Nepal se ahoga en la pena

Children who have lost their lives in the pits and ditches left by contractors. Photo: Mukesh Pokhrel/HIMAL via Nepali Times. Used with permission.

Niño que han perdido la vida en pozos y zanjas que dejan los contratistas: en sentido horario desde la izquierda, Riya Bishwakarma, Sushil Layomagar, Aditya Layomagar, Jasmine Khatun, Suman Mahato, Anil Mahato, Karuna Bishwakarma, y Samma Khatun. Fotos: Mukesh Pokhrel/HimalKhabar a través de Nepali Times, utilizadas con autorización.

Este artículo lo escribió originalmente Mukesh Pokhrel en nepalí para Himal Khabar y se publicó una traducción de Aryan Sitaula en Nepali Times. A continuación, Global Voices reproduce una versión editada como parte de un acuerdo de intercambio de contenido.

A pesar de las protestas, los desafiantes contratistas de extracción de arena y canteras siguen dejando grandes pozos abandonados a lo largo de los ríos de Nepal, pozos en los que cada año los niños se ahogan por docenas. No hay un número exacto de cuántos niños pierden la vida cada época de lluvias en los pozos y las zanjas que abandonan los contratistas dado que la Policía solo registra estas muertes en general como «muertes por ahogamiento«.

La extracción de arena está desbocada en Nepal, y las excavaciones ilegales y descontroladas de los cauces de los ríos y las pequeñas fuentes de agua están llevándose vidas, además de causar problemas ambientales. Tan solo en el distrito de Dhanusa se han ahogado 206 niños en los últimos dos años, la mayoría menores de 15 años, y murieron mientras nadaban en estas aguas plagadas de pozos de extracción de arena.

Bhojbahadur Layomagar with a picture of his nephew Sushil Layomagar

Bhojbahadur Layomagar con una fotografía de su sobrino, Sushil Layomagar. Fotografía: Mukesh Pokhrel/HimalKhabar a través de Nepali Times. Utilizada con autorización.

En julio de 2019, Sushil Layomagar (12 años) de Birendra Bazar no pudo volver a la escuela tras las vacaciones por las fuertes lluvias. Lo mandaron a pacer cabras por la tarde, pero cayó en una fosa de extracción de 50 metros de profundidad que abrió un contratista de la extracción de arena. El niño se ahogó junto con un amigo. La muerte de Sushil fue un doble golpe para su madre, Chhalimaya, pues su esposo Hari Bahadur había fallecido ese mismo año en Arabia Saudita.

La fosa era el resultado de la extracción de arena y grava para la construcción de la carretera Bharatpur-Srirampur. Se dejó abierto el descomunal agujero, que se llenó de agua tras las lluvias. Hubo una fuerte protesta contra el contratista. «Les dijimos que dejasen de excavar, que los niños caen a las zanjas», dijo la abuela de Susil, Madhumaya Layomagar. “Pero nos gritaron, dijeron que la tierra era suya y que podían hacerle lo que quisiesen”.

Ese mismo año, en el limítrofe distrito de Sarlahi, Samma Khatun, de seis años) y Jasmine Khatun, de 11, de Sarlahi, se ahogaron en una fosa hecha para un horno de ladrillos. Las dos niñas salieron de casa a mediodía para ir a jugar pero cuando pasaron dos horas y no volvieron, sus padres empezaron una búsqueda frenética.

Ommaya Layomagar with a picture of her son Aditya who had drowned together with Sushil Layomagar

Ommaya Layomagar con una fotografía de su hijo Aditya, que se ahogó junto con Sushil Layomagar. Foto: Mukesh Pokhrel/HimalKhabar a través de Nepali Times. Utilizada con autorización.

No es solo la región de Terai donde los niños se ahogan en fosas de extracción abandonadas. En Nuwakot, Binita Balami, de 12 años, cayó a una zanja abandonada por extractores de arena ilegales. Laxmi Tamang, de 35 años, saltó para intentar salvarla, pero también se ahogó. En 2020, un niño de 12 años se ahogó en circunstancias similares en el distrito de Nuwakot, en el río Likhu.

Ha habido muchas protestas localizadas contra los contratistas y peticiones para que cesen sus actividades, pero tanto el negocio legal como el ilícito gozan de protección política y han continuado ininterrumpidamente. La desenfrenada extracción de arena no solo es un peligro de ahogamiento para los niños, y también amenaza puentes y otras infraestructuras.

