¿Eran predecibles las protestas kazajas?

Las protestas en Kazajistán se extendieron por todo el país. El 4 de enero, una gran multitud se reunió en la ciudad norteña de Aktobe. Foto: Esetok (CC BY-SA 4.0 via Wikimedia Commons).

Las recientes protestas violentas en Kazajistán siguen resonando, pese al reciente retiro de la fuerza de intervención dirigida por Rusia. Ahora es evidente que no fueron un fenómeno singular y unificado. Más bien fueron una cascada de sucesos relacionados, que comenzaron con protestas populares regionales, saltaron espontáneamente a todas las ciudades importantes y se intensificaron en Almaty con una violencia espectacular y un aparente intento fallido de golpe de Estado por parte de elementos descontentos de la élite que rodea al expresidente Nursultan Nazarbayev.

Los actos de protesta fueron geográficamente dispersos, sin consignas unificadas ni estructuras de coordinación nacional, y su resultado fue violento solo en algunos lugares, sobre todo cuando las fuerzas del crimen organizado se apoderaron de las protestas de Almaty. El presidente de Kazajstán, Kassym-Jomart Tokayev, afirmó ver la intervención oculta de actores no identificados, incluidos islamistas, y calificó a los manifestantes de «terroristas». Se necesitará tiempo para obtener una imagen completa de los acontecimientos de la protesta y su geografía, y de las conexiones entre las protestas callejeras y el supuesto golpe de palacio. Pero ¿era realmente impredecible el mayor disturbio civil de la historia del Kazajstán independiente? Nuestra investigación sugiere que no.

Organizamos una de las últimas encuestas presenciales en Kazajistán justo antes de la pandemia de coronavirus. Esta encuesta representativa a nivel nacional, con 1200 encuestados adultos, fue realizada por una importante empresa nacional de encuestas, entre diciembre de 2019 y enero de 2020. La encuesta formaba parte de un proyecto de investigación más amplio sobre las actitudes geopolíticas en determinados estados vecinos de la Federación Rusa, e incluía la investigación de encuestas también en Armenia, Belarús, Moldavia, Georgia y Ucrania, y en algunos territorios escindidos en disputa. La mayoría de las preguntas que formulamos fueron las mismas en todos los lugares, por lo que es posible comparar las actitudes entre países. Nuestras encuestas estaban casi terminadas cuando se produjo la pandemia, y ya no se puedo hacer encuestas cara a cara. Belarús y ahora Kazajstán han experimentado una importante agitación política desde que se completó nuestra investigación. ¿Es posible saber, a partir de los resultados de nuestra investigación, que habría problemas en Belarús y luego en Kazajstán? No exactamente: ninguna encuesta es una bola de cristal sobre el futuro. Pero nuestros datos muestran un considerable descontento entre los ciudadanos kazajos incluso antes de que la pandemia trastornara la vida normal. He aquí cinco indicadores claros de estas preocupaciones.

1. Asuntos económicos fueron el problema más citado

Nuestra encuesta pedía a los encuestados que enumeraran los tres mayores problemas de Kazajstán por orden de prioridad. La pregunta era abierta, por lo que tuvimos que agrupar después las respuestas en categorías. Acabamos usando cuatro categorías: problemas relacionados con la economía, con los derechos políticos y los problemas étnicos, con los servicios estatales y con la corrupción. Esta pregunta nos permitió identificar los problemas más citados, así como el problema mencionado con más frecuencia como el número uno en Kazajstán. Encontramos que los problemas económicos (desempleo, inflación y bajos salarios) fueron los más citados. Para el conjunto de la muestra, el 94 % indicó que estos problemas figuraban entre los tres primeros; la proporción alcanzó el 99 % en la muestra de la ciudad de Almaty.

2. La corrupción sigue de cerca, y es específica de ciertas regiones geográficas

Los analistas tratan con demasiada frecuencia a Kazajstán como un único y gran espacio unificado, aunque este gran país tiene regiones muy distintivas asociadas a especializaciones económicas y concentraciones de nacionalidades. A diferencia de otras encuestas que hicimos en países postsoviéticos, las diferencias demográficas no son tan evidentes en los datos de Kazajistán. En Belarús, por ejemplo, se observaron grandes diferencias en las opciones políticas entre los distintos grupos de edad. Este patrón regional es importante porque las recientes protestas comenzaron en la región petrolera y gasífera del oeste de Kazajistán antes de pasar a la excapital y mayor ciudad, Almaty, y a otros lugares. Al examinar la pregunta sobre el problema a nivel regional, descubrimos que la corrupción aparecía como el principal problema en dos regiones de Kazajstán -el norte, incluida la capital Nur-Sultan, y el sur- y empatado con los problemas económicos en el oeste. En general, el 49 % de los encuestados mencionó la corrupción como uno de los tres mayores problemas (ver la figura para detalles regionales).

