“Los Balcanes son la América Latina de Europa en muchos aspectos hermosos,” dice el escritor albanés Elvi Sidheri

Elvi Sidheri, foto del autor, usada con permiso.

Llevaba cuatro días entre los asientos de plástico en Aeropuerto de Barajas en Madrid, esperando que los agentes de Migraciones se dignaran a darle una respuesta. Había viajado a perfeccionar el idioma por una beca de la Casa España de Tirana, Albania, pero ya había perdido la cuenta de cuántas veces llevaba recitado en su mente los versos de los poetas Lope de Vega, Góngora y García Lorca. El perfeccionamiento ya lo venía haciendo no en el aula sino en convencer a los policías que no llevaba drogas ni pensaba radicarse en Madrid: solo conocer la ciudad. Podría haberse sentido un Quijote en pleno año 2000, pero, de ser así, nadie le habría cuestionado la entrada a ese Reino de España tan distinto a las bondades que le imaginaba. Su único pecado era poseer un pasaporte albanés, país del que solo llegaban noticias catastróficas.

La espera no pudo más y decidió dar marcha atrás. Su paciencia había tenido un límite. “Si España no quiere recibir a Elvi, Elvi tampoco quiere entrar a España,” se dijo, reforzando un rasgo que lo caracteriza hasta hoy: hablar de sí mismo en tercera persona. Dio medio vuelta, pidió su pasaporte, y embarcó en el siguiente vuelo a Albania. Conoció y no conoció Madrid en aquella ocasión.

Las situaciones políticas han dificultado la difusión de la cultura albanesa en el mundo. El aislamiento internacional de Albania, primero, durante el régimen comunista de Enver Hoxha (1944-1985) y el bloqueo diplomático actual de Kosovo, país reconocido hoy por 97 de los 193 miembros de la ONU, han colaborado a retratar una cultura que, incluso en el contexto de los Balcanes, se imagina como la más enigmática. Se estima que hay entre cinco y seis millones de personas que se identifican étnicamente como albaneses, y no solo viven en Albania. Conforman el principal grupo étnico en Kosovo (en torno al 93%), la principal minoría étnica en Macedonia del Norte y tienen presencia considerable en Montenegro, Italia y Grecia, además de una significativa diáspora en Estados Unidos, Italia y el norte de Europa.

Más de veinte años después de su primera tentativa de visita a España, Elvi Sidheri es de los pocos traductores y mediadores culturales entre el mundo iberoamericano y el albanés. De hecho, es un amplio conocedor del mundo cultural romance y, en particular, de Hispanoamérica ya que es traductor de español, italiano y portugués al albanés, y ha dedicado dos novelas a España: Dos mundos (Dÿ bote, en original albanés) publicada en 2019, y A España con Amor (mismo título en original albanés) publicada en 2021.

Con ese espíritu, hablamos con Elvi Sidheri mediante correo electrónico y esta es la entrevista, que fue editada por su extensión. 

¿Cómo quedó tu imagen de España después de haber vivido una situación tan desagradable en el aeropuerto de Madrid?

Fue muy impactante, ya que me di cuenta de que la España de mis sueños de juventud, la que había conocido leyendo a Lope de Vega, Góngora y García Lorca, era otra cosa. Pero, aunque fui consciente que la realidad era distinta, no sentí ningún resentimiento hacia España. Volví a los pocos años, en 2004, y después muchas otras veces, cada vez que podía. De hecho, después de dos décadas tomé esa experiencia como inspiración y la plasmé como autor en una parte de mi libro publicado en 2021, A España con amor, por más que el libro no sea autobiográfico.

Elvi Sidheri, escritor y traductor albanés

¿Cómo reconectaste con el mundo hispánico después?

