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«Nada puede quebrar a esas personas»: Despachos de ucranianos en redes sociales

Categorías: Europa Central y del Este, Rusia, Ucrania, Derechos humanos, Desastres, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Refugiados, Respuesta humanitaria, Panorama de las redes sociales, Rusia invade Ucrania
A family seeking shelter in Kyiv underground. Photo: Oleksandr Ratushnyak / UNDP Ukraine. CC BY-ND 2.0. [1]

Familia busca refugio en el metro de Kiev. Foto: Oleksandr Ratushnyak / UNDP Ukraine [2]. (CC BY-ND 2.0 [3])..

Este artículo [4] apareció en OpenDemocracy el 3 de marzo de 2022. Se reproduce como parte de un acuerdo de asociación de contenidos, y se ha editado para adaptarlo al estilo de Global Voices.

Ucrania se ha visto sacudida hasta la médula por la actual invasión rusa del país. En las redes sociales y en la correspondencia privada, los ucranianos hablan de lo que les está pasando, a sus familiares y a quienes que los rodean.

OpenDemocracy seleccionó varias publicaciones breves de Facebook y mensajes de redes sociales de Ucrania. Los hemos traducido casi sin edición y sin comentarios. Los publicamos aquí con permiso.

Olga Bragina, Kiev, 27 de febrero

Tras pasar la noche en un refugio antiaéreo, me desperté a las 18:00 horas, participé en una reunión de Zoom titulada «No a la guerra» [titulada en ruso y en ucraniano] y me volví a dormir. [Luego me desperté y] leí que que el almacén de petróleo de Vasylkiv había sido destruido y que todo el mundo debía correr al refugio antiaéreos, porque todo lo que puede volar está volando hacia Kyiv.

Decidí no despertar a mis padres. Hubo explosiones durante la noche, tres explosiones, con solo cinco minutos de diferencia en algún momento, pero aún así decidí no despertar a nadie. Me senté en el sofá y leí una novela francesa posmoderna sobre directores sin cabeza. Mi madre se despertó por la mañana, se sorprendió de que hubiera sido una noche tan tranquila.

Boris Zeitlin, Kiev, 27 de febrero

Tengo un raro don para meterme en historias cómicas en cualquier situación. Volvió a ocurrir. Leí que nos iban a bombardear. El metro estaba lejos. La puerta del sótano estaba cerrada. Antes de que empezara la guerra, había llamado a la oficina de gestión, y me dijeron que alguien vendría a abrirla. Así que me asusté y rompí la puerta con un martillo.

Como era de esperar, los vecinos vinieron corriendo. Dijeron: «¿Qué cuernos crees que estás haciendo?». Contesté: «Pues, parece que nos están bombardeando». Dijeron: «Esto no es un refugio, solo tiene cables eléctricos. La guerra terminará y tendremos que reparar la puerta por tu culpa. Muéstranos tus documentos de todos modos». Lo hice y dice que soy de Rusia. Me dijeron: «¿Te das cuenta de lo serio qué es esto?». Corrieron a llamar a la Policía. Pero eso fue hace una hora y no vino nadie.

Voy a la cama. Arreglaré esto mañana. Esto es más grave que una bomba rusa. Tendré que arreglar esa puerta y limpiar el desorden. No hay que entrar en pánico. Gloria a Ucrania.

Actualización: Volví esta mañana, barrí el suelo, y volví a poner el cristal de protección en su sitio.

Yana Dubinyanskaya, Kiev, 26 de febrero

Es el segundo día y la segunda noche que pasamos en el metro. Acaban de anunciar que han precintado la estación y que las puertas no se abrirán. No sabemos por cuánto tiempo. No oímos lo que pasa fuera. Los niños duermen y no saben nada de los que pasa, por ahora. Hice bien, puse todos sus dispositivos a cargar antes de que se durmieran.

Tenemos cargadores, un baño, aunque haya enormes colas para [ambas cosas]. Por ahora, no nos hemos comido toda la comida, no nos hemos bebido toda el agua. Tenemos dos gatos y un hámster con nosotros.

