Guerra, palabras y preocupaciones en Asia Central

Conferencia de prensa conjunta del Ministro del Exterior de Kirguistán, Ruslan Kazakbayev (izquierda), y del Ministro del Exterior de Rusia, Serguéi Lavrov (derecha). Moscú, 5 de marzo de 2022. Captura de pantalla del canal de YouTube del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia

La invasión rusa de Ucrania, y cómo escaló hasta convertirse en guerra en todo el sentido de la palabra, deshizo los cimientos de la arquitectura económica, política y estratégica de Asia Central, y obligó a los Gobiernos y a los ciudadanos a tomar partido y elegir un bando en esta nueva «situación de pérdida». Además de las prolongadas interacciones económicas, sociales y política entre Rusia y los Estados postsoviético de Asia Central, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán integran la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la alianza militar liderada por Rusia, mientras Kazajistán, Kirguistán son miembros titulares de la Unión Económica Euroasiática (UEE o EUEA). Por si fuera poco, las remesas, en su mayoría procedentes de Rusia, representan casi un tercio del PIB de Kirguistán, mientras que Kazajistán es el único Estado de Asia Central que comparte fronteras terrestres con Rusia, y alberga a más del 18 % de la población de etnia rusa.

En esas circunstancias, cada Estado respondió a la guerra de forma diferente: Desde ignorarla por completo hasta incorporarle sus intereses nacionales, se adaptaron al cambio de rumbo de la guerra, mientras intentaba resistir  la presión de Rusia.

Como resumió con inquietud Akylbek Japarov, presidente del gabinete de ministros de Kirguistán:

Буду откровенен, от нас со всех сторон требуют какого-то определения, требуют озвучить поддержку какой-то стороне конфликта.

Yo sería honesto, desde todos los lados exigen cierta determinación. Exigen que elijamos un bando en este conflicto.

Respuestas gubernamentales

El 22 de febrero de 2022, tras el reconomicimento por parte de Rusia de las entidades separatistas del este de Ucrania, el presidente de Kirguistán, Sadyr Zhaparov, comentó que quizás Rusia se vio obligada a reconocer la independencia de las dos regiones secesionistas para proteger a la población civil de la región de Dombás, en la que viven muchos rusos. Añadió que el reconocimiento de cualquier Estado es un derecho soberano de cualquier país.

Mukhtar Tleuberdi, ministro de Asuntos Exteriores kazajo, adoptó una postura pesarosa similar, ya que no solo mencionó el fracaso de Occidente en responder debidamente a las propuestas de acuerdo rusas a Estados Unidos y la OTAN, sino que introdujo «la crisis humanitaria en las repúblicas de Donetsk y Luhansk». Aún así, aseguró que «la cuestión del reconocimiento por parte de Kazajstán de las Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk estaba fuera de toda consideración».

El 24 de febrero, el día en que Rusia invadió Ucranio, se celebró en Nur-Sultan, capital kazaja, el mitin del Consejo Intergubernamental Euroasiático que representa a los jefes de gobierno de la Unión Económica Euroasiática. La amplia cobertura de este hecho comprendió la retórica estándar de la integración y las estadísticas económicas, e ignoró totalmente el tema del que nadie quiere hablar.

Como era de esperar, en medio del bombardeo masivo de las ciudades ucranianas, todas las miradas estaban puestas en el primer ministro ruso, Mijáil Mishustin. Además de la reunión del Consejo Intergubernamental Euroasiático, Mishustin se reunió por separado con el presidente Tokayev, en cuya página web oficial se mencionaban medidas conjuntas para evitar la disminución del volumen comercial entre el aumento del conflicto en Ucrania y el despliegue de sanciones contra Rusia. Además, se reunió con Alikhan Smailov, recién nombrado primer ministro kazajo. Sin embargo, a diferencia del informe oficial kazajo, que prefirió pasar por alto el conflicto y centrarse en las cuestiones económicas, las agencias de noticias rusas emitieron recurrentemente las declaraciones ambiguas de Mishustin:

Страны Запада пытаются иногда и разобщить нас, и здесь своим присутствием в это сложное время мы говорим всем, что мы вместе.

Los países occidentales intentan desunirnos de vez en cuando, y al estar aquí, en este momento difícil, decimos a todos que estamos juntos.

El primer ministro ruso Mijaíl Mishustin visita una iglesia ortodoxa rusa en Nur-Sultán, 25 de febrero de 2022. Captura de pantalla del canal de YouTube Semirechie

La tan esperada «unión» y solidaridad con Rusia que Mishustin trató desesperadamente de evocar en su homólogo kazajo no tardó en hacerse notar en su reunión con Akylbek Japarov, que recordó una cita épica del presidente kirguiso:

Мы были 200 лет с Россией и готовы еще 300 лет быть вместе с ней.

Hemos estado junto a Rusia durante 200 años y estamos dispuestos a estar a su lado otros 300 años.

