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Cómo la inteligencia artificial podría influir en las elecciones de Zimbabue de 2023

Categorías: China, Zimbabue, Elecciones, Medios ciudadanos, Tecnología, GV Advox, Unfreedom Monitor

Imagen de Commonwealth Secretariat [1] en Flickr [1], utilizada bajo licencia (CC BY-NC 2.0 [2]).

Tras años de desconfianza ciudadana en los organismos de gestión electoral y la falta de transparencia, el uso de tecnología biométrica, como los rasgos físicos y de comportamiento de las personas en los procesos políticos, se ha extendido por toda África. A medida que Zimbabue se aproxima a las elecciones principales, previstas constitucionalmente para 2023, la temporada de campañas pronto estará en pleno apogeo.

El país celebró elecciones parciales el 26 de marzo de 2022 [3], en las que el partido opositor Citizen Coalition for Change (Coalición Ciudadana por el Cambio, CCC) obtuvo 22 de los 28 puestos de la Asamblea Nacional. Si bien estas elecciones fueron una prueba de fuego para las elecciones principales previstas para el año que viene, ¿qué papel desempeñará la inteligencia artificial en la determinación de los resultados políticos?

A medida que el día de la votación se acercaba, algunas organizaciones detectaron irregularidades [4] relacionadas con el censo electoral y las hicieron públicas, lo que suscitó preocupación sobre la credibilidad del almacenamiento de los datos biométricos de los votantes. Entre las irregularidades se incluye la manipulación del censo electoral, se trasladaron hasta 177 000 votantes a otras circunscripciones y hubo cambios no autorizados en al menos 156 colegios electorales.

El hecho de que algunas de estas tecnologías no dependan exclusivamente de protocolos de transmisión por internet para enviar y almacenar la información implica que los Gobiernos africanos deberían adoptar un enfoque más amplio de los mecanismos para enfrentar todas las infracciones de seguridad de la información.

Seguridad de la información

En los últimos 32 años, casi todas las elecciones en Zimbabue se han visto asediadas por acusaciones de intimidación a los votantes, manipulación de votos y violencia. En el periodo previo a las elecciones [5] del 26 de marzo, el CCC y organizaciones de la sociedad civil presentaron un discurso ya conocido sobre la manipulación de los datos de los votantes. Así pues, la Comisión Electoral de Zimbabue (ZEC, por sus siglas en inglés) afirmó que casi todo estaba en orden [6] y que el censo electoral se actualizaba constantemente. Esta falta de transparencia debilita la confianza en la tecnología biométrica, y también dificulta la credibilidad y la auditoría de la funcionalidad técnica de esta tecnología.

En 2018, Zimbabue firmó un acuerdo estratégico de cooperación [7] con la empresa emergente CloudWalk Technology, en virtud de la cual el Gobierno tendría acceso a una base de datos de reconocimiento facial que podría usar para cualquier fin. Estos usos abarcan desde mejorar la labor policial bajo el marco de la iniciativa Ciudad Inteligente hasta localizar a disidentes políticos, entre otros. A cambio, China obtiene acceso a esta base de datos de ciudadanos de Zimbabue con el fin de entrenar sus algoritmos y mejorar la capacidad de sus sistemas de vigilancia, de modo que pueda reconocer tonos de piel más oscuros. El acuerdo se está aplicando por etapas y pronto incluirá el desarrollo de infraestructura de cámaras y redes de Zimbabue. El software de reconocimiento facial mediante inteligencia artificial ha tenido dificultades para reconocer estos tonos de piel, así que con esta recolección de datos personales de ciudadanos zimbabuenses, China obtendrá una ventaja competitiva global en el mercado de las inteligencias artificiales.

Como demuestra la historia electoral de Zimbabue, las violaciones de la seguridad de la información siguen siendo una amenaza habitual. Por ejemplo, cuando se acercaban las elecciones de 2018, la ZEC se negó a dar al entonces partido dominante de oposición, Alianza del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC Alliance), acceso al censo electoral almacenado en sus servidores, alegando que ese acceso podría comprometer la seguridad de los datos confidenciales. En declaraciones a los medios, la presidenta de la ZEC, Priscilla Chigumba [8], dijo que las elecciones de 2018 no podían ser manipuladas, ya que el sistema de votación de Zimbabue era a prueba de manipulaciones, porque todos los datos personales de los ciudadanos que se habían recolectado en el registro biométrico se guardaba en un servidor consolidado. Añadió que esos servidores tenían un sistema de protección de archivos y contraseñas muy estrictos e inviolables. A pesar de estas declaraciones, algunos votantes recibieron mensajes de texto de campaña [9] por parte del partido dirigente Unión Nacional Africana de Zimbabue – Frente Patriótico (ZANU PF), lo que provocó el temor de que la comisión había puesto los datos de los votantes a disposición del partido dirigente. En respuesta a las acusaciones, la ZEC admitió que su base de datos había sido vulnerada [10].