No veo ninguna razón para guardarlo para mí. Esto es solo una consideración de lo que está ocurriendo. A los amigos rusos que han estado viviendo bajo una roca: estamos viviendo una verdadera guerra, sus tropas se apoderaron de Crimea, aterrorizaron el Dombás durante ocho años, y ahora han venido por nosotros. A los amigos rusos sensatos: no, no es culpa de ustedes. No hay responsabilidad colectiva, solo individual.

A los amigos hiperpatrióticos: no, el lenguaje no es mágico. No, los enemigos internos no son peores que los externos. Ni siquiera son enemigos. A los amigos ucranianos sensatos que fueron a la oficina de registro militar para alistarse para defender el país: eso está bien. A los que se fueron para evacuar a su familia: eso está bien. A los que se quedaron y están haciendo lo que pueden en las circunstancias: también está bien.

Estamos resistiendo.

Apartment building on 7A Koshytsia Street, Kyiv, after rocket strike, 28 February 2022. Photo: Oleksandr Ratushnyak /UNDP Ukraine. CC BY-ND 2.0. [5]

Edificio en la calle Koshytsia 7A, Kiev, tras el ataque con misiles, 28 de febrero de 2022. Foto: Oleksandr Ratushnyak /UNDP Ukraine [6]. (CC BY-ND 2.0 [3]).

Olena Tkalich, 27 de febrero

Aprendí a encender una estufa. La vida en el campo te permite combatir eficazmente el pánico, que me hizo doblar el primer día. Las personas que viven aquí responden a cualquier petición. Se han organizado, han creado puestos de control entre los pueblos, patrullas que van por ahí pidiendo a los forasteros que digan «palyanytsia» [7] [pan ucraniano festivo, la palabra contiene diptongos únicos en ucraniano]. Ya me han pedido que lo diga tres veces, ya que cubierta de cables y baterías, y un computador portátil bajo el brazo. Seguro se me ve verdaderamente extraña.

Aquí la conexión a internet es bastante mala, así que voy de casa en casa buscando una conexión estable para intentar ayudar, al menos un poco, a mis colegas que se quedaron en Kiev y en otras ciudades. Por la noche, casi no tenemos internet. Pero la radio funciona. Es surrealista. Uno puede escuchar Radio Mayak [principal estación radial rusa], llena de propaganda, en un pueblo en medio de la nada. Y si la noche del 25 de febrero, [el presentador de la televisión rusa Vladimir] Solovyov y sus locos invitados difundieron veneno, ayer emitieron un programa sobre cultura. Yo diría que un buque de guerra ruso [8]…  ya sabes a lo que me refiero.

De la correspondencia personal con un residente de Kiev, que dejó la ciudad el 24 de febrero

-¿Dónde estás ahora?
-En el autobús en las afueras de Kiev, vamos despacio, hay una batalla por delante.
-Oh, ¡Días mío! ¿Cuál es la lucha? ¿Cuál es el objetivo?

Cuarenta y cinco minutos después:

«Hay un aeropuerto militar en Hostomel. Derribaron varios helicópteros rusos allí. Pero parece que lo hemos conseguido».

Comentario en un grupo cerrado de Facebook, 27 de febrero

Después de haber estado en Donetsk a mediados de 2014 puedo decir que hacer cosas sencillas realmente ayuda. Durante todos los veranos, encurtía tomates, berenjenas y pimientos. Por  cierto, al final se lo dejé todo a mis vecinos. ­¡Por su buena salud! Ahora estoy en Odesa. Se ha convertido en un reflejo. He lavado dos rondas de ropa, he pasado la aspiradora y he dado de comer a los gatos. He preparado un pescado y me he tomado una cerveza. Pero no funciona :((. Si, es espantoso, si, tengo miedo, aunque pensaba que ya había pasado por todos los círculos posibles del infierno con Crimea. Miro el mar desde el balcón y creo en mi país. Paso lista con todas las ciudades cada hora. Ha vuelto a fallar, el viejo imbécil. Nada puede doblegar a esta gente.

