Emigrantes rusos son recibidos con frialdad en Georgia

Códigos QR expuestos en Tiflis. Fotografía: Shota Kincha/OC Media

Este artículo se publicó originalmente en OC Media. Reproducimos una versión en virtud de un acuerdo para compartir contenido.

Desde la invasión rusa de Ucrania del 24 de febrero., miles de rusos han huido de la represión política, los problemas económicos y el reclutamiento de su patria. En Georgia, uno de los destinos más populares para rusos sensibles, la llegada ha sido recibida con menos entusiasmo.

El incidente más reciente ocurrió en Batumi. El 11 de abril, emigrantes rusos fueron recibidos con una andanada de insultos de activistas a través de megáfonos: «Putin Khuilo [Putin es un imbécil] Rusia es un país ocupante! Actualmente, el 20 % del país en el que están está ocupado. No estamos contentos de tenerlos acá […]. No confiamos en ustedes. No tenemos la certeza de que su Gobierno no invadirá Georgia para protegerlos», eran algunos lemas dirigidos a los visitantes rusos.

Un sentir similar expresaron partidos políticos, como el opositor Movimiento Unido Nacional (UNM). En marzo, la parlamentaria Nona Mamulashvili se comprometió a «hacer rodo para que los ciudadanos rusos que se mudaron [a Georgia] en masa estén incómodos», y agregó que «nadie los espera aquí. Decimos que estos llamados turistas son ‘saboteadores», dijo Mamulashvili  al canal 24 de Ucrania.

El partido libertario Girchi eligió recibir a los invitados de la «Rusia ocupante» con carteles de «toma de conciencia» en la autopista Vladikavkaz–Tiflis. Multitudes de georgianos se pararon al lado de la carretera con carteles con números, cada uno representaba estimaciones del Gobierno ruso de sus bajas civiles y militares.

En marzo, un grupo de georgianos también incitaron a los rusos a usar afiches con códigos QR para quienes buscan vivienda, bancos y actividades culturales. Pero los códigos QR redirigían a los usuarios a información sobre la invasión rusa a Ucrania.

Mientras los rusos huyen a Georgia, aparecieron afiches en Tiflis, que «ofrecen» servicios necesarios a los ciudadanos de Rusia. Para recibir la información deben escanear el código QR. Luego, en vez de los servicios, aparece información sobre la agresión de Rusia.

Otros, como los cerca de 16 000 signatarios de esta petición en línea han pedido un régimen de visas, que debería exigir que los ciudadanos rusos que viajan a Georgia que pidan una visa antes de viajar.

Normalmente, los rusos pueden entrar a Georgia sin visa y se les permite estar en el país hasta 12 meses. Una reciente encuesta de CRRC Georgia sugirió que el 59 % de los georgianos apoyaban las restricciones para los rusos que quieren entrar el país. El apoyo fue especialmente alto entre los jóvenes y los opositores.

También hay temores de que la presencia de más ciudadanos rusos en Georgia es un riesgo a la seguridad. No hay garantías de que el Kremlin no decida intervenir con el pretexto de la necesidad de proteger los derechos de los ciudadanos rusos en países como Georgia.

El Ministerio del Interior indica que un total de 35 028 ciudadanos rusos entraron a Georgia entre el 24 de febrero y el 20 de marzo. No está claro cuántos pretenden quedarse a largo plazo. Algunos también están considerando reubicar sus negocios. Según el Registros Público Georgiano, se está recibiendo más solicitudes de rusos que piden registar sus empresas.

El impacto económico de la ola de migrantes se sintió rápidamente. En la capital Tuflis, los alquileres aumentaron.

Los dueños de varias empresas georgianas también se han sumado al sentir antirruso, incluidos los dos mayores bancos del país.

Se informa que rusos de etnia georgiana, activistas rusos contra el Kremlin que viven en Tiflis y hasta georgianos que parecen rusos ha enfrentado hostilidad en Georgia.

