Si bien los Estados centroasiáticos de Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán tienen mucho en común, la integración regional es más una idea que un hecho: Las sociedades locales saben muy poco de sus vecinos. Sin embargo, un grupo de activistas del Kirguistán cree que ha llegado el momento de hablar de la opinión pública de Asia Central en su conjunto.
Los cinco Estados centroasiáticos tienen muchas cosas en común: Fronteras compartidas, presencia de minorías étnicas pertenecientes al mismo grupo étnico dominante en cada país, más de 70 años de dominio soviético, proximidad lingüística en el caso de los que tienen lenguas túrquicas (todos excepto Tayikistán), vecinos parecidos deseosos de influir en la región (Rusia, China, Turquía), migración económica masiva (sobre todo hacia Rusia y Turquía). En conjunto, representan más de 70 millones de personas.
Sin embargo, hay varios factores que mantienen las fronteras cerradas, y que impiden la aparición de una identidad regional fuerte o un sentir de destino compartido: Las ambiciones políticas de los líderes locales que no quieren comprometerse con los vecinos más cercanos, conflictos por la etnia y los recursos naturales o energéticos, cuestiones fronterizas no resueltas de la época soviética (incluidos los enclaves), divergencias en las relaciones con Moscú y Pekín, y diferentes actitudes de los Gobiernos hacia el islam, entre otros.
No obstante, la experiencia vivida por la población promedio sigue siendo bastante similar en los cinco países y una ONG con sede en Biskek (Kirguistán) ha decidido considerar a los centroasiáticos en su conjunto para analizar las tendencias sociales, económicas y políticas a nivel regional.
Global Voices habló con Kasiet Ysmanova, gerente de desarrollo del Central Asia Barometer (CAB), para saber más sobre los retos de cualquier organización que explore la opinión pública regional. Como explica, la organización fue fundada en 2012 por varios investigadores y entusiastas de Asia Central. Las cosas se perfilaron en 2017:
That year, CAB started its regular open-access cross-country survey project, which is conducted twice a year. First, we started with face-to-face surveys, then switched to telephone in 2020 due to the pandemic. We gradually added new countries, and right now we cover all five countries. Our goal is to conduct open access weekly public opinion surveys in all the countries on topical issues. This would allow us to better fulfill our mission as a Central Asian barometer, measuring the political, economic and social atmosphere in the region.
Ese año, el CAC inició su proyecto de encuestas periódicas de libre acceso entre países, que se hacen dos veces al año. Primero, empezamos con encuestas presenciales, luego cambiamos al teléfono en 2020 por la pandemia. Poco a poco fuimos añadiendo nuevos países, y ahora cubrimos los cinco. Nuestro objetivo es realizar encuestas de opinión pública semanales de libre acceso en todos los países sobre temas de actualidad. Esto nos permitiría cumplir mejor nuestra misión de barómetro de Asia Central, medir el ambiente político, económico y social de la región.
Para Ysmanova, una de los proyectos más interesantes es medir la dinámica de las relaciones entre los cinco Estados centroasiáticos. Según explica, esto ayudaría a los Gobiernos y a otras instituciones a seguir las distintas tendencias que conforman las relaciones entre los ciudadanos de los cincos estados.
Global Voices también le preguntó por los principales retos que plantea la recopilación de datos en una variedad tan grande de países e idiomas. Ysmanova reconoce que no es una tarea fácil:
There is high sensitivity about certain topics such as politics, religion: In Turkmenistan, Tajikistan and Uzbekistan we can’t ask questions about internal and external politics, religion, extremism or terrorism. Asking these questions may lead to low response rates and problems with the security agencies in these states. We are more free in Kazakhstan and Kyrgyzstan.
Hay una gran sensibilidad sobre algunos temas como política o religión: En Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán no podemos hacer preguntas sobre política interna y externa, religión, extremismo o terrorismo. Hacer estas preguntas puede dar lugar a bajos índices de respuesta y a problemas con los organismos de seguridad de estos Estados. En Kazajistán y Kirguistán somos más libres.
Sin embargo, también hay problemas técnicos: Escasa capacidad institucional en toda Asia Central, que, según explica, incluye la imposibilidad de realizar encuestas telefónicas en Turkmenistán, y la dificultad para encontrar profesionales capacitados para el trabajo de campo como operadores, entrevistadores o facilitadores de grupos de discusión. Esto significa, en la práctica, que el CAB tiene que formar a las personas que necesita para realizar el trabajo y comprobar la calidad y fiabilidad de los datos. Entre el mal estado de las carreteras y las deficiencias de internet, el acceso también es complicado, lo que también influye.
Dado su pasado soviético, la región está unida en sus sospechas generales acerca de por qué se encuesta a un grupo, y cuáles podrían ser los motivos ocultos, como expresa Ysmanova:
We often get calls and messages from our respondents asking us cautiously why we are surveying people, especially on the most sensitive topics. As the level of awareness about sociological research is low in these countries, it’s not self-explanatory for the people when we say that we are conducting these surveys as part of our social research projects.
A menudo recibimos llamadas y mensajes de nuestros encuestados que nos preguntan con cautela por qué encuestamos a la gente, especialmente sobre los temas más delicados. Como el nivel de conocimiento sobre la investigación sociológica es bajo en estos países, la gente no se explica por cuando decimos que estamos realizando estas encuestas como parte de nuestros proyectos de investigación social.
Eso es especialmente cierto en el caso de Turkmenistán, uno de los países más cerrado no solo de Asia Central, donde CAB solo puede hacer preguntas generales que, sin embargo, pueden dar una idea de lo que la gente vive en su país.
Dada la creciente población de Asia Central, que podría alcanzar los cien millones en 2050, el papel desempeñado en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y, más recientemente, en la absorción de los flujos migratorios procedentes de Rusia tras la invasión rusa de Ucrania, será cada vez más importante tener una mejor idea de cómo los centroasiáticos evalúan los principales cambios económicos, políticos, de salud pública y ambientales.