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Fotógrafo brasileño documenta la belleza de los cuerpos de quienes viven en la favela

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Arte y cultura, Buenas noticias, Etnicidad y raza, Juventud, Medios ciudadanos

Uno de los primeros ensayos de Rafael se realizó en el parque junto a la comunidad en la que viven él y sus retratados, en Belo Horizonte, sureste de Brasil | Foto: Rafael Freire/Usada con autorización.

Rafael Freire quería ser ingeniero agrónomo. Era buenísimo en matemáticas, sabía que sería un buen camino a seguir, e creía en el amor. En la escuela, lo llamaban «Pequeño Príncipe». «Me iba de viaje», recuerda riendo.

Pero un día, la certeza sobre el amor acabó y también la idea de futuro que Rafael había construido para él. Sus padres se separaron, am. «Mi madre tuvo que asumir todas las responsabilidades financieras de la casa. Por eso, tuve que dejar de estudiar [cuando estaba en secundaria]».

Ese cambio llevó al inicio de la carrera de Rafael como fotógrafo. Hoy, a los 28 años, es responsable de retratar la vida y la belleza de quien vive a su alrededor, en una comunidad conocida como Aglomerado da Serra [1], en Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, al sudeste de Brasil, con relatos sobre racismo, negritud, ancestros e invisibilidad social.

Nació y ha vivido toda su vida en la localidad, de donde no tiene planes de salir. Los relatos son suyas o de sus modelos, que son presentados al público en las publicaciones de fotos y videos en las redes sociales del fotógrafo.

«No es algo mío, no es para mí, es para otros», define.

Derecho de soñar

Forma parte del proyecto «Naturaleza desnuda». Foto: Rafael Freire/Usada con autorización.

Con la separación de sus padres, Rafael pasó a «mirar autos», en sus palabras. Cuidaba autos de la gente «del otro lado de la Serra», la zona donde viva la clase media.

Aglomerado da Serra es uno de los dos mayores [2] conjunto de favelas de América Latina. Se ubica en la zona sur de la ciudad de Belo Horizonte, concentra a casi 50 000 personas [3] que suben y bajan los cerros todos los días. Belo Horizonte tiene tiene cerca de 2,5 millones de habitantes.

«Mi casa está bien el medio. Si se mira desde arriba, se ve que las calles forman un diseño que parece una flor», cuenta.

Con casi 18 años, Rafael consiguió trabajo en una papelería de la comunidad. «¿Cuál es tu sueño?», preguntó una compañero de trabajo de la época. «Recuerdo que le respondí que no sabía. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Y trabajamos. Y no tenía derecho de soñar, no sabía que podía. Dijo que no quería ser nada, que no quería crecer más».

La muchacha insistió. Rafael acabó revelando que le gustaba escribir y que, a veces, tomaba algunas fotos. Recuerda describir cierto alivio que sentía al fotografiar con el celular que tenía en esa época.

«[Mi compañera] dio que podría invertir en eso y ser fotógrafo», recuerda.

Su compañera lo ayudó a comprar su primera cámara, una semiprofesional que pagó en varios plazos.

«Ella estaba ahorrando para su boda y decidió prestarme una parte del dinero para comprar una camera. Hicimos un contrato de amigo y fui soñando».

Las primeras fotos se tomaron en el Parque Municipal de Mangabeiras [4], también en Belo Horizonte. Todas las mañanas, Rafael preparaba una cámara y algo para comer. Regresaba por la tarde, pasaba las horas conociendo la máquina y viendo cómo la luz se ponía de diferentes formas en los árboles, las plantas y su piel.

Eso resultó ser su primer proyecto, una serie de autorretratos. Rafael publicó las fotos em una red social –en ese entonces. Orkut– y logró algo de reconocimiento en la comunidad y entre amigos de colegio.

«Pasé a que me buscaran para retratar a otras personas de la comunidad. Eso me dio confianza suficiente para hacer mi primer proyecto de autor con otras personas», cuenta.

También surgió «Naturaleza desnuda», retratos de cuerpos desnudos en la naturaleza, que repercutió en su ciudad, especialmente por la diversidad de cuerpos que Rafael retrató.

«Sin que sea hipersexualizado, sin que sea sobre el cuerpo como objeto», enfatiza el fotógrafo.

Rafael acabó la secundaria. Un tiempo después, lo contrataron para trabajar en una escuela pública, y pasó de alumno a profesor, lo invitaron a enseñar fotografía para niños en una escuela local.

Cuenta que estar en la escuela fue lo que la abrió los ojos a la importancia de la representatividad y cómo eso debería estar presente también en su trabajo fotográfico.

«Me di cuenta de que enseñar en una escuela con el 90 % de alumnos negros. Dejé mi pelo crecer en ese período. Comencé a hacer cursos complementares también, especialmente sobre estética negra».

Pero a mediados de 2015, la escuela quedó paralizada por un tiempo después de que comenzó a enseñar, nadie podía salir a la calle, nada estaba abierto. «Dos facciones entraron en conflicto. No sabía qué hacer con los niños».

Rafael decidió fotografiar lo que veía. Desde ese momento, surgió el proyecto «Construyendo la paz: versos en imágenes», donde sus alumnos, niños de diez años, escribieron versos para las fotos.

«En una de las poesías, una aluna reflexionó sobre el hecho de que no hay flores en la favela. Nunca me hubiera dado cuenta, y ella tenía la más absoluta razón», cuenta Rafael, y recuerda la contradicción, ya que la palabra favela también designa a un flor [5].

Esa reflexión resultó en su serie más reciente, «Favela flor que se aglomera». «Ese proyecto ahora no tiene casa, pero la tendrá algún día», dijo sobre el proyecto que ahora no encuentra un local para la exposición.

Ahora, Rafael vive de contribuciones mensuales de quienes apoyan su trabajo vía financiamiento colectivo, además de su remuneración como profesor. Sueña con abrir una agencia en Serra para dar empleo a los vecinos como modelos y poder dividir parte de las ganancias con quienes salen en las fotos. Los habitantes de la Serra ya son sus retratados, pero aún no puede pagarles. Rafael nos cuenta que invita a cada uno a medida que se le ocurren ideas de imagen..

«No quiero ser un fotógrafo más con una foto bonita, quiero marcar la diferencia en la vida de otras personas. Si no, da igual que sea fotógrafo», dice.

Foto: Rafael Freire

Foto: Rafael Freire

Foto: Rafael Freire

Foto: Rafael Freire

Foto: Rafael Freire