¿Qué hay detrás de la afirmación de Moscú sobre la necesidad de «desnazificación» de Ucrania?

Captura de pantal del canal de la BBC en YouTube en el que el ministro de Asuntos Exteriores ruso afirma: «Garantizaremos la desnazificación de Ucrania, hemos sufrido demasiado el nazismo».

Rusia afirma que lleva a cabo la invasión de Ucrania en nombre de la “денацификация” o «desnazificación». ¿Por qué Moscú utiliza este término con tanta frecuencia? En la memoria colectiva soviética y postsoviética, la Segunda Guerra Mundial, que en ruso se llama “Великая Отечественная Война”, o la «Grande Guerra Patriótica», es un elemento central de la identidad.

La guerra, que para Moscú comenzó en junio de 1941, cobró las vidas de al menos 26 millones de personas de toda la Unión Soviética, casi el 15 % de su población. Aunque Stalin firmó un acuerdo con Hitler en 1939 para rechazar cualquier acción militar contra Alemania y, de paso, cortó Polonia en dos, más tarde comprendió que había calculado mal, como hicieron otros líderes europeos en el caso de Checoslovaquia en 1938. Finalmente, la Unión Soviética entró en la guerra que doblegó a la Alemania nazi y a Japón.

El increíble nivel de destrucción en territorio soviético, particularmente en Belarús y Ucrania, pero también en partes europeas de Rusia, y los millones de muertes como resultado, son hechos históricos que han evolucionado hacia un mito nacional de heroísmo que afirma que la Unión Soviética «salvó a Europa». En realidad, si bien el pueblo soviético pagó un alto precio, Ejército y grupos de resistencia, tanto de Europa como del resto del mundo, contribuyeron a la derrota de Hitler.

De todas formas, este mito ha sido perpetuado y ampliado por la Rusia independiente a través del discurso oficial, así como vía medios, sobre todo en la radio y la televisión, en los que predominan programas, series de televisión, entrevistas con veteranos, películas, podcasts y documentales sobre el heroísmo soviético durante la Segunda Guerra Mundial.

Este contenido contribuye ampliamente a la glorificación de guerra y armas, y define el mal supremo como algo exclusivamente nazi. En esa narrativa, no hay lugar para los millones de muertes causadas por Stalin o Mao Tse Tung contra su propio pueblo. En última instancia, la lucha contra el nazismo se cultiva como un desencadenante extremadamente poderoso de emociones profundas que considera un deber moral tomar las armas para «proteger la patria«. Como resultado, hay confianza total en lo que dice el Estado, y ningún cuestionamiento crítico posible de lo que podría motivar al otro bando. Esto es lo que ocurrió con la Primera Guerra Chechena, también liderada por Putin, entre 1994 y 1996.

La experiencia del nazismo en Ucrania

Al estar ubicada en la primera línea de la guerra nazi-soviética, Ucrania, al igual que Belarús, cargó con gran parte del peso de la Segunda Guerra Mundial, con la pérdida de unos 18 millones de personas, es decir, el 18 % de quienes vivían en la Ucrania soviética en aquel entonces. Como el resto de la Unión Soviética, mantuvo el mismo mito heroico a través de producciones mediáticas de estilo similar, en ruso y en ucraniano, sobre las devastadoras pérdidas durante ese periodo.

Sin embargo, lo que diferencia a Ucrania de Rusia es que, a diferencia de Moscú, tras la derrota de la Unión Soviética en 1991, Kiev permitió una pluralidad de discursos sobre su pasado soviético, reconociendo hechos históricos como el Holodomor, así como el antisemitismo soviético y ucraniano, mientras que Rusia desarrolló un nuevo culto en torno a Stalin.

Ucrania moderna, como todas las naciones europeas, cuenta con un movimiento neonazi de extrema derecha, agrupado en torno al Regimiento Azov. Del mismo modo, Rusia cuenta con grupos que defienden la ideología neonazi y entrenan a extranjeros que comparten las mismas ideas. Los casos de antisemitismo en Rusia rara vez se persiguen.

Además, Ucrania ha elegido, a través de elecciones justas en mayo de 2019, a Volodímir Zelenski, presidente que, como muchos de sus compatriotas, cuenta con una compleja identidad cultural y lingüística. Uno de esos elementos es la condición de judío, que rara vez expone, sin embargo ha utilizado con más frecuencia para pedir apoyo mundial. Parte de su familia murió en el Holocausto.

Entre quienes huyen ahora de las bombas rusas están los judíos de Ucrania, que junto con muchos otros, son víctimas de la guerra de otra generación. Mientras tanto, el 70 % de los rusos sigue apoyando las acciones de su Gobierno en nombre de la «desnazificación».

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