¿En qué piensas cuando escuchas la frase «Día de la Tierra»? ¿Te quedas perplejo al pensar que debes seguir hablando del ambiente y de cómo colectivamente no estamos haciendo lo suficiente para protegerlo? ¿Tienes una sensación de impotencia por el hecho de que la crisis climática esté tan avanzada y aun así ningún gobierno del mundo pareciera mover un solo dedo para tomar medidas concretas? ¿Sientes rechazo por los activistas ambientales, ya que los consideras exagerados o te estremeces al pensar lo que la injusticia climática está provocando en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) como el Caribe?
El cambio climático es quizás el problema más urgente de nuestro tiempo y, sin embargo, la gran cantidad de información sobre el tema a veces tiene un efecto contrario pues nos insensibiliza y lleva a que nos sintamos ajenos al meollo del problema: encontrar formas para adaptarnos a un planeta que está cambiando rápidamente y descubrir cómo vivir en un equilibro sostenible.
El equipo de Global Voices del Caribe, que incluye observadores de aves, excursionistas, fotógrafos aficionados y personas a quienes les gustan las actividades al aire libre en general entiende que el respeto a nuestra Tierra no es negociable si queremos sobrevivir ni mucho menos si queremos prosperar. Para nosotros, la naturaleza es mucho más que titulares de noticias o conferencias de la COP, sino que es real, tangible y, dado que la mayoría de nosotros vivimos en islas, está literalmente a nuestro alrededor. En este Día de la Tierra, al compartir algunas de nuestras partes favoritas de nuestro planeta y el porqué son tan significativas para nosotros, queríamos recordarles por qué es necesario que seamos sus aliados…
La Pequeña Tobago de Tabatha
Pequeña Tobago, también conocida como isla Aves del Paraíso, es una pequeña isla ubicada frente a la costa nororiental de Tobago que en su mayoría está habitada por vida silvestre y distintas especies de aves. Me quedé completamente encantada cuando viajé allí en 2021.
Algunos tobaguenses se encargan de visitar con frecuencia esta isla en bote, único medio por el que se puede llegar, para abastecer a las diversas especies de aves con néctar casero. Distintos turistas y observadores de aves viajan desde todo el mundo para ver las especies que solo habitan en esta pequeña isla.
Es todo un gran tesoro local, pero me entristece ver que la única construcción de la isla está en ruinas y que necesita desesperadamente una reestructuración; es de suma importancia hacer más como comunidad y como país para preservar estos tesoros naturales que se nos han conferido. En el Día de la Tierra, me gustaría destacar este santuario con la esperanza de que reciba los cuidados que necesita con urgencia para preservar la belleza que tan generosamente nos brinda.
El canto de un pájaro de Emma
Esta foto que tomé durante una asombrosa excursión de observación de aves a primeras horas del día junto con BirdLife Jamaica me entristece un poco, aunque en ese momento el canto del ave era realmente muy dulce. Como indica su nombre, el sinsonte de Bahamas es un habitante permanente de Bahamas, aunque también vive en algunas partes de Jamaica donde su hábitat se restringe al bosque seco de piedra caliza de la costa sur del país.
Los huracanes, los impactos del cambio climático y la expansión de las urbanizaciones en esta zona seca y silvestre están consumiendo el hábitat de esta hermosa ave: un ecosistema muy seco, pero a la vez vibrante que muchos jamaicanos consideran poco atractivo. Para mí, sus rocas blancas y simples en forma de panal de abeja, junto con sus cactus y vegetación espinosa, larga y delgada tienen un atractivo especial.
Esta ave es un ejemplo de las muchas especies que están en peligro en el Caribe por la pérdida o disminución de los hábitats a los que emigran, donde se alimentan y se reproducen, la que es causada principalmente por el cambio climático y las actividades humanas, como desarrollo de urbanizaciones y el turismo. Cabe agregar que en Hellshire Hills es donde la iguana jamaicana (que se creía extinguida) se «redescubrió» en 1980; en la actualidad hay un programa de reproducción que funciona en el Hope Zoo con el que cientos de iguanas se han reinsertado en la naturaleza. De verdad, espero que este extraordinario paisaje se conserve en el futuro.
La selva tropical de Skye
En el Día de la Tierra nos detenemos a pensar en el planeta en que vivimos y compartimos con otros seres vivientes, pero eso no es todo. Nos preguntamos: ¿Qué estamos dispuestos a hacer para garantizar que «nadie pueda detener el tiempo», como cantó Bob Marley?