Tras la invasión de Ucrania, al menos una sucursal del Banco de Georgia dispuso que los ciudadanos rusos que quietan abrir cuentas deben firmar formularios que indican que reconocen que Rusia es «un agresor» y un «ocupante» de Georgia y Ucrania. Los formularios obligaban a los clientes rusos a «combatir la propaganda rusa».

Un bloguero bielorruso de oposición que pidió quedar en el anonimato dijo a OC Media en marzo que el banco georgiano TB se negaba a abrir cuentas a ciudadanos rusos, incluido el bloguero. Representantes del banco dijeron que querían «ayudar a los rusos a evadir sanciones».

TBC no ha contestado los repetidos llamados de OC Media para comentar al respecto.

Nikolay Levshits, activista que vive en Tiflis y que coorganizó una manifestación contra la guerra, dijo que ha recibido informes de rusos y bielorrusos a quienes se les ha negado servicio de taxi y en cafeterías, y hasta los han rechazado como arrendatarios por su nacionalidad.

A algunos rusos se les negó la entrada a Georgia. A David Frenkel, destacado reportero para el medio digital ruso Mediazona le negaron la entrada el 10 de marzo, cuatro días después de que las autoridades rusas bloquearon a Mediazona por negarse a censurar noticias sobre la invasión de Ucrania. Tras pasar 14 horas en el aeropuerto a la espéra de una decisión de la policía de fronteras que hablaban por teléfono con sus superiores, Frenkel no quedó convencido cuando el ministro del Interior de Georgia, Vakhtang Gomelauri, sostuvo que las negativas ante llegadas potencialmente delicadas, como la suya, no las decidían las autoridades.

El destacado periodista Mikhail Fishman, presentador del canal independiente ruso Dozhd, citó una experiencia similar el 5 de marzo. Fishman dijo a OC Media que no le habían dado razón alguna de por qué le negaron la entrada a Georgia.

«Entiendo que no me permitieron entrar al país debido a quien soy y qué hago. Esto me queda totalmente claro», dijo.

Fishman agregó que no planeaba volver a entrar a Georgia.

Dozhd dejó de transmitir poco después de que Putin firmó una ley que imponía condenas de prisión hasta de 15 años a quienes difunden información falsa sobre las fuerzas armadas de Rusia.

Este sentir está lejos de las declaraciones hechas hechas en marzo por Levan Davitashvili, el ministro de Economía, quien dijo que Georgia es una «isla de libertad» para quienes huyen de regímenes represivos.

Pero Georgia tiene un historial de no dejar entrar a los críticos del Gobierno ruso, por razones imprecisas como con Fishman y Frankel.

Las autoridades han extraditado a la mayoría de las personas que Rusia había solicitado. Según el Centro de Justicia Social de Tiflis, entre 2013 y 2019, Georgia extraditó a 14 de 23 ciudadanos rusos a petición de Rusia, incluidos quienes sostenían que podían sufrir persecución, tortura y trato inhumano en su país de origen.

Y sin embargo, para muchos de esos rusos que han llegado a Georgia, el país representa un refugio.

«Justo después de atravesar el túnel [en la frontera entre Georgia y Rusia], empiezas a entender que has salido de una especie de distopía y has entrado en un país civilizado», dijo Aleksandr Belinskiy en una entrevista con OC Media.

Este masajista y asesor de autos de 35 años llegó a Georgia a mediados de marzo. «Te relajas; entiendes que no te van a encarcelar por alguna publicación en Instagram», dijo Belinskiy a OC Media. «Al menos puedo hablar aquí».

Belinskiy expresó una fuerte objeción a la guerra de Rusia contra Ucrania, y que irse era una «cuestión de seguridad» dado el clima político de Rusia tras la guerra.

Y aunque él y sus amigos habían oído hablar de la rusofobia en Georgia y estaban preparados «para ser despreciados» y para «reacciones agresivas por hablar en ruso», todos los que había conocido hasta ahora habían sido «muy amables».

Dmitry, técnico informático ruso de 28 años, también dijo a OC Media que los georgianos que había conocido «eran maravillosos» y estaban deseosos de ayudarlo a él y a otros.

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