Reciente sentencia por difamación en Trinidad y Tobago se considera «cuento con moraleja».

Logo de Facebook en teléfono móvil. Imagen de Book Catalog en Flickr, (CC BY 2.0).

El 25 de enero de 2016, el empresario trinitense Rafi Ali se vio en problemas cuando inició lo que desde entonces se ha considerado un «alboroto difamatorio en Facebook» contra el exjugador de críquet de las Indias Occidentales y el jefe de la Asociación de Jugadores de las Indias Occidentales (WIPA), Dinanath Ramnarine. Ahora, Martha Alexander, jueza del Tribunal Superior, ha dictaminado que Ali debe pagar más de 831 000 dólares trinitenses (poco más de 122 000 dólares estadounidenses) a Ramnarine por daños a su reputación. La indemnización incluye el reembolso de los honorarios de los abogados de Ramnarine.

Ramnarine, exjugador de críquet de Países Bajos, recibe casi un millón de dólares (trinitenses) en un caso de difamación.
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El exjugador de Indias Occidentales, Dinanath Ramnarine, recibió m´pas de 831 000 dólares trinitenses en daños después de que un Tribunal Superior de Trinidad y Tobago determinó que había sido difamado en la plataforma  de Facebook en 2016 por un empresario y jugador de críquet

Ali, que ha sido miembro del Consejo Zonal Central de la Junta de Críquet de Trinidad y Tobago durante los últimos 10 años, así como presidente del Esmeralda Cricket Club, publicó sus comentarios sobre Ramnarine durante el mandato de este último como presidente de la Sociedad Deportiva de Trinidad y Tobago. En su sentencia de 21 páginas, Alexander señaló que «la difamación no fue provocada, es injustificable y es condenatoria»:

The libelous comments aimed at and did succeed in hitting the claimant where the most irreparable damage could have been done – his prized reputation. […]

[The defendant] was uncaring also of the global reach of the social media platform that was Facebook […] of the wreckage that he would leave in the path of his libellous rampage, particularly the damage to the sporting industry.

Los comentarios difamatorios tenían como objetivo, y lograron, golpear al demandante en el punto en el que podría haberse producido el daño más irreparable: su preciada reputación. […]

[El demandado] no se preocupó tampoco del alcance global de la plataforma de […] Facebook […] de los destrozos que dejaría en el camino de su desenfreno difamatorio, en particular el daño al sector del deporte.

No era la primera vez que Ali inquietaba a la fraternidad del críquet. En junio de 2021, había insinuado que su club había sido tratado injustamente por los árbitros del partido. El presidente del Consejo de Árbitros de Trinidad y Tobago, Lalman Kowlessar, pidió posteriormente que se tomaran medidas disciplinarias contra Ali por sus «ridículas» afirmaciones.

Este caso, es significativo en el sentido de que, a nivel local, ha atribuido penas elevadas a la difamación en línea, incluso más que en otros casos recientes. Alexander presidió un caso similar en 2019 que implicaba a la periodista Lasana Liburd, que también fue juzgada por haber sido difamada en Facebook. La sentencia de Alexander contemplaba el pago de 550 000 dólares trinitenses [poco más de 81 000 dólares estadounidenses) a Liburd. Ese mismo año, un tribunal también condenó al líder político Philip Edward Alexander a pagar al empresario Andrew Gabriel algo más de 700 000 dólares trinitenses (aproximadamente 103 000 dólares estadounidenses) en concepto de daños por difamación.

La sentencia en el caso Ramnarine aumentó la sanción en casi un 20 %, y el juez Alexander explicó su decisión:

[W]here the defendant acted deliberately, jeeringly and maliciously, it was felt that an award for exemplary damages was justifiable. It would serve to caution any defendant who uses Facebook or any other social media platform to libel and destroy a claimant’s reputation that he will feel the punitive arm of the court acting to deter such behaviour […] the court must send a message that such reckless abuse of social media platforms must stop.

[Cuando el demandado actuó de forma deliberada, burlona y maliciosa, se consideró que estaba justificada la concesión de una indemnización ejemplar. Serviría para advertir a cualquier demandado que use Facebook o cualquier otro medio social para difamar y destruir la reputación de un demandante que sentirá el brazo punitivo del tribunal que actúa para disuadir ese comportamiento […] el tribunal debe enviar un mensaje de que tal abuso imprudente de los medios sociales debe parar.

Aunque la legislación sobre ciberdelincuencia de Trinidad y Tobago ha recibido críticas por ser imprecisa  y por las posibles penas que pueden imponerse a periodistas y denunciantes, parece que la mayoría de los abogados tienen claro su alcance cuando se trata de la difamación. El bufete de abogados Hamel-Smith señaló en su blog:

In the context of publishing posts on any social media platform and in order to avoid potentially being sued, it may be prudent to pause before posting and to ask:

Are my thoughts really necessary to be communicated this instant so as to be in a permanent form? (Deleting a post does not mean it was not seen or is not visible in a follower or friend’s feed which has not yet been updated).
Can someone identify whom I am posting about if I don’t name the person? (If yes, and the post is contentious, then it’s probably better to not post it).

En el contexto de las publicaciones en cualquier plataforma de medios sociales y para evitar ser potencialmente demandado, puede ser prudente hacer una pausa antes de publicar y preguntarse:
¿Es realmente necesario comunicar mis pensamientos en este instante para que queden de forma permanente? (Borrar una publicación no significa que no se haya visto o que no sea visible para un seguidor o amigo que aún no se haya actualizado).
¿Puede alguien identificar sobre quién estoy publicando si no nombro a la persona? (Si es así, y la publicación es polémica, probablemente sea mejor no publicar).

Equitas Chambers, por su parte, calificó el caso de «cuento con moraleja para las personas que usan redes sociales para difamar a otros», y aconsejó «prudencia» a los cibernautas.

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