Gráfico muestra la suma de respuestas a la pregunta «¿Cuáles son los tres mayores problemas de Kazajstán en la actualidad?» por orden de prioridad

3. Descontento con los servicios públicos es generalizado; no tanto con los derechos políticos

También se puso de manifiesto una fuerte insatisfacción con la calidad de los servicios gubernamentales (asistencia sanitaria, prestación, disponibilidad y costos de educación, pensiones bajas), que el 62 % catalogó como un problema. Sin embargo, un tercio de la muestra no prestó mucha atención a los derechos políticos y las cuestiones étnicas en sus diversas formas. Los derechos políticos y las cuestiones étnicas incluyen la preocupación por las elecciones libres, las reclamaciones de propiedad, la igualdad de género y la discriminación étnica. Esto no significa que estos temas no sean importantes para la gente, sino que no están en primera línea de sus preocupaciones cotidianas. Los encuestados de Almaty fueron más propensos a nombrar los problemas políticos y étnicos que los del resto del país.

4. Algo más de un tercio considera que el sistema político kazajo es el mejor

A la pregunta de cuál sería el mejor sistema político para Kazajstán, solo el 36,9 % eligió el sistema kazajo actual, mientras que el 25 % eligió el sistema soviético. Un número menor prefirió los sistemas democráticos occidentales (alrededor del 14 %) y menos del 6 % el sistema político ruso actual. El análisis demográfico demostró que las personas más pobres y con menor nivel educativo tendían a preferir el sistema soviético. Esta preferencia de aproximadamente un tercio por el sistema soviético es la misma que en Belarús, pero el apoyo al sistema político local es significativamente mayor que en Belarús (solo el 15 %), donde el sistema democrático occidental fue elegido por el 32 %.

5. Confianza presidencial fue baja

La encuesta se hizo menos de un año después de que Nazarbayev dejó la presidencia que ocupaba desde 1991 y dio el control formal al actual presidente Tokayev. Para contrarrestar el sesgo de deseabilidad social, usamos una técnica de encuesta llamada experimento de lista para sondear la confianza de los ciudadanos en su presidente. Se trata de una forma indirecta de preguntar por la confianza: dada una lista de instituciones (sin mencionar ningún nombre), los encuestados indican en cuántas confían. Cambiando aleatoriamente la presidencia en las listas de instituciones, podemos estimar la confianza general en la presidencia. Los resultados fueron especialmente bajos: un promedio general del 24,3 % confiaba en el presidente, y en las regiones occidentales el nivel era igual a cero. Otros porcentajes regionales fueron el norte (incluyendo Nur-Sultan) 17,7, la ciudad de Almaty 25,9 %, el centro-este 19,6 % y el sur con 52,4 %. En Belarúis encontramos niveles similares de confianza en los líderes políticos utilizando el mismo formato de pregunta justo antes de las elecciones presidenciales y las posteriores protestas masivas.

Las protestas políticas no son como los experimentos científicos, con resultados predecibles cuando se mezclan ciertos elementos. Los acontecimientos específicos, las condiciones locales, la comunicación, la organización y el liderazgo son importantes para dar una chispa inicial y la posterior difusión e impulso. Sin embargo, las actitudes de fondo formadas por el deterioro de las condiciones económicas y la experiencia cotidiana con los servicios estatales y la corrupción importan mucho. La transición presidencial de 2019 en Kazajistán coincidió con un aumento significativo de las protestas políticas en ese año, antes de que se produjera la pandemia de coronavirus. Al igual que en Belarús, las condiciones eran propicias para las protestas antigubernamentales. Aunque el resultado fue una reafirmación del control por parte del centro autocrático en ambos casos, no es probable que las actitudes que literalmente alimentaron las protestas –recordando que el aumento de los precios del gas licuado de petróleo (GLP) dio la chispa inicial– hayan desaparecido.

John O'Loughlin, profesor universitario de distinción en la Universidad de Colorado en Boulder, es un geógrafo político con intereses de investigación en los resultados humanos del cambio climático en el África subsahariana y en las orientaciones geopolíticas de la gente en los estados postsoviéticos.

Marlene Laruelle, profesora de investigación de Asuntos Internacionales y Ciencias Políticas, es directora del Instituto de Estudios Europeos, Rusos y Euroasiáticos (IERES) de la Universidad George Washington, como directora de su Programa de Asia Central.

Gerard Toal, profesor de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de Virginia Tech en Arlington, es geógrafo político y autor de «En el extranjero: Putin, Occidente y la contienda por Ucrania y el Cáucaso» (Prensa de Universidad de Oxford, 2019).

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