Silencio e inquietud: La respuesta de Armenia a invasión rusa de Ucrania

Pequeña manifestación a favor de Ucrania en Ereván, 27 de febrero. Foto: Stepan Grigoryan. Utilizada con autorización.

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Desde la invasión rusa de Ucrania, el mundo parece estar más unido que nunca contra el imperialismo ruso. Sin embargo, en Armenia, las personas se han encontrado perdidas entre sentimientos profundamente arraigados de trauma y apatía, y los analistas sugieren que el país sufre un caso de síndrome de Estocolmo, en el que un cautivo desarrolla sentimientos positivos hacia el captor.

La reciente guerra por Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, la presencia e influencia rusa en Armenia, así como el apoyo de Ucrania a Azerbaiyán durante el conflicto, han hecho que la mayoría de los armenios guarde silencio sobre los acontecimientos que se desarrollaron tras el reconocimiento de la independencia de Donetsk y Luhansk por parte de Moscú.

Para mucho, este silencio está justificado.

Durante la primera semana de guerra en Ucrania, se celebraron dos pequeñas manifestaciones en Ereván, capital de Armenia, en apoyo de Ucrania. La primera, que tuvo lugar frente a la embajada de Rusia el mismo día de la invasión, fue organizada por el Partido Europeo de Armenia, partido menor sin parlamentarios. La segunda, celebrada el 27 de febrero cerca del monumento al poeta y político ucraniano Tarás Shevchenko, fue organizada por la Embajada de Ucrania.

El Gobierno armenio y sus funcionarios se han mantenido en silencio sobre las acciones de Rusia. Hasta ahora, su única declaración ha confirmado que Ereván no tiene planeado reconocer la independencia de Donetsk y Luhansk, y ha expresado su esperanza de que Rusia y Ucrania puedan encontrar una «solución pacífica» al conflicto.

Caminar por una delgada línea

En la escena internacional, Armenia se quedó sola en apoyar a su aliado estratégico y principal garante de la seguridad, al votar en contra de la suspensión de la representación de Rusia en el Consejo de Europa. Sin embargo, en dos votaciones más recientes, para suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y para condenar la invasión de Ucrania en la Asamblea General de la Naciones Unidas, Armenia se abstuvo.

Según Daniel Ioannisyan, observador democrático de Ereván, el cambio discreto de la posición de Armenia en estos dos casos puede considerarse un «gran progreso» pero solo en el contexto de la dependencia de Armenia a Rusia. Siguió diciendo: «Armenia se encuentra en una situación tan triste en cuanto a su soberanía e independencia de Rusia que este silencio ya es algo bueno».

Ioannisyan se está refiriendo a la dependencia política de Armenia a Rusia, que incluye su adhesión a la Comunidad Económica Euroasiática y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, lideradas por Rusia, que son las principales asociaciones económicas y de seguridad del país. Además, las dos naciones tienen un acuerdo de asociación estratégica independiente que regula la presencia de bases y tropas militares rusas en Armenia.

Esta dependencia de Rusia se acentuó tras la segunda guerra de Nagorno-Karabaj, que terminó con la mediación rusa y el despliegue de más de 2000 pacificadores rusos en la zona. Por ello, las partes de Nagorno-Karabaj controladas por Armenia parecían estar bajo el control de Rusia. Además, el número de tropas rusas en Armenia alcanzó  10 000 con una base militar permanente en Guiumri y un aeropuerto militar en Ereván, así como otras posiciones estratégicas menores. Además, las tropas rusas controlan la frontera entre Armenia y Turquía.

«En los últimos 20 años, [Armenia ha] luchado por mantener un ‘equilibrio’ estratégico en materia de seguridad con Rusia y su interés por estrechar lazos con Unión Europea y Occidente», dijo a OC Media Richard Giragosian, director del Centro de Estudios Regionales, centro de investigación de Ereván.

Sin embargo, Giragosian cree que es probable que Rusia empiece a exigir un mayor apoyo y una lealtad más abierta, en cuyo caso «cualquier sentido de equilibrio diplomático puede perderse, y amenazar con empujar a Armenia a una posición más aislada y vulnerable en el lado equivocado de la historia». Además, explicó: «Aunque la posición de Armenia, como único país además de Rusia que se opone a esa medida [el silencio sobre las sanciones], la aísla peligrosamente, no había mucha opción y menos aún alternativa».

Teniendo en cuenta la posición intermedia de Armenia entre el apoyo y la condena de las acciones de Moscú, se teme que las sanciones fijadas para Rusia recaigan también sobre Armenia (o al menos tengan influencia), aunque Ioannsiyan piensa que Armenia no se verá afectada por las sanciones en sí mismas, sino más bien por los previsibles intentos de Rusia de utilizar a Armenia y otros países para eludirlas.

Conjeturó que «en ese caso, puede haber malas consecuencias para Armenia». En un escenario hipotético en el que Rusia resultara vencedora en la guerra, Ioannsiyan advirtió que Armenia podría verse obligada a entrar en el proceso de formación de la «Unión Soviética 2.0″.