Fui a América casi inmediatamente después de esta primera fea experiencia y fue muy oportuno porque en el Caribe pude reencontrar las raíces de mi amor por el mundo hispano, su cultura y su lengua. Fui a República Dominicana y al principio me sentí casi como en casa porque estaba lleno de turistas italianos, que son muy parecidos a nosotros, los albaneses. En mi país la cultura y la lengua italianas están muy presentes. Y después empecé a apreciar la forma relajada en que vivían los lugareños, el clima, la naturaleza, el mar azul y la música. Después en Cuba me sentí muy atraído por su orgullo, la cultura asombrosa que tienen y la arquitectura colonial de Santiago de Cuba y La Habana. Descubrí que, aunque España y América Latina tienen orígenes comunes, como la misma lengua y algunas tradiciones, el Caribe e Hispanoamérica son realidades lejanas, que difieren visiblemente de España y de Europa.

¿Qué podrías contarnos de esas diferencias culturales entre España y América Latina desde tu perspectiva y tus experiencias?

España es casi un típico país de Europa Occidental: desarrollado, moderno, de mentalidad abierta, aunque mantiene sus raíces mediterráneas. América Latina ha heredado la mayor parte del legado cultural español, como su lengua y muchas tradiciones, pero también ese maravilloso Nuevo Mundo ha creado su propia conciencia, a partir de la mezcla de muchas culturas y etnias que emigraron a lo largo de los siglos y se fusionaron con el componente nativo y con personas de otros orígenes como África y Asia.

Hasta la vista de Pietro Marko, y A España con Amor de Elvi Sidheri son dos novelas que abordan relaciones con España desde Albania

En esa mezcla de culturas en América Latina, ¿cómo ves tú, desde Albania, ese componente nativo que mencionas y su interacción con otras culturas? ¿Ves similitudes entre esa realidad y tu contexto balcánico?

Las poblaciones indígenas conforman la parte más importante de la imagen que tenemos de América Latina, y en particular la que yo tengo como hispanófilo porque son el corazón mismo del continente americano. Pienso en la mezcla de etnias, lenguas, tradiciones y raíces que aportaron civilizaciones históricas y también en el aporte de culturas nativas: sin ellas América Latina no sería la misma.

La península balcánica también ha estado habitada por muchas naciones diferentes y la región siempre ha sido una encrucijada de civilizaciones, religiones e imperios. Soy muy consciente de que mi identidad albanesa fue forjada por la mezcla de estos pueblos y culturas a lo largo de los siglos.

¿Encuentras similitudes culturales entre los Balcanes y América Latina?

Seguramente podemos encontrar muchas, sí. Aunque no me gusta hablar de aspectos negativos hay que mencionar que en estas dos regiones hay problemáticas comunes como falta de estabilidad, problemas económicos, crisis gubernamentales, dictaduras pasadas y sistemas democráticos híbridos. Afortunadamente también compartimos una actitud en la vida cotidiana de vivir con alegría, somos irascibles, despreciamos las dificultades que enfrentamos y hay un cierto disfrute de la lentitud en el día a día que nos permite apreciar los pequeños placeres que se nos presentan. Me gusta pensar que, en cierto modo, los Balcanes son la América Latina de Europa en muchos aspectos hermosos.

¿Existen palabras en albanés que tengan sus traducciones claras al español, pero que, al mismo tiempo, traducirlas a otras lenguas sea difícil por no haber equivalentes?

Creo que sí. Pienso en la muy típica palabra española “siesta” que puede traducirse fácilmente con la palabra albanesa “kotem”: una especie de siesta relajante, que también implica una tradición del lento disfrute de la vida que ambas culturas compartimos.

Y si tuvieras que elegir una sola palabra del español, ¿ cuál sería?

La que siempre me ha fascinado es “hermosa”, ya que es una de las primeras palabras que aprendí al leer el libro “La judía de Toledo” de Lion Feuchtwanger. Es un escritor judío alemán sobreviviente del Holocausto que en su novela describe el amor entre el rey Alfonso VIII y Raquel, una muchacha judía a quien llamaban la “Fermosa”. Para mí, España y el mundo y culturas hispánicas son simplemente hermosas.

¿Cuáles son los autores españoles y latinoamericanos que más te gustan o más disfrutas traducir?

