Negociadores caribeños deben buscar soluciones y apoyo en la COP26

Cartelería en la conferencia COP26, Glasgow, Escocia, del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021. Foto cortesía de Valery Fils-Aime, usad con autiorización.

Los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) del Caribe acudieron a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26) con un objetivo común: conseguir apoyo para garantizar que el aumento de la temperatura promedio mundial se limite a 1,5 º C sobre los niveles preindustriales, tal como se recomienda en el Acuerdo de París.

«Hacer menos, es poner en riesgo nuestra generación y el futuro», declaró Keith Rowley, el primer ministro de uno de esos países, Trinidad y Tobago, en marzo de este año. Su comentario pone de manifiesto la gravedad de la crisis climática para los PEID del Caribe. El aumento de la temperatura de los océanos y del nivel del mar ya está contribuyendo a que las temporadas de huracanes sean más frecuentes y destructivas en la región. Las investigaciones han vinculado el huracán María –monstruo mortal de categoría 5 que arrasó Dominica, Santa Cruz y Puerto Rico en 2018– directamente con el cambio climático.

En Trinidad y Tobago, las Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (CPDN) para combatir el cambio climático en el marco de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), reconocen que la temperatura promedio anual del aire en el país se ha calentado casi 1 °C en el último medio siglo, y que si se continúa con esta trayectoria, el país será más vulnerable a las inundaciones. En 2021, Trinidad y Tobago ha sufrido unas inundaciones sin precedentes que han provocado la destrucción de carreteras y propiedades en comunidades desde St. Anns, en el norte, hasta Penal, hacia el sur.

El último informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) añade urgencia a la crisis y señala la probabilidad de que se produzcan más pérdidas y daños en un futuro próximo. El informe deja claro que limitar el calentamiento global a 1,5 °C sería imposible sin «reducciones inmediatas rápidas y a gran escala de las emisiones de gases de efecto invernadero». Pero Colin Young, Director Ejecutivo del Centro de Cambio Climático de la Comunidad del Caribe (CCCCC), que habló con Global Voices por Zoom, dice que el informe sería el «mayor punto a favor» que tiene la región en la COP26: «Hemos estado haciendo nuestra parte en términos de mitigación, pero necesitamos que los mayores emisores del mundo hagan más».

Para contextualizar, el Caribe es responsable de menos del 1 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, mientras que los países del G20 son responsables de alrededor del 80 %. Young se refirió a esto como la primera gran prioridad para la región: «La COP debe dar lugar a una ambición global que mantenga el objetivo de 1,5 de temperatura a su alcance. Así que ese es el resultado número uno en este moomento».

Los activistas de la región se han unido en torno a este mensaje a través de un sitio web de campaña llamado «1,5 para seguir vivo«: la página de inicio da la bienvenida con retratos de jóvenes caribeñas sumergidas por el aumento del nivel del mar: sus manos están por encima del agua haciendo gestos de los números uno y cinco. Los creadores, Panos Caribbean, consideran que el cambio climático es una «amenaza existencial» y, con la COP26 en marcha, han usado la campaña para argumentar fervientemente por qué es así. La realidad, sin embargo, es que el Caribe necesita también planificar para una parte del cambio inevitable, por lo que Young ha enumerado que la segunda prioridad principal de la región en la COP26 es asegurar la financiación del clima para la adaptación.

Según la CMNUCC, la adaptación al clima se refiere a los ajustes en los sistemas ecológicos, sociales o económicos en respuesta a los efectos del cambio climático. En el Caribe, esto puede adoptar muchas formas y sería específico para las necesidades únicas de cada isla. Por ejemplo, islas como Dominica, situadas en el cinturón de huracanes, tendrían que reforzar sus infraestructuras, mientras que Trinidad y Tobago tendría que estudiar cómo proteger los terrenos ganados al mar de las inundaciones y la erosión costera.

En la COP de Copenhague de 2009, las naciones más ricas prometieron comprometerse a destinar 100 000 millones de dólares estadounidenses por año a la financiación del clima. Sin embargo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), esa promesa no se ha cumplido. Sus estimaciones de septiembre mostraron que la financiación climática en 2019 se quedó por debajo de este objetivo en 20 000 millones de dólares.

Young dijo que no hay excusa porque «incluso antes de la COVID, el ritmo al que se estaba entregando la financiación no habría sido óptimo». Afirmó que ha llegado el momento de que los países desarrollados cumplan sus compromisos y que es en la COP26 donde se les debe exigir. El tercer aspecto que Young señaló para la región es la finalización del libro de reglas de París, necesario para la plena aplicación del Acuerdo de París. El capítulo pendiente del reglamento de París se refiere a cuestiones de transparencia: ¿cómo informan los países de sus progresos?

En entrevista telefónica con Global Voices, el consultor ambiental que vive en Trinidad y Tobago, Ryan Assiu, explicó: «Aunque las partes se comprometan a ser neutrales en carbono o digan que van a aplicar ciertas medidas, si no se tiene un sistema adecuado para rendir cuentas de forma transparente, no se puede saber realmente si se está consiguiendo la neutralidad en carbono para 2050″.

Las negociaciones de la COP26 comenzaron el 31 de octubre en Glasgow (Escocia) y está previsto que duren hasta el 12 de noviembre.

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