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Un siglo de Etel Adnan: Montaña que deja montañas

Categorías: Medio Oriente y Norte de África, Líbano, Arte y cultura, Literatura, Medios ciudadanos

Aparte de su amor por las montañas, muy presente en sus cuadros, las obras de Etel tenían también colores vivos y vibrantes. Imagen publicada bajo licencia CC (BY-NC-SA 2.0).

Este artículo [1] se publicó por primera vez por Raseef22 [1] el 24 de noviembre. Se vuelve reproduce una versión editada como parte de una asociación con Global Voices.

Etel Adnan, emblemática poetisa, ensayista y artista visual libanesa de fama internacional, falleció el 14 de noviembre a los 96 años, tranquilamente en su casa de París. Deja atrás a su compañera de muchos años, la renombrada artista sirio-libanesa Simone Fattal.

A lo largo de su vida, que abarca casi un siglo, Adnan tuvo múltiples vidas, a través de su trabajo en el periodismo, la enseñanza, la escritura, la pintura y la poesía. Tuvo un profundo impacto en muchas personas, y una fusión de homenajes [2], recuerdos y condolencias continúan en las redes sociales, ya que en todo el mund,  muchos celebran su vida, aprecian su memoria y lamentan su pérdida.

Nos dio confianza»: Galeristas, administradores  y amigos recuerdan a la pionera artista y poeta Etel Adnan, murió a los 96 años.

Las innumerables facetas de su carrera provienen en parte de sus múltiples identidades, ya que creció en un hogar mixto en la ciudad de Beirut –que llevaba en el corazón–, con su madre greco-cristiana de Esmirna y su padre sirio-musulmán de Damasco, que era un oficial otomano de alto rango. Su exposición a múltiples idiomas y credos muy chica se convirtió en un aspecto formativo de su identidad, al igual que su estancia en el Líbano.

«La identidad también es una cuestión de elección. No es algo duro, como una piedra. También somos lo que queremos ser. Tomamos decisiones».
QEPD Etel Adnan.

Consideraba su edad un «regalo del cielo» por la perspectiva que le ofrecía. A sus noventa años, afirmaba tener una perspectiva única sobre el país del Líbano, por haber nacido en 1925, tan cerca de la fundación del Estado libanés en 1926. En entrevista [9] con Ricardo Karam en 2019, dijo que se consideraba una guardiana de los recuerdos del Líbano, recordaba haber crecido en un Líbano cosmopolita, y que fue testigo de los muchos períodos de su historia. Describió haber visto el período de la dominación francesa, la Guerra Mundial y la primera generación de mujeres que pudieron nadar y que pudieron trabajar; fue testigo de la liberación de las mujeres de su generación.

QEPD Etel Adnan, tu memoria vive en tus palabras «¿La memoria la producimos nosotros, ¿o somos nosotros? Es muy probable que nuestra identidad sea lo que nuestra memoria decida retener. Pero no supongamos que la memoria es un almacén. No es una herramienta para poder pensar, es pensar, antes de pensar».

Estuvo activamente comprometida con la liberación de su generación, fue una de las primeras mujeres libanesas en trabajar en una oficina. A los 16 años, trabajó en una oficina de prensa, donde describió el final de la guerra.

Adnan pintó la libertad a través de sus vibrantes lienzos, con pinceladas y colores saturados de vitalidad con su espátula. Creía que la libertad era un regalo que había que ganarse. Para ella, el amor existía entre dos libertades. Su última libertad era la de mantener su espíritu infantil y su capacidad de soñar. En la misma entrevista, describió sus sueños de un mundo mejor:

My dreams are not for me, but for my environment, I dream of a Lebanon that is at peace with itself, a Lebanon at the level of the quality of the people that live in this country.

Mis sueños no son para mí, sino para mi entorno, sueño con un Líbano en paz, un Líbano a la altura de la calidad de la gente que vive en este país.

A lo largo de su vida y su obra, Adnan sintió una responsabilidad y afinidad hacia el Líbano y el mundo árabe, construyó sus montañas alrededor.

Etel Adnan se educó en escuelas francesas de Beirut y estudió filosofía en la Sorbona de París. Luego se trasladó a Estados Unidos para hacer estudios de postgrado en filosofía en la Universidad de Berkeley y Harvard. Enseñó filosofía y escribió ávidamente poemas, ensayos y obras de teatro, con gran éxito de crítica.