Me encanta hacer traducciones especialmente de poetas, ya sea de España o de América Latina, y debo señalar que mi primera traducción del español fue de tres de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes. Todo el tiempo traduzco autores, como Octavio Paz, Mario Benedetti, César Vallejo –uno de los poetas más difíciles de traducir–, Jaime Sabines, Pablo Neruda y, mi favorita en absoluto, Elvira Sastre.

¿Qué literatura hay acerca de los vínculos entre el mundo albanés y el hispánico?

Poca y no está traducida. El clásico de referencia es el famoso libro Hasta la vista (NdR: título original en albanés) del gran autor Pietro Marko, donde describe la Guerra Civil Española inspirado en sus propias experiencias como voluntario de las Brigadas Internacionales. Nunca se ha traducido al español y yo siempre recomiendo su traducción por su disidencia a la dictadura y las experiencias que cuenta. También me gustaría destacar mi libro A España con Amor, en el que describo las relaciones culturales y humanas entre albaneses y españoles desde la década de 1930 hasta nuestros días a través de tres historias de amor en tres épocas diferentes. (NdR: en junio se ha publicado en España la novela policial La espía de cristal de Pere Cervantes, que ambienta una historia de amor entre un reportero español y una sobreviviente de guerra albanesa en el Kosovo de la posguerra)

Siendo que la literatura albanesa es poco conocida, ¿a quiénes deberíamos prestarle atención para entender mejor este panorama cultural? El nombre del escritor Ismail Kadaré siempre aparece, pero ¿qué otros hay?

La literatura albanesa está viviendo una especie de renacimiento, después de la caída del régimen totalitario en Albania, pero también en Kosovo, y hay muchos escritores talentosos que están creando una nueva ola sin vínculos, pocas influencias y una mentalidad distinta al antiguo régimen y sus reflejos en nuestro espacio literario, como pueden ser Erjus Mezini o Kristaq Turtulli.

Kadaré es un grande, y eso no lo digo yo, sino los lectores de medio mundo en los más de treinta idiomas en la cuales han sido traducidos sus libros. Pero sus obras están inevitablemente vinculadas a aquel periodo histórico. Él supo jugar majestuosamente con la censura, señalando problemas que nadie más podría. Sin embargo, un hecho lamentable en el que caen muchos cuando escriben sobre Albania es tomar siempre como punto de referencia la violencia del Kanun medieval, las Vírgenes Juradas, la dictadura de Hoxha, la prostitución, las organizaciones criminales mafiosas y nada más, como si Albania y los albaneses fuéramos sólo eso. Es algo muy despectivo, que no le hace justicia a Albania ni a su literatura.

Efectivamente, al hablar de “Albania” y “Kosovo” suelen proliferar estereotipos negativos, o al menos pre-modernos y oscuros. ¿Qué se podría hacer desde la producción cultural para contrarrestar esas imágenes y ofrecer al mundo una visión más fiel, moderna y cosmopolita de la Albania y el Kosovo actuales?

Tanto extranjeros como muchos autores albaneses suelen enfocarse en esto, quizás, porque les resulta más fácil que profundizar en otras cosas. En mi literatura, por el contrario, siempre trato de centrar la atención en el carácter cosmopolita ancestral típico de los albaneses. Por ejemplo, en el hecho de que nuestra tierra desde siempre ha sido encrucijada de civilizaciones, lenguas, culturas y tradiciones y eso lleva a una mentalidad abierta y a una hospitalidad característica que se aprecia, entre otras cosas, en el rescate de los judíos en la Segunda Guerra Mundial o en la acogida de refugiados de la guerra de Kosovo en 1999. Intento destacar de nuestra Besa ­–código de honor tradicional albanés­– nuestra actitud alegre y nuestra obstinación y carácter invencible ante las dificultades de la vida, el mal destino, los invasores y los regímenes opresores.

¿Qué futuro de colaboración podemos esperar entre el mundo albanés y el mundo hispánico considerando que son ámbitos periféricos de la producción cultural global?

Estoy seguro de que seguirán construyéndose puentes culturales entre nuestras culturas y gente, especialmente a través de la literatura, y daré lo mejor de mí para dar mi aporte en este contexto, como autor y como traductor.

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