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Velocistas namibias se imponen en Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20 entre prohibiciones por pruebas discriminatorias

Categorías: África Subsahariana, Burundi, Kenia, Namibia, Sudáfrica, Ciencia, Deportes, Derechos humanos, Etnicidad y raza, Medios ciudadanos, Mujer y género, Juegos Olímpicos, Deporte y diversidad
"Caster Semenya lines up" by zeetha is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

Sudafricana Caster Semenya (tercera a izquierda) y keniana Wambui (segunda a izquierda) fueron dos de las cuatro atletas africanas afectadas por el reglamento de elegibilidad femenina de 2018. Foto de zeetha [1] (CC BY-NC-ND 2.0 [2]).

Los campeonatos mundiales de atletismo sub-20 [3] se celebraron en Nairobi del 17 a 22 de agosto en el complejo deportivo Kasarani. Luego de unas postergadas olimpiadas [4] de Tokio, la reunión del atletismo mundial fue una vitrina para jóvenes talentos que buscan avanzar la categoría de edad para igualar —y hasta mejorar— a sus colegas mayores.

Aunque Kenia dominó [5] el Campeonato Mundial de Atletismo Sub-20 de este año, las velocistas namibias, Christine Mboma y Beatrice Masilingi, se robaron las miradas. Ambas mejoraron su desempeño olímpico y lograron una meta de 1-2 en los campeonatos de Nairobi para dar a Namibia una medalla de oro y de plata en 200m mujeres [6]. Mboma ganó la carrera de 200m con un nuevo récord de 21.84 segundos, y Masilingi llegó segunda con su mejor tiempo personal de 22.18 segundos.

¿Quién es idóneo y quién no?

Los campeonatos Kenia se realizaron en medio de una controversia de Asociación Mundial de Atletismo (antes IAAF), que rige el atletismo internacional, implementó la Novedad de la Diferencia de Sexo - Normas de idoneidad del DSD (Reglamento del DSD) [7] publicada en 2018 dirigida a mujeres atletas [8] con altos niveles de testosterona. Asociación Mundial de Atletismo presentó una petición a la Corte de Arbitraje para el Deporte [9] (CAS) para mantener las nuevas normas y creó un conjunto de notas informativas [7] para apoyar su moción. El tribunal emitió la siguiente sentencia:

The Panel found that the DSD Regulations are discriminatory but that, on the basis of the evidence submitted by the parties, such discrimination is a necessary, reasonable and proportionate means of achieving the legitimate objective of ensuring fair competition in female athletics in certain events and protecting the “protected class” of female athletes in those events.

El panel de expertos consideró que el Reglamento DSD es discriminatorio, pero que, basándose en las pruebas presentadas por las partes, esa discriminación es un medio necesario, razonable y proporcionado para alcanzar el objetivo legítimo de garantizar una competición justa en el atletismo femenino en determinadas pruebas y proteger a la «clase protegida» de las atletas en esas pruebas.

En las notas informativas se explican los motivos por los que se excluye a las atletas con alto nivel de testosterona de algunas pruebas, como los 400 metros planos, los 800 metros y los 1.500 metros. Las notas explicaban que la «frecuencia de personas con DSD en la población de atletas de élite es alrededor de 140 veces superior a la que se encuentra en la población femenina general, y su presencia en el podio es mucho más frecuente».

Aunque la política se ha aplicado recientemente, la preocupación surgió en 2016 en los Juegos Olímpicos de Río [10] después de que la sudafricana Caster Semenya ganó el oro en los 800 metros y se le diagnosticó hiperandrogenismo, condición médica caracterizada por altos niveles de andrógenos en las mujeres.

En abril de 2021, la Asociación Mundial de Atletismo introdujo nuevas reglas para la clasificación femenina [11], lo que supuso la descalificación de cuatro atletas de las carreras de 800 y 1500 metros; la sudafricana Caster Semenya, la keniana Margaret Wambui, la nigeriana Aminatou Seyni y la burundesa Francine Niyonsaba, todas africanas. Las cuatro atletas eran corredoras de medio fondo. En los Juegos Olímpicos de Tokio, Niyonsaba optó por cambiarse a las carreras de 5000 y 10 000 metros antes de ser descalificada [12] por un tecnicismo por salirse de su carril.

En julio de 2021, en las olimpiadas de Tokio, Christian Mboma ganó la medalla de plata [13] en 200 metros femeninos, y Masilingi quedó en sexto lugar. Era la segunda vez que un atleta de Namibia ganaba una medalla olímpica (la primera fue la plata de Frankie Fredrick [14] en las olimpiadas de 1996). Tras esta contundente victoria del equipo femenino de Namibia, seguía siendo el favorito para ganar en la prueba para menores de 21 años celebrada en Nairobi.

Testosterona: ¿ventaja competitiva injusta?

