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Canción de programa radiofónico argelino muestra la difícil situación de la minoría cristiana

Categorías: Medio Oriente y Norte de África, Argelia, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Política, Religión

La minoría cristiana de Argelia enfrenta discriminación y enjuiciamiento ante el creciente fundamentalismo y el fracaso del Gobierno a al imponer igualdad religiosa. Este archivo está bajo la licencia Creative Commons.

Este artículo fue publicado [1] originalmente el 22 de octubre por Raseef22, plataforma de noticias independiente. Se vuelve a publicar a continuación una versión editada bajo un acuerdo de intercambio de contenido.

Los cristianos de Argelia están ante una nueva crisis, que muchos creen refleja la intolerancia con la que el Estado argelino trata a los cristianos y sus creencias.

Este último punto muerto comenzó cuando un programa matinal de la estatal Radio Constantine reprodujo la canción “Eid al-Layl” [2] (La noche del banquete), del famoso cantante Fayrouz, que tiene un verso que dice: «Jesús visitó la noche… Jesús coloreó la noche». Poco después de esto, el director de la emisora, Mourad Boukerzaza, fue despedido [3] de su puesto tras ser investigado por reproducir canciones e himnos que glorifican la religión cristiana.

La noticia de su despido causó un escándalo [4] en redes sociales entre quienes se oponen pues consideran que su país se está convirtiendo en «algo similar al Daesh», y quienes están a favor de combatir el proselitismo religioso.

Líbano Argelia: se informa que varios trabajadores de una emisora de radio local en Argelia han sido despedidos tras quejas de que estaban emitiendo canciones cristianas cantadas por Fairouz, incluida, por lo visto, «Oh, Jesús».

La Radio Pública Argelina (EPRS) respondió a estas airadas reacciones y negó [10] cualquier relación entre el despido del director de la emisora y la reproducción de himnos cristianos. Se comunicó que Mourad había sido retirado de su puesto por razones puramente administrativas.

Dejando a un lado el comunicado del Gobierno, la marginalización de los cristianos de Argelia ha empeorado [11] en los últimos años, y muchos ocultan su fe y creencias de los demás por miedo a la persecución.

Caída en desgracia

Aunque la llegada del cristianismo [12] en Argelia se dio en tiempos del Imperio romano, este resurgimiento moderno vino de la mano de inmigrantes europeos allá por el siglo XIX. Estos europeos recién llegados construyeron iglesias, colegios y centros de salud, lo que llevó a algunos argelinos musulmanes a convertirse al cristianismo, especialmente en el sur en Cabilia [13], de , de habla bereber.

En aquella época, los cristianos católicos de origen europeo tenían mejores oportunidades [14] de obtener posiciones de poder en el Gobierno, y de apropiarse de una parte significativa de la economía argelina.

La independencia [15] de Argelia, el 5 de julio de 1962, marcó el fin de la época dorada para los cristianos en el país. Las estadísticas [16] indican que en aquel momento los cristianos representaban más del 12 % de la población del país, pero tras la independencia hasta 800 000 colonos cristianos fueron evacuados a Francia; 200 000 decidieron quedarse en Argelia.

Con el tiempo, las crecientes restricciones [17], que luego se tornaron violentas, hicieron que el porcentaje de cristianos en Argelia descendiese a tan solo el 1 % de la población.

Cristianos en el punto de mira

Con los islamistas ganando fuerza [18] en Argelia, y las tendencias salafistas [19] que prevalecen en el país, no solo peligran las propiedades de los cristianos, sino también sus vidas: los miembros del clero cristiano comenzaron a estar en el punto de mira de extremistas.

En 1962, la masacre de Orán [20] se llevó la vida de 95 personas, muchas de las cuales eran de origen europeo. En 1996, siete monjes de Tibhirine fueron secuestrados [21] en Argelia, y asesinados por el Grupo Islámico Armado [22] (Groupe Islamique Armé, GIA). Ese mismo año la explosión del auto del obispo de Orán, Pierre Claverie [23], lo ,mató instantáneamente, y a su conductor.

