En agosto, el partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Turquía cumplió 20 años de fundación. El partido se ha asegurado la victoria en casi todas las grandes elecciones desde 2002, apenas escapó del cierre en 2008, y ha tenido amplio apoyo y popularidad durante años. Uno de los fundadores del partido, Recep Tayyip Erdoğan, ejerció durante tres periodos el cargo de primer ministro del país, y desde 2014 es presidente de Turquía.
Veinte años después, al echar un vistazo a las dos décadas de gobierno del partido, su popularidad disminuye y su vínculo con Gobiernos occidentales se han deteriorado significativamente mientras el país se asoma a un precipicios económico y democrático.
Promesa de crecimiento económico y buena gobernabilidad
Gran parte de la popularidad del AKP en sus primeros años estuvo directamente relacionada con la estabilidad económica que hubo con el partido gobernante después de su victoria en la elección parlamentaria en 2002. Pese a la crisis financiera global entre 2008 y 2009, la economía turca tuvo un crecimiento promedio anual de 4.5 %.
En 2004, Turquía recibió una invitación formal para iniciar negociaciones para su ingreso a la Unión Europea. El triunfal Erdoğan, que entonces era el primer ministro del país, estaba decidido a mostrar que la democracia era posible en un país musulmán.
Esto duró pocos años.
En abril de 2007, el Ejército turco publicó una declaración de que no estaban a favor del siguiente candidato presidencial (designado en ese momento por el Parlamento, según la legislación nacional) favorecido por AKP. De alguna manera, la Policía de Estambul descubrió una red de conspiradores que planeaban derrocar al Gobierno. Muchos miembros del grupo eran militares, de inteligencia, empresarios, periodistas y académicos. La operación se conoce ahora como el caso Ergenekon, y las investigaciones Sledgehammer, y llevó a juicio a varios importantes comandantes militares. Años después, surgió evidencia que sugería que Ergenekon y Sledgehammer eran inventados.
Tras estas controversias, Turquía vio un partido envalentonado, arrestos a críticos del Gobierno, y consolidación del poder en manos del partido gobernante y su líder.
A partir de ahí, fue cuesta abajo en el frente de la democracia. El referéndum constitucional de 2007 reemplazó la elección del presidente por los parlamentarios con un voto nacional directo. El referéndum de 2010 concedió a las ramas legislativa y ejecutiva mayores poderes sobre designaciones judiciales. Como resultado, la dirigencia de AKP gradualmente pudo erosionar las ramas judicial y militar del Gobierno, lo que terminó toda barrera potencial de las políticas predilectas del Gobierno.
Protestas y corrupción
En 2013, el partido de Erdoğan enfrentó su primer disturbio popular y escándalos de coimas. Las protestas contra el Gobierno, ahora conocidas como protestas del parque Gezi, se difundieron por 83 ciudades. Hubo muchos arrestos durante y después de las protestas del parque Gezi por cuestionar la violencia policial, el capitalismo clientelar y la desigualdad de poder, todo mientras la policía antidisturbios usaba cañones de agua y gases lacrimógenos para contener los disturbios.
Ese mismo año, tres ministros renunciaron como resultado de un escándalo de corrupción. Erdoğan, primer ministro en ese momento, sostuvo que las acusaciones estaban orquestadas por poderes extranjeros.
Y de todas maneras, pese al mal manejo de las protestas, las acusaciones de corrupción y señales de una economía deteriorada, en 2014, Erdoğan fue elegido como presidente de Turquía. Pero la mayor ventaja de AKP —la economía— se debilitaba. El desempleo y la inflación llegaron a dos dígitos y la lira turca perdía valor rápidamente. Según informes de Reuters, la lira turca «se depreció en 75 % de su valor contra el dólar desde 2013, más de la mitad en los últimos tres años».
Pero el partido siguió teniendo relativo apoyo. En 2015, AKP se aseguró otra victoria arrolladora. Tres años después, Erdoğan ganó su segundo mandato como presidente y el partido obtuvo mayoría absoluta en las elecciones parlamentarias de ese año como resultado de la alianza de AKP con el partido Movimiento Nacionalista (MHP), de extrema derecha.
