El arte dhimal de tejer

Chandra Kala slathers maard, a mixture of rice and water, on the threads to make them stronger. Image by Sudin KC via Record Nepal. Used with permission.

Chandra Kala unta los hilos con maard, mezcla de arroz y agua, para hacerlos más fuertes. Imagen de Sudin KC vía Record Nepal. Usada con autorización.

Este artículo es de Aishwarya Baidar y se publicó en The Record (Nepal). Reproducimos una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido con Global Voices.

Cubierta del ardiente sol de Terai con un techo de bambú y hojalata, Chandra Kala Dhimal se pone los lentes sobre la arrugada frente mientras ordena hilos, una hebra a la vez, en un telar. Desliza los pies en una hornacina debajo del telar, y jala dos cañas de bambú con los dedos de los pies. Sus manos se mueven al unísono, unen los hilo en un tejido rápido. La venas saltan a lo largo de sus delgados brazos mientras presiona hilo contra hilo. Todos los días, esta mujer de 65 años trabaja por horas en su telar tradicional de madera, un traqueteo musical resuena en su cabaña. Es una de las pocas tejedoras de la comunidad indígena dhimal de Nepal que aún conserva el tejido en madera.

“Es un proceso difícil que solamente algunos en la comunidad dhimal pueden hacerlo bien”, dice Chandra Kala, con la tela de su blusa empapada de sudor pegada a su espalda.

Las máquinas de tejer modernas son más simples y se pueden usar todo el año, poco a poco son más accesibles, y los telares tradicionales para tejer atuendos tribales, como los de Chandra Kala, son cada vez más difíciles de encontrar.

Chandra Kala tenía 12 años cuando su madre le enseñó «baojinka», el proceso de tejer el hilo. La golpeaba si era desobediente. «Si me muero, ¿quién te enseñará a tejer?», le decía su madre.

Su madre falleció poco después de que Chandra Kala cumplió 14 años, pero para entonces, tejer petani, traje tradicional dhimal, ya se había convertido en su principal fuente de ingresos, pues nunca recibió una educación formal.

«Aprendí a tejer de mi madre hace más de 50 años», explica Chandra Kala, «pero ninguno de mis hijos quiere aprender esas habilidades. Dicen que es demasiado esfuerzo».

El arte tradicional de los dhimales que va de generación en generación corre el riesgo de desaparecer. Al igual que los hijos de Chandra Kala, que son obreros en la capital nepalí, Katmandú, la mayoría de los jóvenes de la comunidad dhimal han adoptado otras profesiones. Incluso los que tejen han adoptado la maquinaria moderna.

«Yo […] prefiero la máquina porque los telares tradicionales son difíciles de trabajar y no se pueden usar durante el monzón porque las fosas se llenan de agua de lluvia», dice Ranga Maya Dhimal, de 54 años, que vive en Dapgachi, aldea indígena que alberga a la comunidad dhimal en Damak. «Chandra Kala es la única que todavía puede manejar con destreza el telar manual tradicional».

A photo of Chandra Kala Dhimal in her younger days. Photo by Sudin KC via Record Nepal. Used with permission.

Una foto de Chandra Kala Dhimal en sus días de juventud. Foto de Sudin KC vía Record Nepal. Usada con autorización.

Según Ranga Maya, podía tejer de 10 a 12 petani al año en el telar tradicional, pero ahora puede producir de 16 a 20 con su nuevo telar mecanizado.

Las mujeres dhimal tejen y llevan petani, vestidos negros hasta los tobillos con rayas naranjas y blancas que representan el patrón tribal de los dhimals, alrededor de la cintura. Chandra Kala tarda hasta cinco días en tejer un solo petani y puede terminar de cuatro a cinco en un mes, pero no trabaja todo el año. Como la mayoría de los telares están a la intemperie, los huecos tienden a llenarse de agua, lo que hace que los telares queden inservibles.

Los petanis tejidos con métodos tradicionales son mejores y más duraderos, dice Ranga Maya. La ropa tejida tradicionalmente suele durar más, por lo que es una opción más sostenible que las alternativas modernas. Para la etnia dhimal, cuyos dioses viven en la propia naturaleza, un aspecto de su ancestral coexistencia sostenible con la naturaleza también se está perdiendo junto con su proceso de tejido tribal.

«El proceso comienza sembrando las semillas de la planta del índigo, conocida como solai en dialecto dhimal, que nos han transmitido nuestros antepasados», dice Ranga Maya. Una vez que la planta ha crecido, se recogen las hojas y se hierven en agua con hilo para teñirlas. Los hilos teñidos son ricos en color y más resistentes. Una vez secos, se desenredan y se convierten en bobinas. Se vuelven aún más resistentes cuando se untan con agua de arroz. El proceso completo puede durar unos cuatro días, tras los cuales se tejen en petani.

A portrait of Chandra Kala Dhimal. Image by Sudin KC via Record Nepal. Used with permission.

Retrato de Chandra Kala Dhimal. Imagen de Sudin KC vía Record Nepal. Usada con autorización.

Todo el proceso, transmitido durante generaciones por la comunidad dhimal, es sostenible y usa recursos naturales para el tejido y para el tinte. Las semillas híbridas se pueden comprar en el mercado, pero Chandra Kala dice que dan lugar a tintes más pobres.

«He tejido muchas prendas, sobre todo para mis parientes», dice. Antes, Chandra Kala ganaba entre 200 y 500 rupias (entre 1,7 y 4,2 dólares estadounidenses) por un petani. Ahora, gana mil rupias (8,4 dólares estadounidenses) por petani, pero la vejez la ha alcanzado y teje con menos frecuencia por su mala vista.

Desde que murió su esposo, Chandra Kala ha cuidado a sus cuatro hijos (dos hombres y dos mujeres) con los ingresos que obtiene del tejido. Es un arte que ha sido la fuente de sustento de Chandra Kala, y además su forma de vida. Ha tejido a mano la mayor parte de la ropa de su familia.

«Desde que aprendí a tejer, tengo muy pocas prendas que no haya hecho yo», dice. «¿Por qué iba a comprarles a otros si tengo la habilidad de hacer la ropa con mis propias manos?».

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