Ellas hablan: Latinas con discapacidad salen de casa en pandemia

Mosaico de fotografías individuales de seis mujeres con mascarillas, algunas desechables y otras lavables. Una viste además una pantalla facial. Cada una tiene un fondo distinto con colores cálidos que incluyen hojas de vegetación.

Fotos de archivo personal con ilustración de Giovana Fleck y diagramación de Natalie Van Hoozer.

Seis latinas con discapacidad intercambiaron sus vivencias sobre cómo la crisis sanitaria mundial impactó sus vidas, más allá de los reportes internacionales. Su voces viajaron de España a México y República Dominicana y de Estados Unidos a Bolivia desde las cuatro paredes de sus ventanas de Zoom. Estas conversaciones facilitadas fueron accesibles para todas y no hubo riesgos de contagiarse. 

La exploración del siguiente mapa le ayudará a conocer mejor las participantes: 

ALT TEXT: En esta herramienta se aprecia un mosaico con fotos de seis mujeres con mascarillas y el mapa mundial con seis ubicaciones marcadas en Latinoamérica, España y Estados Unidos. Visita aquí la transcripción del contenido del mapa

Aquí sus historias sobre cómo es poner un pie fuera de casa en un mundo pandémico. 

Las calles

Navegar por el mundo como mujer ciega no es igual desde la pandemia, pasando por tocar objetos, encontrar el camino, hasta buscar información crítica sobre coronavirus.   

Karina Ramírez lleva el pelo rubio y en ondas y viste una camiseta con Mafalda, personaje creado por el historietista argentino Quino. En el fondo tienes colores cálidos y pétalos de flores.

Karina Ramírez se dedica a trabajar en tiflotecnología. Es costarricense de nacimiento y ahora vive en España. Foto de archivo personal con ilustración de Giovana Fleck.

Salir a la calle es primero un reto en el mundo virtual. “Había una web para saber el horario en el que podías salir a comprar. Pero la información estaba en una imagen y en un mapa sin ningún tipo de alternativa textual. Es como si no estuviera viendo nada. Literalmente ciega”, cuenta Karina, quien usa un bastón para moverse. Esto ocurre con el 90 por ciento de los sitios según AbilityNet

Luego, los efectos del distanciamiento social. “Tuve grandes dudas y temores respecto de cómo vamos a hacer para salir. ¿Cómo moverte por la calle si las personas ciegas nos guiamos por el tacto (y hay que mantener la distancia social y desinfectar las superficies)? Era muy difícil no poder remediarlo”, compartió Karina Ramírez, costarricense que vive en Madrid, España, y que trabaja evaluando tecnología para personas con discapacidad visual.

Lida Margarita Carriazo tiene el pelo café, largo y trenzado. Lleva gafas de sol y una polera magalarga con la imagen de Micky Mouse. Posa en una calle en España junto a su perra guía Raquel, una golden color dulce de leche.

Lida Margarita Carriazo junto a su perra guía Raquel. Foto de archivo personal.

Algo similar pasó cuando Lida Margarita Carriazo salió de casa para hacer sus compras. Vive en el norte de España, en Sama, Asturias. Es colombiana y trabajó como profesora en su propio kindergarten. Su pérdida de visión avanzó progresivamente hasta la ceguera total. Su perra guía Raquel le facilita desplazarse en el mundo.

Lida fue al supermercado junto a otra persona ciega para ver cómo las trataban en la pandemia mientras un noticiero las filmaba. En el video quedó registrada la indiferencia. “¿Creen que alguien nos dijo: “les ayudó” o “tienen que avanzar”? ¡No, no!”, exclama. Cuenta que eso pasó cuando estaban en la fila y escuchaban cómo las demás personas avanzaban.

El trabajo

En Santa Cruz, Bolivia, Margareth Durán Vaca es integrante de la Asociación de Personas de Talla Baja y mamá de dos varones y una mujer. Recuerda el confinamiento así: “Se nos hacía muy difícil conseguir plata, ir al mercado. Yo estaba embarazada. Me acuerdo que tuve que caminar hartísimo para ir a recoger mi bono de discapacidad porque no había autos”.

Margareth Durán poda en una plaza con palmeras y árboles. Lleva una polera rosada con la imagen de una mujer con flores. Tiene la mano derecha extendida mostrando pie de maracuyá, uno de los postres que empezó a preparar como salida laboral cuando empezó la pandemia.

Margareth Durán presentando el pie de maracuyá que vende en su emprendimiento familiar. Foto de archivo personal.

Para ganarse la vida, Margareth vendió postres caseros en su barrio. Ella y su familia se expusieron al riesgo de contagiarse con este trabajo informal. “La necesidad nos hacía a hacerlo. Gracias a los postres, hemos salido adelante en todo el tiempo de la pandemia”, explica Margareth, quien terminó contagiándose de COVID-19, pero ya se recuperó. 

Pero salir de casa no siempre es una opción. En la Ciudad de México, Zaría Abreu Flores escritora, dramaturga y poeta, sigue en casa aún cuando la cuarentena ha terminado. No sale de casa porque está enfrentando el COVID persistente como una discapacidad adquirida que se suma al autismo, la epilepsia y un sistema inmune comprometido. 

Zaría Abreu Flores lleva una blusa de tirantes y cuello en ve. Tiene el pelo corto casi al ras de la piel y usa lentes. Tiene un fondo ilustrado con la luna y ojas otoñales.

Zaría Abreu Flores no ha salido a las calles de la Ciudad de México desde que empezó la pandemia. Foto de archivo personal con ilustración de Giovana Fleck.

