La vacunación contra el COVID-19 en gran parte de África ha perdido impulso en los últimos meses. Aunque los envíos de vacunas al continente han aumentado en 2022 –más del doble de noviembre de 2021 a enero de 2022–, el número de dosis de vacunas administradas cayó un 35 % entre febrero y marzo de 2022. La vacunación ha sido lenta, por diversas razones que incluyen los desafíos logísticos relacionados con el almacenamiento y la distribución de la vacuna, la renuencia a la vacunación y la percepción de que el COVID-19 no es una amenaza grave.
Menores tasas de vacunación significan menor protección contra el virus, sobre todo si surgen variantes nuevas y potencialmente más transmisoras o mortales. Para recuperar el impulso, los Gobiernos africanos tendrán que adoptar un enfoque multifacético y gestionar las relaciones con las partes interesadas externas para obtener el apoyo necesario.
Si miramos el mapa que muestra las tasas de vacunación contra el COVID-19 a nivel mundial, es evidente que los países del África subsahariana están muy por detrás de la mayor parte del mundo. Mientras que muchos países de Asia, Europa y América han vacunado a más del 60 % de su población, la mayor parte de África está muy por debajo de este porcentaje.
En algunos países, como Burundi, la tasa es inferior al 1 %. También hay valores atípicos en la región. Uno el vecino de Burundi, Ruanda, donde más del 60 % de los ciudadanos han recibido dos dosis. Otro es Botsuana, donde más de la mitad de la población está totalmente vacunada.
Las razones del éxito de la vacunación contra el COVID-19 en Ruanda y Botsuana se deben principalmente a una rigurosa planificación.
En abril de 2021, la pediatra y exministra de Salud Agnes Binagwaho explicó que las elevadas tasas de vacunación contra el coronavirus de Ruanda se beneficiaron por haber llegado pronto a un acuerdo con COVAX, iniciativa multilateral para garantizar el acceso equitativo a las vacunas COVID-19. Además, Ruanda preparó su capacidad logística para almacenar y distribuir las vacunas, estableció muchos lugares de vacunación y formó al personal sanitario.
Botsuana fue igualmente sólida en su planificación y coordinación de la distribución de vacunas, ya que recurrió a múltiples sectores, estableció oficinas locales de enlace y recopiló datos para desarrollar herramientas de seguimiento y evaluación. También lanzó una campaña de comunicación para abordar las dudas sobre la vacuna y la desinformación en marzo de 2021.
Lo que viene
En el futuro, los países africanos deberían tratar de impulsar la producción de vacunas en el continente, para no tener que depender de donaciones ni exportaciones de otros países, y mejorar el consumo de vacunas. Botsuana anunció en marzo de 2022 la construcción de una planta para producir la vacuna Corbevax, en colaboración con el conglomerado del empresario sudafricano Patrick Soon-Shiong, NantWorks. Sin embargo, esta planta no estará operativa hasta 2026, por lo que no podrá satisfacer las necesidades inmediatas de África. La empresa sudafricana Aspen Pharmacare también consiguió un acuerdo para fabricar la vacuna de Johnson & Johnson, pero no ha recibido pedidos de los países africanos. Si la demanda no repunta, los planes de construir instalaciones para fabricar vacunas de ARNm que ofrezcan el mayor grado de protección contra el virus –como las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech– en Kenia y Sudáfrica podrían no ser viables.
Para reducir las diferencias en las tasas de vacunación con el resto del mundo, los Gobiernos africanos podrían aprender de las historias de éxito de Botsuana y Ruanda. También podrían colaborar con potencias externas como Estados Unidos, la Unión Europea, China y las instituciones multilaterales. Estas potencias e instituciones extranjeras pueden apoyar la construcción de plantas de fabricación y almacenamiento de vacunas, o el desarrollo y la expansión de soluciones innovadoras. También pueden ayudar a superar los retos logísticos, como los esfuerzos de Ghana por suministrar vacunas con drones, con financiación e intercambio de conocimientos.
Más allá del nacionalismo de vacunas
Los países ricos fueron criticados, con razón, por «acaparar» las vacunas COVID-19 en 2021. En la medida en que los países con acceso a las vacunas las han suministrado a países de ingresos bajos y medios en regiones como África subsahariana, a menudo se han visto impulsados por objetivos estratégicos y por la competencia.
La diplomacia de las vacunas, definida como el suministro de vacunas a los países para ganar influencia geopolítica, es un enfoque miope. El suministro de vacunas a los países o el apoyo a las campañas de vacunación de otras maneras no debe considerarse un juego de suma cero, en el que una gran potencia mejora su posición en los países asociados a expensas de otros.
Las donaciones de vacunas y otros esfuerzos serán apreciados por los gobiernos y la población de los países africanos, independientemente de su procedencia.
Muchos africanos tienden a tener una opinión positiva de China y de Estados Unidos. En América Latina, las encuestas también han revelado que la gente tiene una opinión positiva de ambas potencias externas, y sigue siendo discutible si la pandemia ha cambiado esto. Los Gobiernos africanos, al igual que los de América Latina y el Caribe, pueden gestionar las relaciones con China y con Estados Unidos para obtener suministros y otras ayudas que necesitan para alcanzar sus objetivos de salud pública. Es probable que ninguno de los dos obtenga un apoyo significativo a expensas del otro debido a las donaciones o exportaciones de vacunas.
En 2022, Estados Unidos superó a China como mayor proveedor de vacunas a África: ha donado más de 147 millones de vacunas a los países de la región desde el comienzo de la pandemia. Según algunos expertos, los Gobiernos prefieren cada vez más las vacunas de Pfizer y AstraZeneca a las producidas en China.
Sin embargo, el problema para los países africanos tiene que ver con la logística de adquisición y administración de vacunas y la lucha contra las dudas sobre las mismas, y con la falta de suministro. Como señaló John Nkengasong, director de los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades, hay formas en las que Estados Unidos, China y otros podrían apoyar estos esfuerzos, incluidos disponibilidad de pruebas de antígenos y medicamentos, y generación de capacidad para controlar las variantes.
Las partes interesadas externas han tomado medidas alentadoras. China está construyendo una instalación en Egipto que podría almacenar 150 millones de dosis de vacunas, y podría explorar proyectos similares en otros lugares del continente. La alianza mundial de vacunas GAVI, que administra COVAX, ha declarado recientemente que pasaría de suministrar vacunas a crear capacidad de inoculación, y ha anunciado iniciativas de la Unión Europea y Estados Unidos para financiar el apoyo al suministro. Estados Unidos tiene ahora la oportunidad de demostrar que «Reconstruir mejor» y otros aspectos de su compromiso con África son algo más que herramientas retóricas para combatir la diplomacia del poder blando de China, y apoyar su discurso con acciones.
Un enfoque limitado, centrado en contrarrestar la influencia de otras grandes potencias, es erróneo y puede generar resentimiento futuro. La cooperación entre Estados Unidos, China y otras grandes potencias puede parecer improbable en estos tiempos, ya que las dos potencias presentan visiones opuestas para la gobernabilidad de la pandemia. Sin embargo, ambos países tienen un papel que desempeñar al apoyar a otros Gobiernos africanos que sigan el ejemplo de Ruanda y Botsuana para adquirir y administrar vacunas con éxito.