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Qué devolvió a Brasil al mapa del hambre de Naciones Unidas tras ocho años de ausencia

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Derechos humanos, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Política, Respuesta humanitaria, Salud
No Brasil, os índices de fome têm piorado Imagem: Luís Gustavo Moreira Carmo / Global Voices

En Brasil, los índices de hambre han aumentado | Imagen: Luís Gustavo Moreira Carmo / Global Voices

A pesar de ser uno de los mayores productores de alimentos [1] del mundo, Brasil acaba de volver al Mapa de Hambre [2] de la Organización de Naciones Unidas después de ocho años de no estar en esa lista.

El informe considera como falta de alimentos que un promedio superior a 2,5 % de la población falta crónica de alimentos. Brasil, con 214 millones de habitantes [3], la tasa estimada es de 4,1 % [2].

El informe [4] se publicó a inicios de julio, y señala que entre 702 e 828 millones [5] de personas pasaron hambre en el mundo en 2021.

En Brasil, la discusión sobre inseguridad alimentaria y hambre de intensificó con la pandemia de COVID-19, pero ya se venía agravando en los últimos años: entre 2019 e 2021, más de 15 millones de brasileños se vieron afectados [6], según Naciones Unidas.

El hambre en números

Más de 61 millones de brasileños viven alguna situación de inseguridad alimentaria, según un informe reciente de la rama de la organización dedicada a la Alimentación y la Agricultura (FAO) [7] 15,4 millones enfrentan inseguridad alimentaria grave, como destaca el portal G1.

El informe nacional «Olhe para a fome [8]» (Mira el hambre), elaborado por la Rede Penssan en asociación con Oxfam Brasil y otras organizaciones, que recopiló datos entre noviembre de 2021 y abril de 2022, también señala la situación preocupante: ek país enfrenta un retroceso que recuerda la situación de la década de 1990 [9], cuando el hambre era noticia diaria.

En 2022, de acuerdo con los resultados obtenidos por ese estudio, el 15,5 % (33,1 millones de personas) [8] de la población enfrenta inseguridad alimentaria grave.

Gráfico da fome no Brasil | Imagem: Reprodução

Gráfico con índices sobre el hambre y sus niveles en Brasil | Imagen: Reproducción del informe «Olhe para a fome» [8]

La segunda Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la COVID -19 en Brasil [10], en la que se «Olhe para a fome», se publicó en junio y mostró que el 58,7 % de la población brasileña convive con algún grado de inseguridad alimentaria.

Según un estudio de Penssan, ocurre cuando la disponibilidad de comida no es regular y está dividida en tres niveles [8]: leve (incertidumbre sobre acceso en un futuro próximo), moderada (cantidad insuficiente de alimentos) y grave (privación del consumo y hambre).

De acuerdo con el informe, las mujeres y las personas negras sufren más.

Huesos y cuentos

Durante la pandemia, con la crisis económica, los supermercados brasileños. con la estrategia de abaratar costos e incentivar las compras, pasaron a vender hasta huesos y cadáveres [11] de animales, lo que no era común en el país.

La Procuraduría del Consumidor del estado de Santa Catarina —órgano de defensa y protección de los consumidores— emitió un recomendación [12] para que los restos se siguieran donando a personas en situación de vulnerabilidad, y no se vendieran. La venta representa una infracción al Código de Defensa del Consumidor, señaló el órgano.

Supermercado en Pará vende restos de peces e imagen repercute en las redes. En pleno avance del hambre en el país, los brasileños recurren a alimentos como huesos, cadáveres de peces y legumbres descartadas.

En Belo Horizonte, Minas Gerais, también en el segundo semestre de 2021, se vio a personas que buscaban alimentos en la basura de un supermercado [22]. Leandro dos Santos Jesus, que buscaba en la basura, dijo al portal G1 [22]:

Dói ver né? A gente chega a selecionar lá dentro o que dá para deixar eles pegarem. A situação está difícil para todo mundo e a gente tem que entender a situação.

Duele ver esto, ¿verdad? Podemos elegir adentro lo que podemos dejar que se lleven. La situación es difícil para todos y tenemos que entenderlo.

Las escenas se repiten en otras regiones del país: en Fortaleza [23], Ceará, como muestra el relato de Sandra Maria de Freitas a BBC News Brasil [23]:

Meus pés ardem como pimenta. Os calos inflamam, eu raspo com uma lâmina e sigo a vida. Acordo às 4 horas da manhã todos os dias, pego o meu carrinho de mão e venho esperar o caminhão do lixo nesse mesmo ponto, perto da Comunidade dos Trilhos, onde moro.

Mis pies arden como la pimienta. Los callos se inflaman, los raspo con una cuchilla de afeitar y sigo adelante. Todos los días me levanto a las 4 de la mañana, tomo mi carretilla y vengo a esperar al camión de la basura en este mismo lugar, cerca de la Comunidade dos Trilhos, donde vivo.

Retroceso

En 2014, la noticia de que Brasil había salido del Mapa del Hambre de Naciones Unidas [24] repercutió a nivel nacional.

En Correio Braziliense [25], equivalente de la FAO en Brasil, organismo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Rafael Zavala, dijo que os números son preocupantes:

Existem quatro causas principais da fome: conflitos armados, choques climáticos, choques econômicos e choques sanitários. Atualmente estamos vivendo o que a FAO chama de «tempestade perfeita» para a segurança alimentar, pois estes quatro fatores estão acontecendo ao mesmo tempo em alguns lugares do mundo.