No era únicamente el fundamentalismo islámico el perseguidor de los cristianos en Argelia: el propio estado, con sus diversos regímenes, jugó un papel crucial a la hora de sofocar y restringirlos.

Según el informe de 2018 de la Comisión de Estados Unidos por la Libertad Religiosa Internacional [24], los cristianos de Argelia estaban bajo represión del Estado, que resultó en el cierre de más de una docena de iglesias en 2017, y aún más cierres en el año siguiente. Actualmente, esas iglesias no se han abierto de nuevo [25], y en junio de 2021, la comisión recomendó [26] poner a Argelia en la lista de países a vigilar de Departamento de Estado.

Estos golpes continuados han sido dirigidos principalmente [27] a la rama protestante [25] del cristianismo, lo que sugiere que el motivo de esto es que, al diferencia de la Iglesia católica, que goza de una fuerte protección europea, el protestantismo no tiene apoyos.

Un problema con el proselitismo

Por su parte, la mayor justificación de las autoridades argelinas tras el cierre de las iglesias fue la prevención del proselitismo y la evangelización de la que acusan a estas iglesias.

En dialogo con el periódico argelino ElChorouk El Yawmi en octubre de 2019, el gobernador de Tizi Ouzou dijo [28] haber decidido cerrar una iglesia tras las quejas de un ciudadano con respecto a actividades sospechosas. Algunos informes indican que en el 2015 el número de argelinos que se convirtieron al cristianismo superó los 380 000, la mayoría de la región de Cabilia.

En 2019, Sarah Leah Whitson, que entonces dirigía la división de Medio Oriente y el Norte de África en Human Rights Watch, dijo con respecto al cierre en un comunicado oficial [29]:

Algerian authorities should allow religious minorities the same freedom to practice their faith as the Muslim majority. All churches that have been shut arbitrarily should be allowed to reopen.

Las autoridades argelinas deberían permitir a las minorías religiosas la misma libertad para profesar su fe que tiene la mayoría musulmana. Todas las iglesias que han sido cerradas de forma arbitraria deberían poder abrir sus puertas de nuevo.

El ministro argelino de Asuntos Religiosos, Mohamed Issa, ha negado las acusaciones de que su país esté persiguiendo minorías. Declaró que los edificios que fueron cerrados eran originalmente instituciones educacionales, casas, o tiendas con actividades legalmente autorizadas, pero que los habían convertido en lugares de culto sin la autorización pertinente.

Ocultar la identidad cristiana

Un joven cristiano argelino, que pidió permanecer en el anonimato, dijo a Raseef22: «He enfrentado muchos obstáculos. Es muy difícil decirle a la gente en Argelia que soy cristiano».

Explicó que las experiencias de los cristianos del país varía según la región: «En las regiones en las que viven más personas que no aceptan ninguna diferencia o diversidad en su entorno aumentan el peligro y las amenazas». Al haber vivido en cuatro provincias, podía atestiguar que la capital era, de lejos, el mejor lugar en términos de aceptación y tolerancia religiosa. Con respecto a la vida en las ciudades del interior, recuerda una experiencia amarga: «Me amenazaron, y algunos desconocidos exigieron que me convirtiese al islam para garantizar mi propia seguridad […], fue una experiencia terrible para mi».

Sobre circunstancias de los cristianos, Aziza Saadoun investigadora argelina que vive en El Cairo, le dijo a Raseef22:

The depth of the crisis is tied to the Algerian character and identity, which—to a large extent—does not know the culture of diversity or difference, and it is difficult for it to accept the other.

La profundidad de la crisis está sujeta al carácter y la identidad argelinos, que, en gran medida, no conoce la cultura de la diversidad o la diferencia, y es difícil que acepte a al otro.

Añadió que el crecimiento de los movimientos fundamentalistas islamista y la visión del Estado de las iglesias cristianas como operativos han contribuido a crear esta identidad argelina, cuyo resultado ha sido la marginalización de las minorías y la negación de los derechos más básicos.