Comprensiblemente, el Gabinete de Kirguistán decidió omitir esta cita en su informe. Resulta interesante que el presidente kirguiso se hizo famoso por las referencias históricas a Rusia, ya que también escribió un artículo sobre las relaciones ruso-kirguisas con el asombroso titular «Lazos aliados» (Союзнические узы) en febrero de 2021, en vísperas de su primer viaje internacional como presidente, y se sometió a una importante autocuarentena para reunirse personalmente con el presidente Vladimir Putin. Bien aclamado, aunque no tan profético, el artículo elogiaba a Rusia por «dar paz a lo largo de sus fronteras estatales», y afirmaba ambiguamente que la anexión rusa de los kirguisos en el siglo XIX facilitó el surgimiento de estos últimos como nación unificada.

El presidente kirguiso también mantuvo una conversación telefónica con Putin el 26 de febrero, apenas dos días después del inicio de la guerra, que la oficina del presidente presentó como la que se produjo sobre la «situación en Ucrania». Sin embargo, el contenido de esta conversación lo «filtraron» varios medios rusos, como la página web oficial del presidente ruso y la agencia de noticias estatal RIA. Según ellos, al reconocer la responsabilidad de Kiev en el naufragio de los acuerdos de Minsk, el presidente kirguiso avaló «las acciones decisivas de la parte rusa para proteger a la población civil del Dombás». Este «respaldo» a la agresión militar rusa en Ucrania provocó una respuesta inmediata, ya que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski retiró a su embajador en Kirguistán por la justificación de los funcionarios kirguisos de la agresión rusa de Ucrania.

Sin embargo, el 9 de marzo, al dirigirse al Joghorku Kenesh (Consejo Supremo, NdT), el Parlamento kirguiso, destacó su postura sobre la guerra ruso-ucraniana:

Албетте биз кичинекей эле өлкөбүз. Биздин согушту токтотуп коюуга таасирибиз деле жетпейт. Ошондуктан биз калыс өлкө болушубуз керек.

Por cierto, somos un país pequeño. Nuestra influencia no sería suficiente para detener la guerra. Por eso, debemos seguir siendo un país neutral.

Extrañamente, la traducción en ruso de su discurso en su página web oficial sustituyó la palabra kirguisa согуш, guerra, por «conflicto». Esto lo hizo más atractivo para Rusia que, como es notorio, hizo que llamar «guerra» a la guerra fuera ilegal. Sin embargo, quizás fue el ministro de Asuntos Exteriores kirguiso Ruslan Kazakbayev, quien fue más allá en el apaciguamiento del sentir ruso, ya que en la rueda de prensa en Moscú con su homólogo ruso Sergey Lavrov, el 5 de marzo de 2022, afirmó desconsideradamente que «tanto Ucrania como Rusia son víctimas de este conflicto».

Entre todos los líderes de Asia Central, el presidente kazajo Tokayev fue el único que mantuvo una conversación telefónica con el presidente ucraniano, además de llamadas recurrentes con Putin. En esas conversaciones, aunque hablaba ruso, eligió un léxico extremadamente neutro, evitó referirse a la guerra, como hizo durante el congreso del partido gobernante Nur Otán (rebautizado posteriormente Amanat) el 1 de marzo de 2022, y citó la versión rusa de «una mala paz es mejor que una guerra buena» (худой мир лучше доброй ссоры) con disputa (ссора) en vez de guerra (война), aunque no dudó en mencionar la guerra en sus tuits en inglés.

Sobre la situación en Ucrania. Hacemos un llamado a ambos Estados para que realicen los máximos esfuerzos para entablar un diálogo y trabajar en una solución pacífica. No hay otra manera.
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Una mala paz es mejor que una guerra buena. Sin paz, no habrá desarrollo. Kazajstán está dispuesto a aporta su buen oficio, si es necesario.

Sin embargo, el 4 de abril, justo cuando se revelaban las pruebas de las atrocidades rusas en Bucha, publicó un artículo en The National Interest, en el que asegura su respeto por la integridad territorial de Ucrania, e incluso se refiere a la agresión rusa en Ucrania como «guerra». Hay que recordar que en su entrevista de 2019 con Deutsche Welle, dudó en calificar la anexión de Crimea como anexión, y que pronunció banalmente: «lo que pasó, pasó».

En vista de esto, al comentar la declaración de Timur Suleimenov, primer jefe de gabinete adjunto del presidente kazajo, el ministro de Asuntos Exteriores Tileuberdi confirmó que Kazajistán no reconocería las Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk. El 29 de marzo de 2022, Suleimenov había afirmado que Kazajistán no reconocía y no reconocerá a Crimea ni a Dombás.

Sin embargo, a pesar de mantener un perfil relativamente bajo en los debates políticos mundiales, fue Uzbekistán el primero en expresar su garantía de la integridad territorial de Ucrania y su falta de voluntad de reconocer a las entidades separatistas de ese país, como declaró el 17 de marzo el ministro de Asuntos Exteriores uzbeko Abdulaziz Kamilov, en la sesión de la cámara alta del Oliy Majilis (Asamblea Suprema), el Parlamento uzbeko. Sin embargo, es interesante que pronto se afirmara que podría no reanudar sus funciones por motivos de salud tras su baja médica, aunque sus declaraciones sobre Ucrania habrían sido respaldadas por la oficina del presidente.



Para más información sobre este tema, consulta nuestra cobertura especial Rusia invade Ucrania.

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