Estos días pienso mucho en Guyana, un lugar del que me enamoré hace unos años durante una visita de ocho días al bosque de Iwokrama. Tomé estas fotos en el río Essequibo cerca de Fairview Village, comunidad indígena que vive dentro del bosque, un día en que el río estaba lo suficientemente bajo como para poder ver antiguos petroglifos y para que algunos chicos jugaran en los rápidos. Además, pude admirar desde la cima de la montaña de la Tortuga la «selva» que parece interminable.
Luego de décadas de ser considerada un «remanso» aburrido, Guyana está teniendo una transformación a la vista de todo el Caribe y del mundo. Desde que se encontró una fuente de petróleo, el país súbitamente se convirtió en un centro de energía y en una nueva «tierra de oportunidades». Hace poco el presidente de Guyana, doctor Mohammed Irfaan Ali, habló sobre otro tipo de riqueza que tiene el país como «líder mundial en ecosistemas y biodiversidad del cambio climático» con «18 300 millones de hectáreas de bosque vivo» con un «valor estimado de 500 mil millones de dólares». Espero que Guyana siga valorando su selva tropical y también las nuevas fuentes de riqueza que estén listas para disfrutar.
El camino de ladrillos amarillos de Janine
En 2006, aproximadamente seis meses después de la muerte de mi padre, me fui de viaje a Dominica. Mi padre, auténtico caribeño, había visitado, vivido o trabajado en la mayoría de las islas del archipiélago, sin embargo, siempre hablaba sobre «Nature Island» con un cariño especial. Aunque la llegada fue un poco espeluznante (en un avión de doble hélice, con un descenso pronunciado hacia una pista que era más corta de lo que debía, con majestuosas montañas detrás del avión y un mar interminable por delante) me sentí cómoda de inmediato al instalarme en la isla. Con sus colores verdes y amarillos me hizo sentir como Dorothy en Ciudad Esmeralda; mientras más descubría de la isla más sentía que este lugar mágico era el recubrimiento dorado al final del camino de ladrillos amarillos y de mi pena.
El viaje me devolvió la energía; por dónde iba la naturaleza me recordaba la inmensidad de lo que la componen, su impecable capacidad para suceder en un momento preciso y la resiliencia que tiene. El estruendo de las impresionantes cataratas de Trafalgar me hizo sentir pequeña, pero el reto de escalar las rocas para llegar a las pozas no era nada en comparación con la sensación de renovación que tuve una vez que llegué arriba. Mirara donde mirara, la lección era la misma: todos estamos conectados, entrelazados y dependemos unos de otros. Ya fuera respirando el aire de la montaña o nadando en Scott's Head, famoso lugar de observación de ballenas, la Tierra y yo estábamos en una encantadora danza de dar y recibir.
No obstante, los humanos hemos estado tomando demasiado y ese desequilibrio está desbalanceando todo. Cuando el huracán María arrasó con Dominica en 2017, a mí —como al resto de la región— se me rompió el corazón. Tal vez si empezáramos a ver la naturaleza como madre, compañera, defensora y protectora; si empezáramos a respirarla como la fuente de vida que es, por fin nos daríamos cuenta de que no podemos vivir sin ella. Entonces tal vez, los principales países emisores de carbono empezarían a considerar los efectos que sus producciones tienen en las naciones pequeñas y de primera línea como la nuestra.
Luego del Día de la Tierra, sal y experimenta las maravillas de la naturaleza. Camina descalzo, recorre un camino, sigue el camino de un río, sumérgete en agua salada, sánate y, a su vez, utiliza ese poder para tomar decisiones que curen a nuestro planeta.
La costa norte de Zico
A lo largo de la costa norte de Trinidad existen muchas playas vírgenes e inaccesibles al público en auto y las podemos ver al conducir a través de la cordillera Septentrional de camino a otros lugares que son populares, como Maracas Bay.
Solo el hecho de conducir ya forma parte de la experiencia: bajar las ventanas, respirar el aire fresco mientras contemplamos las playas que están abajo, cuyos nombres son desconocidos para nosotros, pero impresionantes a la vista.
Estas playas contrastan con los lugares ruidosos cubiertos de basura y comercializados donde muchos se instalan para pasar el día. Nos recuerdan que la sanación de la Madre Tierra es más potente en su pureza, solo con ver su gloria puede hacer que la mente se eleve. ¡Feliz Día de la Tierra!