Tobago abandona código de vestimenta «colonial» y espera que su isla hermana, Trinidad, haga lo mismo

Imagen compilada con elementos libres de Canva.

Si visitas una oficina gubernamental en Trinidad y Tobago – -como ocurre en muchos territorios del Caribe– debes cumplir un estricto código de vestimenta. No se puede llevar nada «sin mangas» (incluidas las mangas caídas y los chalecos). Minifaldas, pantalones cortos, pantalones capri, pantalonetas, zapatillas y prendas transparentes también están prohibidas. Muchas empresas estatales e instituciones financieras también prohíben usar gorras por razones de seguridad, lo que resulta irónico ahora que las máscaras son obligatorias en los espacios públicos del país como consecuencia de la pandemia de COVID-19.

Incumplir estas normas suele ocasionar que no se pueda acceder a estos servicios públicos, ya que se te reprende públicamente y se te pide que abandones el edificio. Este trato ha sido una manzana de la discordia para el público durante décadas, los ciudadanos sugieren que tales códigos de vestimenta son anticuados y no tienen en cuenta el clima tropical del país -las temperaturas medias diarias son de 26,5 Celsius o 79,7 Fahrenheit- ni que no todos los miembros del público pueden tener un armario que satisfaga los requisitos.

Por eso, una de las primeras medidas que ha tomado el nuevo secretario jefe de la Asamblea de Tobago (THA), Farley Augustine, después de que su partido, el Partido Democrático Progresista (PDP), obtuvo una aplastante victoria en las elecciones del 6 de diciembre, fue retirar el polémico código de vestimenta.

Refiriéndose a esta práctica como «vestigios del colonialismo», Augustine sostuvo que nadie que quiera acceder a los servicios gubernamentales debe ser rechazado por su vestimenta:

Effective immediately we will […] send out a circular notifying of the change in policy with regards to the dress code for people seeking services in THA offices [doing away with] those clumsily written signs about no shorts, no sleeveless and no slippers […] We are not the first in the Caribbean to do this, it is about shaking off the vestiges of colonialism that we have held onto for dear life. No one can convince us that we ought to turn people back because they are wearing slippers. The taxpayers are paying us, we will dress professionally and serve the people however they come.

A partir de ahora, […] enviaremos una circular para notificar el cambio de política en lo que respecta al código de vestimenta para quienes requieran servicios en las oficinas del THA [y eliminaremos] esos carteles torpemente escritos sobre no llevar pantalones cortos, no llevar mangas y no llevar zapatillas […] No somos los primeros en el Caribe en hacer esto, se trata de sacudir los vestigios del colonialismo a los que nos hemos aferrado. Nadie puede convencernos de que debemos rechazar a la gente porque lleve zapatillas. Los contribuyentes nos pagan, nos vestiremos con profesionalidad y serviremos a la gente venga como venga.

La mayoría de los usuarios de las redes sociales celebraron el cambio, y varios pidieron que Trinidad siguiera el ejemplo. En Facebook, Gerard Johnson dijo que el antiguo código de vestimenta era «una de las políticas más ignorantes en la plantación», mientras que A Corey Gilkes lo mencionó como «la prueba más visible de la bancarrota de nuestra ‘Independencia'» y bromeó con que «lleva chaqueta y corbata en el único momento del año en que es apropiado: J'Ouvert Morning». (J'Ouvert es el ritual sagrado, elemental y desordenado que marca el inicio formal del carnaval de Trinidad y Tobago).

Dilworth Braithwaite añadió:

To refuse service to anyone for any reason related to dress codes are discriminatory, classist, and rooted in colonialism and segregation.

Negar el servicio a alguien por cualquier motivo relacionado con los códigos de vestimenta es discriminatorio, clasista y tiene sus raíces en el colonialismo y la segregación.

Sin embargo, no todos se sintieron cómodos con la política de vestimenta relajada. Trevor Williams sugirió que «algunos llegarán al extremo si no se les restringe», a lo que Merlín Hernández respondió:

Fascist much? Curtailing freedom with fear, (the colonial playbook, of course), and enforcing it through rules (and law perhaps). Playing the pan was once unacceptable to the elitist (read fascist) colonial mindset. Beating a drum was once illegal too. So now it's showing underwear…

¿Muy fascista? Restringir la libertad con el miedo, (el libro de jugadas colonial, por supuesto), e imponerla mediante reglas (y leyes, tal vez). Tocar la cacerola fue una vez inaceptable para la mentalidad colonial elitista (léase fascista). Tocar un tambor también fue ilegal en su día. Así que ahora es mostrar la ropa interior…

Cheryl Hernández señaló que el antiguo código de vestimenta fomentaba un doble rasero, ya que algunos empleados públicos se saltaban las normas, mientras que Pat Agar reflexionó:

That whole dress code policy in T&T is plain silly. It would make more sense to require good manners and patience when doing business.

Toda esa política de código de vestimenta en Trinidad y Tobago es simplemente una tontería. Tendría más sentido exigir buenos modales y paciencia al hacer negocios.

Muchos repitieron este último punto, sobre todo después de que la ministra de Administraciones Públicas, Allyson West, consideró que había asuntos más urgentes de los que ocuparse que un código de vestimenta.

En respuesta, la bloguera Denise Demming sugirió que, si se examina adecuadamente, la cuestión es de justicia social:

It is a problem of politicians losing touch with the needs of ordinary folks and forgetting the old adage that little things mean a lot. Most of us just want to live, follow the rules and keep out of trouble but the system works against us.

Es un problema de los políticos que pierden el contacto con las necesidades de la gente común y corriente, y olvidan el viejo adagio de que las pequeñas cosas significan mucho. La mayoría solo queremos vivir, seguir las normas y no meternos en líos, pero el sistema funciona en nuestra contra.

Algunos usuarios de redes sociales contaron sus historias sobre las muchas maneras en que el sistema ha funcionado en su contra, y cómo algunos han logrado burlar a los encargados de hacer cumplir el código de vestimenta, a menudo de manera ingeniosa y cómica.

Con el nuevo código de vestimenta ya vigente en Tobago, los ciudadanos pueden ocuparse de sus asuntos sin temor a ser humillados o rechazados, pero parece que Trinidad, sumida en la burocracia, tendrá que esperar un poco más.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.