Un «nuevo trato» para África: ¿es la mejor oportunidad para una generación?

Cuatro brillantes damas africanas (de izquierda a derecha: Gladys Asare, Rita Mensah, Shelia Asamoah y Augustina Mensah) muestran su ropa de moda a la venta en el mercado Kwame Nkrumah Circle, Accra, Ghana, el 13 de agosto de 2015. Imagen cortesía de Jonathan Torgovnik/Getty Images/Images of Empowerment, algunos derechos reservados (CC BY-NC 4.0).

Cada año, los jefes de Estado y de Gobierno se reúnen en cumbres mundiales, parte esencial del flujo y reflujo de la diplomacia internacional. La cumbre de París a la que asistieron los líderes africanos en mayo de 2021 prometía ser una de esas inusuales cumbres: una cumbre para cambiar África, no para cambiar la redacción de la retórica sobre África.

Pero, francamente, es fácil ser escéptico sobre lo que consiguen las cumbres mundiales: suelen prestarse a costosas oportunidades fotográficas y a discursos que respaldan anodinas declaraciones burocráticas que hacen avanzar las cosas hasta la siguiente cumbre. En cualquier caso, las cumbres siguen siendo importantes, aunque las cumbres con resultados genuinos y duraderos son escasas.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, recibió a los líderes africanos y a los responsables de las instituciones financieras mundiales en una cumbre que pretendía apoyar a las economías africanas duramente afectadas por la pandemia del COVID-19. La cancelación de la deuda y el apoyo financiero a través de un derecho especial de giro para los países africanos concedido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron los temas más importantes de la agenda.

Solo el tiempo será el juez de la cumbre: positivo, si se cancela o se abandona la deuda y se logra un nuevo ciclo de crecimiento sostenible en las economías construidas. Y aunque las deudas son un gran problema, el problema mucho mayor es que los países africanos están pagando demasiados intereses por estas deudas. Por ejemplo, el pago de los servicios de la deuda sigue siendo, en promedio, el gasto de más rápido crecimiento en el presupuesto fiscal de África subsahariana. El aumento de los pagos de los servicios de la deuda supone una gran preocupación.

Sin embargo, en París, con motivo de la cumbre de recuperación económica posterior a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la mayoría de jefes de Estado africanos y europeos, encabezados por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, publicaron un artículo de opinión en el que se pedía un nuevo acuerdo para África, un nuevo marco para hacer frente al debilitamiento de las instituciones que sustentan la solidaridad internacional y la cooperación entre los países.

En la primera iniciativa de este «nuevo acuerdo», se apoyaría a los países africanos más pobres que no tienen acceso a vacunas COVID-19 con derechos especiales de giro del FMI para enfrentar las desigualdades en la adquisición de vacunas. En segundo lugar, se centraría en la inversión a gran escala en salud, educación y lucha contra el cambio climático para apoyar la recuperación del continente y el progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030. Esta segunda iniciativa se llevaría a cabo mientras se reforzaría el papel de las instituciones financieras africanas dentro de una nueva arquitectura financiera internacional. En tercer lugar, se centraría en el dinamismo empresarial del continente, con la mejora del acceso a la financiación de los empresarios africanos.

No cabe duda de que la pandemia y las perspectivas de este nuevo acuerdo han aumentado la presión sobre Europa, los países desarrollados y los gobiernos para que aprovechen esta oportunidad de lograr un cambio generacional en África. La lección de los últimos meses es que los países desarrollados, por su propio interés, no pueden ignorar a otros países y continentes.

Las enfermedades que están a miles de kilómetros y que generan una emergencia de salud pública pueden afectarnos a todos. Así que, por razones de interés propio y de decencia, los Gobiernos del mundo desarrollado no pueden seguir dando la espalda a África. Por eso, este nuevo acuerdo podría ser el momento de la verdadera oportunidad y la mejor ocasión de una generación en África. He aquí cómo:

En primer lugar, África está cambiando, y para mejor. Muchos jóvenes están creando empresas; una encuesta realizada en 2020 reveló que la mitad de los jóvenes africanos dijeron que crearían una empresa si se les ofrecieran cien dólares estadounidenses. Esto es un buen augurio para el continente. Existe una nueva generación de africanos comprometidos con el espíritu empresarial, con la que el resto del mundo puede trabajar. De ahí que la iniciativa de financiar a los emprendedores sea bienvenida.

Pero, para que esta iniciativa tenga éxito, con la financiación de las empresas debe venir el acceso a nuevos mercados. Los empresarios africanos deben tener acceso a los mercados desarrollados para comercializar o vender sus productos y comprar insumos si quieren formar parte de un mundo verdaderamente global. La creación de la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) señaló la intención de tener nuevas relaciones comerciales con el resto del mundo. Y Europa tendrá un enorme impacto en el éxito de la AfCFTA, ya que es el principal socio comercial de África, históricamente influyente.

En segundo lugar, si los últimos años de relaciones con África se definieron por el crecimiento insostenible, el éxito de este nuevo acuerdo se definirá por la calidad de la gobernabilidad en África. Esto es lo que los africanos de esta generación quieren: Gobiernos limpios y transparentes comprometidos con la mejora de la vida de sus ciudadanos. Como es bien sabido, la ayuda adecuada, junto con el liderazgo correcto, puede ayudar a los países a superar los inmensos retos que enfrentan. Así pues, la capacidad de África para tener un Gobierno bueno y transparente tendrá que fortalecerse para apoyar cualquier intento de crecimiento sostenible. Y a medida que África siga creciendo y mejorando su Gobierno, existe la posibilidad de cambiar fundamentalmente la relación entre África, Europa y el resto del mundo.

Por último, además de Gobiernos que funcionen, África necesita tecnologías que funcionen. La era de la revolución digital ya está aquí y esta generación de africanos no tiene intención de quedarse a la zaga. Esta generación quiere desempeñar un papel clave en la configuración de la revolución digital. África alberga a muchas de las poblaciones más jóvenes del mundo, que cada vez están más capacitadas para usar el teléfono móvil. Un ecosistema digital fuerte y estable es especialmente crucial para el futuro éxito del crecimiento, ya que el acceso a los dispositivos digitales mejora la información de los consumidores y la inclusión financiera. Así, cuando el nuevo acuerdo se prepara para financiar la inversión en África, la inversión en un ecosistema digital debe ser una pieza central.

Hay muchas cosas en el mundo globalizado de hoy que animan a los escépticos y a los agoreros. Los ideales expuestos en el documento de opinión que publicaron los líderes africanos y europeos en la cumbre de recuperación económica posterior a la COP19, celebrada en París en mayo de 2021, constituían un reto inmensamente ambicioso para el mundo. Sin embargo, ese nuevo acuerdo es claramente factible. No hay que subestimar los problemas que habría que enfrentar, pero es la mejor oportunidad para África en una generación. Que se logre o no depende ahora del liderazgo de África y Europa. No hay garantía de éxito, pero el fracaso no debería ser por querer intentarlo.

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