Venezuela y China: ¿Vinculo sólido o palabras vacías?

Ilustración: Giovana Fleck/Global Voices

Durante más de 20 años, Venezuela ha sido el aliado más cercano de China en América Latina. Sin embargo, el asombroso desmoronamiento económico del país, las sanciones impuestas por Estados Unidos, y un nuevo gravamen a la importación de petróleo impuesto por China han puesto en duda el futuro de la alianza.

En la práctica, la alianza consiste en docenas de acuerdos en los que Venezuela recibió dinero en efectivo a cambio de cargamentos de petróleo. Los críticos venezolanos afirman que este esquema es una trampa de endeudamiento, que ha traído poco o ningún beneficio a los venezolanos. Sin embargo, los Gobiernos venezolano y chino afirman que la alianza es crucial para Venezuela.

China y Venezuela se convirtieron en aliados cercanos a principios de la década de 2000, cuando Hugo Chávez subió al poder con una fuerte postura antiimperialista, antiestadounidense y de orden internacional antiliberal. En el rápido ascenso de China, Chávez vio una oportunidad para impulsar su ideal de un «mundo multipolar». Por su parte, China vio en Venezuela una puerta a América Latina y el Caribe, así como una fuente de materias primas y mercados muy necesarios para sus productos.

Además, ambos Gobiernos rechazaban toda «interferencia internacional en sus asuntos internos», incluidas las críticas a su historial de derechos humanos. Esos valores reivindicados están en el centro de sus relaciones políticas, económicas y financieras. A diferencia de otros acreedores internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, China ofreció a Venezuela nueva financiación sin condiciones.

¿Petróleo a cambio de desarrollo?

En 2020, Venezuela recibió 68 700 millones de dólares estadounidenses de China, de los cuales el 91 % eran préstamos de Estado a Estado. Esto supone casi la mitad de todos los préstamos chinos a América Latina y el Caribe en el mismo periodo. Venezuela se comprometió a reembolsar China con petróleo, cuya cantidad variaba en función de su precio.

El dinero en efectivo de China vino acompañado de una narrativa particular: las financiaciones chinas formaban parte de una cooperación bilateral para mejorar el desarrollo socio-económico de Venezuela, beneficiar a ambos países y convertirse en un modelo de «relaciones sur- sur«. En 2014, ambos países pasaron a una «alianza estratégica integral».

Funcionarios chinos y venezolanos y su amplia red de medios de comunicación afiliados al Estado se han alineado para presentar a China como un aliado crítico de Venezuela. Sin embargo, ninguno de los acuerdos está disponible públicamente.

Con la poca información disponible, los expertos venezolanos y los medios independientes han realizado análisis exhaustivos de las financiaciones, y llegado a una conclusión muy diferente.

Algunos críticos consideran que las financiaciones son contraproducentes, y que Venezuela fue conducida por su propio Gobierno y por China a una trampa de endeudamiento. Con «trampa de endeudamiento» se refiere a una práctica de préstamo en la que la deuda se convierte en una carga demasiado pesada para el país prestatario, lo que a su vez da a China más influencia política y económica. Los críticos señalan que las condiciones de pago son demasiado onerosas y contribuyen a la crisis humanitaria venezolana pues reduce los ingresos del Gobierno.

Otros observadores internacionales han considerado que las financiaciones e inversiones chinas en Venezuela en realidad son una situación en la que todos pierden. Más allá de la pérdida evidente de recursos naturales y económicos, la lucha de Venezuela por pagar la deuda perjudica la imagen de China en el extranjero, incluidos sus proyectos de la Franja y la Ruta.

En cuanto a los resultados, los críticos venezolanos también han denunciado que muchos, o hasta la mayoría, de los proyectos financiados por China en materia de infraestructura, maquinaria, y material en las industrias petrolera, minera y energética no se han concluido, a pesar de las inversiones millonarias; y que las financiaciones chinas no han servido para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos. En su punto de vista, Venezuela está reembolsando a China a expensas de los venezolanos. Mientras tanto, el país no ha cosechado ningún beneficio tangible de la financiación recibida.

