Pedido de periodista uigur: «Terminar con décadas de sufrimiento de mi familia»

Shohret Hoshur habla en el Festival de Nueva York en 2013, cuando recibió una medalla por una historia publicada en 2012 en Radio Free Asia, titulada «Oigan el grito de libertad de los niños». Foto del autor, usada con autorización.

En mayo de 2022, antes de la visita de una delegación de Naciones Unidas encabezada por Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a Sinkiang, región autónoma del noroeste de China, un periodista uigur-estadounidense, Shohret Hoshur, nos instó a publicar su carta abierta al jefe de la delegación de Naciones Unidas. Al tratarse de la primera visita de un comisionado de derechos humanos a China en los últimos 17 años, todas las miradas están puestas en ella en medio de las denuncias de graves violaciones de derechos humanos, genocidio y crímenes contra la humanidad contra los uigures y otros grupos minoritarios musulmanes en Sinkiang.

Como se desprende de la carta del señor Hoshur, 11 familiares inmediatos han sido arrestados, detenidos o no hay información sobre su paradero, una historia común para muchas familias uigures y otras familias musulmanas en Sinkiang. Hace un llamado a la señora Bachelet para que haga justicia, sea transparente y resolutiva, al igual que muchas organizaciones de derechos humanos la instan a cumplir con los principios:

Estimada señora Bachelet:

Mi hermano, Shawket Hoshur, tuvo un sueño recurrente durante su primera detención en Urumchi, capital de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang: «Siempre soñaba que un grupo de extranjeros entraba en nuestra celda y nos preguntaba: «¿Eres el hermano de Shohret Hoshur, el periodista uigur-estadounidense?».

Este sueño se lo contó a mi madre, Tuhan Musa, el 31 de diciembre de 2015, cuando fue puesto en libertad gracias a la intervención del Gobierno estadounidense en su caso. Desde septiembre de 2017 está detenido de nuevo, junto con otros 11 miembros de mi familia. Creo que todos mis familiares han tenido el mismo sueño en los últimos cinco años. Por desgracia, mi madre de 82 años está entre ellos. Soñaban con esto porque sabían que estaban encarcelados por mi trabajo en Radio Free Asia (RFA) en Estados Unidos. Esperaban que Estados Unidos y Naciones Unidas los ayudaran quedar en libertad, pero hasta ahora no lo ha sido así. Espero que su visita pueda al menos hacer realidad el sueño de mi madre de ser liberada.

Tuhan Musa, madre de Shohret Hoshur. Foto del autor, usada con autorización.

A raíz de una intervención del Gobierno estadounidense, en enero de 2016, se permitió a mi madre mantener contacto telefónico con ella siempre que no hablara de nada que no fuera relacionado con la familia. Entonces empecé a hablar «legalmente» con mi madre y me mantuvieron al tanto sobre la situación de mis otros familiares. Me enteré de que en septiembre y octubre de 2017, mi hermano mayor, Shawket, y mi hermano menor, Rahim, fueron detenidos de nuevo y llevados a un supuesto «centro de formación profesional». Mi madre dijo que fueron seleccionados para la «educación» por una llamada telefónica que había hecho al condado de Ghulja (Yining). Cuando le pregunté cómo se había enterado de eso, me dijo: «Me advirtieron: ‘vendrán más problemas si su hijo en Estados Unidos no deja de instigar problemas».

Padre, Hoshur y hermanos de Shohret Hoshur, Tudaxun y Rexim. Foto del autor, usada con autorización.

En agosto de 2017 llamé a los funcionarios del condado de Ghulja y expuse el cuarto centro de reeducación del condado. Esa fue la primera información clara y detallada que hubo sobre uno de los campos de detención masiva, incluidos ubicación, nombre, número de estudiantes y los llamados «delitos» de los estudiantes. Mi madre me informó luego que a mis dos sobrinos y dos cuñados los llevaron al centro de formación entre enero y marzo de 2018. Cuando hablé por última vez con mi madre en abril de 2018, mis familiares detenidos eran 11, y me dijo: «Ahora, parece que voy a ser la siguiente en que me lleven porque me dijeron: ‘Te pasaste de la raya cuando hablaste con Shohret'; por favor, no me llames durante dos meses».

