En una sala de reuniones de Estambul, un grupo de periodistas rusos, antes radicados en Rusia, se reunió para hablar de sus planes para el futuro. Estaban organizados, pero también parecían preocupados. La mayoría de los presentes eran periodistas de un canal de televisión online independiente, TV Rain (Dojzd), otros de una plataforma online llamada The Village y Semnasem..
Les preocupaban su futuro, las fronteras cerradas y sus medios de vida, pero sobre todo por los amigos y la familia que dejaron atrás. El miedo a la persecución sigue acechando.
En Rusia, una nueva ley sobre noticias falsas aprobada el 4 de marzo impone hasta 15 años de cárcel, y multas más elevadas, por difundir noticias «falsas» sobre las fuerzas armadas del país. El Kremlin también ha prohibido que los medios usen la palabra «guerra» al describir la actual invasión de Ucrania. El 16 de marzo, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, calificó de traidores y escoria a quienes han abandonado el país o tienen previsto irse, y a los ciudadanos que han manifestado sus sentir antibélico.
«Si ese es el precio que hay que pagar por condenar esta guerra, que así sea», dijo un periodista independiente que huyó de Rusia a Turquía en las últimas semanas en una entrevista con Global Voices.
Pero no solo los periodistas huyen de Rusia y dejan atrás su vida. Estudiantes, profesores, familias con niños, activistas e incluso una primera bailarina están entre quienes han huido de un país que cada día está más aislado a causa de las sanciones económicas y políticas. «No solo nos quitaron el futuro. Nos quitaron nuestro pasado», declaró a The New York Times Polina Borodina, dramaturga moscovita que llegó a Estambul a principios de marzo. Turquía, Georgia, Armenia, Kazajistán y Kirguistán son algunos de los principales destinos a los que los rusos pueden viajar sin visa. , Konstantin Sonin, economista de la Universidad de Chicago, dijo que unos 200 000 rusos huyeron antes del 10 de marzo.
I do not compare Russians’ hardship with that of Ukrainians who are being shelled by the Russian army, but more than 200,000 people fled Russia during the last 10 days. The tragic exodus not seen for a century.
— Konstantin Sonin (@k_sonin) March 8, 2022
No comparo las penurias de los rusos con las de los ucranianos a quienes están bombardeando el Ejército ruso, pero más de 200 000 personas huyeron de Rusia durante los últimos 10 días. Un éxodo trágico que no se veía desde hace un siglo.
Según el Ministerio de Turismo de Georgia, en febrero de 2022 llegaron 20 876 rusos. Aunque Turquía no dispone de cifras actualizadas sobre la llegada de rusos al país, en enero de 2022 los rusos constituyeron el grueso de los turistas, con 134 215 visitantes. Armenia no ha informado de cifras recientes. Pero Sonin, en un tuit de seguimiento de la exactitud de su estimación señala: «El Gobierno armenio dio una cifra de 80 000 allí; el alcalde de Tiflis dijo que eran 20 000 y 25 000. Había más vuelos a Estambul que a Ereván cada día, y en aviones más grandes. Además, Tel Aviv, Almaty, Bishkek y un pequeño pero constante flujo de vuelos a través de Estonia, Letonia y Finlandia. Así que 200 000 es un límite inferior».
Caminando por las calles de algunos barrios de Estambul se percibe que hay más visitantes rusoparlantes en las últimas semanas. Una rusa que habló con Global Voices dijo que era profesora de yoga en Moscú, que llegó el 5 de marzo y que ahora está planeando ir a Bali, donde tiene amigos que espera que la ayuden. Con una cámara analógica colgada del hombro, sonríe amablemente y dice que prefiere hacer retratos. «Es vieja, pero es genial», dice, de pie frente a una farmacia local en el distrito de Fatih, en Estambul, con un pequeño grupo de otros rusos, que están tratando de comprar medicinas y alimentos para enviar a Ucrania. Uno de los miembros del grupo explica que hay una lista que circula en el telegrama de suministros médicos y alimentarios que se necesitan en la Ucrania devastada por la guerra.
Otros ayudan con su música. Para protestar contra la invasión rusa de Ucrania y recaudar fondos para los refugiados ucranianos que huyen, el artista de rap ruso Oxxxymiron, también conocido como Miron Fyodorov, inició una serie de conciertos llamados «Rusos contra la guerra». La primera parada fue en un animado barrio del distrito de Kadikoy, en Estambul, donde una multitud de personas, en su mayoría rusas que han huido recientemente de Rusia, se reunió lentamente en el exterior del lugar del concierto.
Russian rapper @norimyxxxo is fighting back against the Kremlin's war. His weapon of choice?
