Desde Cuba, con VPN

Protestas en La Habana, Cuba, el 11 de julio 2021 (Foto: Periodismo de Barrio).

Esta historia fue originalmente escrita por Geisy Guia Delis en el medio cubano Periodismo de Barrio. Fue editada por Global Voices.

A las once de la mañana del domingo 11 de julio pude ver el primer video en Twitter: un grupo de 20 personas sonaban cazuelas en medio de un apagón nocturno, al parecer en Holguín. El video duraba apenas 10 segundos, pero lo reproduje varias veces. Poco tiempo después se hacían virales las transmisiones en directo, a través de Facebook, de cientos de personas en las calles de San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa. Los gritos de “¡Libertad!”, “¡No tenemos miedo!” y “¡Abajo la dictadura!”, eran tan impactantes como inverosímiles. Necesité algún tiempo para convencerme de que todo aquello era real.

El 11 de julio, miles de cubanos a través de la isla se unieron a las mayores protestas desde hace décadas contra el gobierno comunista de Cuba y decenas de personas han sido detenidas. Protestaron por la falta de alimentos y medicinas mientras el país atraviesa una grave crisis económica empeorada por la pandemia de Covid-19 y el embargo de Estados Unidos.

Fue tomar conciencia de lo que sucedía y enseguida presagiar que en pocos minutos interrumpirían el servicio de Internet en Cuba, o al menos en San Antonio de los Baños. Este pensamiento ya es automático. Todos en la Isla saben cuál es el protocolo, porque esa lección la aprendimos el 26 de noviembre de 2020, cuando el Ministerio del Interior y el único proveedor de servicios telefónicos en Cuba, ETECSA, inhabilitaron el acceso a Internet para que agentes de la Seguridad del Estado, ataviados como personal médico, irrumpiesen en Damas 955, residencia del artista cubano Luis Manuel Otero Alcántara y sede del Movimiento San Isidro.

El video de las protestas en San Antonio de los Baños duró lo suficiente al aire como para que lo vieran en todas las provincias del país. Justo cuando la “pólvora” se esparcía hacia Palma Soriano, Santiago de Cuba, empezaron los primeros reportes de pérdida de WhatsApp, Facebook y Telegram. Algunos usuarios en Twitter comenzaron a denunciar también la falla del servicio. Varias personas, que estuvieron conectadas más tiempo mediante VPN, lograron subir imágenes del malecón habanero, el bulevar de San Rafael, de Bauta y Güines; sitios desbordados de pueblo y gritos de “Patria y vida”.

En algunos grupos de discusión de programadores y desarrolladores cubanos se especula que ETECSA segmenta a sus usuarios en “granjas” –donde establece distintos sistemas de distribución y entregas de contenidos– que permiten probar nuevas funcionalidades, pero también sirven para apagar escalonadamente el servicio. Esto tal vez explique por qué un mismo VPN, por ejemplo, funciona para algunos usuarios sí y otros no, aunque se trate de personas que habitan en la misma casa.

Aunque unos pocos usuarios han podido acceder a Internet mediante Nauta Hogar y otros en los parques wifi, 48 horas después la mayoría de los cubanos sigue sin acceso a Internet por datos móviles. Varias personas del sector privado han reportado que apenas han podido trabajar a causa de esta medida.

Si llamas al Servicio de Información de ETECSA, dirán que hay roturas.

Las personas que se estaban organizando y convocando mediante las redes sociales se han quedado desconectadas. Y no seamos ingenuos: eso es precisamente lo que las autoridades buscan para detener la propagación de las manifestaciones. Solo que limitar los derechos en Internet repercute directamente en la pérdida de otros derechos civiles, mucho más en regímenes autoritarios.

Según OpenObservatory, un sitio para la observación de la censura en Internet, existe evidencia de que Cuba bloqueó WhatsApp, Telegram y Signal debido a las protestas. Así mismo DougMadory, director de análisis de Internet en Kentikinic, reportó en la tarde de ayer que, debido a las manifestaciones antigubernamentales en Cuba, el tráfico de datos y de Internet –desde y hacia la Isla– cayó a cero sobre las 4:05 p.m. hora local.

En un programa de radio, la periodista cubana Arleen Rodríguez Derivet, confirma la existencia de cortafuegos a las redes sociales, supuestamente para cortar el discurso de odio.

En junio de 2011 se aprobó en Naciones Unidas la Declaración conjunta sobre la libertad de expresión en Internet, en la que se acordó que los Estados nacionales deben: “Promover el acceso universal a Internet para poder garantizar el disfrute efectivo de derechos humanos como la libertad de expresión, el derecho a la educación, la atención de la salud y el trabajo”.

De igual manera, se especifica que no existe razón alguna que justifique la interrupción del acceso a Internet, tanto de poblaciones enteras o de segmentos de público, ni siquiera por motivos de orden público o de seguridad nacional.

En la comparecencia del pasado 12 de julio, el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez arremetió en la televisión nacional contra las redes sociales y algunos medios, responsabilizándolos de promover un “golpe blando” contra la Revolución.

Mientras continúan reportes de manifestaciones desde varias localidades, los cubanos esperan a que se restablezca un servicio que pagan con sus salarios, o que solventan sus familiares desde el exterior. En estos días en que es tan valiosa una sonrisa al otro lado de la pantalla, el Gobierno cubano ha optado por más aislamiento.

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