La semana anterior, mi madre había dicho: «Lloré mucho la última vez (cuando detuvieron a mis dos hermanos). Este año, aunque se han llevado a 10 personas de mi familia, no he llorado mucho porque esta vez le ha pasado a todas las familias de nuestro barrio. Siento que compartir el mismo problema con otros te reconforta». Su declaración sobre el barrio puede haber sido considerada por los funcionarios como «cruzar la línea» y filtrar un secreto de Estado. Cuando llamé a mi madre dos meses después, su nieto tomó el teléfono y me dijo que la Policía había citado a mi madre la semana anterior y no había vuelto desde entonces.

Tuhan Musa en el condado de Korgas, Región Autónoma Uigur de Xinjiang. Foto del autor, usada con autorización.

Así, 11 miembros de mi familia están desaparecidos y no se ha determinado la suerte de ninguno. Llevo informando de esta situación con mi familia al Departamento de Estado de Estados Unidos desde finales de 2017, y he pedido a China que dé información sobre mis familiares, pero no he recibido respuesta de ninguna de las dos entidades.

Hacia mediados de 2021, me enteré de que mi madre había sido condenada a ocho años de prisión a finales de 2018 por filtrar secretos de Estado y obstruir el proceso judicial. Mi carta a la embajada china en Washington para confirmar los cargos de mi madre no ha recibido respuesta.

Hacia mediados de mayo, llamé a algunos vecinos de nuestro pueblo natal en el condado de Korgas, para preguntar por el paradero de mi madre. Uno de los vecinos dijo que la casa donde vivía mi madre no se había limpiado de nieve desde hacía varios años, lo que refleja que no hay adultos en nuestra familia.

Creo firmemente que todos mis familiares desaparecidos fueron encarcelados como represalia por mi trabajo periodístico en la RFA. Mi madre tiene 82 años, mi hermano mayor 62, y mis hermanos menores, Tudahun y Rehim, tienen problemas de salud (estómago y pulmón, respectivamente). Por lo tanto, me preocupa mucho su estado de salud. Insto al personal de Naciones Unidas a que ayude a obtener información sobre si mis 11 familiares están vivos y, de ser así, dónde están y por qué y cómo fueron castigados. Creo que investigar su suerte podría ayudar al equipo de Naciones Unidas a comprender mejor la situación de los uigures. China no puede negar que mis familiares están cautivos; toda la información sobre su detención debe estar disponible públicamente en los medios internacionales. Además, es posible que mis familiares tengan el valor de decir la verdad porque se han beneficiado de los resultados de una investigación extranjera en 2015.

Padres de hohret Hoshur’ con su hermano mayor, Shawket. Foto del autor, usada con autorización.

China toma represalias con castigos a los familiares de un periodista estadounidense, e intenta borrar todo signo de esperanza para millones de personas de la región, les hace creer que el mundo exterior no se preocupa y no está dispuesto a ayudarles. Por eso, insto al equipo de investigación de Naciones Unidas a que incluya a todos mis familiares, o al menos a mi madre (Tuhan Musa, de 82 años), a mis tres hermanos (Shawket, de 62 años; Tudaxun, de 48 años; y Rexim, de 46 años), y a mi exesposa (Peridem Abdurusul) en la lista de personas que deben ser liberadas de los campos de China.

En 2002, mi exesposa, Peridem Abdurusul, y nuestros dos hijos fueron retenidos en el aeropuerto internacional de Shanghái cuando viajaban a Estados Unidos con documentos de inmigración para la unidad familiar. No pudieron obtener pasaportes por mis artículos publicados en publicaciones uigures en el extranjero. En 2009, la cadena estatal china CCTV me llamó provocadora por el incidente del 5 de julio en Urumchi por mis reportajes. Este mismo año, el portavoz chino Zhao Lijian me llamó mentiroso por mi testimonio en el Tribunal Uigur.

Sé que China no me perdonará ni pondrá fin a las represalias contra mi familia, pero espero que su experiencia y el equipo internacional de alto nivel que dirige, junto con la significativa investigación que ha propuesto, puedan ayudar a poner fin a los años de castigo inmerecido de mis familiares.

Gracias,

Shohret Hoshur

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