Entre ambos Gobiernos, al frenesí inicial le ha seguido un periodo más sobrio. China no ha concedido nuevos préstamos a Venezuela desde 2016, justo al inicio de la crisis económica y financiera que ha devastado al país sudamericano. Los funcionarios venezolanos intentaron obtener nueva financiación, sin éxito.

Elusión a las sanciones

A principios de 2019, Estados Unidos impuso otras sanciones a Petróleos de Venezuela (PDVSA), la compañía petrolera estatal que proporciona más del 90 % de los ingresos por exportación. Hasta entonces, las refinerías estadounidenses habían sido los compradores principales del crudo pesado de Venezuela.

Entonces, China se convirtió en el destino principal de las exportaciones venezolanas de petróleo, han recibido el petróleo a través de medios clandestinos. Según Bloomberg, entre los mecanismos utilizados por los comerciantes están la mezcla de crudo venezolano con otros aditivos en una práctica conocida como «dopaje», las transferencias de barco a barco, los pagos a través de empresas fantasma y los buques que silencian sus señales de satélite.

China no ha tomado ninguna medida real para detener los envíos. Por el contrario, funcionarios chinos, incluido el embajador chino en Venezuela, Li Baorong, critican con frecuencia que se impongan sanciones a Venezuela por considerarla injustificada e ilegal,   afirman que son una afrenta a la soberanía de Venezuela.

Por su parte, el Gobierno de Venezuela, ansioso de exhibir a sus poderosos aliados, suele promocionar sus encuentros con funcionarios chinos. En sus reuniones, suelen discutir cómo fortalecer su relación y el rechazo a las sanciones, vistas como una interferencia injustificada en los asuntos internos.

A pesar de la retórica desafiante y el consentimiento de China a los envíos nada claros de Venezuela, las sanciones se han interpuesto en el camino de los negocios como de costumbre. En agosto de 2019, cuando Estados Unidos amenazó con imponer sanciones a las empresas de energía extranjeras que comercian o trabajan con PDVSA, la empresa estatal Corporación Nacional Petrolera de China (CNPC) canceló las compras directas de petróleo venezolano.

Más de un año después, Reuters informó que los envíos directos se habían reanudado, probablemente en previsión de un cambio de gobierno en Estados Unidos. Sin embargo, los envíos indirectos que eluden las sanciones han aumentado, un indicio de que las entidades oficiales chinas pueden desconfiar de las sanciones en su contra.

Una sorpresa desagradable

En mayo de 2021, China impuso una nueva tasa ambiental sobre las importaciones petroleras, lo que pone a prueba una vez más si la asociación chino-venezolana va más allá de la retórica compartida.

El nuevo impuesto aumenta significativamente el precio del crudo venezolano en China y hace menos rentable su importación, lo que desalienta a los comerciantes de realizar una operación que ya es de alto riesgo. El Gobierno venezolano no se ha pronunciado al respecto, mientras que expertos independientes han advertido que el nuevo impuesto puede afectar negativamente a las exportaciones de petróleo de Venezuela.

China y Venezuela afirman que su alianza es tan importante como siempre, pero el Gobierno venezolano no ha recibido mucho apoyo para sostener la industria petrolera que una vez fue el central. Los expertos de Argus Media, medio de comunicación independiente con sede en Londres que informe sobre mercados de la energía y las materias primas, señalan que China parece más interesada en «echar una mano a las refinerías estatales que en mantener el tapón abierto para el crudo venezolano», lo que indica que las prioridades en Pekín han cambiado.


Este artículo es parte de una investigación del Observatorio de Medios Cívicos sobre narrativas en competencia sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y explora cómo las sociedades y las comunidades tienen diferentes percepciones de los posibles beneficios y daños del desarrollo liderado por China. Para obtener más información sobre este proyecto y sus métodos, haz clic aquí.

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