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Despachos desde Ucrania 1: Huir de Kiev con familia y mascotas

Categorías: Europa Central y del Este, Rusia, Ucrania, Derechos humanos, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Refugiados, Relaciones internacionales, Respuesta humanitaria, The Bridge, Rusia invade Ucrania

Abel Polese, en la carretera de Kiev. Foto por Abel Polese, utiliza con autorización.

Este el primer articulo de una serie de tres de Abel Polese sobre su huida de Kiev a Rumanía con sus hijos, dos gatos, su exesposa y el actual esposo de ella tras la invasión rusa de Ucrania [1]. Polese es un investigador, formador y promotor del desarrollo , que actualmente dirige varios proyectos de investigación sobre la economía informal en Ucrania. Voló a Kiev la noche del 23 de febrero y tuvo que abandonar la ciudad al amanecer del día siguiente.

Son las 5:48 de la mañana, cuando miras el reloj preguntándote por qué te has levantado tan temprano. Tardas un momento en darte cuenta que tu (ex) suegro está diciendo algo. «Demilitarizatsiya i denatsizatsiya» (desmilitarización y denazificación [2]) son las palabras que explotan en tus oídos antes de que tu cerebro por fin se ponga en marcha y entiendas la frase completa. Después de todo, trabajar hasta las 3 de la mañana la noche anterior resultó no ser tan buena idea.

Pero los juegos han empezado. Te enteras de que tus hijos ya se van de Kiev en otro auto y tu suegro va a recoger una babuska (abuela). La otra lo dijo claramente: «no iré a ninguna parte».

Sales al jardín y oyes explosiones no tan lejos. Todavía no estás en peligro, pero está claro que algo está pasando. Recuerdas los falsos atentados de la época de las guerras yugoslavas [3], pero no estás seguro de cuánto se parecen.

No entiendes por qué tardan tanto en tomar una decisión. Están bombardeando el país, y tú estás en la capital. Vendrán por todos, así que no hay mucho que discutir. Sin embargo, Babushka sigue repitiendo: «No puedo imaginarme a Putin disparando sobre su nación hermana, todo irá bien». Definitivamente, es capaz de hacerlo, piensas, pero por un momento esperas que esté contento de tomar solo Donetsk y Luhansk [4] y solo hacer una demostración de su poder militar.

Pero tu postura es diferente a la de ellos, así que una decisión rápida te es más fácil. Huir para ti significa volver a casa, para ellos significa abandonar, quizá para siempre, todo lo que tienen: casa, amigos, objetos y cargar con cualquier recuerdo de su vida en una pequeña maleta.

Cuando te pones en marcha, te arrepientes de haber pasado tanto tempo negociando. El auto con tus hijos, su madre, el esposo de ella y dos gatos ya están fuera de Kiev. El tráfico te retiene. Te preguntas si se trata del tráfico habitual de las 7 de la mañana en Kiev o si la gente está huyendo de la capital, y ¿adónde se dirigen?

Acuerdas un punto de encuentro para autos, luego lo cambias después de descubrir que en la carretera hay un objetivo militar cerca y no es tan seguro. Luego otra carretera no es segura, luego otra. Al final, acuerdan un pueblo anónimo que se puede encontrar fácilmente aunque las redes de móvil e internet estén cortadas por completo.

Guerra o no guerra

La vida parece seguir como siempre en la capital. Por un momento te planteas quedarte. Después de todo, tienes una cita a las 11 am, y tu masaje favorido después de comer. Pero como los niños no están en la ciudad, tienes pocas razones para quedarte. Entonces te das cuenta de las colas en los supermercados y en las gasolinera, y alabas que tu suegro haya sido inteligente de mantener su auto lleno de combustible desde el comienzo de las tensiones. Cancelas todas las citas del día y de la semana que viene. No ves ningún cajero automático, pero más tarde descubres que la gente también ha hecho cola ahí.