“Perdí el trabajo. Económicamente ya no soy una persona independiente. El COVID persistente me ha ido discapacitando progresivamente. Necesito el concentrador de oxígeno días sí y días no. Estoy en reclusión obligatoria: una cárcel. Tengo muchas herramientas para manejarlo. Antes de la pandemia, tuve una vez una depresión que duró dos años en los que no pude salir de la cama ni de la casa. Esa experiencia me está ayudando mucho ahora”.

El punto de vacunación

Cristina Franco está sentada en su silla de ruedas. Lleva el pelo corto, lentes, anillos en ambas manos y un collar de piedras. Usa una blusa larga, estampada con motivos florales. Se encuentra sobre un fondo ilustrado con hojas de palmeras caribeñas.

Cristina Francisco es una defensora de derechos de mujeres con discapacidad en su natal República Dominicana. Ella fundó el CIMUDIS. Foto de archivo personal con ilustración de Giovana Fleck.

Cristina Francisco vive en Santo Domingo, República Dominicana. Es la fundadora de la organización sin fines de lucro Círculo de Mujeres con Discapacidad en la República Dominicana (CIMUDIS). Usa una silla de ruedas ya que está paralizada de la cintura para abajo. 

El Gobierno de República Dominicana habilitó ayudas que implicaban traslados y filas al realizar trámites presenciales. “¿De qué manera me movilizo yo? ¡De ninguna! Porque no tenía esa forma. Mis compañeras y yo tuvimos mucho temor e incertidumbre porque las políticas estatales no contemplaban protocolos para incluirnos”.

Cristina, junto a otros defensores de derechos, presionaron para que mejorara el acceso a la atención pública: “Todos a una voz comenzamos a protestar y hacer llamados de atención a través de la prensa. Las cosas comenzaron a funcionar mejor. Cuando comenzó la etapa de la vacuna ya decían: “Si tienes una discapacidad, te vamos a dar preferencia”.

Pamela Molina lleva el pelo negro, recogido y cerquillo sobre la frente. Usa una blusa formal y una cadena con pendiente. Tiene de fondo una ilustración de gatos que a veces le gusta llevar en los aretes y hojas de vegetación color púrpura.

Pamela Molina fue parte del grupo de expertos que redactó la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Nació en Chile y actualmente reside en Estados Unidos. Foto de archivo personal con ilustración de Giovana Fleck.

En Washington, D.C., Pamela Molina es la directora ejecutiva de la Federación Mundial de Sordos. Es chilena y perdió gradualmente su audición. Fue por su segunda dosis de la vacuna y no había quién interpretará las respuestas a sus consultas pese a que había pedido el servicio con antelación. “Me dijeron que no importaba. Les dije que no me vacunarían hasta que venga mi intérprete. Lo pusieron por videollamada. Es importante para mí poder tener una comunicación fluida. Es un estrés doble el que tienen las personas sordas, y más las mujeres sordas”, compartió Pamela junto a la intérprete de señas Lourdes Cruz

En un gimnasio, Lida Margarita Carriazo está de pie haciendo pesas de brazos. Viste ropa deportiva de color negro y rosado, su color favorito. Detrás de ella, su perra guía Raquel la espera atenta.

Lida Margarita Carriazo hace pesas de brazos en el gimnasio junto a su perra guía Raquel. Foto de archivo personal.

No todo son vacunas, quienes tuvieron que continuar con atención médica también se enfrentaron a obstáculos como lo que vivió Karina en Madrid. Ella fue diagnosticada de un tumor cancerígeno en su brazo y afrontó idas al hospital para recibir radioterapia al inicio de la pandemia. “Sentía que me estaba metiendo en la boca del lobo. Entraba sola y salía sola del hospital. Después de 23 sesiones, ya conocía el camino y todo el mundo me ayudaba. Fue una época dura y más por la discapacidad”, compartió Karina.

Además, la salud mental tampoco escapa al efecto dominó de la pandemia. Para hacer frente a la fatiga pandémica, Lida opta por el ejercicio: “En el gimnasio, el entrenador me decía: ‘Mira, no te puedo tocar para guiarte”. Llevé mi bastón y él lo cogía por un extremo y yo por el otro. La verdad sea dicha, esto me parecía un poco humillante pero yo decidí no sacrificar mi gimnasio ¡Qué más dá!. Yo me río ahora, pero la verdad era una cosa muy miedosa. Sigue siéndolo”.

El futuro

Aprender a adaptarse como lo hicieron Karina, Lida, Margareth, Zaría y Cristina y Pamela seguirá siendo una habilidad necesaria para las futuras pandemias anunciadas por la Organización Mundial de la Salud. ¿Seguirán los espacios siendo discapacitantes o se adaptarán a las personas?

Desde su confinamiento forzado, Zaría analiza al respecto: “Creo que la pandemia ha modificado lo que se entiende por accesibilidad. Ahora hay quienes necesitamos salir sin riesgo de contagiarnos. Una de las cosas más encabronantes fue escuchar que no había de qué preocuparse porque solo se morían enfermos con condiciones crónicas y personas viejas. ¡Solo! Eso corresponde no solo a los Estados, sino a todos y todas”.

Persistiendo en pandemia: Conversaciones de latinas con discapacidad fue producido con el soporte del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés) y la Hearst Foundations como parte del Grant para la Cobertura de la Crisis Sanitaria Mundial de ICFJ y Hearst Foundations, con la mentoría y el soporte editorial de la periodista mexicana Priscila Hernández Flores, especializada en derechos humanos con énfasis en diversidad y discapacidad. Las mujeres latinas con discapacidad se entrevistaron entre sí y guiaron la conversación entre ellas. Este es el segundo artículo de cuatro. Las citas textuales de las entrevistadas fueron editadas para lograr brevedad. Se respetaron sus ideas y su manera de hablar. Visita el primer artículo que relata el contexto sobre los derechos de las mujeres con discapacidad en Latinoamérica durante la pandemia.

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