Inflación, juventud y protestas en Mongolia

Protestas juveniles en la plaza Sükhbaatar, Ulán Bator, 8 de abril de 2022. Captura de pantalla del canal de YouTube de la televisora vacional de Mongolia.

Tras las masivas y violentas protestas en Kazajistán de enero, se intentó analizar el potencial de los movimientos de protesta en Mongolia, país cuya peculiar ubicación geográfica lo hace especialmente susceptible a los caprichos políticos de sus dos únicos vecinos: Rusia y China. Así, algunos sugirieron que, a diferencia de Kazajistán, donde la solidaridad sectorial o profesional se convertía a menudo en el instigador de las protestas en las ciudades industriales, Mongolia solo tendría manifestaciones ocasionales instigadas por escándalos políticos o protagonizadas por partidos políticos rivales. En este sentido, las masivas y pacíficas protestas juveniles «sin afiliación política» del 7 y 8 de abril de 2022 en la plaza de Sükhbaatar, la principal de la capital, Ulán Bator, parecieron un poco extrañas incluso para la habitualmente enfática vida política del país, especialmente por la ausencia de compromiso juvenil. Además, las protestas desencadenaron una reacción inusualmente violenta de las fuerzas de seguridad, ya que los videos de la violencia policial, las palizas y las detenciones se difundieron por el segmento mongol de las redes sociales, causando desconcierto e indignación.

A diferencia de las manifestaciones políticas tradicionales, estos manifestantes no pedían la renuncia del Gobierno, sino que lo instaban a hacer su trabajo, y muy pronto el movimiento se conoció como el «¡Haz tu trabajo!» (Ажлаа хий), ya que los participantes presentaron sus quejas sobre la corrupción, la ineficacia gubernamental, la injusticia, la carga de la deuda y, por supuesto, la inflación. A través de sus representantes, entregaron al Gobierno una lista de quince demandas, entre las que se encontraban medidas para evitar la inflación, revisar la legislación fiscal, distribuir equitativamente el crédito, apoyar la industrialización y restringir los derechos y gastos gubernamentales. La invasión rusa de Ucrania ha provocado recientemente inflación, escasez de alimentos y altos precios de combustibles, ya que la cuota de Rusia en las importaciones totales de Mongolia supera con creces la de cualquier Estado de Asia Central y el Cáucaso, excepto Kazajistán y Armenia. Además, sobre al suministro de energía, Mongolia depende casi por completo de Rusia.

Juventud.

La característica más llamativa de estas protestas, comúnmente denominadas «manifestaciones de jóvenes» (залуусын жагсаал), fue el hecho de que la juventud en Mongolia ha seguido siendo históricamente el segmento demográfico más ocioso políticamente. En las últimas elecciones parlamentarias parciales de octubre de 2021, los jóvenes registraron la menor participación electoral, con menos del 40%, mientras que la de los ciudadanos de 60 años o más se acercó al 70%. En esta ocasión, la inmensa mayoría de los manifestantes tenía entre 16 y 24 años, lo que la convierte en la multitud más joven que se ha manifestado frente al Palacio de Gobierno, que alberga no sólo el Gran Khural del Estado, el parlamento de Mongolia, sino también las oficinas del presidente y del primer ministro. Cabe destacar que, en enero de 2021, el actual presidente Ukhnaagiin Khürelsükh tuvo que dimitir como primer ministro tras las protestas que se produjeron en la misma plaza contra la gestión gubernamental de la pandemia del COVID-19, culpando entretanto al entonces presidente Khaltmaagiin Battulga del Partido Democrático de orquestar las protestas. El propio Primer Ministro actual, Luvsannamsrain Oyun-Erdene, conoce bien la eficacia política de las protestas populares, ya que su ascenso a la cima de la escena política también se vio facilitado por las numerosas protestas y manifestaciones que lideró.

A pesar del relativo conocimiento del presidente y del primer ministro con las protestas políticas, la primera noche de manifestaciones hubo una enorme presencia policial y uso excesivo de la violencia, lo que según la Policía, llevó a la detención de 20 manifestantes y a que otros 18 terminaran en los puestos de desintoxicación. Curiosamente, su justificación para usar la fuerza fue similar a las que se dan en toda Asia Central, ya que informaron:

Гэвч шударга ёс, зөв зүйтэй зүйлийн төлөө жагсаж, үзэл бодлоо илэрхийлж байгаа залуусын дунд эмх замбараагүй байдал бий болгохыг санаархсан, өдөөн турхирсан, хэн нэгэн мөнгөтэй этгээдийн гар хөл болсон хүмүүс цөөнгүй нь энэ үеэс эхлэн тод болсон юм.

