De nuevo, los jamaicanos debaten si los estados de emergencia son eficaces para lucha contra la delincuencia o un parche

La Policía jamaicana patrulla una comunidad afectada por el estado de emergencia 27 de mayo de 2010. Foto del Servicio Mundial de la BBC en Flickr, (CC BY-NC 2.0).

En la mañana del domingo 14 de noviembre, los jamaicanos fueron sorprendidos con la noticia de que el primer ministro Andrew Holness daría una rueda de prensa sobre «asuntos de importancia nacional». Algunos medios se apresuraron a especular que el tema central sería la delincuencia.

Holness anunció que esa mañana se había impuesto el estado de emergencia pública en siete divisiones policiales, incluidas las de Montego Bay y otras dos parroquias del oeste de la isla, y en cuatro divisiones policiales de la capital, Kingston. Las restricciones cubren aproximadamente un tercio del país y estarán en vigor durante dos semanas, tras las cuales deberán ser revisadas por el Parlamento.

Los estados de excepción en Jamaica no son nada nuevo. Entre 1962, cuando el país se independizó de Gran Bretaña, y enero de 2018, el Gobierno impuso seis grandes estados de emergencia. Dos de los seis fueron en respuesta a catástrofes naturales, los otros a la delincuencia.

En abril de 2019, se volvió a declarar el estado de emergencia para las mismas tres parroquias occidentales que actualmente están bloqueadas, pero se levantó antes de las elecciones generales de 2020 en el país.

En la sesión informativa, el primer ministro señaló que las tasas de homicidio en las zonas afectadas habían aumentado entre un 16 y un 57 % este año. El comandante Antony Anderson, comisionado de Policía, añadió que hasta el 12 de noviembre, Jamaica había registrado 1240 asesinatos en 2021, a pesar de los toques de queda y los confinamientos por COVID-19. Las cuatro divisiones de Kingston representaban el 32 % de esa cifra, con 392 asesinatos. En las tres parroquias del oeste fueron asesinadas 272 personas, lo que representa el 22 %. Anderson subrayó que estas cifras no incluían los 11 asesinatos ocurridos en las 24 horas anteriores, nueve en zonas que habían sido declaradas en estado de emergencia. Anderson también señaló que el aumento de los asesinatos relacionados con las bandas y las represalias, alimentados por la extorsión, la estafa y el comercio de armas por drogas con Haití, representaban algo más del 70 % de los homicidios.

Aunque el primer ministro Holness señaló -no por primera vez- que la tasa de homicidios de Jamaica era tres veces superior al promedio regional y ocho veces superior al promedio mundial, la presentación no se limitó a las cifras. En un discurso por momentos emotivo, Holness destacó el impacto psicológico de la escalada de asesinatos en la sociedad jamaicana:

Every Jamaican would have recognised that the nature and frequency of the violence have evolved to a level of barbarity and a level of savagery; it is almost a competition for cruelty; the worst of the worst. It appears to be designed and properly calculated to drive fear into the citizenry of the country and panic in communities.

Todo jamaicano habría reconocido que la naturaleza y la frecuencia de la violencia han evolucionado hasta un nivel de barbarie y salvajismo; es casi una competencia por la crueldad; lo peor de lo peor. Parece estar diseñado y debidamente calculado para infundir miedo en la ciudadanía y pánico en las comunidades.

Holness se refería a una reciente serie de terribles asesinatos que han despertado la ansiedad entre la población en las últimas semanas.

Estas últimas medidas de emergencia se imponen con un interesante telón de fondo jurídico: En septiembre de 2020, el Tribunal Supremo de Jamaica dictaminó que la detención de cinco jóvenes durante un estado de emergencia anterior a mediados de 2019 era inconstitucional. El grupo de derechos humanos Jamaicans For Justice lo calificó como «una victoria histórica para los derechos humanos jamaicanos», pero el Gobierno apeló el fallo.  El caso sigue en el Tribunal de Apelación.

En un tuit publicado tres días después de la imposición de estos últimos estados de excepción, Jamaicans For Justice pidió «estrategias legítimas y sostenibles de lucha contra la delincuencia»,:

Jamaicans For Justice pide estrategias legítimas y sostenibles de lucha contra la delincuencia. Esto viene tras los estados de emergencia pública recientemente impuestos por el Gobierno.

El primer ministro respondió a estas críticas en su discurso del 14 de noviembre. «¿Debe el Gobierno estar paralizado por un debate académico sobre la constitucionalidad de la medida mientras la gente en Jamaica está muriendo?», preguntó, y añadió que «toda sociedad debe tener poderes para hacer frente a circunstancias excepcionales y emergencias».

Holness señaló a continuación que su administración estaba revisando la actual legislación contra la delincuencia y lamentó que «el Gobierno tenga que pasarla mal» y que «se tarde demasiado» en aplicar medidas más contundentes. También afirmó que los continuos «debates políticos» y la «constante ambivalencia» habían obstaculizado las iniciativas anteriores para que los estados de excepción funcionaran.

Damien King, profesor de la Universidad de las Indias Occidentales, se sintió ofendido por la referencia «académica» del primer ministro, y tuiteó:

La referencia del primer ministro a que su gobierno no quiere detenerse por «discusiones académicas sobre la constitucionalidad» de sus acciones debería estar entre las declaraciones más perturbadoras hechas por un primer ministro, justo al lado del «A veces no puedes quedar encadenado por la ley» de (ex primer ministro Percival James) PJ Patterson.