Los habitantes de Naktjij, en Dhanusa, se han quejado repetidamente al municipio por la extracción ilegal de grava en el río Aurahi, que ha llevado a la muerte de muchos niños. Y sin embargo, la práctica continúa.

Tras estas protestas contra la extracción ilegal de grava en el río Aurahi fue que a Dilip Mahato lo golpearon y luego lo atropelló un volquete cerca de su casa, en Sripur, en enero de 2020. Mahato era un universitario en India, y estaba indignado por las peligrosas fosas que los contratistas habían dejado cerca de su casa.

Chandrakala Devi Mahato with a picture of her son Dilip Mahato who was murdered for his activism against illegal sand mining.

Chandrakala Devi Mahato con una fotografía de su hijo, Dilip Mahato, asesinado por su activismo contra la extracción ilegal de arena. Fotografía: Mukesh Pokhrel/HimalKhabar a través de Nepali Times. Utilizada con autorización.

Tras su asesinato, los lugareños formaron un comité de lucha y emprendieron una batalla perdida contra los contratistas. El padre de Dilip, Ramjivan Mahato, dice que la Policía se puso de lado de los dueños del Centro de Procesado de Arena Churiyamai.

Las órdenes del Gobierno con respecto a la excavación de arena dicen que está prohibida la extracción de arena en un radio de 2 kilómetros de las ciudades, y en los ríos que estén dentro de un radio de un kilómetro de distancia de carreteras y puentes. La regulación exige a los contratistas que nivelen las fosas tras las actividades de cantera para que no contengan agua. Estas reglas son flagrantemente ignoradas.

Ni el Gobierno nacional, ni los provinciales tiene datos de cuánta arena, gravilla, o pedruscos se extraen de los ríos y arroyos de Nepal cada año, pero el Comité de Conservación Chure Tarai Madhes estima que se recolectan más de 30 millones de metros cúbicos de recursos de las orillas cada año a nivel nacional.

Los municipios suelen poner un precio mínimo de 211 rupias nepalíes (1.76 dólares) por metro cúbico de arena y grava cuando salen a puja, lo que significa que las ganancias por 30 millones de metros cúbicos sería de 6330 millones de rupias (más de 52 millones de dólares). Pero según la Comisión Nacional de Recursos Naturales y Finanzas, el Gobierno tan solo vio 4620 millones de rupias (casi 39 millones dólares) en beneficios por los contratos de extracción de arena y grava en el actual año fiscal, a pesar de que un tercio de los municipios del país han firmado contratos de excavación. Está claro que gran parte de la extracción es ilegal, o se cobra en comisiones.

Tan solo 20 de los cien municipios a lo largo de Chure Range que extraen arena y grava tenían licencia, según Prem Nath Poudel, geólogo del comité. Añade que “ha habido muchas más excavaciones de las que habíamos permitido. Incluso dentro de los 20 municipios que tienen la aprobación”.

Bachhelal Mahato shows the area where his nephew Anil Mahato drowned

Bachhelal Mahato muestra la arena en la que se ahogó su sobrino, Anil Mahato. Foto: Mukesh Pokhrel/HimalKhabar a través de Nepali Times. Utilizada con autorización.

El negocio se ve impulsado por el aumento de la construcción en el país, que ha aumentado las demandas por material de construcción. Este mercado es tan lucrativo que todos los líderes de partidos políticos, administración local, y oficiales de Policía están en el negocio.

Dev Prakash Tripathi es un periodista que por la desenfrenada extracción ilegal de su nativo Malekhu, se ha convertido en activista con la Campaña Salvar Trishuli en el distrito de Dhading. Dice que “los líderes y representantes del pueblo de todos los partidos políticos han invertido en el mercado de la arena y la grava, lo que implica que sus negocios están por encima de la ley”.

Esto enfurece a las familias como los Layomagar y Khatun, cuyos hijos se ahogaron en fosas de arena, y a Ramjivan Mahato, cuyo hijo activista murió a causa de contratistas sin ley, confabulados con políticos locales.

En Dhanusa, las excavadoras y volquetes del Centro de Procesado de Arena Churiyamai están de nuevo en las orillas del río Aurahi River, excavando por arena y grava. La compañía aún amenaza a la familia Mahato. Cuenta Ramjivan: “Dicen que ‘ya hemos matado a uno de tus hijo, no nos hagas matar a otro”.

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