Adnan regresó al Líbano en 1972, donde trabajó como editora cultural para dos revistas culturales, Al Safa y L'Orient le Jour, y conoció a Simone Fattal en Beirut. Con Fattal, huyó de la guerra civil a París, donde escribió su premiada novela «Sitt Marie-Rose», que se ha convertido en un clásico de la literatura de guerra. Simone Fattal describe su escritura como «incisiva, intrépida y feroz», lo que también es una descripción acertada de su carácter y su trabajo en todas las disciplinas.

En una entrevista [11] con el Museo de Arte Moderno de San Francisco (SF MoMA) en 2018, describió su primer encuentro con la pintura a los 20 años, cuando se fue a estudiar a Francia. Fue al Louvre y describió ser tan «inocente hacia el arte» que le impresionó más allá de lo que podía soñar.  «Me consideré afortunada por no haber tenido contacto con el arte antes», dijo. «¡Me impactó totalmente!».

Aunque describió que le encantaba dibujar en la escuela, fue hacia los 35 años cuando Etel Adnan empezó a pintar; las artes visuales conectaron de inmediato con su escritura. Veía la escritura como un dibujo y el dibujo como una escritura, la esencia de ambos una forma de fotografía del alma, creada para otros en un diálogo continuo.

Adnan se sentía más a gusto en el terreno de un entorno urbano rodeado de naturaleza. Describió haber encontrado la belleza en el entorno natural urbano de San Francisco, donde visitaba el bosque Redwood de los bosques de Muir, el parque nacional de Yosemite y su montaña, el monte Tamalpais, que se convirtió en una fuente central de inspiración para su obra. Le recordaba a Beirut, una capital cercana a las montañas. En sus escritos, dibujos y pinturas, las montañas eran seres sensuales, considerados en confluencia con los cielos y la tierra, que entraban en erupción en los volcanes.

me dicen que hay cuatro estaciones
pero yo vivo en una quinta
que es tu espacio
y tu tiempo

-Etel Adnan
—————-
La luna se oscureció al amanecer
la montaña temblaba
con anticipación
y el océano tenía una doble sombra
el azul de su superficie con el
azul de las flores
mezclados en estelas de agua horizontales
había una brisa para
presenciar la hora

-Etel Adnan

El monte Tamalpais se repite a menudo en sus cuadros, cada vez con colores, formas y figuras diferentes. Hablando de Tamalpais a Simone Fattal, dijo que el proceso de pintar y escribir le daba la certeza implícita de lo que era la montaña, de lo que podía ver, pero atribuía una autonomía de ser tanto a la montaña como a sus representaciones.

Usaba una paleta brillante y rica que atribuía a su identidad de «artista californiana», encontraba placer de construir cosas en color. De niña, Adnan quería ser arquitecta. Sus cuadros revelan lo que Simone Fattal denominó el «vocabulario de un arquitecto», que puede apreciarse en su enfoque de las composiciones cuidadosamente construidas.

A través de pinturas, dibujos, tapices y leporelos (pequeños cuadernos plegados en acordeón), Adnan tejió historias y poemas en su característico lenguaje abstracto de la luz. En una entrevista [15] con la revista Apollo, describe la evocación de un paisaje interno: «un paisaje que está en mí». Su obra se ha expuesto en instituciones de todo el mundo, como el MoMA de San Francisco, el Zentrum Paul Klee de Berna, el Instituto del Mundo Árabe de París y las Galerías Serpentine de Londres. Ha expuesto en la Documenta 13 de Kassel (Alemania), la Bienal de Sharjah (Emiratos Árabes Unidos) y la Bienal del Whitney de Nueva York..

La obra de Adnan puede verse actualmente en el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York [16], en la exposición ‘Etel Adnan: La nueva medida de la luz’ y en Sfeir-Semler Gallery [17] de Hamburgo, en una exposición de nuevas obras con motivo del Premio Lichtwark 2021 que se concederá a Adnan a título póstumo el 18 de noviembre.

En un sentido de compromiso y responsabilidad con el mundo, Adnan dio generosamente su tiempo, sus dones y a sí misma, con un creciente sentido de urgencia hacia sus últimos años. Escribió sobre el universo, la vida, la muerte, la naturaleza y las ciudades, las montañas y las mujeres. En las mañanas posteriores a su muerte, el universo llora a su autoproclamada «mejor amiga».

Adnan creía que la memoria trabaja contra la muerte, la memoria colectiva actuando en lo que ella describía como una forma loca de negación disfrazada (la folie déguisée). En su entrevista con Ricardo Karam, cuando le preguntó cómo quería que la recordaran, exclamó que quería que la gente «recordara que amaba el mundo, que amaba el universo y que estar viva era un regalo del universo».