King también refutó el argumento del comentarista público Kevin O'Brien Chang:

Las leyes están hechas para las personas, no las personas para las leyes.

Más del 71 % de los jamaicanos quieren el estado de emergencia.

Si hay que cambiar las leyes, hay que cambiarlas.

La Constitución se redactó en 1962, cuando hubo 63 asesinatos.

Necesita una revisión para hacer frente a la realidad de 1301 asesinatos en 2020.

Es verdaderamente académico no ver esa realidad.
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No solo está equivocado, sino que es fundamental y profundamente erróneo. Las Constituciones existen precisamente para proteger los derechos del pueblo contra las mayorías y los Gobiernos que buscan la popularidad. De lo contrario, no habría necesidad de Constituciones.

En respuesta a una pregunta de la prensa sobre las preocupaciones en derechos humanos, la fiscal general, Marlene Malahoo Forte, dijo que se habían introducido cambios «sustanciales» en la normativa en respuesta a las preocupaciones planteadas desde 2018, y que a no todos los detenidos durante un estado de emergencia se les acusaría de un delito.

Una trabajadora social destacó las «desigualdades sociales» endémicas del país, y tomó los comentarios de la oposición de que las clases altas no se veían afectadas ni incomodadas por tales medidas:

Los hijos de los privilegiados están protegidos de las empresas públicas, dice Bunting
Si los jóvenes detenidos bajo los estados de emergencia fueran hijos de privilegiados, la protesta de los ciudadanos jamaicanos sería tan estridente que el Gobierno se vería obligado a revocarlos inmediatamente,
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La primera vez que me apuntaron con un arma a la cara fue un policía shotta. La segunda, tercera y cuarta vez, fue uno de ellos. Todas estas veces llevaba el uniforme de mi secundaria. Los hijos de los privilegiados están protegidos de esto.

El opositor Partido Nacional del Pueblo señaló que había mucho trabajo legislativo pendiente para abordar la delincuencia y la violencia:

AGIIDAD LEGISLATIVA.

Aunque el sector privado tomó con cautela las medidas, un conocido psiquiatra señaló en Twitter que el estado de excepción no era una respuesta suficiente a la cultura de la violencia en Jamaica:

Todo en nuestra cultura es violento. 1) nuestra historia 2) el lenguaje 3) la educación de los niños 3) la música 4) la Policía 5) los medios 6) la política. Necesitamos un cambio de mentalidad para enfrentar la violencia. No solamente el estado de emergencia

Irónicamente, apenas 48 horas después, un ataque a los participantes de un taller de reducción de la violencia en una de las zonas bajo estado de emergencia puso de manifiesto la dificultad del problema. UNICEF Jamaica tuiteó:

Asesinan a hombre en seminario contra la violencia en Westmoreland.
En pleno estado de emergencia pública en Westmoreland, un hombre armado entró esta tarde en un seminario de formación contra la violencia y disparó y mató a un participante delante de otros asistentes.
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UNICEF condena enérgicamente el brutal ataque perpetrado hoy contra miembros de la comunidad que participaban en un taller para reducir la violencia familiar. Estamos consternados por la pérdida de vidas y apoyaremos a los afectados por este trágico incidente.

Y los representantes de la Unión Europea y de Naciones Unidas en Jamaica emitieron una declaración conjunta en la que reafirmaban su apoyo a los programas gubernamentales de reducción de la violencia, como la Iniciativa Spotlight, que aborda la violencia de género.

En una gira por la parroquia de Westmoreland, el 18 de noviembre, tras los asesinatos de un policía y otras personas, el primer ministro afirmó que, a pesar de estos incidentes, el estado de emergencia ya ha «amortiguado» la delincuencia, lo que permite esperar un diálogo más reflexivo:

Necesitamos un poco de humildad tanto del Gobierno y de la oposición, ambos nos han fallado con la delincuencia. Una disculpa y luego un acercamiento… ponerlo al descubierto e invitar a todos a la mesa… lo que ha funcionado, lo que puede funcionar y el apoyo de la gente.

Aunque a lo largo de los años se han celebrado debates bipartidistas, hasta la fecha ha tenido pocos resultados.

La preocupación fundamental entre los jamaicanos sigue siendo: ¿Funcionan realmente los estados de excepción? Este tuit de Jeanette Calder, directora del portal Jamaica Accountability Meter, parece resumir las reacciones de muchos en el país:

La delincuencia está en la mira de todos los jamaicanos, los ricos y pobres. La gente está enviando al azar partes del cuerpo a parientes. No podemos cruzarnos de brazos y no hacer nada. No debería llegar a la puerta de tu casa para que te des cuenta de esto.
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No podemos cruzarnos de brazos sino preguntar… ¿Están funcionando los toques de queda y los estados de emergencia? ¿O solo nos sentimos mejor PENSANDO que se está haciendo algo?

Un editorial del Jamaica Gleaner también sugirió que las medidas actuales representaban «un fiasco que conlleva el riesgo de ser rechazado en los tribunales, lo que, en última instancia, deja al país en una posición algo precaria».

El público jamaicano esperará y verá. A pesar del efecto amortiguador a corto plazo señalado por el primer ministro, las expectativas a largo plazo no parecen optimistas.

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