A series of charity concerts titled «Russians Against War»@JomanaCNN has the story: pic.twitter.com/HMha0QdLdW— Connect the World (@CNNConnect) March 17, 2022
El rapero ruso @norimyxxxo está luchando contra la guerra del Kremlin. ¿Su arma preferida?
Una serie de conciertos benéficos titulados «Rusos contra la guerra» Jomana Karadsheh Scott tiene la historia.
En el exterior, el público que espera para entrar empieza a corear espontáneamente «No a la guerra», algo que siguen repitiendo también a lo largo del concierto.
Crowd chants “no to war” pic.twitter.com/c88nVroJ5L
— Arzu Geybulla (@arzugeybulla) March 15, 2022
El público corea «No a la guerra».
Oxxxymiron ha cancelado sus seis próximos conciertos en Rusia. En un mensaje de video difundido a través de su cuenta de Instagram, el rapero dijo: «[La guerra en Ucrania] es una catástrofe. Es un crimen. Por eso, pospongo los seis conciertos por tiempo indefinido. No puedo entretenerlos mientras Ucrania es bombardeada por Rusia. Mientras los habitantes de Kiev se ven obligados a esconderse en refugios, mientras la gente muere».
En el siguiente video, el rapero dice a sus seguidores en Rusia, que rechazan categóricamente esta guerra, que está organizando una serie de conciertos benéficos llamados «Rusos contra la guerra». «Ahora es imposible organizar un concierto contra la guerra en Rusia porque, aunque parezca una locura, todo lo que es antibélico es ilegal actualmente. Hay una censura total y cualquiera que se manifieste contra la guerra de cualquier manera se convierte en un objetivo potencial de persecución penal».
Toda la recaudación de los conciertos se destina a los refugiados ucranianos.
Para Nigina Beroeva, periodista independiente que llegó a Estambul el 3 de marzo, esa posibilidad de persecución le suena muy cercana. Nigina vive en Moscú y dejó su familia, su vida y su hogar, en lo que ella describe como una decisión emocional en vísperas de que el Parlamento aprobara la ley sobre falsificaciones. «Según esta ley, los ciudadanos rusos no pueden llamar a la guerra, no pueden usar otras fuentes de información que no sean el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa. … Y trabajar como periodista en estas condiciones es imposible. Si violas esta ley, enfrentas 15 años de cárcel. Fue una decisión muy emotiva. Sí, teníamos miedo de que cerraran el país. Temíamos que encarcelaram a los periodistas», dijo Nigina a Global Voices.
Nigina está documentando historias de rusos que han huido de sus hogares a Estambul. Para ella, cada entrevista es como escuchar su propia historia una y otra vez. «Estoy filmando a la gente. Estoy filmando sus historias. Y entiendo que también es mi historia. Y que no podré volver después de esta misión. No hay ningún lugar a dónde ir».
De vuelta al concierto en Kadikoy, Evgeniy, que llegó a Estambul hacia mediados de marzo, se quedó afuera de una protesta solidaria contra la guerra, sostenía un cartel que decía: «hemos permitido que esta guerra ocurra. Ahora estamos demasiado ocupados». En una entrevista, Evgeniy explicó que cuando Rusia se anexó Crimea en 2014, los rusos estaban demasiado ocupados para prestar atención. «Nadie esperaba que ocurriera lo que ha pasado ahora. Y creo que ahora, aquí en Estambul, donde hay muchos rusos, siguen muy ocupados con sus asuntos: Estánb abriendo cuentas bancarias y solicitando permisos de residencia. Pero todavía hay guerra en Ucrania y, aunque entiendo que la gente pueda tener cosas importantes que atender, no puede ser más importante que lo que está pasando en Ucrania».
Nigina está de acuerdo. En el apartamento donde Nigina y algunos otros periodistas rusos se alojan temporalmente, Nigina dice que «los dilemas morales que enfrentan [los rusos que huyen] son mucho más importantes que las tarjetas de crédito que no funcionan. ¿Cómo hablar con los ucranianos? ¿Cómo responder a las acusaciones?».
Al 10 de marzo, todas las tarjetas Visa y MasterCard emitidas por bancos rusos dejaron de funcionar por las sanciones. Como muchos otros que están planeando su nueva vida fuera de Rusia, Nigina aún no sabe dónde acabará y si volverá alguna vez. «No sé cuándo volveré a casa ni si podré regresar. Tal vez pueda», dijo. Lo que sí sabe es que está contra esta guerra, al igual que muchos otros dentro y fuera de Rusia cuyas voces son silenciadas por las acciones de un hombre, sus ayudantes y su maquinaria de propaganda.