De la correspondencia personal con una mujer de Kiev, que vive con su anciana madre, 27 de febrero

Mi tío está en la cama con COVID-19. Tiene 80 años. Menos mal que sus familiares lo llevaron a Kiev el 23, ya que vive en el campo. Apenas habla. No va a ninguna parte, desde el quinto piso de un edificio de la época de Krushchov, sin ascensor. Mamá tampoco puede bajar, así que si acaso nos sentaremos en el baño.

Marharyta Tulup, 2 de marzo

Nota: esta publicación recoge las expresiones más comunes en los mensajes entre personas y en los chats de grupo.

Dormiré, está tranquilo por ahora.

¿Has dormido al menos un poco?

¿Cómo estás?

Sirena antiaérea

Estoy corriendo al refugio.

Estoy a salvo.

Te quiero.

Abrazos.

Aguanta ahí.

Vive.

Bajas las escaleras.

Entiendo.

Cuídate.

No puedo hablar ahora.

¿Está lejos?

Algo ha explotado.

¡Pasamos lista!

¿Has comido?

¿Has dormido?

Escríbeme.

No te preocupes.

Estoy rezando.

Estoy aquí.

Tengo miedo.

Ganaremos.

Creo.

No hay luz.

No te preocupes por nosotros.

Mi teléfono estás muriendo.

Yuliya Yurchenko, 2 de marzo

La de ayer fue una noche relativamente buena, hubo un alivio temporal, no hubo sirenas en toda la noche donde estoy (tal vez simplemente no la escuchamos más). Una larga charla sobre la teoría económica del trueque y las redes resilientes con un amigo, se sintió como salir de la realidad de la guerra durante unas horas, no podíamos creerlo. Nos sentimos temporalmente con los pies en la tierra, hoy nos sentimos más fuertes y renovados. Pero lo que lo permitió es la noticia feliz de que mi amiga, su madre, su hija (mi ahijada) y su perro finalmente escaparon de la «orilla equivocada» de Kiev, el refugio antiaéreo donde estuvieron durante días con solo breves períodos en el exterior, y se han ido a Lviv en un tren. El alivio que trajo esa noticia… saber que están en relativa seguridad… Nada en el mundo se siente mejor que eso. Nada.

Todavía quedan muchos amigos y miles de personas en peligro, agonizantes y resultando heridas. Ganaremos. Y, mientras tanto, espero que todos en Ucrania reciban al menos las noticias que yo tuve ayer.

Artem Kharchenko, 3 de marzo

Estoy viendo las fotos de la destrucción de Kharkiv y se me caen las lágrimas. Mi ciudad, a la que amo más que a nada en el mundo, que ni siquiera las bestias salvajes que se autodenominan «liberadores» me obligarán a abandonar. Soy malo para predecir lo que va a pasar. Desde 2008 he dicho muchas veces que habiendo probado la sangre, Rusia no se detendrá, aunque no creí que atacara en 2014. E incluso ahora, cuando enfrentamos una gran guerra, seguía sin creerlo, ni siquiera evacué a mi familia, que se esconde de las bombas en un sótano. No podía hacerme la pregunta: «Y, ¿qué pasará si me pasa a mi?». Vivía con mis propias preocupaciones, pensaba en mi carrera y en mi familia. Y en ese momento, los inhumanos del país vecino ya habían aprobado el plan de exterminio de mi país. Cuando ganemos, restauraremos mi ciudad y mi país como en un cuento de hadas. Quiero pasar todo el verano ayudando a mi ciudad a borrar las cicatrices de la guerra. No sé muy bien cómo hacerlo, pero seguro que puedo llevar cemento y ladrillos :). Y para quienes no vivan para ver esta felicidad, levantaremos el mejor monumento, no de un ídolo, sino de personas, de cómo las recordamos, y cada uno de sus nombres será venerado por todos.