Hay cuatro causas principales del hambre: conflictos armados, crisis climáticas, crisis económicas y crisis sanitarias. Actualmente estamos viviendo lo que la FAO llama una «tormenta perfecta» para la seguridad alimentaria, ya que estos cuatro factores se dan al mismo tiempo en algunas partes del mundo.

Entre 2004 y 2013, se crearon políticas públicas de erradicación de la pobreza y la miseria y redujeron el hambre a menos de la mitad del índice inicial: de 9,5 % a 4,2 % [8], según el informe «Olhe para a fome».

En 2010, una lista elaborada por la ONG Active Aid [26] mostró que Brasil lidera los países en desarrollo con políticas más eficientes para combatir el hambre.

La derogación de algunas de estas políticas [27] puede haber impactado en el escenario actual. Para el estudio de Oxfam, Rede Penssan y otros, «la mala gestión pública de la pandemia en Brasil es un factor agravante de ese escenario preexistente»:

Está evidente que a reativação da economia é insuficiente para o combate à fome. É preciso ir além, garantindo os direitos — entre eles a alimentação adequada, a preservação ambiental e a promoção do bem estar — de forma equânime a toda a população brasileira.

Es evidente que la reactivación de la economía es insuficiente para combatir el hambre. Es necesario ir más allá, garantizar los derechos –incluida la alimentación adecuada, la preservación del ambiente y la promoción del bienestar– de forma equitativa a toda la población brasileña.

En Folha de São Paulo [28], Walter Belik, economista y fundador del «Instituto Hambre Cero [29]» —que apoya políticas de combate contra el hambre—, comentó que los motivos que llevaron a la crisis de hambre están el COVID-19 e involucra crisis y alzas de precios:

Não dá para atribuir a fome só à Covid, pois se tivéssemos uma rede de proteção social em funcionamento, não teríamos um quadro tão complicado quanto o que estamos vivendo […] Boa parte da crise de desabastecimento e alta de preços em 2020 tem a ver com a ideia de que o Brasil não precisa de estoques reguladores de alimentos, o que é absurdo não só do ponto de vista de segurança alimentar, mas nacional. O país depender de importações e da variação de preços internacionais é absurdo, diante do quadro de abundância que temos no Brasil.

No se puede atribuir el hambre solo al COVID, porque si tuviéramos una red de protección social que funcionara, no tendríamos un panorama tan complicado como el que estamos viviendo […] Gran parte de la crisis de escasez y de los altos precios en 2020 tiene que ver con la idea de que Brasil no necesita reservas reguladoras de alimentos, lo que es absurdo desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, y a nivel nacional. La dependencia del país de las importaciones y de la variación de los precios internacionales es absurda, dada la abundancia que tenemos en Brasil.

Durante el gobierno de Bolsonaro, el Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea) fue disuelto [30], al igual que la Bolsa Familia, programa de distribución de renta a familias sin recursos. Eu su lugar, se creó Auxílio Brasil [31], que distribuía 400 reales (cerca de 74 dólares) a los beneficiarios. Con la aprobación de un nuevo proyecto, el valor debe ampliarse, pero recién en diciembre de 2022.

Beneficio social

La historiadora Denise de Sordi, en el Café da Manhã [32], del diario Folha de São Paulo, señaló las diferencias en el cambio de beneficios:

As condicionalidades do programa Bolsa Família eram condicionalidades no âmbito da saúde e da educação, ou seja: acompanhamento do estado nutricional das crianças, das famílias, acompanhamento das vacinas […] e o acompanhamento em educação: frequência escolar, se as crianças e os jovens estavam na escola […] ou seja, as condicionalidades eram como contra-partidas ao recebimento do benefício.

Las condicionalidades del programa Bolsa Família tenían condicionantes en los rubros de salud y educación, es decir: seguimiento del estado nutricional de los niños y de las familias, seguimiento de las vacunas […] y seguimiento en la educación: asistencia a la escuela, si los niños y los jóvenes estaban en la escuela […] es decir, las condicionantes eran como una contrapartida para recibir el beneficio.

Para ella, a pesar de que en teoría Auxilio Brasil daba continuidad a esas condiciones, en el contexto [33] actual de los CRAS —Centros de Referencia de Asistencia Social— están desarticulados, con lo que ese acompañamiento dejó de ser consistente y continuo.

Dijo que eso afecta la gestión del actual beneficio, y colabora con los índices de desigualdad y hambre:

O Auxílio Brasil vai se mostrando um programa desenvolvido e planejado de forma bastante cambaleante quando a gente pensa nos parâmetros de eficiência e atendimento à população que nós tínhamos, por exemplo, com o Bolsa Família.

Auxílio Brasil está demostrando ser un programa desarrollado y planificado de forma bastante asombrosa si pensamos en los parámetros de eficiencia y servicio a la población que teníamos, por ejemplo, con Bolsa Familia.

Restaurantes populares

La búsqueda de comidas baratas [34] aumentó con la crisis. Las familias recurren a los restaurantes populares con comidas a un real (cerca 0,19 dólares), instalaciones públicas [35] destinadas especialmente a personas en situación de vulnerabilidad.

José Carlos da Silva [36] es albañil y frecuenta la unidad del «Buen Plato [37]» en la Zona Este de São Paulo hace más de un año. Cuando el programa Profissão Repórte, de la Rede Globo, le preguntó por qué estaba ahí, les respondió:

Aqui é onde é que tá salvando a gente, né? Porque, para comer um pedacinho de carne, só aqui mesmo.

Aquí es donde nos están salvando, ¿no es así? Porque, para comer un trocito de carne, este es el único lugar.