En 2014, Turquía atravesó su cuarto golpe militar. El presidente de Turquía se movilizó con su base de seguidores, los llamó a tomar las calles y les prometió «limpiar» el Ejército. “Este intento, esta medida, es un gran favor de Dios para nosotros”, dijo Erdoğan cuando llegó a Estambul desde Marmaris donde se decía que estaba de vacaciones. “¿Por qué? Porque esta medida nos permitirá limpiar las fuerzas armadas, que deben quedar completamente limpias”.
Luego, empezaron las purgas. Desde el Ejército y el sector académico al mundo empresarial y los medios, miles se vieron rodeados y arrestados en Turquía. Estos arrestos continúan hasta ahora.
En 2018, Turquía cambió oficialmente de un sistema parlamentario a un sistema presidencial, que AKP sostuvo que haría que el Gobierno fuera más efectivo, aunque los expertos discrepan. En cambio, dicen que el cambio ha llevado a un Parlamento más débil, minado la separación de poderes, politizado la rama judicial, afectado a las instituciones y a prácticas autoritarias.
Por su parte, el país siguió sufriendo una crisis monetaria y una fuerte recesión. Los actuales malestares políticos y económicos tuvieron como resultado que AKP perdiera cinco de las seis mayores ciudades de Turquía en las elecciones locales de 2019, incluidas Estambul y la capital, Ankara. Hubo también corrupción desenfrenada. Por ejemplo, 128 000 millones de dólares se perdieron de las reservas del Banco Central que, hasta 2020, estaba presidido por el yerno de Erdoğan, Berat Albayrak. No es de sorprender que la calificación de Turquía en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia haya caído 33 lugares desde 2013, y se ubica en el lugar 86 entre 180 países en 2020.
Represión a la sociedad civil
El índice de corrupción de Turquía no es la única puntuación que ha disminuido al mando de AKP. Muchas organizaciones internacionales de derechos humanos y de libertad de prensa han destacado cómo, luego del fallido golpe de 2016, una represión sistemática a derechos y libertades ha tenido un impacto negativo de la puntuación del país en sus informes de desempeño del país anual. Turquía fue calificada como «no libre» en el informe de Libertad en el Mundo 2021 de Freedom House. El Índice de Libertad para Escribir 2020 de PEN America dijo que Turquía era el tercer mayor encarcelador de escritores e intelectuales públicos, por detrás de China y Arabia Saudita. Reporteros sin Fronteras ubicó a Turquía en el lugar 153 de 180, y describió al país como un «lugar donde se usan todos los medios posibles para eliminar el pluralismo».
Eset año, la actual dirigencia también anunció su decisión de retirarse de la Convención de Estambul, doctrina reconocida internacionalmente que protege los derechos de la mujer, y ha reprimido al opositor Partido Democrático Popular (HDP), incluida la orden de cierre y atacó a la comunidad LGBTQ+ en el mes del Orgullo en junio de este año. El gobierno de Erdoğan también rechazó las sentencias vinculantes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ordenaba la liberación de algunos destacados activistas y políticos que están tras las rejas por cuestionables acusaciones de terrorismo. Cuando los estudiantes de la prestigiosa Universidad del Bósforo protestaron contra el rector designado por el Gobierno, también los atacaron.
Casi ocho años después de las protestas del parque Gezi, un corte en Estambul reabrió un juicio con 16 demandados, algunos de los cuales ya estaban absueltos, los interrogaron por diversas acusaciones, incluido un intento de derrocar al Gobierno.
En julio de 2021, el Gobierno anunció planes para regular medios con financiación extranjera y la información equivocada. En 2020, entró en vigencia una nueva ley de medios sociales que tendrá un impacto duradero en los derechos digitales y la libertad de expresión en Turquía.
Las próximas elecciones serán en 2023, y todos los ojos están puestos en el partido gobernante y el presidente Erdoğan pues el partido pasa por una disminución de su apoyo y al AKP.