía cerca de 15 000 personas.
Luego de sucesivas masacres, quedaron reducidos a cien, ya en la década de 1940. A partir de la década de 1960, con nuevos ataques de invasores, se fueron reduciendo gradualmente hasta casi la extinción.
Al final de la década de 1990, el líder consiguió la demarcación territorial localizada en el municipio de Canutama, al sur de Amazonas.
Batala contra el COVID-19
Aruká Juma presentó síntomas de COVID-19 con otros 12 familiares, que vivían con él en territorio indígena, a inicios de enero. El 17 de enero, fue al Hospital Sentinela, en el municipio de Humaitá, vecino de Canutama, que fue el inicio de una serie de ingresos y salidas del hospital.
El 2 de febrero, Aruká Juma empeoró, lo intubaron y tuvieron que cambiarlo de hospital, el segundo en el que estuvo, no tenía camas UCI. Hubo una movilización de órganos públicos y organizaciones de defensa de los pueblos indígenas para salvarle la vida. Murió pese a que lo llevaron al Hospital de Campanha en Porto Velho.
En todo el período de internaciones en enero y febrero, la agencia Amazônia Real solicitó el historial médico sobre el estado de salud de Aruká Juma e información sobre los medicamentos que recibía.
Por WhatasApp, una profesional de la Casai Humaitá, órgano de la Secretaría Especial de Salud Indígena, declaró que el líder indígena recibió medicamentos como azitromicina, ivermectina e cloroquina en el Hospital Sentinela, de Humaitá.
Consultado para el reportaje, Aurélio Tenharim, asesor del Consejo Distrital Indígena del Ministerio de Salud, dijo que cuando se contagió del virus, también recibió el “tratamiento precoz”, con lo que confirmó la administración de los remedíos, inclusive al anciano juma. “Él tomó el mismo medicamento que tomé yo. El médico lo prescribió [el tratamiento precoz]”, afirmó.
Las hijas de Aruká Juma, Borehá, Maitá y Mandeí, afirman que no les informaron del tratamiento de su padre, que no tiene eficacia científica comprobada.
Crisis en la salud
El 11 de enero, el entonces ministro da Salud, general Eduardo Pazuello (en el cargo hasta marzo), estuvo en Manaos y recomendó públicamente el “tratamiento precoz” al lanzar el Plan Estratégico para Enfrentar el COVID-19 en Amazonas.
Amazonas enfrentaba el colapso del sistema de salud con escasez de camas UCI y de oxígeno en los hospitales.
“Ya no estamos discutiendo si este o ese profesional está de acuerdo. Los consejos de salud federales y regionales ya se han posicionado. Los consejos están a favor del tratamiento precoz, del diagnóstico clínico. He hablado personalmente, por video, con todos», dijo en alguna ocasión.
«El diagnóstico es del profesional médico. El tratamiento es del profesional médico. Y la orientación es temprana. (…) No matará a nadie, pero salvará en el caso de COVID», completó.
Pazuello está bajo investigación del Supremo Tribunal Federal (STF) por supuesta omisión en la crisis sanitaria do Amazonas y por recomendación del tratamiento, con medidas sin eficacia comprobada, es una de las pautas de la Comisión Parlamentaria de Investigación del Senado que analiza la gestión del gobierno de Bolsonaro a la pandemia en Brasil.
El reportaje de Real Amazônia buscó a la Secretaría Municipal de Salud de Humaitá, responsable del Hospital Centinela y a la Secretaría Especial de Salud Indígena del Ministerio de Salud para que comentaran sobre el «tratamiento precoz» prescrito en el tratamiento de Aruká Juma, pero no recibimos respuesta.
SESAI emitió una nota de pésame por medio del Distrito Sanitario Especial Indígena de Porto Velho. «El DSEI ha tomado todas las medidas posibles para atender al paciente y sigue asistiendo a la familia. (…) SESAI y los DSEI Porto Velho expresan su profundo pesar por la muerte de este gran guerrero y jefe», dice el texto.
Luto por amoim (abuelo)
La historiadora Ivaneide Bandeira Cardozo, de la organización Kanindé que actúa como aliada de los pueblos Uru-Eu-Wau-Wau y Juma, dijo que el momento es crítico para la salud indígena de los pueblos de la Amazonía.
Se enteró de la muerte de Aruká Juma justo cuando acompañaba la vacunación de COVID-19 de los pueblos uru-eu-wau-wau en Rondônia.
«Hay que entender la situación sanitaria que viven los indígenas de Brasil y de la Amazonía con intensa presión, intensa invasión de sus tierras, y la atención sanitaria que es precaria», dice.
El Ministerio Público Federal de Rondônia emitió un comunicado en el que lamentan la muerte de Aruká Juma. «A mediados de la década de 1960, el pueblo juma estuvo a punto de extinguirse por las masacres que los demás parientes sufrieron en décadas anteriores de caucheros, madereros y pescadores en el territorio, que bordea el río Assuã, en Canutama, Amazonas. Aruká fue uno de los supervivientes de su etnia», dice el texto..
Funeral de un guerrero Juma
El funeral de Aruká tuvo lugar el 18 de febrero en la aldea de Juma, en el municipio de Canutama, al sur de Amazonas. Se invitó a varios dirigentes a rendir homenaje al líder en un puente antes de que el cortejo fúnebre se dirigiera al territorio indígena de Juma.
Mandeí Juma, una de las hijas del guerrero, dijo al reportero que todos los ornamentos y adornos que pertenecían al guerrero serían enterrados con él.
La hija mayor del líder, Borehá Juma, dijo que a partir de ahora pretende seguir los pasos de su padre: «Quiero llegar a ser como mi padre y luchar como él. Mi padre era un verdadero guerrero. Fue jefe, yo fui jefa y ahora el linaje se ha acabado», dice.
Además de sus tres hijas juma, Aruká dejó 14 nietos, bisnietos y una hija de una relación con una mujer indígena de uru-eu-wau-wau. Los nietos de Aruká son hijos de los indios uru-eu-wau-wau (cuyo territorio se encuentra en Rondônia, que limita con el Amazonas), con los que se casaron Borehá, Maitá y Mandeí. Por su sistema patrilineal, sus nietos y sus hijos se convirtieron también en uru-eu. Aruká fue el último de su pueblo.