Hace algo más de 60 años, los Estados africanos se independizaron de sus potencias coloniales y asumieron que estos aires de cambio traerían un nuevo espíritu de nacionalismo, bienestar colectivo e identidad. Sin embargo, varios jefes de Estado y de Gobierno pusieron fin de manera casi inmediata a su promesa de fomentar una gestión de gubernamental diferente.
En África, la música siempre ha formado parte de las luchas por la libertad y la liberación. En Sudáfrica, la música contra el apartheid enfrentó una importante censura. Del mismo modo, en Nigeria, los músicos se solidarizaron con los sudafricanos para pedir la libertad de Nelson Mandela y para denunciar la violencia policial mientras eran las voces de las protestas. Los músicos consideraron que no podían continuar bailando cuando todo lo que los rodeaba no era digno de ser celebrado.
Sintieron la responsabilidad de utilizar su voz para hablar sobre los tiempos que vivían y, en el mismo sentido, muchos países encontraron su voz en músicos y grupos populares, aunque al principio fueron aceptados por las autoridades pero acabaron con sanciones o prohibiciones por completo.
En esta serie de dos partes nos adentramos en la historia de diversos músicos de África, cuya música se consideró demasiado política y, además, exploramos por qué sus Gobiernos consideraron esa música como «peligrosa».
Nigeria
A lo largo de su vida, la difunta leyenda del afrobeat, Fẹlá Aníkúlápò Kútì, vio numerosas sanciones, causas judiciales, violencia policial yla prohibición de su música revolucionaria en la radio. A pesar de la presión que ejercía el Estado, nunca paró de esparcir las melodías con las que se identifican muchos nigerianos y africanos de todo el mundo.
En la entonces era militar de Nigeria, no solo cualquier estación de radio tenía prohibido reproducir las canciones de Kútì, también cualquier ciudadano a quien se viera asociado con el músico revolucionario, en persona o a través de sus canciones, era considerado enemigo del Estado. Hace mucho tiempo, la casa de Fẹlá en Lagos, capital comercial de Nigeria (conocida como República de Kalakuta), fue atacada por miles de soldados que cometieron diversos actos malintencionados, como robos, violaciones y abuso físico contra los habitantes. Durante el ataque, su anciana madre fue arrojada desde un edificio alto, que le provocó una pierna rota y al final a la muerte. Luego de la invasión militar a su casa, en 1981 estrenó «Zombie» y «Unknown Soldier» (Soldado desconocido), ambas dedicadas a los soldados que invadieron su casa.
En 2004, el expresidente Olúṣẹ́gun Ọbasanjọ́ prohibió «Jàgà-jágá», canción popular del país empobrecido. Esta se volvió viral dentro y fuera de Nigeria. En la canción, Eedris Abdulkareem cantó con ira, lamentó la situación de sufrimiento de los nigerianos y los problemas sociales que surgieron como medio de sobrevivencia ante la miserable pobreza. El controvertido álbum derivó en la prohibición de la canción en la radio y en la televisión. Además, le valió a Eedris una invitación a la villa presidencial Aso Rock en el territorio de la Capital Federal, donde el presidente le advirtió que desistiera de publicar canciones que ridiculizaran al país y lo evidenciaran ante el mundo exterior. El artista permaneció obstinado y expuso la petición del presidente en otra canción que tituló «Letter to Mr. President» (Carta al señor Presidente), que estrenó el siguiente año.
Uganda
En 2017, mientras ejercía como parlamentario en Uganda, Robert Kyagulanyi Ssentamu, también conocido como Bobi Wine, estrenó una canción titulada «Freedom (Libertad). Al utilizar su posición de influencia como líder local entre los jóvenes citadinos del país, la canción pretendía abordar los desafíos relacionados con la permanencia de los dirigentes. También mencionaba la Guerra del Arbusto de 1980, en la que el actual presidente Yoweri Museveni derrocó a Milton Obote y, además, se preguntó por qué Museveni practica aquello contra lo que luchó, con lo que compara al Gobierno actual con la esclavitud y la tensión con el sistema de apartheid de Sudáfrica.
Bobi también cuestionó el propósito de la Constitución ugandesa (a la que llama «última esperanza del país»), se refirió a la falta de libertad de expresión y, puesto que la libertad es para todos, instó a los ugandeses a denunciar las injusticias sin importar su edad, clase social, religión o educación.
Una de sus canciones más populares, «Ghetto«, habla acerca de la violencia policial que se ejerce contra los habitantes de los barrios marginales de Kampala y de los servicios deficientes que se les brinda. En abril de 2019 estando bajo arresto domiciliario, Bobi Wine compuso una canción multilingüe sobre la violencia policial a la que tituló «Afande«, palabra suajili que significa policía.
A partir de 2018, se ha prohibido que se interpreten varias de sus canciones, y también que se reproduzcan al aire porque los funcionarios del Estado creían que aprovecharía su música con fines políticos y promocionales. Poco después, declaró su interés en presentarse como candidato a presidente en las elecciones que se efectuaron a principios de 2021.
En el circuito electoral se le unió otro músico popular: Joseph Mayanja, también conocido como Jose Chameleone. Tras su entrada en política con intención de postular a la alcaldía de Kampala provocó que se cancelaran sus conciertos. Sin embargo, el artista ya convertido en político, agredió a un periodista y a un DJ en 2016, hecho que causó que su música fuera vetada por Trace TV, televisora musical francesa que transmite música en todo el mundo.