La ciudad es inmensa. Lo sabías pero ahora también lo percibes. Atravesando los atascos y las colas en las gasolineras ves la ciudad de Irpín, donde te invitaban a la academia de Policía para hablar con los alumnos. Fue hace mucho tiempo, pero ahora parece una especie de edad de la inocencia.

Al menos los aviones vuelas, piensas. De todas maneras, podríamos salir del país en avión ya que muchos se quedarán esperando que no empeore. Pero tu esperanza dura poco. Unos minutos después, te enteras de que el espacio aéreo ucraniano ha sido cerrado. Ahora estás oficialmente atrapado en el país, y la única forma de salir es por carretera.

Tu memoria se remonta a tus años de estudiante cuando, para ahorrar dinero, cruzabas casi todas las fronteras ucranianas a pie o en trenes locales con mercancía para otras personas que intentaban ganarse la vida con el pequeño contrabando. Puedes idealizar esos tiempos todo lo que quieras, emborracharte con pequeños contrabandistas, conocer otros mundos y vidas, pero recuerda claramente que cruzar la frontera a pie es un infierno en tiempos normales, y no quieres imaginar cómo será ahora.

Vueles a cambiar de carretera, se lanzan más bombas. Incluso el oeste del país, que considerabas más seguro, ha sido bombardeado. Hasta ahora solo hay objetos militares, pero ¿hay algún lugar donde puedas esconderte por un tiempo?

Una insólita reunión familiar

Foto por Abel Polese, utilizada con autorización.

Es hora de una reunión familiar. El otro auto está aparcado entre un bosque seco y una gasolinera abandonada. Cuatro generaciones se reúnen en un lugar del fin del mundo: tus hijos, su madre, su marido, los padres de ella, su abuela, dos gatos y un perro. Es una situación extraña, pero no es el momento de desempolvar tensiones antiguas y presentes. Ahora son una familia que huye de la guerra. Olvídate de todo lo demás y tómate un autorretrato familiar en el lugar más insólito del mundo

Ya está decidido. Seguirás en el auto con los niños. Su madre y los abuelos, con el perro, deciden regresar a Kiev. Ella ya ha dicho demasiadas veces que no quiere irse, sus oídos ya están demasiado cansados para escuchar eso, así que al menos la llevarán allí. Después de todo, dicen, si el internet funciona y hay electricidad, quizás la situación no sea tan mala como parece.

Tu auto se dirige al suroeste por pequeñas carreteras. Tu exesposa ha reservado una habitación en una zona considerada segura. El propietario ha prometido alojar a toda la gente que llegue. Por ahora, el plan es llegar en una pieza, dormir un poco y luego decidir qué hacer.

Abandonas la carretera principal y empiezas a tomar otras pequeñas. El navegador indica que llegarán en seis horas o más. Llevan dos horas de viaje por carretera cuando se enteran de que el auto conducido por tu exsuegro ha dado un giro de 180 grados y vendrá con ustedes. Ya han empezado a bombardear la región de Kiev. Volver es demasiado peligroso.

[5]

Foto por Abel Polese, utilizada con autorización.

Tu teléfono empieza a explotar. Desde el extranjero, la familia y los amigos preguntan insistentemente dónde estás, a dónde vas, que está pasando. Como la situación puede empeorar en cualquier momento, y están preocupados, preguntan lo mismo una y otra vez. Te sientes halagado de tanta atención, pero estás un poco ocupado sobreviviendo, y necesitas tu teléfono para mirar los mapas, saber por dónde se mueve la batalla.

Y el internet no funciona bien, así que renuncias a tus esperanzas de tener tus dos reuniones de trabajo desde el auto y sigues cancelando todo. Además, no tienes ni idea de cuánto aguantará internet, así que das por terminado el día y pasas al modo de supervivencia.

Este es el primer artículo de una serie de tres..

Para más información sobre este tema, consulte nuestra cobertura especial Rusia invade Ucrania [1].