Las comunidades costeras de Japón, junto con voces de todo el mundo, han denunciado un nuevo plan gubernamental para arrojar al océano Pacífico aguas contaminadas procedentes del lugar donde sucedió el desastre nuclear de Fukushima. Las comunidades locales y otras comunidades costeras del Pacífico temen que este vertido envenene el entorno y tenga graves consecuencias en los rubros de pesca y el turismo, que desde hace más de diez años luchan por recuperarse del accidente nuclear sucedido en marzo de 2011 en la costa noreste japonesa.
Según el plan gubernamental que se hizo público el 28 de diciembre de 2021, la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) comenzará a liberar un millón de toneladas métricas de aguas radiactivas de la planta de Fukushima en el océano Pacífico en 2023. Este plan, que se desarrollará durante los próximos meses, prevé la construcción de un túnel submarino para bombear el agua al mar. También se han reservado fondos para compensar a los sectores locales de pesca y turismo por potenciales «daños en su reputación».
En marzo de 2011, un terremoto seguido de un tsunami causó la fusión de tres reactores nucleares operados por TEPCO en Fukushima. A lo largo de los años, las aguas subterráneas que pasaban por las plantas se han ido contaminando de radiactividad. Con el fin de evitar que estas aguas lleguen al océano, se bombearon desde los edificios de los reactores a grandes tanques que ahora dominan la instalación.
En diciembre de 2021, en los tanques de la estación eléctrica nuclear de Fukushima Daiichi se almacenaban al menos un millón de toneladas de agua contaminada.
Aunque se han retirado los contaminantes más radiactivos, el agua almacenada que el Gobierno japonés pretende bombear al mar sigue conteniendo cantidades considerables de tritio, elemento radiactivo que según algunos expertos, resulta inofensivo cuando se diluye en agua marina.
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El plan del Gobierno japonés de bombear el agua contaminada lleva en proyecto desde 2020. En abril de 2021, Greenpeace dijo que había recopilado 183 000 firmas contra el plan de arrojar agua de la planta de Fukushima.
En abril de 2021, grupos surcoreanos de la sociedad civil publicaron una declaración en la que condenaban el plan de TEPCO, y señalaron que «incluso diluida, la cantidad total de material radiactivo que se arroja al mar sigue siendo la misma. Si se descarga agua radiactiva, será un desastre irrevocable no solo para el ecosistema marino sino también para los humanos».
El tema se trató durante la reunión de ministros de Exteriores de las islas del Pacífico en julio de 2021, que hicieron la siguiente declaración:
Forum Foreign Ministers noted the concerns surrounding the seriousness of this issue in relation to the potential threat of further nuclear contamination of our Blue Pacific and the potential adverse and transboundary impacts to the health and security of the Blue Pacific Continent, and its peoples over both the short and long term.
Los ministros de Exteriores quieren señalar su preocupación por la seriedad de este asunto, en relación con la amenaza potencial de más contaminación nuclear de nuestro Pacífico azul, y los potenciales impactos adversos transfronterizos sobre la salud y la seguridad del continente del Pacífico Azul y sus gentes a corto y largo plazo.
En noviembre de 2021, TEPCO dijo que su valoración del impacto radiológico mostraba una influencia mínima en el entorno:
The assessment found that effects of the discharge of ALPS (Advanced Liquid Process System) treated water into the sea on the public and the environment is minimal as calculated doses were significantly less than the dose limits, dose targets, and the values specified by international organizations for each species.
La evaluación mostró que los efectos sobre el público y el entorno de la descarga en el mar de agua tratada con ALPS (sistema avanzado de procesamiento de líquidos) es mínimo, ya que las dosis calculadas están significativamente por debajo de los límites especificados por las organizaciones internacionales para cada especie.
TEPCO aseguró al público que actualiza continuamente sus estudios científicos sobre el plan para liberar agua procesada en el Pacífico, pero sigue habiendo dudas sobre sus informes, sobre todo porque hay muy pocos planes concretos sobre la forma y el lugar en que se arrojará el agua contaminada, lo que dificulta que los observadores externos puedan evaluar los riesgos.
El Colectivo Pacífico sobre Temas Nucleares, que representa a organizaciones de la sociedad civil radicadas en Oceanía, refuta la veracidad de esos estudios. También tiene un mensaje para TEPCO y el Gobierno japonés :
The Pacific is not and must not become the dumping ground for nuclear wastes.
The Collective considers that TEPCO, and the relevant Japanese Government agencies, have wrongly prioritised convenience and costs over the short term and long term environmental and human cost of their planned actions.
El Pacífico no es y no debe convertirse en un vertedero de basuras nucleares.
El Colectivo considera que TEPCO y las instituciones relevantes del Gobierno japonés han priorizado erróneamente su conveniencia y costes sobre los costes humanos y medioambientales a corto y largo plazo de las acciones que planean.
Residentes japoneses también han expresado sistemáticamente su preocupación por los planes de TEPCO.
Greenpeace entrevistó al pescador Ono Haruo, de la ciudad de Shinchi, en Fukushima, que tomó el sentir de la población local:
Fish are finally starting to return after ten years, but if they now pour tritium into the water, no matter how much they dilute it, who’s going to buy those fish? Who wants to eat poisoned fish?
The ocean is our place of work. Can you imagine what it feels like for that to be intentionally polluted?
It’ll be 30 or 40 years before we see the effects. The causal relationship will have become unclear and it’ll be impossible to prove anything. What’s going to happen to the future of our children, our grandchildren? It’s not even clear who will take responsibility.
Por fin el pescado comienza a volver, después de 10 años, pero si ahora arrojan tritio en el agua, lo diluyan o no, ¿quién va a comprar ese pescado? ¿Quién quiere comer pescado envenenado?
El océano es nuestro lugar de trabajo. ¿Pueden imaginar cómo nos hace sentir que se vaya a contaminar intencionadamente?
Pasarán 30 o 40 años antes de que veamos los efectos. La relación causal ya no será clara, y resultará imposible probar nada. ¿Qué pasará con el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos? Ni siquiera está claro quién debe asumir la responsabilidad.
En noviembre de 2021, un grupo de madres en la ciudad de Iwaki, en Fukushima, participó en una protesta para mostrar su oposición al plan de arrojar agua contaminada al océano. Las ciudades de Okuma y Futaba, que acogen el afectado complejo Fukushima Daiichi, han sufrido una despoblación prácticamente completa a lo largo de los últimos diez años.
En el primer trimestre de 2022, la Agencia Internacional de Energía Atómica evaluará e informará sobre los planes de tratamiento del agua de Fukushima, mientras que los interesados seguirán intentando convencer a las autoridades para que se pueda llevar a cabo el controvertido plan de TEPCO.