Según las controvertidas normas del atletismo mundial [15], las dos velocistas están clasificadas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD) con niveles de testosterona naturalmente altos. Se considera que esta rara fisiología les da una ventaja competitiva injusta en las pruebas de pista, desde la prueba de una sola vuelta de 400 metros hasta la carrera de 1500 metros.

Scott Cacciola y Jere Longman comentaron las nuevas normas en un artículo del New York Times [16]:

Mboma’s silver medal raised a question: Does the supposed significant physiological advantage gained by intersex athletes begin after 399 meters? Or is the science relied on by World Athletics to institute its restrictions flawed and in need of re-evaluation or expansion to include other running events?

‘It shows this is not an evidence-based regulation,’ said Roger Pielke Jr., a professor of environmental studies at the University of Colorado who has long questioned the scientific basis of the restrictions. ‘It’s about World Athletics’s perception as to who is properly a woman and who is not.’

La medalla de plata de Mboma planteó una pregunta: ¿la supuesta ventaja fisiológica significativa que obtienen los atletas intersexuales comienza a partir de los 399 metros? ¿O es que la ciencia en la que se basa el Asociación Mundial de Atletismo para establecer sus restricciones está equivocada y necesita reevaluarse o ampliarse para incluir otras pruebas de atletismo?

Esto demuestra que no se trata de una normativa que se fundamente en pruebas», afirma Roger Pielke Jr., profesor de estudios ambientales de la Universidad de Colorado que lleva tiempo cuestionando la base científica de las restricciones. Se trata de la percepción de la Asociación Mundial de Atletismo sobre quién es propiamente una mujer y quién no.

A principios de julio, antes de que comenzaran los Juegos Olímpicos, el Centro de Liderazgo de la Mujer [20] (WLC) de Namibia publicó una declaración de apoyo a las dos velocistas namibias, Christian Mboma [21] y Beatrice Masilingi [22], en la que acusan al Asociación Mundial de Atletismo de sexismo y racismo. Esto se produjo después de que el organismo atlético decidiera excluir a las dos atletas de las olimpiadas de Tokio.

El WLC se opuso a las pruebas realizadas a las atletas pues afirman que atacan a las mujeres de África. En el comunicado, la directora del programa del WLC, Liz Frank, cuestionó por qué los hombres no tuvieron que someterse a las mismas pruebas:

It is sexist as there is no testing of male athletes to check for high levels of testosterone. Surely not all men have the same level. Surely there is an ‘average level’ for men. Then why are male athletes whose testosterone levels are much higher than this level not excluded from competing until they artificially bring their levels down.

Es sexista, ya que no se realizan pruebas a los deportistas hombres para comprobar si tienen niveles altos de testosterona. Seguramente no todos los hombres tienen el mismo nivel. Seguramente existe un «nivel medio» para los hombres. Entonces, ¿por qué no se excluye de la competencia a los atletas hombres cuyos niveles de testosterona son mucho más altos que este nivel hasta que bajen artificialmente sus niveles?

El reglamento de idoneidad femenina [11] publicado en 2018 había establecido que «cualquier atleta que tenga una Diferencia de Desarrollo Sexual (DSD)… y que sea sensible a los andrógenos» tendría que cumplir algunos criterios para poder competir en pruebas restringidas en competencias internacionales. Estos criterios incluyen el reconocimiento legal de que el atleta es mujer o intersexual (o equivalente); la reducción de su nivel de testosterona en la sangre durante un periodo continuado de seis meses; y el mantenimiento de los niveles bajos de testosterona durante la competencia y fuera de la competencia. Esto último es posible con anticonceptivos hormonales, que la mayoría de estas atletas, incluida Caster Semenya, se han negado [23] a cumplir.

Estas normas han hecho que las atletas deban tener niveles de testosterona más bajos (por debajo de cinco nanomoles por litro) si quieren participar en pruebas de entre 400 y 1500 metros en cualquier torneo internacional. Por eso, las dos velocistas namibias Mboma y Masilingi no pudieron competir en su especialidad, los 400 metros, y optaron por los 200 metros, más cortos.

Las normas y los reglamentos de verificación de género han sido calificados de discriminatorios [24], sobre  todo porque solo se dirigen a las mujeres. Human Rights Watch lo detalla en un informe de 2020 [24] titulado «Nos están echando del deporte: Violaciones de los derechos humanos en los controles de sexo de las atletas de élite». El informe de 120 páginas revela la discriminación, la violación de la privacidad y la dignidad, y el aumento de la vigilancia dentro y fuera de la pista. El informe documenta las experiencias de las atletas de los países en vías de desarrollo que se han visto afectadas por la nueva normativa sobre pruebas sexuales.

Human Rights Watch descubrió que las «regulaciones globales que fomentan la discriminación, la vigilancia y la intervención médica coercitiva sobre las mujeres atletas provocan daños físicos y psicológicos y dificultades económicas». El informe también ofrece recomendaciones detalladas a cada una de las partes interesadas: el atletismo mundial, el Comité Olímpico Internacional, los ministerios nacionales de salud y deportes, y la Agencia Mundial Antidopaje.