¿Asesinato del presidente Moïse aportará estabilidad o provocará más caos en Haití?

Jovenel Moïse con Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, en Lima, Perú, 14 de abril de 2018. Foto en Flickr del Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú (CC BY-SA 2.0).

Su presidencia fue problemática, pero había soportado tantas crisis que Jovenel Moïse a veces parecía invencible. Tal vez hasta llegó a creer que no podría ser destituido del poder, pese a que, después de «Baby Doc» en 1986, solo dos presidente haitianos, René Préval (del 7 de febrero de 1996 al 7 de febrero de 2001) y Michel Martelly (mayo de 2011 y febrero de 2016), han podido completar sus mandatos.

En un discurso pronunciado en febrero de 2021, Moïse declaró con orgullo que simbolizaba el fin de ese ciclo, en que los presidentes eran destituidos por golpes de Estado o asesinatos políticos. Su mensaje era que, en la nueva era, nadie podía detenerlo, exiliarlo ni matarlo; que los jefes de Estado haitianos ya no sufrirían esos trágicos destinos. La suya era una bravuconada que hizo que los haitianos lo apodaran irónicamente «Apredye» o «After-God» (Después de Dios, en francés e inglés respectivamente):

Sin embargo, hacia la 1 de la madrugada del 7 julio, la historia le demostró que estaba equivocado de la forma más brutal e inclemente. Un grupo de individuos no identificados asesinó a Moïse y disparó a su esposa, la primera dama Martine Moïse, en su casa de Pelerin, en las afueras de la capital, Puerto Príncipe. Martine Moïse está hospitalizada y está previsto sacarla de Haití por vía aérea para que reciba tratamiento médico.

¿Quién está al mando?

El ex primer ministro interino, Claude Joseph, confirmó que el presidente había sido asesinado.

Sin embargo, por ahora, no está claro quién tiene actualmente el poder político en Haití. Apenas dos días antes de su muerte, Moïse había nombrado a su séptimo primer ministro. Por eso, los ciudadanos no saben si el recién nombrado Ariel Henry o el ex primer ministro interino Claude Joseph sucederá momentáneamente a Moïse como jefe de Estado:

He nombrado al ciudadano Ariel Henry para el cargo de primer ministro. Tendrá que formar un gobierno abierto que incluya las fuerzas vivas de la nación, resolver el notorio problema de inseguridad y apoyar al Consejo Electoral Provisional del país en la celebración de las elecciones generales y el referéndum.

Sin embargo, Joseph tomó la escena central y calificó el asesinato de «acto atroz, inhumano y bárbaro», y añadió en un intento de mostrar estabilidad a los haitianos y al mundo:

The country’s security situation is under the control of the National Police of Haiti and the Armed Forces of Haiti. Democracy and the republic will win.

La seguridad del país está bajo el control de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas de Haití. La democracia y la república vencerán.

Un mandato tenso

Sin embargo, la democracia no parece haber ganado desde hace un tiempo al mando de Moïse. El empresario de 53 años, convertido en político, estuvo al frente de Haití desde febrero de 2017, después de la renuncia de su predecesor, Michel Martelly, tras un largo y disputado proceso electoral.

En julio de 2018, la gente tomó las calles para protestar contra el aumento de los precios de gasolina y comida. La ira pública se vio alimentada también por las acusaciones de corrupción contra el presidente, por su participación en PetroCaribe, iniciativa energética nacional liderada por Venezuela, a través de la cual aparentemente se malversaron miles de millones de dólares.

En febrero de 2019, 33 años después de que el país rompiera el dominio de más de dos décadas de dictadura, había un malestar social generalizado, los ciudadanos pedían «tabula rasa» (borrón y cuenta nueva, NdT).

Sin embargo, Moïse se negó a dimitir. En cambio, creó un comité para fomentar el diálogo como forma de gestionar la creciente crisis socioeconómica del país. Nombróvarios primeros ministros en un intento de estabilizar la nación, pero sus problemas tenían raíces profundas: corrupción endémica y la inestabilidad resultante, falta de confianza de la población en la Policía Nacional Haitiana, que no ha podido enfrentar el problema de las bandas armadas, el legado de una presencia de Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz empañada por los escándalos sexuales, y un paralizante brote de cólera tras el devastador terremoto de 2010.

En noviembre de 2019, la inflación rondaba el 20 %, el país llevaba sin primer ministro ratificado desde marzo, y las violentas protestas civiles tuvieron al país bloqueado durante más de ocho semanas mientras se seguía pidiendo la dimisión de Moïse.

La oposición de Haití ha sostenido constantemente que el mandato de Moïse debería haber finalizado el 7 de febrero de 2021, cinco años después de que Martelly abandonó el cargo, pero Moïse estuvo aguantando, incluso en medio de informes de un plan de asesinato fallido este año, decía que tenía un año más pues asumió el cargo en 2017. El estancamiento político llevó a Moïse a gobernar por decreto desde hace más de un año, ya que Haití aún no ha celebrado elecciones legislativas.

Primer asesinato político desde la época de «Baby Doc»

El asesinato se produjo apenas cinco meses después del discurso en el que el presidente Moïse reivindicó su invencibilidad política. Con esto, se convierte en el primer presidente en funciones asesinado en la historia política moderna de Haití, aunque en la época posterior a Duvalier, otros jefes de Estado estuvieron cerca.

Por ejemplo, en la mañana del 20 de junio de 1998, Leslie Manigat, fue despojado sin ceremonias del poder en su residencia privada. A Manigat, el Ejército haitiano le había tomado juramento cuatro meses antes. Fue el hombre fuerte del Ejército, Henry Namphy, quien lo destituyó del poder. No obstante, se le permitió huir al exilio. El 17 de septiembre de ese mismo año, oficiales del ejército rebelde detuvieron al entonces presidente Prosper Avril en un intento de golpe que pronto fue abandonado.

El 30 de septiembre de 1991, Jean-Bertrand Aristide, el primer presidente haitiano elegido democráticamente, fue depuesto por los militares. Pudo huir a Venezuela, y luego a Estados Unidos, donde pasó tres años en exilio. Retomó el poder el 15 de octubre de 1994 a través de la Operación Defender la Democracia, después de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó la Resolución 940, que autorizaba a la fuerza multinacional a restaurar al presidente legítimamente elegido.

En febrero de 2004, Aristide tuvo que dejar el cargo nuevamente tras ser elegido por segunda vez en diciembre de 2000. Pasó siete años en exilio en Sudáfrica, y regresó a Haití en marzo de 2011.

¿La muerte de Moïse podría traer paz y desarrollo?

El presidente Moïse cargó con toda la culpa de la incapacidad de su gobierno para enfrentar la inseguridad, la pobreza, la violencia de las bandas y la desigualdad estructural del país. Su régimen ha sido acusado de propagar la violencia de las bandas para intimidar a sus oponentes políticos y a la sociedad civil haitiana.

Ahora, su muerte está a punto de demostrar si era o no un simple chivo expiatorio de todos los problemas del país. ¿La historia lo reivindicará y revelará si los verdaderos obstáculos al cambio y a la democracia son los «oligarcas» (la élite rica y depredadora del país, como le gustaba calificar a Moïse)? Por ahora, la era posterior a Moïse se basa en incertidumbre y duda.

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