En una entrevista, el profesor adjunto de Estudios de Seguridad del Centro Africano de Estudios Estratégicos, Nate Allen, dijo que el problema no es tanto la tecnología en sí, sino las decisiones que toman los regímenes represivos al emplear la tecnología y con qué fines.

“Como es lógico, los regímenes autoritarios van a estar interesados en la tecnología biométrica por muchas razones equivocadas: para vigilar de cerca la oposición política; para acosar, detener e intimidar a los votantes y activistas, y para permitir la sanción o el castigo de aquellos que no apoyan al régimen”, dijo Allen a Global Voices.

Señaló que uno de los mayores problemas con la implementación de la biometría en África es que resulta muy difícil recopilar los datos biométricos de todos los ciudadanos. “Aquellos ciudadanos de los grupos más marginados son los más propensos a ser excluidos, lo que puede tener todo tipo de consecuencia de segunda orden, desde impedirles votar hasta negarles acceso a prestaciones”.

En un estudio, el experto digital y abogado de derechos humanos del Instituto de Éticas de la Universidad de Utrecht, Arthur Gwagwa [11], sostiene que, en el pasado, la confianza en la seguridad de la información en Zimbabue se basaba en la militarización y la titularización de internet; por ejemplo, la participación de la compañía israelí Nikuv, que colabora con el Ejército en los procesos electorales.

Sin embargo, las acusaciones reiteradas de la manipulación del censo electoral parecen indicar una participación más encubierta de las intenciones políticas en las tecnologías (biométricas). “La gestión de las elecciones está dirigida en su mayor parte por civiles y bajo los auspicios de un respetado exjuez que conoce la importancia de atenerse al Estado de Derecho. Pero en este caso, el estado de derecho es un arma de doble filo, dado que la Constitución otorga a la comisión electoral el mandato sobre la gestión de las elecciones, incluido los aspectos tecnológicos”, señala Gwagwa.

La ZEC, por ejemplo, tiene el mandato pleno de supervisar la impresión de las papeletas de votación y, a su vez, niega a la oposición la oportunidad de probar las capacidades tecnológicas de encriptación y las características de seguridad de las papeletas.

Dilema entre la biometría y la privacidad

Cuando se adoptan tecnologías sin marco jurídico estable ni medidas de protección; estas representan una amenaza significativa para la privacidad y la seguridad personal, puesto que su uso puede ampliarse para facilitar la discriminación, la segregación y la vigilancia a gran escala. Gwagwa señala que en Zimbabue, hay constancia de que algunos partidos con conexiones políticas han amenazado con tomar represalias contra quienes votan de manera determinada, dado que estos partidos tienen acceso a los datos biométricos, como también a los números de serie de los votantes, de modo que pueden controlar las pautas de voto. Este patrón de intimidación es más frecuente en las zonas rurales, donde vive una gran franja de la población del país.

En una entrevista con Global Voices, Gwagwa dijo que, en Zimbabue, el fenómeno de la desinformación y la propaganda de odio se limita a WhatsApp y, a veces, en Facebook, donde el Estado puede reducir el acceso para frenar la publicación de videos que muestren a la oposición de manera positiva. “A diferencia de las democracias liberales, en la que la interferencia digital amenaza la democracia, los derechos humanos, el estado de derecho; esto se puede mitigar con soberanía y acuerdos constitucionales. El impacto de la inversión directa en África impide, en primer lugar, la realización de esos ideales, la unidad social en la que se basan y los acuerdos constitucionales deficientes que existen para mitigar el impacto”, dijo Gwagwa.

Además, Gwagwa afirma que “Zimbabue puede repetir lo que hizo la última vez o tomar prestado del repertorio de Camerún o Malawi, o combinar varios aspectos para enfrentar la amenaza presente”, en referencia a cómo se llevaron a cabo las elecciones generales de 2008, a través de un proceso llamado difundir e mitrar autoritario. En esencia, esto se refiere a cómo los Gobiernos autoritarios adoptan medidas represivas utilizadas en regímenes similares con el fin de lograr los resultados políticos deseados.

Tras las elecciones parciales de marzo de 2022, los resultados de las elecciones de 2023 dependerán de cómo se utilice la inteligencia artificial, para bien o para mal.