Personas, armas y propaganda

La respuesta del pueblo armenio no ha sido tan diferente de la de su Gobierno. Aram Amirbekyan, periodista y activista a favor de la paz, sugirió que esas reacciones eran «lógicas».

«Lamentablemente, muchos eran incluso felices con lo que estaba pasando», dijo Amirbekyan, y explicó que las personas justificaban su apatía por el apoyo ucraniano a Azerbaiyán durante la guerra de 2020. «No puedo compartir ese tipo de respuesta», siguió, «ya que [la invasión rusa] es una agresión que debe ser condenada, pero la propaganda ‘aliada-enemiga’ fue tan fuerte en Armenia que se creó una realidad en la que la gente apoya a Rusia. Ucrania, en este contexto, fue percibida como un enemigo que vende armas y fósforo blanco a Azerbaiyán, pero lo mismo hizo Rusia. Todos venden armas a todos».

Una de las acusaciones sobre el apoyo ucraniano a Azerbaiyán fue que Kiev proporcionó a Bakú fósforo blanco, que Azerbaiyán usó durante la segunda guerra de Nagorno-Karabaj. El director de cine Sarik Andreasyan, examigo del presidente ucraniano Volódimir Zelenksi, fue uno de los muchos que hicieron esas acusaciones, que Zelenski ha negado categóricamente.

Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, Rusia aportó más del 60 % de las armas de Azerbaiyán entre 2011 y 2020, mientras que Ucrania solo vendió más del 1 % durante el mismo periodo (si bien, antes de 2010, esa cifra era significativamente mayor).

Mencionando a una encuesta de la Unión de Ciudadanos Informados, Ioannsyan afirmó que la propaganda rusa también ha desempeñado un papel fundamental en la formación de la opinión pública de Armenia, ya que más del 11 % de los armenios consideran que los medios rusos son fuentes de información fiables. «Esto, entre otras cosas, influye en la opinión pública y, lamentablemente, en su apoyo a las acciones de Putin. Y Armenia debe trabajar intensamente contra las campañas de desinformación», añadió.

Tras la invasión rusa de Ucrania, una de esas «campañas» fue la colocación de una pancarta de 50 metros sobre uno de los puentes más grandes de Ereván, el Kyivian, en la que se podía leer «Ejército Ruso». Aunque se hizo viral al instante con cientos de miles de visualizaciones, los periodistas locales establecieron que la pancarta solo estuvo colgada nueve minutos para que la filmaran antes de retirarla.

Amirbekyan cree que también la revolución de 2018 y la segunda guerra de Nagorno-Karabaj han cambiado las percepciones en Armenia. Esos acontecimientos recientes hicieron que los armenios estuvieran más «politizados», dice, y «los acontecimientos en Ucrania se perciben como parte de esas percepciones geopolíticas». Por eso también que Amirbekyan calificó de «lógica» la respuesta de Armenia: «Es difícil de esperar de Armenia […] apoyo explícito a Ucrania, ya que las tropas rusas están en Karabaj como garante directo de la seguridad de las personas allí».

Aunque dice que le gustaría «ver a Armenia en una situación geopolítica así para poder condenar directamente esta agresión y la política colonial-imperial», Amirbekyan dice estar «contento de que haya podido mantener una especie de neutralidad». También señaló: «Al mismo tiempo, […] debemos notar que hay compasión en Armenia hacia el pueblo de Ucrania. Al fin y al cabo, hay muchos armenios en Ucrania; las relaciones entre los países y las personas eran bastante cálidas. Ver Kyiv o Lviv bombardeados también es doloroso para los armenios».

Listos para recibir refugiados

Según las estimaciones, hay casi 40 0 000 armenios y personas con raíces armenias en Ucrania. Oficialmente, los armenios en Ucrania son unos 130 000. Rusia, por su parte, tiene la mayor población armenia: 1.2 millones.

Tanto el Ministerio de Asuntos Exteriores de Armenia como Norik Grigorian, presidente de la comunidad armenia de Ucrania, han dicho que no hay información exacta sobre cuántos de estos armenios que viven fuera del país han huido de la guerra, ni cuántos han regresado a Armenia. Sin embargo, el ministerio ha expresado la voluntad de recibir no solo a los ciudadanos armenios o a las personas de etnia armenia, sino también a refugiados extranjeros.

Mientras tanto, el Ministerio de Economía ha creado un grupo para ayudar a los armenios, rusos, bielorrusos y ucranianos que quieran trasladarse a Armenia. Esto incluye un procedimiento simplificado para trasladar a Armenia empresas registradas en esos países. El ministro Vahan Kerobyan confirmó que una docena de empresas rusas ya se han trasladado a Armenia. Afirmó que el Gobierno estaba tratando de hacer el país un «entorno agradable» para los extranjeros que decidieran trasladarse, parte de lo cual implicaba proveer un entorno empresarial adecuado.

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