Sin embargo, pronto se hizo evidente que entre los jóvenes que protestaban para expresar su opinión sobre la justicia y la equidad había algunos que querían crear el caos, instigar la lucha o servir de secuaces de algunos personajes con dinero.

Previsiblemente, la Policía también declaró que esa noche, personas ebrias y bajo la influencia de drogas empezaron a enfrentarse y a acosar a los jóvenes, que estaban expresando sus justificadas demandas.

Sorprendentemente, las protestas juveniles tuvieron lugar exactamente en las mismas fechas y frente al mismo lugar del tan esperado Foro Económico de Mongolia 2022 con su ambiciosa Política de Nueva Recuperación (Шинэ сэргэлтийн бодлого), plan de 10 años destinado a reforzar la independencia económica, mitigar los efectos negativos de la pandemia del COVID-19 y la inestabilidad geopolítica, t a erradicar las barreras al desarrollo. Esta Política de Nueva Recuperación, considerada a su vez como un paso hacia el grandioso plan de desarrollo a largo plazo Visión 2050 (Алсын хараа-2050), daba prioridad a la recuperación en seis rubros: puertos fronterizos, energía, industrialización, zonas urbanas y rurales, desarrollo ecológico y eficiencia gubernamental. Sin embargo, la política parecía prestar poca atención a la pobreza y el bienestar social, ya que la recuperación en las zonas urbanas y rurales, por ejemplo, se centraba principalmente en desarrollar infraestructuras y estructurar zonas económicas.

Durante la pandemia, Mongolia, a diferencia de la mayoría de los países, aplicó una política extremadamente restrictiva, cerró sus fronteras, clausuró empresas y prohibió los viajes internacionales. Los hogares de las zonas urbanas, en particular la capital, fueron los más afectados por el COVID-19. En 2020, la economía sufrió su peor caída desde la década de 1990, con una contracción del 5,3 %, debido al «cierre de fronteras y a la baja demanda de combustibles fósiles» que afectó a su comercio con China, y hasta 260 000 personas más cayeron en la pobreza.

Ya antes de la pandemia, la pobreza rural en Mongolia estaba disminuyendo, mientras que la pobreza urbana se mantenía básicamente sin cambios. Esto afecta, pues a pesar de la imagen global del país, los habitantes urbanos constituyen casi el 70 % de la población de Mongolia, lo que supone un porcentaje mucho mayor que el de cualquier país de Asia Central y 2,5 veces el de Tayikistán. Además, literalmente la mitad de la población del país vive en Ulán Bator, lo que constituye un caso extremo de distribución desproporcionada de la población en un país con un territorio 3,5 veces mayor que el de Uzbekistán.

Vista de Ulán Bator. Foto de Banco Asiático de Desarrollo vía Flickr (CC BY-NC-ND 2.0).

Según estadísticas oficiales, las tasas de pobreza urbana y rural para 2020 eran del 26,5 % y el 30,5 % respectivamente. Sin embargo, un impresionante 64 % de los pobres vivían en zonas urbanas, y el 43 % en la capital. A pesar de no ser tan grande, en 2016 Ulán Bator se convirtió en la capital más contaminada del mundo, por delante de Nueva Delhi y Pekín, lo que provocó un aumento del 270 % de las infecciones respiratorias y una reducción del 40 % en la función pulmonar de los niños de las zonas urbanas. La introducción gradual de la prohibición de usar carbón no procesado en los hogares alivió ligeramente la situación, de modo que Nueva Delhi recuperó su posición entre las capitales más contaminadas, pero el catastrófico nivel de contaminación atmosférica de la capital de Mongolia sigue siendo un reto vital junto con la pobreza.

No obstante, el Gobierno pareció tomarse en serio las demandas de los jóvenes, ya que el primer ministro se presentó personalmente en la plaza y habló con los manifestantes. Sin embargo dijo que algunas de sus demandas, como la ley de impuestos y las elecciones, exceden la competencia del gabinete y deben ser discutidas en el Parlamento. El presidente llevó el asunto más allá, que presionó al Parlamento y al gabinete para que aplicaran urgentemente las demandas de los manifestantes, y citó una lista de reformas y políticas. Sin embargo, esta apresurada aceptación de las demandas de los manifestantes también se vio como un truco del gobernante Partido Popular de Mongolia, deseoso de lograr sus propios objetivos por encima de las protestas de los jóvenes.

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